Una nueva ola de violencia y muerte se ha desatado en Colombia cuando al menos 39 personas han resultado asesinadas por escuadrones de la muerte.

De acuerdo con un reportaje de AFP, las 39 muertes se han registrado en las últimas dos semanas desde el pasado 11 de agosto.

Además, según un informe del Observatorio de Conflictos, Paz y Derechos Humanos del Instituto de Estudios para el Desarrollo y la Paz (Indepaz) -publicado este 24 de agosto- con corte del 23 de agosto de 2020, recoge que desde el 1 de enero se han perpetrado 45 masacres, con un saldo trágico de 182 asesinados.

La violencia en Colombia se intensificó luego de la firma del tratado de paz entre el Gobierno de Juan Manuel Santos y las FARC-EP, que posteriormente rompió el uribista Iván Duque, actual presidente neogranadino, que provocó el retorno del grupo insurgente a las armas al ser perseguidos y asesinados por el Ejército, grupos paramilitares y las bandas del narcotráfico que actúan con apoyo del Estado y las fuerzas armadas de los Estados Unidos.

«Desgarrado por casi seis décadas de lucha interna, el país que creía haber pasado su peor página con el desarme de los paramilitares (2006) y de los rebeldes marxistas (2017) despertó a una nueva realidad: el repunte de las masacres o asesinatos de tres o más personas en un solo hecho», dice AFP.

Añade que desde el 11 de agosto han muerto al menos 39 personas a manos de escuadrones que irrumpieron en viviendas o fiestas o que se llevaron a sus víctimas para luego abandonar sus cuerpos. Son ataques en zonas apartadas que tienen entre sus víctimas a jóvenes civiles.

«Estas (nuevas) masacres no responden a una lógica (o) plan de un actor que este buscando ganar terreno a nivel nacional, estas responden a dinámicas mucho más locales», sostiene Kyle Johnson, investigador de la fundación Conflict Responses, a la AFP.

El experto es enfático en que la violencia en Colombia es «un tema cíclico». Con él coinciden otros analistas que advierten una nueva etapa atravesada por el narcotráfico, con una violencia más fragmentada, promesas de paz incumplidas y cuestionamientos a la estrategia de seguridad.

Según Duque el rebrote de la violencia viene desde el narcotráfico y por eso plantea que una solución es regresar a las fumigaciones de herbicidas cancerígenos en las aéreas de los «narcocultivos», donde habitan miles de campesinos e indígenas.

«Colombia interrumpió estos vuelos por una recomendación internacional que advertía que el glifosato es un herbicida potencialmente cancerígeno y hubo entonces una expansión récord de sembradíos. Después de cinco décadas de lucha el país sigue siendo el principal productor y proveedor mundial de la cocaína que se consume en Estados Unidos y Europa», añade AFP.

Pero ese «no es el único motor de la violencia«, advierte María Alejandra Vélez, del Centro de Estudios de Seguridad y Drogas de la Universidad de los Andes. Se suman la extorsión y la minería ilegal de oro, cuyas rentas «superan las del narcotráfico» según la fiscalía.

Además, «no necesariamente coinciden el aumento de homicidios con el aumento de cultivos de coca», dice la académica.

«También, en esta crisis de seguridad, los expertos apuntan a los incumplimientos o retrasos en los acuerdos de paz de 2016, que debían impulsar el desarrollo rural, la sustitución voluntaria de narcocultivos y el combate a los sucesores de los paramilitares», agrega la agencia de noticias de Francia.

(LaIguana.TV)