El drama de la frontera colombo-venezolana pareciera que cada día se profundiza más. Algunos tachirenses consultados coinciden en que estas navidades han sido «las peores».
A la falta de combustible se suma la escasez de alimentos de primera necesidad, la falta de dinero en efectivo, los altos precios, el transporte colectivo colapsado, y la enorme demanda de venezolanos que a diario pasan a Cúcuta para comprar bienes.
Además nada ha cambiado con relación al año en que se cerró la frontera, allá por 2014: el contrabando de extracción sigue igual, la venta de papel moneda venezolano, los cambistas ilegales. Y cada vez se acentúa una certeza: la GNB y el Ejército no hacen mucho por evitar el desastre y en algunos casos son acusados de cómplices. Una sospecha de la cual tampoco se ha salvado el exgobernador del estado José Vielma Mora, a quien Maduro designó ministro de Comercio Exterior luego de perder las elecciones regionales y entregar la entidad a los adecos.
No es cuento. No son son noticias «fakes» como ahora les llaman (así, utilizando la voz inglesa). No. Es lo que ven, viven y padecen los tachirenses. Una historia que parece no tener fin ni siquiera cerrando la frontera porque ésta no descansa. Además, ahora hay un clamor: nadie quiere que cierren la frontera porque ir a Cúcuta se ha convertido en algo necesario para comprar y distraerse. El presidente Maduro deberá pensarlo bien, entonces.
Mejor pesar que contar
El siguiente es el testimonio de alguien que está pasando los días navideños en un pueblo tachirense llamado «La Llanada», pasando Michelena, por la carretera panamericana. Pero la práctica que nos narra se repite en todo el estado:
«Yo estoy en el estado Táchira, ya llevo por aquí 14 días y esto es de terror, largas colas para tanquear los vehículos, los comerciantes no quieren aceptar tarjetas de débito y crédito, solo pagos en efectivo, o transferencias con un 10% de recargo. La gente vendiendo los billetes de Bs. 100 mil por Bs. 150 mil en Cúcuta. Esto es una locura y lo peor en la cara de las autoridades. Qué navidad nos han dado».
Entonces sigue la venta de billetes…
– Pues aquí todo es negocio. Fui a una bodega del pueblo donde estoy y a la señora que atiende le llevan los billetes de Bs 100 y Bs 50 en pacas de 100. Ella ni los cuenta, los monta en la balanza y los compra. Luego los manda a Cúcuta y se los pagan a Bs. 120 los de 100 y a Bs. 70 los de 50. La vi pesando los billetes y le pregunté y me dijo que los pesaba para no perder tiempo contando. Ya ella sabe cuánto pesa la paca de 100 billetes.
Hoy pregunté al gerente de una agencia del Banco de Venezuela ubicada en Bello Monte cuánto pesa un billete y casi sin pensar me respondió: «100 billetes de Bs. 100 pesan 110 gramos».
Ir a Cúcuta…
Para ir a Cúcuta hay que sacar una tarjeta de movilidad fronteriza. Nuestro vocero no ha podido viajar porque según nos dice «eso está muy congestionado y ahora con los rumores de cierre de la frontera se ha puesto peor».
Otra fuente consultada es una joven que sí ha viajado varias veces a Cúcuta a comprar alimentos para su familia. Tiene una hija pequeña que no espera explicaciones para demandar alimentos y atenciones.
Ella compra en el Supermercado La Parada Rey: «Con Bs. 220 mil que al cambio son 143 mil pesos pude comprar 2 kg. de azúcar; 2 kg. de harina pan y un paquete de Pingüinitos que le gustan a la niña…Aquí en San Cristóbal con Bs. 220 mil sólo puedo comprar un paquete de azúcar». Otra joven madre cuenta que los pañales se consiguen más baratos en Cúcuta y los compra por bultos.
En la zona escasea el pollo y la carne. Esta última la siguen contrabandeando hacia Colombia. La pasan, molida y en morrales, por el Puente Simón Bolívar y, qué curioso: es la policía colombiana la que decomisa esa mercancía pero no se sabe si la devuelven a Venezuela.
El otro drama es el del combustible que ahora se acentúa y en esto las autoridades venezolanas no dan más razones: o es culpa de la guerra económica o del contrabando de extracción. No hay autocrítica. En el Táchira siempre es un problema echar gasolina. Antes era porque la sacaban a Colombia y ahora porque no hay suministro interno. La gente hace hasta tres días de cola para llenar el tanque.
Para quienes hemos visto de cerca la evolución (o involución) de los problemas fronterizos, la situación actual sólo denota que ninguna de las políticas ha sido eficiente aunque «la» política por el lado venezolano ha sido la restricción, los cierres parciales o completos para un problema que no ha sido atacado no sólo desde el punto de vista de soberanía sino también financiero porque el Banco Central de Venezuela no hace su trabajo de regular el mercado financiero.
Por eso nos sigue sorprendiendo que en cada coyuntura el gobierno bolivariano nuevamente amenace a Banesco. Se acuerdan de Santa Bárbara cuando truena, como dice el refrán, pues ya es vox populi que esa entidad bancaria, propiedad de uno de los banqueros más millonarios de este país, Juan Carlos Escotet, sirve a las mafias financieras de Colombia y de Dolar Today para desangrar a nuestro país.
Finaliza un nuevo año pero no con él el drama tachirense, para no hablar del apureño y del zuliano, que son parte de los de 2.219 kilómetros de frontera pero menos mediáticos.
Por Luisana Colomine.
(Aporrea)