Un señor, que dice ser experto en negociación de conflictos, acusa (palabras más, palabras menos) a la Conferencia Episcopal Venezolana de ser una oficina al servicio del rrrrégimen castro-chavista-madurista. Su discurso de soplete de acetileno hace que uno se pregunte, ¿caramba, cómo quedarán los conflictos que este caballero arregla?

La doñita fashion Machado acusa a los obispos de “poco cristianos”. Y aparece sobre un dragón de siete cabezas mediáticas, como la trabajadora sexual de Babilonia (dicho sea con la mayor delicadeza y en lenguaje no discriminatorio).

Incluso, algunos curas -que, según dicen los expertos, son clérigos e influencers a la vez- llegaron al nivel del insulto a los superiores. Uno de ellos llamó a los jerarcas “alacranes que hablan en nombre de Dios”. ¡Uf, se tiran duro estos hombres consagrados a la oración… imagínense ustedes cómo se tratarían si fueran políticos terrenales o clientes de bares de carretera!

En Miami, una veterana pecadora osó ejercer de hermeneuta sagrada para interpretar correctamente el comunicado episcopal, enmendándoles la plana a quienes dijeron que el alto clero venezolano se pronunció a favor del gobierno. “No, no fue así, es un repliegue estratégico para recuperar fuerzas y para que no cunda el desaliento en las filas opositoras a las que los prelados, sin duda, pertenecen”, explicó piadosamente. Al final, para satisfacer a la galería, terminó echándole la culpa al padre Numa y al papa Francisco que tienen a la jerarquía católica vuelta una caldera del diablo. ¡Bendito sea el sagrado sacramento del altar!

Este breve recorrido por el bestiario de la oposición es una prueba de cómo la declaración de la CEV casi causa un cisma, para decirlo en términos de historia eclesial, aunque la división no es cosa exclusiva de los sumos sacerdotes católicos, sino más que nada, la prueba del abismo surgido entre la camarilla opositora que ha dirigido la estrategia últimamente y la gente opositora corriente que ya está harta de toda esa tramoya del “presidente encargado por Trump” y su banda de insaciables saqueadores del patrimonio público.

Ajá, pero: ¿son gobierneros esos curas?

Por muy dispuesto que esté alguien a entender todas las opiniones humanas (y hasta las no humanas: las inhumanas, las animales, las vegetales, las minerales y, desde luego, las divinas), es cuesta arriba darle crédito a un «analista» que diga que los obispos venezolanos han sido chavistas todo estos años. ¿Será que estas personas han vivido en un universo paralelo o seré yo? Porque a mí me parece evidente que todos estos personajes -incluyendo los que se decían de la izquierda cristiana- han estado siempre sentados a la diestra de la derecha más recalcitrante, secundándola (y a veces liderándola) hasta en sus iniciativas más impías.

De hecho, uno de los protagonistas del golpe de Estado de abril de 2002 fue, como quedó evidenciado en testimonios, audios y videos, el eminentísimo y reverendísimo cardenal Ignacio Velasco, firmante del decreto carmoniaco, a quien Dios ha de tener en el lugar que se ganó a pulso. 

Es bastante larga la lista de los prelados que han hecho del antichavismo una fe. Los otros cardenales  ocupan algunos de los más altos sillones aterciopelados. Rosario Castillo Lara, el venezolano que más cerca ha estado de ser Papa, era un señor que amaba al prójimo como a sí mismo, siempre y cuando el prójimo no fuese chavista. Su actuación más memorable fue cuando convirtió la procesión de la Divina Pastora en un mitin político opositor. 

El cardenal Jorge Urosa Savino ha sido otro operario de la antirrevolución desde mucho antes de que le dieran el ascenso a la categoría de príncipe de la iglesia. Basta echar un vistazo a sus figuraciones públicas para saber que este monseñor está a la derecha de la derecha, incluso en El Vaticano, donde fue aliado de los cardenales ultraconservadores, en contra de Francisco, en el Sínodo de la Familia. Calcule usted si una persona así puede ser catalogada de simpatizante del chavismo-comunismo (salvo en el mencionado universo paralelo).

¿Y qué decir del restante (que no es lo mismo que “sobrante”) cardenal, Baltazar Porras, quien lo único rojo que tiene es el capelo? Su gestión como dirigente antichavista data de antes de la llegada del comandante al poder y ha ido ganando intensidad durante las más de dos décadas transcurridas. 

Aparte de los cardenales, la CEV ostenta un compendio de políticos ensotanados que muchas veces han superado en figuración pública a los dirigentes propiamente políticos de todas las coaliciones opositoras, desde la Coordinadora Democrática, la Mesa de la Unidad y el Frente Amplio Venezuela Libre, hasta el Comando Unificado de la Oposición, conocido por unas siglas que no pueden mencionarse en un artículo referido a tan sagrado tema. Ovidio Pérez Morales, Roberto Luckert, Diego Padrón, José Luis Azuaje y hasta Mario Moronta, están en la fila de los obispos. En la de los curas mediáticos hay más, siendo el emblema Luis Ugalde, «padre putativo» de la generación de políticos manitos blancas de 2007 y levantador oficial de las manos de los líderes del golpe de abril de 2002, Pedro Carmona y Carlos Ortega.

Actuando como cuerpo colegiado, la CEV ha sido un ariete de todas las estrategias de la derecha para derrotar y, sobre todo, para derrocar al comandante Chávez y al presidente Nicolás Maduro. Y cuando se dice «todas las estrategias» quiere decir que incluso han tratado de legitimar los intentos de golpe de Estado, de magnicidio, de invasión mercenaria y de violencia foquista. 

Sacerdotes de diversos rangos bendijeron las actividades terroristas de 2004, 2014 y 2017, en las que se dotó de armas caseras a jóvenes y adolescentes, algunos de ellos acicateados con drogas, y en las que otros seres humanos fueron linchados y torturados públicamente. La CEV nunca ha censurado a esos curas santificadores de la violencia y la muerte.

La CEV (al menos en el universo que yo percibo) ha respaldado la guerra económica impulsada por el empresariado local; ha aplaudido el bloqueo estadounidense; ha callado ante las medidas coercitivas unilaterales; y se ha opuesto sistemáticamente a las políticas sociales que intentan mitigar los efectos de todas estas agresiones de los poderosos contra los más pobres y excluidos.

En línea con las directrices emitidas desde el norte, la CEV se había sumado siempre (hasta esta semana) a los sabotajes al diálogo, a los boicots electorales y a los cantos anticipados y sin pruebas de fraude contra el Consejo Nacional Electoral.

La mejor prueba de que la CEV ha sido un instrumento perenne de la oposición golpista y antidemocrática (y no del chavismo, como dicen y chillan ahora los del extremo del extremo) es que ha sido una de las niñas consentidas de los medios de comunicación convencionales y de nuevo cuño, lo mismo que sus integrantes por separado.

Ahora, cuando por primera vez asumen una postura que puede considerarse proclive al gobierno (en realidad es proclive a la solución democrática y soberana de los problemas nacionales), le han caído encima las fuerzas del lado más oscuro. Dios me perdone por tamaña herejía en pleno domingo, pero a los monseñores alguien debe decirles que así paga el diablo a quien bien le sirve.

(Clodovaldo Hernández / LaIguana.TV)