Cuando está arribando a 61 años, el Instituto Nacional para la Capacitación y Educación Socialista (INCES) tiene entre sus principales metas la de coordinar con las empresas básicas para que los aprendices y jóvenes de Chamba Juvenil puedan incorporarse a los espacios donde ocurre el hecho concreto del trabajo.

Así lo plantea el presidente de este organismo,  antiguamente llamado Instituto Nacional de Cooperación Educativa (INCE), Wuikelman Ángel Paredes, quien quiere promover los acercamientos necesarios para alcanzar este objetivo.

Ángel respondió a la preguntas de la LaIguana.TV en su programa Cara a cara.

-El antiguo INCE nació a principios de la llamada democracia representativa, de la mano nada menos que del maestro Luis Beltrán Prieto Figueroa, pero luego, con el pasar del tiempo, se distorsionó hasta llegar a ser una herramienta de los gobiernos neoliberales, una fábrica de mano de obra calificada pero barata para el empresariado. En tiempos de Revolución se le dio un vuelco, pasó a ser el Instituto Nacional para la Capacitación y Educación Socialista (INCES). ¿Pero aparte de ponerle ese apellido, se ha logrado realmente convertirlo en un instrumento para la formación socialista de los jóvenes venezolanos?

-En el INCES estamos en un proceso de reflexión centrado justamente en los desafíos que tiene el sistema educativo nacional bolivariano, no solo los cotidianos, como la pandemia, sino también los estructurales. Una tarea central de la Revolución es impulsar la construcción del nuevo modelo económico productivo diversificado. Eso tiene, de entrada, un requisito, que es formar el talento del pueblo venezolano desde el punto de vista técnico para poder garantizar su participación en cada uno de los 16 motores productivos, que es nuestro un horizonte, pero que sin duda está lleno de obstáculos, de problemas e inconvenientes. Además, no estamos hablando de cualquier país, sino de uno que está enfrentado nada menos que a la acción directa del gobierno de los Estados Unidos, sin intermediarios. Esto tiene unos efectos que los hemos sentido en el INCES en los recursos económicos, las instalaciones y en la capacidad de respuesta como institución, sobre todo en los últimos dos años. Este instrumento fue concebido hace 61 por el maestro Luis Beltrán Prieto Figueroa precisamente para acompañar a la juventud en ese proceso de desarrollar el aparato productivo del país. Eso, ciertamente, se distorsionó porque los gobiernos de turno adaptaron la institución a su enfoque ideológico. Los gobiernos neoliberales usaron este instrumento como parte de una visión sistémica. Se cerraba la posibilidad a los jóvenes de ingresar a la universidad para que ingresaran al INCE y se convirtieran en mano de obra barata pero calificada que requería el mundo empresarial al cual servían esos gobiernos. A nosotros nos ha correspondido revisar esa visión sistémica para hacer las adaptaciones y adecuaciones, ya en función de una visión liberadora, transformadora, de retomar el pensamiento de avanzada del maestro Prieto Figueroa, de recuperar el pensamiento del maestro Simón Rodríguez. Con esas orientaciones podemos avanzar hacia una educación liberadora y crítica. En una primera etapa de la Revolución Bolivariana hubo un giro. Se produjo una respuesta desde el lado de las misiones sociales, que incorporan una parte de la respuesta socialista. En el andamiaje del INCES hay que reconocer una respuesta exitosa para alcanzar los objetivos de varias de las misiones sociales que en la primera etapa de la Revolución, como la Misión Robinson, la Misión Vuelvan Caras y otras han descansado en la estructura y en la presencia que a nivel nacional tiene el INCES.

-El empresariado ha sido un adversario de la Revolución en estos veinte y tantos años. ¿Se cuenta con apoyo allí para esa visión liberadora?

-Nosotros, en el marco del aniversario, estamos invitando a los distintos actores que tienen responsabilidad en la configuración de un sistema de formación técnica productiva. La idea es interpelarlos acerca de lo que debemos cambiar para no seguir haciéndole el trabajo a la lógica del capital. Desde el año 2015 hemos formado más de tres millones y medio de jóvenes, pero que luego o son absorbidos por las empresas capitalistas o cruzan las fronteras, como parte de esta campaña contra el país, inoculada por la derecha internacional, y  terminan estando al servicio de las oligarquías latinoamericanas, las mismas que sigue atentando contra Venezuela. Eso es peor todavía que estar al servicio de la burguesía nacional, que ya es enemiga de por sí. Ahora, estamos en disposición de revisar todos los elementos que todavía nos faltan para tener un verdadero sistema de formación técnica productiva, en términos de política pública, con una visión estratégica. Se trata de revisar para quién vamos a desarrollar esa política de formación. Necesitamos conciliar nuestra labor con una visión seria, política, densa, profunda que acerque el espectro del trabajo con el de la educación, con los planes de la industrialización, con los planes de la ciencia y tecnología. Así podremos avanzar de un modo más eficiente hacia el modelo económico productivo que debe ser para liberar, para producir los bienes y servicios que requiere nuestra patria, para generar valor agregado y sustituir importaciones. De ese modo no podrán seguir agarrándonos por el cuello porque no tenemos en al país la capacidad de producción de lo que consumimos.

-Suponemos que la emigración también ha afectado al INCES en lo que toca a los docentes, que son gente con una larga trayectoria práctica. ¿Es así?

-Sí. Y no solo la migración que vimos como una política sostenida en contra de la Revolución. También debemos reconocer que es necesario volver a los centros de trabajo, sobre todo de las industrias básicas, PDVSA, las de Guayana, las del sistema eléctrico, las hidrológicas, que configuran un espacio privilegiado para formar a la juventud. Además es necesario porque si el conocimiento de los trabajadores de esas empresas no es transferido, se pierde con el tiempo. El trabajo de la industria petrolera, de las llamadas macollas, de los pozos, de las zonas de exploración, extracción y refinación; la labor del sector eléctrico; la comprensión de cómo se encadenan estos grandes servicios, todo eso debe incluirse porque la formación del INCES es una formación basada en el hacer y eso implica estar en el sitio donde se hacen las cosas para poder garantizar que sea una formación pertinente, de manera que desde la práctica avancemos en la teoría. Nos ha hecho falta volver a esos espacios, luego de aquel momento inicial de la diatriba con la Tripartita y el chantaje que intentaban la antigua Confederación de Trabajadores de Venezuela y los voceros empresariales de entonces. Eso nos obligó a hacer una ruptura que trajo como correlato o consecuencia la ausencia de una institución como esta en el espacio donde se da de manera concreta y específica el hecho del trabajo creador, innovador, consciente, para la liberación. Por eso estamos convocando a quienes tienen responsabilidades en las empresas básicas para coordinar acciones que nos permitan llevar a los aprendices y a los muchachos de Chamba Juvenil para formarlos en las industrias bajo una política coherente.

-La pandemia ha obligado a todos los ámbitos educativos a adaptarse a las modalidades de clases no presenciales. ¿Pero cómo es posible formar mediante clases virtuales en artes y oficios tan materiales, tan manuales como los que se enseñan en el INCES?

-Es difícil, es quizá la parte más compleja que nos toca, porque la formación técnica no se completa sin la práctica, sin la confrontación con la máquina, con la herramienta, con el taller. Va a ser incompleto el proceso, porque podemos cubrir la parte de los contenidos, de la metodología, de las didácticas, de los recursos de apoyo, del diseño instruccional, pero sin práctica no se habrá alcanzado el objetivo. La formación técnica implica el dominio de la técnica y de la habilidad o destreza por parte del participante y eso es imposible hacerlo sin la práctica. Por eso es que insisto en que si bien el INCES cuenta con una cantidad importante de centros de formación, a mi manera de ver, con todo el respeto y el cariño que les tenemos a estas instalaciones, no son los lugares donde se da el hecho concreto del trabajo, sino que esto ocurre en las industrias, en las empresas grandes, medias y pequeñas, en los espacios comunales. Allí es donde la producción de bienes y servicios se da al calor del día a día. Allí está nuestro desafío. Nosotros estamos lanzando el aula virtual en una porción importante de nuestra oferta formativa, pero se nos hace imposible presentar la totalidad a través de la modalidad virtual. Sin embargo estamos haciendo todo lo que está a nuestro alcance para difundir videos, tutoriales, prácticas, intercambios de experiencias, todo aquello que pueda nutrir y enriquecer el intercambio de conocimientos y pueda servir de apoyo a la acción formativa y a la participación de quienes acuden al INCES a formarse.

El presidente del INCES aprovechó la oportunidad para promover varios de los encuentros que están programados, entre ellos uno denominado Pedagogía con conciencia productiva, que se realizaría con la presencia de los viceministros Diva Guzmán (Trabajo), Jorge Pérez (Educación), Juan Arias (Industria), Salvador Lugo (Ciencia y Tecnología); y las presidentas de las misiones Ribas, Delia Álvarez; y Robinson, Lilian Oropeza. En esa mesa redonda se discutirían algunas de las propuestas esbozadas en esta entrevista.

(Clodovaldo Hernández / LaIguana.TV)