El gobierno de Colombia tiene un interés especial en que el paramilitarismo resurja y que la violencia se desborde para poder legitimar su proyecto de guerra y también para ampliar las estrategias de agresión a Venezuela, aseguró el defensor de derechos humanos del Norte de Santander Wilfredo Cañizares, en entrevista exclusiva para LaIguana.TV

 “A este gobierno le interesa el caos, la violencia, le interesa una frontera anarquizada para ellos poder actuar”, dijo Cañizares, director de la Fundación Progresar, que tuvo un rol protagónico en la denuncia de cómo el grupo narcoparamilitar los Rastrojos cooperó con las autoridades colombianas para permitir el ingreso al Norte de Santander del diputado Juan Guaidó, a través de una trocha, en febrero de 2019, cuando se gestaba una incursión forzosa a Venezuela, bajo la mampara del concierto de Cúcuta y el traslado de ayuda humanitaria.

-Este martes renunció un alto funcionario de seguridad de Cúcuta ¿Qué significa esto en el contexto de lo que está pasando en Colombia?

-La situación que estamos viviendo en Cúcuta, en el Norte de Santander y, en general, en Colombia, es un desbordamiento de la violencia, un regreso de actos atroces, de masacres, desapariciones forzadas, descuartizamiento de cuerpos, secuestros, amenazas, persecuciones e interceptaciones ilegales por parte de fuerzas de seguridad del régimen de Duque. Atravesamos tal vez la coyuntura más crítica de los últimos quince años.

-¿Qué significa que haya renunciado el jefe de seguridad de Cúcuta?

-Bueno, la ciudad está pasando también por momentos muy difíciles por lo que hemos denominado una reconfiguración de las estructuras criminales que operan desde hace mucho tiempo en el área metropolitana de Cúcuta. El papel de la Policía Metropolitana ha sido clave en el desarrollo de todas estas actividades ilegales. Nosotros hemos denunciado que hay sectores del establecimiento público, de la Policía Metropolitana de Cúcuta, que conviven con el crimen y con la ilegalidad, son cómplices de lo que ocurre. Todas estas denuncias, por supuesto, tienen un manejo al interior de las fuerzas policiales. La situación de violencia, ocurrida sobre todo en el último año, compromete el accionar de la fuerza pública. Al jefe de la Policía Metropolitana de Cúcuta lo hemos denunciado como una persona incompetente. Este señor coronel ha tratado de imponerse y de pasar por encima de la autoridad civil, como es el secretario de Seguridad de la Alcaldía de Cúcuta y del mismo alcalde la ciudad.

-La semana pasada fue detenido uno de los cabecillas del grupo narcoparamilitar los Rastrojos, que responde al alias de “Bryan”. ¿Se trata de una de las personas que aparecieron fotografiadas con el diputado Juan Guaidó el año pasado?

-No. “Bryan” es un jefe narcoparamilitar de rango medio que se encargaba de coordinar la detenciones ilegales de personas en Puerto Santander (Colombia), Boca de Grita y Orope (Venezuela), hasta febrero de este año, cuando el gobierno venezolano expulsó a los Rastrojos de su territorio. “Bryan” era encargado de descuartizamiento de cuerpos porque tiene la característica de ser una persona supremamente violenta, responsable de la mayoría de los actos atroces ocurridos en Puerto Santander.

-Hemos visto un incremento de la frecuencia de las masacres en toda Colombia, hasta alcanzar unos niveles históricos, a pesar de que es una práctica que tiene una larga trayectoria, nada envidiable por cierto. La respuesta del presidente Iván Duque ha sido tratar de cambiarle el nombre de masacres por “homicidios colectivos”. ¿Qué significa eso en un país como el suyo?

-Este es un gobierno que se ha caracterizado por ser muy hábil en el lenguaje, en la interpretación de los hechos de violencia que ocurren en Colombia, apoyado por supuesto por toda una maquinaria mediática conformada por los medios de comunicación privados, la televisión, la radio y la prensa. Este gobierno, por ejemplo, no reconoce que en Colombia hay un conflicto armado; no reconoce que hay unas guerrillas alzadas en armas; no reconoce que existe el paramilitarismo. Igualmente, en una reacción rápida frente a toda una avalancha de presión internacional y nacional, ante un fenómeno de indignación por un poco más de 40 masacres que han ocurrido en lo que va de año, el ministro de Defensa (Carlos Holmes Trujillo), salió de manera apresurada a maquillar lo que estaba ocurriendo. Este es un gobierno experto en maquillar los hechos. La masacre, como tal, tiene una profunda connotación política y genera un rechazo en cualquier  sector del país y a nivel internacional. El “homicidio colectivo” matiza el hecho, lo lleva a un nivel coloquial usado en medios de comunicación, le quita la connotación política y la responsabilidad estatal.

-Otro aspecto que quería que analizáramos de la respuesta del presidente Duque es que él estuvo de visita en una de las zonas donde ocurrió una de las masacres, quizá la más impactante en el sentido de que las víctimas eran todos adolescentes y jóvenes. El presidente lo que hizo en ese pueblo fue ofrecer la reparación de una cancha de fútbol. Usted comentó en Twitter que fue una respuesta insólita de parte de la máxima autoridad nacional.

-Sí, lo que demuestra de esa visita a Samaniego, donde fueron asesinados esos muchachos, es un desconocimiento y una desconexión total con nuestra realidad. Ha llamado mucho la atención como, ante el rechazo masivo de los habitantes del municipio de Samaniego, que lo repudiaron desde el mismo momento en que se bajó del helicóptero, él asumió una actitud como si lo estuvieran vitoreando. Levantó las manos y saludó, cuando la gente lo que estaba era rechazándolo, diciéndole que el pueblo está indignado, le estaba diciendo “paraco”, y él sonrió y levantó los brazos. Es una actitud que realmente raya en la estupidez.

-Usted apuntaba que estos hechos indicaban un incremento del paramilitarismo en Colombia, que goza de mejor salud que la que tuvo en años anteriores. ¿Cómo sostiene esta afirmación?

-Ahí están las cifras. El desbordamiento de la violencia en Colombia tiene unas características muy puntuales, que ligan a sectores de la extrema derecha, del paramilitarismo y del narcotráfico, que acá actúan en una sola voz. En verdad nunca se habían ido las masacres en nuestro país, pero no habíamos tenido la dimensión de lo que está ocurriendo ahora. Es claro el control territorial, la expansión del paramilitarismo en casi diez departamentos, la sevicia, la violencia, la amenaza contra líderes de la oposición, contra defensores y líderes sociales, apuntan a eso. También las alianzas y las convivencias en territorios como el área metropolitana de Cúcuta, o el área rural de Puerto Santander, El Zulia (municipio colombiano) y el Tibú, todo ligado a la frontera con Venezuela. La presencia del paramilitarismo en convivencia con las autoridades, con la fuerza pública. Todo eso nos lleva a pensar que en este gobierno hay un interés especial en que el paramilitarismo resurja y que la violencia se desborde para ellos poder legitimar su proyecto de guerra. En el fondo de esto está también ampliar las estrategias de agresión a Venezuela porque a este gobierno le interesa el caos, la violencia, una frontera anarquizada para poder actuar.

-A Venezuela le preocupa mucho el tema. Le preocuparía aunque estuviese ocurriendo lejos de la frontera, pero le preocupa más porque está pasando en zonas fronterizas y hay indicios de una penetración del paramilitarismo en estados como Táchira y Zulia. ¿Qué estudios tienen ustedes respecto a esta penetración?

-Nosotros denunciamos en su momento, y lo hemos probado, cómo desde el año 2000 la incursión paramilitar que ocurrió en el Norte de Santander, lo que pretendía en realidad, además de la supuesta lucha contra la guerrilla, era controlar el negocio del narcotráfico y apropiarse de los cultivos de hoja de coca. Pero uno de sus objetivos de esa estrategia era poder incursionar también en Venezuela. En 2000 y 2001 denunciamos cómo en el área rural de Cúcuta, en el Bajo Guaramito, una vereda del municipio de Puerto Santander; en Agua Clara y Puerto Villamizar las autodefensas tenían un campo de entrenamiento de paramilitares para incursionar en Venezuela. Tenemos testigos de que la oposición venezolana se reunió con Jorge Iván Laverde, alias “el Iguano”, en Cúcuta, en un club social del Trigal del Norte para coordinar la incursión en Venezuela. Ahí están los testimonios de gente que participó de esos procesos. Intentar invadir a Venezuela no es un proyecto reciente. Es un proyecto que tiene ya 18 años en marcha. Todo lo ocurrido sobre todo en el segundo gobierno de Santos y en este gobierno de Duque y Uribe, apunta a lo mismo: seguir fortaleciendo y crear condiciones para agredir militarmente a Venezuela.

-Otro de los aspectos polémicos es la presencia de tropas extranjeras. Creo que se ha señalado que, concretamente, en Norte de Santander, hay tropas estadounidenses y son un factor importante en este clima de violencia que se presenta y que podría degenerar en una especie de casus belli para un conflicto mayor con Venezuela. ¿Es así?

-Sí, es un nuevo componente de la estrategia de agresión a Venezuela. Las élites colombianas en general, los gobiernos y los presidentes se han caracterizado por arrodillarse ante los distintos gobiernos estadounidenses. Pero este gobierno ha ido más allá porque ha llegado a diseñar una estrategia de agresión militar a un país hermano, como es Venezuela. Los otros presidentes también se han arrodillado, pero ellos no han  llegado ese nivel de servir de cabeza de playa a una agresión militar a otra nación. El uriboduquismo está dispuesto a hacer lo que sea. Su sostén político, la poca legitimidad que tiene este régimen, la sustenta en el discurso contra Venezuela, en la supuesta lucha contra el terrorismo y en la alianza con EEUU. Eso lo hace muy peligroso.

-Uribe ha sido detenido, aunque en una cárcel muy particular que tiene  mil quinientas hectáreas. Pero hay un detalle importante y es que ha aparecido una nueva acusación contra él. Ya no se trata de  delitos menores, como los que lo mantienen retenido en su finca, sino por una masacre, una muy antigua, de 1996, cuando era gobernador de Antioquia. ¿Existe la posibilidad de que sea realmente castigado por la justicia colombiana?

-Creo que la detención domiciliaria del senador Uribe ha demostrado que era falsa toda esa idea que habían vendido el gobierno uriboduquista y el partido del Centro Democrático de que Uribe era intocable, y de que el día que tocaran a Uribe, este país iba a caer en una guerra civil. La Corte Suprema de Justicia actuó. Es cierto que se demoró y que fue necesaria una presión ciudadana muy fuerte, pero terminó actuando y no pasó nada de lo que se vaticinaba. El señor está en su finca, es cierto, pero está detenido, hoy es un preso más en nuestro país. Eso le permitió a la Corte Suprema dar el paso siguiente, que ha sido llamarlo a una versión libre para que responda por crímenes de lesa humanidad. Ese ya es otro tema, el que nos interesa a los colombianos: establecer las responsabilidades que tiene el expresidente y exsenador en relación a varias masacres, sobre todo en la de El Aro, que es donde hay más evidencia de la conformación del paramilitarismo. Por otro lado, debo agregar que, particularmente, creo que la pandemia ha jugado en función de los intereses de este gobierno porque, en general, importantes sectores nacionales, estábamos en la calle protestando y la pandemia nos obligó a replegarnos. Si no hubiese habido pandemia, con esta oleada de violencia, hoy estaríamos en una situación muy distinta.

-Para finalizar no puedo dejar de hacer una pregunta casi personal. ¿Eso de ser defensor de derechos humanos en un país como Colombia, no refleja ciertas tendencias al suicidio?

-Bueno, es muy difícil. En estos momentos me encuentro en Bogotá pues hace quince días tuve que salir de la ciudad (Cúcuta) por el nivel de amenaza y de riesgo que tenía. Constantemente me llegan amenazas de todos los sectores. Hay un ascenso en la persecución a la oposición y a los defensores de derechos humanos. Hay un clima de tensión en el país frente a quienes hemos asumido la defensa de los derechos humanos. Nosotros tenemos mucho tiempo de estar en este tema y lo manejamos con tranquilidad, pero realmente la situación es muy difícil.

(Clodovaldo Hernández / LaIguana.TV)