El filósofo Enrique Dussel aseguró en su intercambio con Miguel Ángel Pérez Pirela en una edición especial de Desde Donde Sea, que la belleza solamente puede darse entre los seres vivos y por tanto, todo aquél que esté ligado a la vida, descubre la realidad a través de la belleza. 

La original tesis dusseliana, en parecer de Pérez Pirela, pone al pensador contemporáneo en el terreno de los místicos, una influencia de la que no desdice, sino que antes bien refrenda con cita del filósofo Ludwig Wittgenstein, quien en la tesis sexta de su Tratado Lógico-Filosófico, sostiene que «la Ciencia enfrenta a la realidad para explicar cómo es, pero lo místico enfrenta a la realidad en tanto que es». 

Dicho de otro modo: si bien el pensamiento místico no pretende explicar la realidad, sí produce una suerte de deslumbramiento, de entusiasmo estético en el sujeto, que queda entonces «absorto ante la belleza». Por ello, opina Dussel, «la estética termina con la mística» y de allí que los incorporará en su obra. 

«¿Qué es la belleza? (…): la belleza primero se da solo ante seres vivos. Y por eso es que es importante, que ya los animales, siendo vivos, descubren la belleza. Claro, que una belleza natural y animal, que no es la belleza humana, que está más elaborada», precisa. 

Esto va a contracorriente de lo que han elaborado otros pensadores, como Proudhom, padre del anarquismo francés, quien aseguraba que los animales son incapaces de percibir la belleza, noción que predomina todavía.  

Empero, Enrique Dussel no se arredra en la comodidad del sentido común e insiste en que la belleza está ligada a la vida y «por esto, el viviente descubre en la realidad misma, en la realidad misma de las cosas reales, el ser fuente de mi vida. Es lo que digo: ser fuente de mi vida. Y en tanto fuente de mi vida, sensiblemente, sensitivamente, emocionalmente, me entusiasmo porque allí veo que hay vida posible».

A modo de ilustración, comparó la experiencia de gozo estético que tienen un niño al comer chocolate como premio por haberse comportado según los dictámenes maternos y un caballo que satisface la demanda de su entrenador y le es dado un terrón de azúcar.  

«Los dos, el caballo y el niño, les gusta y ese gusto, es el gusto del viviente ante la realidad como origen de su vida. Esa es la belleza», aclara al respecto.

Historia del arte y nociones de Estética que solo miran hacia Europa

Parte de la labor intelectual que ha ocupado al renombrado pensador en el último tiempo, consiste en una revisión detallada de lo que se entiende como el corpus a partir del cual se ha constituido la estética en el devenir y en ese sentido, refirió el libro «Historia de la estética», escrito por Raymond Bayes, en el que solamente se les atribuyen méritos en el área a los «los griegos, los alemanes, los europeos, el Renacimiento, el Romanticismo» y como países dignos de ser merecedores de una producción estética relevante, Francia, Alemania, Inglaterra, Italia y los Estados Unidos.  

Asimismo, Dussel refiere haber leído y comentado en su más reciente curso trimestral, organizado en 20 clases, la Estética del filósofo alemán Georg Wilhelm Friedrich Hegel, considerada la más acabada de todo el pensamiento de la Modernidad y se topó estructuralmente con las mismas falencias: omisiones inadmisibles de obras de indubitable valor estético como el Taj Mahal o representaciones minusvalizadas de la producción artística, como sucede en el caso de la estética egipcia, que es descrita por Hegel como «una estética simbólica, todavía mítica», inferior a la clásica griega o la Romántica. 

«Justamente ahora, yo puedo partir de Hegel e ir más allá de Hegel con una Filosofía Latinoamericana, a un nivel que no conozco que ninguna Estética lo haya hecho», dice de su propósito, tras una lectura tan acuciosa. 

Le parece inaceptable que todavía hoy en esos tratados sobre la Estética y la Historia del Arte, se dejen de lado el arte árabe, el arte legado por las distintas culturas africanas y el arte originario de América Latina y calificó que la concepción que limita la Estética a Alemania, Italia, Francia, «es una necroestética: muerte». 

Por ello, su entusiasmo se traduce en producir una «Nueva Estética Latinoamericana desde una metafísica, porque se parte del pobre, del extranjero, del hindú, del indígena, del otro negado. Partiendo del otro, ese es el momento metafísico que supera al ser-de-sistema», es decir, «la belleza europea o norteamericana, que se fetichiza y se sacraliza como la belleza universal». 

En este tenor, relató que incluso Hegel, había asegurado que la arquitectura egipcia era «magnífica», pero ignoraba que eran sepulcros y la ausencia de este dato le hizo arribar a una conclusión errónea, pues en una tumba egipcia se depositaba el cadáver del Faraón, en espera de resurrección. Se trata, sin dudas, de un mito, pero uno muy distinto del que sostenían los griegos acerca de la inmortalidad del alma que el filósofo alemán creyó encontrar en la estética egipcia. 

«Los egipcios no afirmaban la inmortalidad del alma, afirmaban la corporalidad individual con un nombre y resucitaban. Y no se da cuenta de la diferencia entre inmortalidad del alma que llega al cuerpo y la resurrección del cuerpo que lo afirma», aclara y para cerrar su argumento, expone que «son dos mitos en los que uno afirma la pluralidad de la emoción, del sentimiento del cuerpo y otro, en cambio, toma justamente al sentimiento del cuerpo como un pecado. Y esos son los griegos, pero también los neoplatónicos y eso está, y eso es la Modernidad», en suma, lo que constituye la cosmovisión dominante en el mundo y contra la cual insurge la Filosofía de la Liberación. 

(LaIguana.TV)