Este miércoles, la administración de Donald Trump se negó a reconocer a Alexánder Lukashenko como presidente «legítimo de Bielorrusia», informó AFP citando un comunicado del departamento de Estado. 
 
Según un portavoz diplomático de Washington, la negativa del gobierno estadounidense se asentaría en que «las elecciones del 9 de agosto no fueron libres ni justas». Además, señalan que «los resultados anunciados fueron fraudulentos y carentes de legitimidad» si bien no han ofrecido prueba alguna que dé cuenta del presunto fraude. 
 
Lukashenko, quien lidera el país eslavo desde 1994, se reeligió para un sexto período con el 80 % de los votos, según fuentes oficiales, un resultado que ni la opositora Svetlana Tijanóvskaya, contendora del mandatario en los comicios de agosto, actualmente en Lituania, ni la Unión Europea, han reconocido. 
 
Este miércoles tuvo lugar en Minsk la ceremonia de investidura del gobernante, que algunos medios y plataformas ligadas con la oposición calificaron de «secreta», aduciendo que el cortejo presidencial había recorrido la ciudad «a gran velocidad» y que en el palacio de gobierno había un «importante despliegue policial», refiere la agencia francesa. 
 
«Esta pretendida investidura es evidentemente una farsa», dijo Tijanóvskaya  en un comunicado que difundió a través de su canal de Telegram e insistió en que había sido ella y no Lukashenko quien se había alzado con la primera magistratura en Bielorrusia. 
 
En apoyo irrestricto a la opositora, el ministro de Relaciones Exteriores de Lituania, Linas Linkevicius, calificó la ceremonia como una «farsa» y añadió que así como las elecciones habían sido «fraudulentas», la investidura también lo era. 
 
Steffen Seibert, vocero del gobierno alemán, replicó la posición de Washington y en una rueda de prensa señaló que «no se cumplieron las exigencias mínimas para unas elecciones democráticas». Como su homólogo estadounidense, Seibert tampoco ofreció detalles sobre el incumplimiento de las «exigencias mínimas» según las cuales Alemania califica unas elecciones como «democráticas».
 
AFP advirtió, asimismo, que la Unión Europea estudia sancionar a Bielorrusia, pero todavía no han alcanzado el consenso requerido para poner en marcha una acción semejante. 
 
Desde el 9 de agosto, Lukashenko ha denunciado que las protestas que se han registrado en la capital y algunas otras zonas del país, obedecen a un intento de «Revolución de Color» financiada desde Occidente, con el propósito de usar su país como cabeza de playa para agredir a Rusia.
 
«Nuestro Estado enfrentaba un desafío sin precedentes (…) pero estamos entre los únicos, si no somos los únicos, donde la ‘revolución de color’ no funcionó. Es la decisión de los bielorrusos, que no querían la perdición de su país», aseguró este miércoles tras su investidura.
 
De acuerdo con AFP, la Policía detuvo este 23 de septiembre a unos 150 manifestantes en Minsk y la agencia rusa RT informó que se habían usado «cañones de agua» para dispersar «a cientos de manifestantes que salieron a las calles de Minsk horas después de que Alexánder Lukashenko asumiera oficialmente el cargo de presidente del país».
 
(LaIguana.TV)