Este domingo, el periodista y el analista político, José Vicente Rangel, denunció que las acciones de la derecha el pasado 18 de febrero, tenían como fin el derrocamiento del presidente de la República Bolivariana de Venezuela, Nicolás Maduro.

“Dentro de los datos procesados por los organismos de inteligencia y seguridad del Estado, figura uno muy importante que es analizado a fondo, la acción del 18 de febrero iba a culminar, según sus planificadores con el derrocamiento del presidente Nicolás Maduro y la instauración de un gobierno de transición compuesto por figuras de partidos e independientes, cuyos nombre son considerados y evaluados en la investigación”, fueron las palabras de Rangel durante su programa José Vicente Hoy, transmitido por el canal Televen.

Recordemos que el pasado 18 de febrero la ultraderecha venezolana convocó una marcha que cambió de ruta varias veces e incluso intentó dirigirse al oeste de la ciudad -zona no permisada para la movilización, lo que fue impedido por los organismos de seguridad del Estado- para finalmente concentrarse en la Plaza Brion de Chacaíto.

Rangel señaló que para ese día, “López y sus seguidores montaron sus planes basándose en el supuesto debilitamiento del gobierno -popular y militarmente- el movimiento que habían organizado era poderoso y despreciaron el dato unidad y el apoyo de otros factores de alianza que operan dentro de la MUD (Mesa de la Unidad Democrática)”.

Pero lo cierto es que en esa misma concentración, Leopoldo López se entregó a las autoridades, después de pasar días en el silencio desde que hizo el llamado a “Salida” (del gobierno democráticamente elegido) propiciando focos de violencia el 12-F por parte de los factores más extremistas de sus seguidores, motivo por el cual la fiscalía inició una investigación en su contra.

La derecha venezolana ha querido mostrar como un acto de valentía el hecho de que Leopoldo López se entregara a las autoridades pero lo cierto es que esta acción respondió a un acuerdo de protección por parte del gobierno ante la amenaza de muerte para el líder de Voluntad Popular propiciada desde la misma ultraderecha, información corroborada por la misma esposa de López y sus padres.

Así que, la mal llamada Mesa de la Unidad Democrática, que venía profundizando un proceso de fragmentación -evidenciada en cada proceso preelectoral- terminó por demostrar lo que el destacado periodista, Rangel, calificó como “el salto al vacío de la oposición (…) la liquidación del liderazgo de Henrique Capriles Radonski (dos veces candidato a elecciones presidenciales por la MUD)” en la que “el sector duro que cuenta con la gente radicalizada de Caracas terminó imponiéndose y con ello afloró el liderazgo de Leopoldo López”.

En ese sentido, los ideólogos de las acciones desestabilizadoras de la ultraderecha se basaron en la hipótesis de que el gobierno nacional estaba debilitado popularmente y militarmente, no contaron con que los partidos políticos, “Acción Democrática (AD), Comité de Organización Política Electoral Independiente (Copei) y otras organizaciones independientes no participaron en la marcha (18F) y estuvieron en contra de ella”.

Asimismo, esta hipótesis quedó negada porque ni aquella movilización ni las posteriores guarimbas, tuvieron apoyo popular y la Fuerza Armada Nacional Bolivariana se manifestó en contra de todo intento de acción armada contra el gobierno, reiterando su apoyo al proceso revolucionario.

La ministra de Defensa de Venezuela, Carmen Meléndez, enfatizó ese martes 18-F, que la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB) no aceptará un gobierno que no surja por la vía constitucional, rechazó contundentemente las acciones violatorias de las leyes por parte de un sector de la sociedad y comprobadas desde el exterior y también afirmó que el presidente obrero, Nicolás Maduro, el pueblo y la FANB «estamos trabajando unidos más que nunca y no permitiremos un escenario similar al del 11 de abril» de 2002.

“Los sectores ultra de oposición fracasaron en el intento (de derrocar a Maduro), perdieron la batalla de la calle, ya que la guarimba terminó revirtiendo en contra de los promotores del golpe y al final provocó el rechazo de los vecinos, y si fuera poco, la oposición salió dividida entre caprilistas y lopecistas”, destacó el periodista venezolano.

Finalmente, José Vicente Rangel alertó: “Que nadie se engañe: el golpismo, como alternativa, no está muerto. No quedó enterrado en Plaza Altamira hace 11 años (abril de 2002). Sobrevive en la frustración de un sector político y social que no acepta los cambios en Venezuela. Que se alimenta de un odio profundo hacia el proceso bolivariano y su liderazgo. Que no pierde oportunidad de auspiciar la desestabilización, de aliarse con quien sea con tal de promover la opción aventurera que fracasó, pero que para sus voceros adquiere cada día más vigencia. Porque considera que por la vía electoral no tiene chance y la visión catastrofista que cultiva emplaza a actuar con apoyo del exterior” escribió Rangel en su columna “El Espejo”, publicada este lunes en el diario Últimas Noticias.

(LaIguana.TV)