Buena parte de las actuales estructuras políticas, establecidas en constituciones y leyes, fueron concebidas por pensadores de hace tres o cuatro siglos. Entre ellos está el inglés John Locke, considerado uno de los padres del liberalismo. Acerca de sus aportes disertó Miguel Ángel Pérez Pirela este 14 de agosto, en un nuevo Viernes de filosofía, de su programa Desde Donde Sea.

Locke fue precursor de dispositivos importantes para el desarrollo político, como la división de poderes, el parlamentarismo y los derechos humanos, según explicó el filósofo y comunicador.

“Con Locke continuamos un recorrido que ha incluido el mito de la caverna, de Platón y el  zoon politikon de Aristóteles y las obras de Maquiavelo, Hobbes, Rousseau, Tocqueville, John Rawls  y Michael Sandel. También hemos tenido entrevistas con el gran filósofo Enrique Dussel y con el pensador descolonial Ramón Grosfoguel”, repasó.

Indicó que para estudiar a Locke hay que remontarse específicamente al siglo XVII inglés, pues filósofo nació en 1632, cuarenta y cuatro años después de Thomas Hobbes, autor de El Leviatán. “Ambos son fundadores del contractualismo moderno. Los dos estudiaron y postularon sus tesis acerca de cómo los seres humanos nos organizamos como sociedad, cómo es nuestro pacto social, que hace pacífico el convivir. En la obra de ellos se encuentra el origen de las leyes, de las constituciones, de la separación de los poderes”.

Precisó que los postulados de Locke, considerado el padre del liberalismo moderno, cuestionan abiertamente los de Hobbes porque son críticos del absolutismo que este último defiende en El Leviatán. “Locke, igual que Hobbes, parte de un estado de naturaleza, pero cree en uno muy diferente al homo homini lupus, el hombre como lobo del hombre, que plantea Hobbes. Si bien es iusnaturalista, para él en el estado de naturaleza existe perfecta libertad e igualdad. Igual que para Hobbes ese estado de naturaleza es un estado prepolítico, que hay que superar y se supera a través del contrato social”.

Puntualizó que en ese estado de naturaleza existe una ley de naturaleza que viene directamente de Dios y está fundamentada en la razón.  Esa ley contempla tres derechos naturales inalienables:

  • El derecho a la vida, doctrina que sienta las bases de los actuales derechos humanos
  • El derecho a la libertad
  • El derecho a la propiedad privada, aspecto por el que se le cataloga como el fundador del liberalismo

Ahora bien, apuntó Pérez Pirela, Locke plantea un cuarto derecho, derivado de los anteriores, y es el derecho a defender los otros tres derechos, que puede permitir incluso matar a otro ser humano si está en peligro la propia vida.

“Entre los tres derechos, Locke le da la especial preponderancia al derecho a la propiedad privada. Fundamenta la propiedad privada en que al inicio nada era de nadie, y todo era de todos. En ese tiempo originario es el trabajo, el esfuerzo del hombre, lo que saca las cosas de su estado natural y transforma lo que era propiedad de todos en propiedad de uno. Transforma lo común en privado. El trabajo le da a la cosa un valor añadido. Invertir en la propiedad mis esfuerzos hace que sea mía y no de todos”.

A partir de este punto surgen complicaciones porque, se pregunta el disertante, ¿y si yo quiero apropiarme de todo y no quiero respetar la propiedad de otros? Según Locke “solo es apropiable aquello que es utilizable. Lo que exceda lo utilizable es propiedad común. Para dar un ejemplo caribeño, si tengo cien mangos, y estos se van a podrir, no van a ser utilizables y pasan a ser propiedad común”.

Continuó estableciendo paralelismos y precisando diferencias entre Locke y Hobbes. Recordó que Hobbes era absolutista porque planteaba que, frente a la posibilidad del abuso de unos hombres contra otros, había que cederle al Leviatán, es decir, al Estado, la libertad individual y así garantizar la seguridad. Locke presenta una visión distinta.

“Para Locke, el estado de naturaleza es una frágil y ambigua situación de paz, un estado de enfermedad que corresponde a tres características: la  primera es que la ley natural es desconocida, desgraciadamente, por muchos hombres, por lo que hay que hacer un esfuerzo de la razón; la segunda es que a los individuos les falta imparcialidad para juzgarse a sí mismo; y la tercera es la falta de fuerza del individuo para hacer valer la ley”.

“Esto hace que pasemos del estado de naturaleza al estado civil a partir del momento en el cual se da la cesión de uno de sus derechos, pero no es el derecho a la vida ni a la libertad ni a la propiedad. Ese paso se da cuando se cede el cuarto derecho, el derecho a defender todos los otros derechos. Ese paso da inicio al Estado a partir del contrato social. La misión del Estado es proteger los tres derechos. El individuo no cede la vida, la libertad o la propiedad al Leviatán, como planteaba Hobbes, sino cede el derecho a defender los tres derechos. El hombre sigue siendo libre, igual y con propiedades después del contrato social”, aseveró.

De acuerdo a la interpretación de Pérez Pirela, este es un punto crucial en los aportes de Locke. “La base fundamental del pacto social para Locke es el consenso, el consentimiento, que el individuo libremente ceda el derecho a defender sus derechos. Este consentimiento puede ser recogido en una Constitución. No tiene por qué ser un consentimiento que se da una y otra vez, sino un consentimiento inicial, que es válido en el tiempo. Locke pone los fundamentos de las libertades individuales por eso es el padre moderno del liberalismo. En todo momento da rol fundamental a la defensa de la libertad del individuo”.

Acotó que la idea de los poderes públicos (específicamente el ejecutivo y el legislativo) vienen de la obra Dos ensayos sobre el gobierno civil, de Locke. “El Judicial llega después con Montesquieu. El tercero de Locke es el poder federativo. Él quiere quitarle el poder al Leviatán, al uno, al monarca, al rey, y quiere dárselo a lo legislativo a un grupo de personas. De ahí nace la fuerza del poder parlamentario inglés. El poder legislativo promulga las leyes, pero en concordancia con el poder de Dios y de la naturaleza”.

Subrayó que los contractualistas posteriores, incluyendo los iluministas franceses, toman las ideas de Locke para “cortarle la cabeza al rey”.

“Locke se oponía a la teoría política que centraba el poder en el rey, que lo recibía de Dios. El centro de esa doctrina no era el hombre, sino de forma acomodaticia e interesada, el poder de dios encarnado en el rey. Locke rechaza esa teoría absolutista teológica y coloca al hombre y su razón en  el centro. El poder ejecutivo hace que se cumpla la ley, vigilado por el poder legislativo. El poder federativo regula las relaciones internacionales, es una especie de cancillería”.

“¿Qué pasa si los gobernantes abusan del poder que se le ha otorgado? –preguntó-. En Hobbes hay poco qué hacer, aunque en Leviatán deja una pequeña puerta. Locke nunca le quita al pueblo su capacidad de decisión. El pueblo tiene derecho a la rebelión si el gobernante abusa del poder o es corrupto, porque ese gobernante está, a su vez, rebelándose contra la ley de la naturaleza, que viene de Dios. Estas teorías determinaron grandemente el devenir de las revoluciones a partir de ese momento, como la de Estados Unidos, la de Francia y las de América Latina. Bolívar, por ejemplo, es depositario del pensamiento del iluminismo francés que, a su vez, es depositario de Locke. Esta es su fuerza. Locke define toda la teoría de división de poderes, la eliminación del poder absolutista y el derecho a la rebelión”.

En lo que se refiere a los aspectos cuestionables de las tesis de Locke, anotó que su definición del estado de naturaleza no es muy clara. “Si los individuos están bien en el estado de naturaleza, por qué tendrían que salir de él. Cuál es el punto que justifica la salida de un estado de naturaleza. Para Hobbes era claro: la guerra de todos contra todos. Para Locke es menos claro, aunque expone las tres razones que vimos anteriormente: el desconocimiento de la ley natural, la falta de imparcialidad  de los individuos para juzgarse a sí mismos y la falta de fuerza para hacer valer la ley”

Para realizar la disertación, Pérez Pirela se valió del libro ya mencionado de Locke, Dos ensayos sobre el gobierno civil, y de Las grandes obras del pensamiento político, de Jean Jacques Chevallier.

Finalizó este segmento del programa con una reflexión acerca de por qué los sectores de poder le temen a la filosofía. Dijo que en este punto se aplica la frase de que “no hay nada más peligroso que una idea a la cual le ha llegado su momento”. Relató una anécdota de su primer día en la Universidad Gregoriana de Roma, a la edad de 17 años, cuando un profesor dijo que desconfiaran de esos que pretenden ser filósofos diciendo lo sencillo de manera enrevesada, cuando se trata precisamente de lo contrario. “Es lo que tratamos de hacer en estos programas. No me gusta hablar de divulgación, sino democratización del conocimiento”, enfatizó.

Poesía

Como ya es habitual en las emisiones de los viernes, la parte final fue dedicada a la lectura de poesía.

De manera azarosa, al abrir el Inventario I de Mario Benedetti, surgió el poema La culpa es de uno

Quizá fue una hecatombe de esperanzas
un derrumbe de algún modo previsto
ah, pero mi tristeza solo tuvo un sentido

todas mis intuiciones se asomaron
para verme sufrir
y por cierto me vieron

hasta aquí había hecho y rehecho
mis trayectos contigo
hasta aquí había apostado
a inventar la verdad
pero vos encontraste la manera
una manera tierna
y a la vez implacable
de desahuciar mi amor

con un solo pronostico lo quitaste
de los suburbios de tu vida posible
lo envolviste en nostalgias
lo cargaste por cuadras y cuadras
y despacito
sin que el aire nocturno lo advirtiera
ahí nomas lo dejaste
a solas con su suerte
que no es mucha

creo que tenés razón
la culpa es de uno cuando no enamora
y no de los pretextos
ni del tiempo

hace mucho muchísimo
que yo no me enfrentaba
como anoche al espejo
y fue implacable como vos
mas no fue tierno

ahora estoy solo
francamente
solo

siempre cuesta un poquito
empezar a sentirse desgraciado

antes de regresar
a mis lóbregos cuarteles de invierno

con los ojos bien secos
por si acaso

miro como te vas adentrando en la niebla
y empiezo a recordarte.

Por petición de la audiencia, el segundo poema de la noche fue Oda al hombre sencillo, de Pablo Neruda

Voy a contarte en secreto
quién soy yo,
así, en voz alta,
me dirás quién eres,
quiero saber quién eres,
cuánto ganas,
en qué taller trabajas,
en qué mina,
en qué farmacia,
tengo una obligación terrible
y es saberlo,
saberlo todo,
día y noche saber
cómo te llamas,
ése es mi oficio,
conocer una vida
no es bastante
ni conocer todas las vidas
es necesario,
verás,
hay que desentrañar,
rascar a fondo
y como en una tela
las líneas ocultaron,
con el color, la trama
del tejido,
yo borro los colores
y busco hasta encontrar
el tejido profundo,
así también encuentro
la unidad de los hombres,
y en el pan
busco
más allá de la forma:
me gusta el pan, lo muerdo,
y entonces
veo el trigo,
los trigales tempranos,
la verde forma de la primavera
las raíces, el agua,
por eso
más allá del pan,
veo la tierra,
la unidad de la tierra,
el agua,
el hombre,
y así todo lo pruebo
buscándote
en todo,
ando, nado, navego
hasta encontrarte,
y entonces te pregunto
cómo te llamas,
calle y número,
para que tú recibas
mis cartas,
para que yo te diga
quién soy y cuánto gano,
dónde vivo,
y cómo era mi padre.
Ves tú qué simple soy,
qué simple eres,
no se trata
de nada complicado,
yo trabajo contigo,
tú vives, vas y vienes
de un lado a otro,
es muy sencillo:
eres la vida,
eres tan transparente
como el agua,
y así soy yo,
mi obligación es ésa:
ser transparente,
cada día
me educo,
cada día me peino
pensando como piensas,
y ando
como tú andas,
como, como tú comes,
tengo en mis brazos a mi amor
como a tu novia tú,
y entonces
cuando esto está probado,
cuando somos iguales
escribo,
escribo con tu vida y con la mía,
con tu amor y los míos,
con todos tus dolores
y entonces
ya somos diferentes
porque, mi mano en tu hombro,
como viejos amigos
te digo en las orejas;
no sufras,
ya llega el día,
ven,
ven conmigo,
ven
con todos
los que a ti se parecen,
los más sencillos,
ven,
no sufras,
ven conmigo,
porque aunque no lo sepas,
eso yo sí lo sé:
yo sé hacia dónde vamos,
y es ésta la palabra:
no sufras
porque ganaremos,
ganaremos nosotros,
los más sencillos,
ganaremos,
aunque tú no lo creas,
ganaremos.

El tercer poema fue Cuando se hace de noche, de Eczoida Ruza, editora de LaIguana.TV y de los trabajos literarios y académicos de Pérez Pirela

Cuando se hace de noche hace frío afuera

y en la cama

te pienso

en esas cosas que eras tú para mí

como a veces me mirabas mientras comía

o cómo suspirabas antes de quedarte dormido

si hubiera sabido lo que soñaba tu cabeza

que quizás se iba lejos tan lejos

de aquel, nuestro miserable amor

Cuando se hace de noche pelean los gatos en la acera

mis perros duermen

no les importa, como si supieran que al día siguiente

tendrán la oportunidad

que nosotros no nos dimos

caminan los insectos por la orilla de la pared

y entre mi cabello

nada más lo perturba ya

ningunas manos lo acarician cuando me resfrío

ni lo sostienen para contar mis lunares

ningún color lo hace lucir tanto

como cuando brillaba bajo la lámpara

de tus deseos

Cuando se hace de noche duelen tus ojos

y la vida

estéril de besos

desierta de risas

muda hasta el amanecer de tus sonidos


quisiera haber puesto más atención

a los pliegues de tu cara

que siempre fue rara

por la forma de tus cejas

a tu cabello medio rulo, medio corto, medio áspero

a tu barba escasa

sobre la mandíbula que tantas veces me hizo feliz


pero ya es de noche para nosotros

y solo sombras se distinguen en la pared

que nos sostuvo las manos

y los pies


Cuando se hace de noche me pregunto y te pregunto

por qué

por qué lo hicimos

y lo sé, pero no quiero saber

porque es inútil

ya estamos en otro sitio, en otras noches

con otras personas tal vez

con otros abrazos

a punto de hacer nuevas poesías

nuevas canciones

tejiendo recuerdos que se lleven estos

en los que nosotros

aún estábamos vivos


todas estas noches ha llovido

y las nubes no dibujan formas

es todo un cielo el mismo

el agua entra por la ventana 


Cuando se hace de noche te extraño y me extraño

te pienso

desnudo y vestido

tus gestos al llorar, antes de irnos

y duele

he recuperado el hábito de dormir

en este tiempo pero la casa

ah, la casa

llena de polvo en los lugares

favoritos

ha regresado un eco a las habitaciones

de mi confianza

solo se come y se bebe

comida fría y cerveza tibia

no quedan ya cuchillos con filo

que corten la ansiedad


aún duermo de mi lado de la cama

tener tantas almohadas ayuda

no he contado los días ni los errores

desde que nos fuimos

no he vuelto a hacer una promesa


las gavetas se volvieron

depósitos llenos

no hay con quién compartir las franelas grandes

me sobran ahora las medias

cada una con su par

solo las matas del jardín florecieron

y el cactus dio hijos

los mangos de la vecina se cayeron verdes

la gente de la cuadra ya no me ha visto

sino de noche, en el umbral de la puerta


Cuando se hace de noche ya no te espero

ya no te sueño

y ya casi te olvido

como quien presta un libro

como quien despide un muerto

como aquel tatuaje viejo

que siempre quisiste cubrir

Cuando se hace de noche hace frío afuera

y adentro

de mi piel


No vengas.

Al finalizar la lectura de este poema, Pérez Pirela solicitó a su equipo acompañarlo en un aplauso para su autora.

Benedetti volvió a aparecer en las peticiones del público, con el poema Te quiero sin mirar atrás 

Te quiero mansamente, entre las sombras de las falsas ilusiones

Te quiero como para leerte cada noche, como mi libro favorito quiero leerte, línea tras línea, letra por letra, espacio por espacio…

Te quiero para tomarte de la mano bajo el firmamento y mostrarte los te Amo escondidos entre las estrellas…

Te quiero sobre las hojas de otoño, hablando de nada pero a la vez de todo y en un arranque de locura beber tus lágrimas mientras desfallezco en tus labios…

Te quiero para buscarte entre las frases no dichas, entre los pensamientos enterrados, entre las maneras complicadas quiero encontrarte y después no dejarte…

Te quiero como para llevarte a mis lugares favoritos y contarte que es ahí donde me siento a buscarte en la niebla de miradas que no son tuyas pero aun así te busco…

Te quiero para volvernos locos de risa, ebrios de nada y pasear sin prisa por las calles, eso si, tomados de la mano, mejor dicho… del Corazón.

Te quiero como para sanarte, y sanarme, y sanemos juntos, para remplazar las heridas por sonrisas y las lágrimas por miradas en donde podremos decir más que en las palabras…

Te quiero por las noches en las que faltas, te quiero como para escuchar tu risa toda la noche y dormir en tu pecho, sin sombras ni fantasmas, te quiero como para no soltarte jamás…

Te quiero como se quiere a ciertos amores, a la antigua, con el Alma y sin mirar atrás…

Los dos poemas finales fueron de Pérez Pirela. El primero se titula A dios


A dios le dije que te diría adiós

y te congelamos juntos en esa cama

después del gemido.

Olías a nuevo todo en ti era presente.

Tan anclado yo en el pasado

me toqué a penas el sombrero

y miré a dios

(a sus miles de ojos divinos)

justo antes de decirte adiós.

Te quedaste como suspendida

y nunca más dejaste de pensar

en mí

como un recuerdo que imaginarías

en el futuro.

Que ahora será tuyo sólo  tuyo.

Que ahora será mío sólo  mío.

Dividimos el futuro en dos partes iguales

para no pelearnos el presente.

Anclado quedé en la laguna del pasado.

Sin río de aguas presentes.

Sin río que lleve al futuro

que señalaste con tus labios

bañándonos en aquella laguna
de sábanas y almohadas húmedas

como tú ahogándome en ti.

En esa cama quedaste joven,

presente para siempre.

Con esas sábanas

me cubrí el asombro de mi vejez,

súbita.

Tú, joven para siempre.

Yo, pasado por siempre.

Y de siempre en siempre

llegamos al nunca.

Y de nunca en nunca

al jamás

donde sólo  dios existe

y también ahora tú y yo.

El segundo poema fue Las palmeras de mis manos

Me busco entre las hojas

de mis dedos.

Leo el destino de las líneas

de mis palmas.

que cambian como el viento

de la palmera de tu luna:

que hoy está llena y

mañana mengua.

Algo me dicen mis manos

y su sudor:

alguna lágrima se esconderá

en ese laguito de palma

que dejó de rozarte rondarte

para ondear, ahora

en despedidas.

(LaIguana.TV)