Este jueves 3 de septiembre, a tres días del decreto con el que el presidente Nicolás Maduro indultara a 110 dirigentes de la oposición encarcelados, juzgados o condenados por su participación en acciones violentas y sediciosas, el filósofo y experto en comunicación política, Miguel Ángel Pérez Pirela analizó en Desde Donde Sea el proceso de transformación acelerada en el seno de la oposición que la medida catalizó. 
 
En ese orden de ideas, aludió al «golpe de Estado» virtual que le diera el dirigente Henrique Capriles Radonski al autoproclamado presidente interino, gobernante del país en Internet, Juan Guaidó y que es el signo, en su criterio de que la oposición hoy intenta parir, no sin dolores y fracturas, su propia nacionalización.
 
La nacionalización de la oposición como respuesta política su fracaso de dos décadas  
 
Para entrar en materia, el experto relató que desde la llegada del comandante Hugo Chávez al poder, en paralelo se produjo un proceso de construcción de la que durante dos décadas sería la oposición a Chávez, al chavismo y luego a Nicolás Maduro, mas desde el origen, esa opción nació anclada a una posición entreguista a los dictámenes de los distintos gobiernos estadounidenses y en menor medida, a los de la Unión Europea. 
 
«El pecado original», el fallo de origen que atraviesa a este grupo es, en a su parecer, «que depende de un cordón umbilical que la conecta con Washington», que en 20 años no fueron capaces de cortar, por lo que todas las decisiones políticas que tomaron desde entonces, han estado invariablemente teledirigidas desde los Estados Unidos.
 
La resulta de esa dependencia de los designios estadounidenses, es que esta oposición es que se ha mantenido demasiado tiempo como tal, es decir, que no ha cumplido con el propósito que motiva a toda oposición a hacer política: conquistar las más altas esferas del poder. 
 
Este signo antinacional, en criterio del analista criollo, se expresó ya desde los primeros años de gobierno de Chávez, pues entre los años 2000 y 2006, los entonces jóvenes dirigentes Leopoldo López y Henrique Capriles Radonski, asumieron alcaldías en el Este de Caracas y el primero iniciaba a tejer una relación con la Colombia de Álvaro Uribe Vélez, situación que acabaría siendo determinante para que Estados Unidos usara al vecino país como una base para afinar las estrategias en contra de Venezuela. 
 
Desde entonces, se tejieron redes con Bogotá y se desnaturalizó el nacionalismo de la oposición, que creyó que el presidente Hugo Chávez solamente saldría del poder con el concurso de Estados Unidos y sus países aliados en la región, muy especialmente, de Colombia, en ese momento gobernada por Uribe, quien durante años jugó el rol de contrafigura del líder venezolano en el continente. 
 
Así, continuó explicando Pérez Pirela, esa política fue permeando la identidad toda de la oposición venezolana y desde 2000 hasta 2020, este aspecto antinacional, entreguista, no hizo otra cosa que radicalizarse, hasta llegar al paroxismo entre 2018 y 2020, cuando el gobierno estadounidense no se limitó a  apoyar tras bambalinas las distintas tentativas opositoras, sino que asumió una posición enteramente beligerante, convirtiéndose, de facto, en la oposición a Nicolás Maduro. 
 
Por ello, aseguró, en el último par de años se ha radicalizado la injerencia extranjera dentro de la política interna venezolana, al punto tal que cuando los voceros de Washington –Donald Trump, Mike Pompeo o Elliot Abrams, por mencionar solo a tres– hablan de Venezuela, lo hacen como que si se tratara de asuntos de su propio país. 
 
Tras dos décadas de insistencia en esta estrategia, llevada al límite especialmente desde la autoproclamación de Juan Guaidó, la oposición paga un alto precio: se convirtió en un fenómeno extranjero, perdió su condición de venezolanidad y se perpetuó en su condición de oposición, fracasando, por tanto, en traducirse en una alternativa política real para la mayoría de los venezolanos. 
 
Asimismo, el también director de La Iguana.TV estima que los fracasos continuados de Juan Guaidó, empujaron a un sector de esa oposición, ahora con Capriles Radonski, Stalin González y Vicente Díaz a la cabeza, pero antes con Luis Parra y los parlamentarios de oposición que se aliaron con el chavismo para impedir la reelección de Guaidó a la presidencia de la Asamblea Nacional y otros dirigentes nacionales, como Eduardo Fernández, Claudio Fermín y Henri Falcón, a deslindarse de la agenda de la administración Trump para forzar un cambio de gobierno en Venezuela, asentada en sanciones hambreadoras, bloqueos, chantajes y expolio de la riqueza nacional en el extranjero. 
 
De allí que, en su parecer, cuando este grupo decide separarse de aquellos que están firmemente comprometidos con la política de Washington para con su propio país, léase, Leopoldo López, Julio Borges, Antonio Ledezma o Henri Ramos Allup, entre otros «emprenden el difícil proceso de nacionalizar la oposición, de corregir su error de fábrica, de su pecado original».
 
El cambio en la narrativa: de «chavistas y opositores» a venezolanos dentro y fuera del país
 
Miguel Ángel Pérez Pirela acusa un cambio en la narrativa presente en discurso político de y sobre Venezuela, producto de la campaña con la que se indujo a migrar masivamente a millones de connacionales, bajo la falsa premisa de que el país «no valía para nada». 
 
Así las cosas, durante el último par de años, la manera en como se habla de los venezolanos se transformó sustantivamente. Más precisamente, se desplazaron las categorías «chavistas y opositores» por las de venezolanos, dentro y fuera del país, independientemente de su alineación en el espectro político y de sus preferencias partidistas.  
 
Inclusive, refirió haber escuchado y leído a periodistas identificados con oposición, indudables adversarios de Maduro, reclamarle a colegas que, desde Miami, pretenden decirle a los venezolanos qué es lo que deben hacer. 
 
De manera análoga, en su criterio, ese relato que solamente separa a los venezolanos que están dentro de los que están fuera, también caló en dirigentes opositores que sí están en Venezuela como Henrique Capriles o Henri Falcón, que acabaron por contraponerse a las solicitudes de más sanciones y a los llamados a invasión y a la abstención que desde el extranjero hacen personajes como Miguel Pizarro (Nueva York), Julio Borges (Bogotá) o Antonio Ledezma (Madrid), con la excusa de que hay que «salir de Maduro» a como diere lugar. 
 
Este grupo, aparentemente comenzó a caer en cuenta en que la única manera de resolver los problemas de los venezolanos, es participar en las elecciones parlamentaria y manejar las diatribas políticas a través de las vías constitucionales, en lugar de apostar a invasiones, bloqueos, despojos y la perpetuación de Guaidó en el poder, «hasta que cese la usurpación». 
 
De concretarse esta nacionalización opositora, el experto vaticina que de las urnas surgirá un parlamento, donde el tanto el chavismo como la oposición nacionalizada ganarán muchos curules, con la diferencia de que la oposición que allí haga vida política, aún oponiéndose ferozmente a Nicolás Maduro, no estará de acuerdo ni promoverá sanciones y bloqueos para forzar su dimisión o su salida abrupta del poder por una vía anticonstitucional. 
 
En contraste, luego de las elecciones del 6 de diciembre, Juan Guaidó, Leopoldo López, Julio Borges, Antonio Ledezma y compañía, quedarán a la deriva, sin partidos, sin curules en la Asamblea Nacional y sin haber sido legitimados en un cargo de elección popular. 
 
El chavismo, otra vez, lleva a la oposición al terreno de la democracia
 
Analizando la situación desde otro ángulo, precisó que este último movimiento dentro del tablero opositor es una consecuencia directa de la decisión de indultar a 110 políticos presos. 
 
Para él, «lo interesante» es que se trata, nuevamente de una demostración de resistencia y paciencia por parte del chavismo, que aún habiendo resistido guarimbas, intentos de magnicidio, sanciones comerciales, bloqueos financieros, expolio de riquezas y al menos dos intentos de invasión por parte de la oposición, logró conducir a una parte de ella al terreno de los intereses nacionales, como en su día demandara Chávez. 
 
Y si bien no es optimista en relación con la firmeza del compromiso con esa nacionalización de la oposición que puedan mostrar personajes como Henrique Capriles o Stalin González, sí subrayó que en este caso, el mérito era del chavismo, que soportó con paciencia y logró hacer entender a una parte de la oposición, que solamente dándole la espalda a las lógicas injerencistas, podría plantearse una solución para los problemas del país. 
 
La venganza contra Leopoldo López: el plato frío que saborea Capriles
 
Sin embargo, Pérez Pirela advierte que hay que evitar caer en la ingenuidad de creer que Capriles se opone a los Estados Unidos, pues más exactamente se opone a la estrategia de Donald Trump para derrocar a Maduro, apostando a que el candidato-presidente republicano no logre reelegirse en noviembre y desarrollar entonces una nueva lógica de las relaciones entre Washington y la oposición venezolana, con Joe Biden como presidente. 
 
Por eso, explicó, si el golpe de Estado virtual de Henrique Capriles en contra de Juan Guaidó, se mira con una lupa que aglutine los aspectos filosófico, político y geoestratégico que motivaron su movimiento, el dirigente derechista pretendía «jugar posición adelantada» en la posible política que pueda tener Biden en relación con Venezuela, toda vez que, de su lado, Leopoldo López y quienes le secundan en el Proyecto Guaidó, siguen apoyando a Trump.
 
De esto, destacó, dan cuenta las más recientes acciones dentro de los dos bandos en los que está dividida la oposición a Nicolás Maduro: por un lado, Guaidó se ampara en Estados Unidos e insiste en la abstención y en perpetuarse en su presidencia virtual «hasta que cese la usurpación» y del otro, Capriles Radonski pretende ganar el respaldo de la Unión Europea para los comicios parlamentarios de diciembre con la mediación de Turquía, amparándose en el imperativo establecido al respecto en la Carta Magna venezolana. 
 
Mas aguas adentro, lo que acontece es que hoy «la oposición paga muy caro una rencilla inmadura de dos malcriados, Leopoldo  López y Henrique Capriles Radonski, a los que criaron diciéndoles que serían presidentes de la República», por lo que el golpe de Estado virtual contra Guaidó, en realidad es un golpe contra Leopoldo López.
 
Tras haber sido vencido dos veces en sendas contiendas presidenciales, primero por Chávez y después por Maduro, Capriles se desinfló y quedó prácticamente execrado del liderazgo político, lo que permitió, por una parte, que Leopoldo López adquiriera suficiente visibilidad como para poner al frente de su proyecto a Juan Guaidó y por otro, que Julio Borges lo desplazara dentro de su propio partido, Primero Justicia. 
 
Así las cosas, el excandidato presidencial derrotado, esperó pacientemente a que apareciera una oportunidad para desquitarse de sus otrora aliados y ahora proclama que apoyará a todo aquél que decida optar por un curul en el parlamento en las elecciones del 6 de diciembre. 
 
Con esto, de facto, la oposición se divide y quedan por fuera de los espacios de participación política quienes orbitan en torno a la figura de López, directa o indirectamente, como Guaidó, Borges o Ledezma.  
 
De su lado, hoy los dirigentes chavistas Diosdado Cabello, Cilia Flores y Diosdado Cabello acudieron al Consejo Nacional Electoral a inscribir las candidaturas del Gran Polo Patriótico. 
 
En cierto modo, acotó el experto, el chavismo también acudirá a la justa electoral dividido, pues por fuera de esa alianza se encuentra el Partido Comunista de Venezuela (PCV) y un sector de Patria Para Todos (PPT), que decidió inscribir a sus candidatos bajo la tarjeta de los comunistas. 
 
No obstante, pese a este panorama, que da cuenta de la reconfiguración política que se está sucediendo en el país, es improbable que el gobierno de Estados Unidos reconozca a la nueva Asamblea Nacional después del 5 de enero de 2021, pero desde su óptica, es bastante probable que Washington se quede aislada en su posición, puesto que en el seno de la Unión Europea las cosas no están tan claras, toda vez que Turquía está ejerciendo labores de mediación y en los gobiernos de países como España e Italia están presentes organizaciones políticas que han abogado por una resolución pacífica y sin injerencia extranjera de los conflictos en Venezuela.   
 
Volviendo a las verdades cantadas por Capriles a Guaidó, Pérez Pirela mencionó que el primero había apoyado al autoproclamado «presidente interino» sin saber cuál era su política y que fue sorprendido sucesivamente. Además, el dirigente de Primero Justicia le demandó el no haberse hecho responsable por «el golpe platanero» del 30 de abril de 2019 y por la fallida incursión armada del 3 de mayo. 
 
En juicio del conductor de Desde Donde Sea, Leopoldo López, Juan Guaidó y quienes les secundan, transitaron una y otra vez por las sendas de la derrota, pero atravesados por un exceso de arrogancia, creyeron que nada sucedería si no ofrecían explicaciones, lo que, obviamente, resultó ser falso. 
 
En política, puntualizó, hay que manejarse con escenarios, por lo que al preguntarse cuáles son las otras alternativas, solamente aparecen en el horizonte dos apuestas impresentables e indefendibles: la guerra civil y un bloqueo definitivo e integral por parte de Estados Unidos y la Unión Europea. 
 
Por esa razón, rescató nuevamente el planteamiento del presidente Chávez, quien insistía en que había que hacer hasta lo imposible para llevar al campo democrático a quienes no lo son. 
 
Y si bien hacer política en Venezuela, en la actualidad implica tener al frente a gente que quemó vivos a seres humanos, a guarimberos, a terroristas, imperaba dejar de lado inclusive afectaciones personalísimas en aras del interés nacional y actuar estratégicamente, como en su día lo hiciera Chávez. 
 
También insistió en que estamos viviendo un momento político que exige actuar con «inteligencia», «altura» y «profundidad», porque aunque todo cuanto está no garantiza que no se repitan las guarimbas o que se frenen las sanciones, «la política es eso: la utilización de la inteligencia, del diálogo. Lo contrario es la guerra», pues si la palabra calla en los espacios políticos, entonces, inevitablemente se sucede la guerra, una que, en su criterio, están azuzando desde hace años algunas potencias extranjeras.  
 
Advirtió, además, que el chavismo debe revisarse, encontrarse, renovarse y eso pasa por poner en marcha estrategias distintas a las que hasta ahora ha implementado, pues lo otro es enfrentarse a situaciones similares a la invasión a Panamá, la guerra civil o el golpe contra Allende. 
 
«Estamos en guerra, que tiene niveles. No es lo mismo una guerra económica a un bombardeo de F-16 sobre Caracas», concluyó. 
 
Libro del día
 
Al cierre, sugirió la lectura de «Paracos» escrito por Alfredo Serrano Zavala y Daniel Rendón Herrera, en la edición publicada por Debate, que incluye el diario de alias «Don Mario», uno de los jefes paramilitares más sanguinarios de Colombia. 
 
 

 

(LaIguana.TV)