Este miércoles 7 de octubre, el filósofo Miguel Ángel Pérez Pirela analizó el viraje de la política exterior del gobierno argentino encabezado por Alberto Fernández en relación con Venezuela y sus efectos sobre la integración regional. 
 
Este martes, en el seno de la Comisión de Derechos Humanos de la Organización de Naciones Unidas, Argentina, como habría sido esperable durante el mandato de Mauricio Macri, se plegó a las lógicas del Grupo de Lima, un ente parajurídico conformado por expresidentes de la derecha política en la región, incursos en delitos de corrupción y atentados contra los derechos humanos de sus pueblos, que además es abiertamente hostil al gobierno venezolano y un instigador de la aplicación de medidas coercitivas unilaterales contra el pueblo de Venezuela. 
 
Dos votaciones y un solo motivo: Fernández se arrodilla a EEUU
 
En el encuentro del Consejo de Derechos Humanos, Irán, Siria, Turquía y Venezuela presentaron una resolución con un proyecto de cooperación orientado a fortalecer el trabajo conjunto de la Oficina de la Alta Comisionada, Michelle Bachelet y el gobierno de Venezuela en la materia, que fue aprobado con el voto de 14 de los 47 países que forman parte del organismo multilateral. 
 
Pérez Pirela informó, que el gobierno de Venezuela dijo que la aprobación de la resolución «se produjo a pesar de la feroz presión de estados Unidos y sus satélites en el Consejo y podría contribuir a desterrar el tema de las violaciones de Derechos Humanos como subterfugio para agresiones y políticas intervencionistas. La idea es que no se agreda y se haga política intervencionista, utilizando como pretexto los Derechos Humanos». 
 
A pesar de la victoria diplomática, siete naciones votaron en contra y 26 se abstuvieron y entre las abstenciones –que incluyeron a 10 países de la Unión Europea: Austria, Bulgaria, Alemania, Dinamarca, República Checa, Italia, Países Bajos, Polonia, Eslovaquia y España–, destacó la de Argentina. 
 
En el mismo encuentro se sometió a votación una segunda resolución promovida por el Grupo de Lima, en la que se solicitaba mantener por dos años más la «misión independiente» que investiga las supuestas violaciones de Derechos Humanos en Venezuela. La acción fue denunciada por Caracas como un «nuevo intento de injerencia» y resultó aprobada con 22 votos a favor, 23 abstenciones y 3 en contra. Uno de esos votos en contra, contra lo que podría esperarse de un gobierno kirchnerista, fue el de Argentina.
 
Para el experto, del Grupo de Lima se espera todo y de los países de la Unión Europea, también, aunque algunos de estos países –Italia, por ejemplo– han mostrado «una política racional en torno a Venezuela», pero lo de Argentina no obedece a lo que se esperaría. 
 
Así las cosas, estima adecuado preguntarse ¿»Por qué Argentina, con este gobierno de izquierda, popular, kirchnerista calca la política exterior de Macri en relación con Venezuela? ¿Por qué el actual gobierno argentino se presta para semejante adefesio político?».
 
La respuesta apareció de la mano de Michael Kozak, subsecretario de Estado adjunto para Asuntos del Hemisferio Occidental, quien de inmediato celebró la «victoria diplomática» en Twitter: «EEUU celebra la ampliación del trabajo crítico de la Misión Independiente de Investigación de la Organización de Naciones Unidas sobre Venezuela co-patrocinada por 59 países hoy. Con esta resolución, el mundo condena claramente el brutal régimen de Maduro y sus violaciones de los derechos humanos».
 
La razón real de este giro en la política exterior argentina, que ayer se expresó en términos de una votación en contra de Venezuela en un organismo multilateral, en acuerdo con la pauta dictada desde Washington, es la deuda lesiva que asumió el gobierno de Mauricio Macri con el Fondo Monetario Internacional, cuyo pago está bajo la responsabilidad del gobierno de Alberto Fernández y para lo cual requiere de los oficios de Estados Unidos ante el ente financiero para conseguir condiciones de pago más ventajosas. 
 
De esta manera, aunque Venezuela denunció públicamente que el informe elaborado por la «Misión Independiente» –pagada, según el representante venezolano en la ONU, Samuel Moncada, por el Grupo de Lima– era políticamente motivado y poco profesional y ofreció abundantes pruebas al respecto, el gobierno de Fernández prefirió trenzar brazos con quienes promueven el derrocamiento del presidente Nicolás Maduro y la aplicación de sanciones inhumanas sobre el pueblo venezolano. 
 
Alberto Fernández y su traición a los procesos de integración en América Latina
 
El también director de LaIguana.TV considera que esta postura del Ejecutivo argentino en relación con Venezuela, no solamente es indicio de la adopción de una política exterior propia de un gobierno derechista y subordinado a los Estados Unidos como el de su antecesor, Mauricio Macri, sino que tributó a la desintegración regional alentada por Washington y ejecutada por sus gobiernos derechistas aliados durante la última década, tras el llamado ciclo progresista de América Latina.
 
Durante ese tiempo, el presidente Hugo Chávez, lideró, en compañía de otros mandatarios, como Luiz Inácio «Lula» Da Silva en Brasil, Néstor Kirchner en Argentina, Evo Morales en Bolivia y José «Pepe» Mujica en Uruguay, una nueva etapa en la integración de América Latina, cuyos antecedentes se remontan a finales del siglo XVIII, con la gesta del caraqueño Francisco de Miranda. 
 
«No estamos hablando ni del canciller ni del presidente, sino de procesos de integración nuestroamericanos, porque el ataque del gobierno de Alberto Fernández contra el pueblo venezolano, es una cachetada, una puñalada trapera contra los procesos de integración en la región», explicó.
 
Por ello, al votar como Iván Duque, Jair Bolsonaro o Sebastián Piñera, Alberto Fernández se unió los ejecutores de la desintegración regional promovida por los Estados Unidos y derrumbó de un mazazo las esperanzas del pueblo –e incluso, de parte de su gobierno–, de retomar los procesos de integración, tan duramente torpedeados durante los últimos años, tras una caída de los distintos liderazgos de izquierda.
 
Tras el deceso de Chávez, muchos pronosticaron que Venezuela se inclinaría rápidamente a la derecha, algo que aún no sucede, pues nuestro país continúa resistiendo, en medio de un asedio sin precedentes. 
 
Sin embargo, acotó Pérez Pirela, en Argentina y Brasil, dos países clave dentro de las estrategias de integración suramericana, el kirchnerismo fue derrotado por Macri y en Brasil, el Partido de los Trabajadores enfrentó el derrocamiento de la presidenta Dilma Rousseff a través de un «golpe de Estado jurídico» y el encarcelamiento de «Lula», mientras ascendía al poder el ultraderechista Bolsonaro. 
 
Alberto Fernández, que aparentemente se revistió de progresismo para alcanzar el gobierno en Argentina, a los pocos meses ya negociaba con Estados Unidos, «que son la causa eficiente en el hemisferio de que Las Malvinas estén en manos de los ingleses», a su parecer, se postró y votó «en contra del pueblo venezolano, bajo la ingenua, crédula y estúpida premisa de que Estados Unidos hará algo por el pueblo argentino». 
 
Para dar cuenta del fallo histórico de Alberto Fernández, quien probablemente se cree apreciado por Estados Unidos, gracias a este gesto, el analista político citó las palabras del célebre argentino, Ernesto «Che» Guevara: «al imperialismo, ni tantico así» y completó con una frase del filósofo italiano, Nicolás Maquiavelo, quien sostuvo: «Es más seguro para el príncipe ser temido que amado». 
 
«Acaso la postura de Nicolás Maduro de ser temido haya traído mayores dividendos, porque a la hora de la chiquita, el mismo Trump dijo que respetaba a Maduro porque era más fuerte y más hombre de Estado que Juan Guaidó, reflexionó.
 
En este orden de ideas, vaticinó que no va a pasar mucho tiempo antes de que se repita la escena en la que el presidente de Estados Unidos deja al presidente de Argentina con la mano extendida, si no cambia de postura, como en su día le hiciera Trump a Macri, que era su aliado derechista. 
 
Es una afrenta lo que ha hecho Alberto Fernández contra los procesos de integración que inician en el siglo XIX, a los que sumamos los de Simón Bolívar, José Martí, San Martín y así nos podemos ir a los siglos XVIII y XIX donde se sentaron las bases de procesos de integración retomados por Chávez, ‘Lula’ o Evo, insistió el experto.
 
Si bien se produjeron retrocesos con el arribo de personajes como Macri o Bolsonaro, en su criterio, la llegada de la dupla Fernández a Argentina y tras la victoria del progresista Andrés Manuel López Obrador en México, se vislumbró un nuevo horizonte para los procesos de integración en la región, pero ayer, Alberto Fernández tributó, cual Macri, a reavivar los procesos de desintegración. 
 
Así, los derechos humanos constituyen una excusa para el fin antes expuesto, porque si de verdad existiera preocupación sobre estos asuntos, habría condenas enérgicas a las más de 60 masacres que se han producido en Colombia durante 2020, así como al «genocidio sanitario en Brasil», pero nadie dice nada. 
 
Las reacciones dentro del propio kirchnerismo: Alicia Castro y otras voces se deslindan de Fernández
 
Tras la actuación del gobierno argentino en la ONU, Alicia Castro, quien ejerció como embajadora en Venezuela entre 2006 y 2011, y posteriormente representó a su país en Reino Unido, renunció a su designación como embajadora en Rusia y se negó a reconsiderar su decisión, a pesar de que el propio Alberto Fernández se lo pidió. 
 
Castro, conocedora de la realidad venezolana, expuso detalladamente los antecedentes y el contexto en el que se inscribieron ambas votaciones en el seno de las Naciones Unidas y denunció que el Grupo de Lima fue creado con dos propósitos: promover un cambio de régimen en Venezuela y desarticular el bloque regional.
 
Para Miguel Ángel Pérez Pirela, la larga disertación de la diplomática perseguía como propósito mostrar que era una incoherencia de parte del gobierno argentino votar a favor de resoluciones que están en consonancia con el discurso promovido por la oposición venezolana, consistente en la solicitud de aplicación de sanciones y bloqueos e inclusive, incursiones armadas. 
 
De este modo, en la resolución que era positiva para nosotros, se abstuvo; en la resolución presentada por el Grupo de Lima, votó a favor, sin diferir en lo absoluto de lo que hubiera votado un gobierno liderado por Macri. Inclusive, puntualizó, prefirió votar alineado con países europeos que reconocen a Juan Guaidó, como el Reino Unido, pese a que Venezuela ha mantenido una posición histórica de defensa a los derechos de Argentina sobre Las Malvinas. 
 
Alberto Fernández y al menos una parte de su gobierno parecieron olvidar que en su día, el presidente Hugo Chávez declaró que si se metían con Argentina por esa causa, se meterían con Venezuela. 
 
«¿Alberto Fernández hubiera llegado al poder sin la resistencia de Venezuela? ¿Habría podido gobernar Kirchner sin la ayuda del pueblo venezolano?, inquirió.
 
Por si algo bastaba para refrendar el histórico puntapié a las aspiraciones relativas a la integración de los pueblos, el partido del expresidente Mauricio Macri, Unidos por el Cambio, reaccionó enviado explícitas felicitaciones a Fernández: «Celebramos que el Gobierno de la Argentina haya rectificado su posición y reconocido las violaciones a los DD.HH. en Venezuela (como lo venimos sosteniendo desde hace más de una década), acompañando a nuestros socios del Grupo Lima y las democracias del mundo en la votación que culminó con una votación desfavorable para ese país». 
 
Más precisamente, la felicitación, acaso oprobiosa para un gobierno que se vendió como progresista, popular y peronista, se basa en el hecho de que se hizo exactamente lo que ellos, alineados en la derecha política, habrían hecho. 
 
Otra de las voces que se alzaron duramente para criticar «los desmanes de Alberto Fernández», fue el intelectual Atilio Borón, quien denunció que el mandatario había votado a favor de mantener la injerencia estadounidense en los asuntos internos de Venezuela, en compañía de «toda la tropa de lacayos que obedecen las órdenes» de Washington.
 
Borón, denunció asimismo, que el gobierno argentino había decidido volver a los tiempos en los que la política exterior estaba dictada por los Estados Unidos, olvidando los inmensos perjuicios que le acarreó a la Nación y en abierta traición a la Doctrina Drago, que propugna la autodeterminación de los pueblos, «por la idea romántica y estúpida de buscar buenas relaciones con Estados Unidos, cuando eso nunca dio resultado».
 
Inclusive, el pensador auguró que por ese camino, faltaría poco para que echaran al depuesto presidente boliviano, Evo Morales, y a su vicepresidente, Álvaro García Linera, para estar «de nuevo en punto muerto».
 
En Venezuela, el portal especializado en periodismo de datos e investigación, La Tabla, indica, por su lado, que esta «alineación de política exterior no es sorpresa», pues en noviembre de 2019, Alberto Fernández se reunió con Mauricio Claver-Carone –actual presidente del Banco Interamericano de Desarrollo– y con el asesor de la Unión Europea para Venezuela, Enrique Iglesias. 
 
El trabajo periodístico precisa que entre 2000 y 2008, Venezuela compró más de 7 millones de dólares de deuda argentina para salvarlos de los buitres financieros liderados por Estados Unidos y como demostración soberana de integración latinoamericano. 
 
Regresando a las reacciones internas en Argentina, el Frente Grande uno de los principales fuerzas políticas de la alianza que llevó a Fernández a la Casa Rosada, dijo: «nos preocupa y ocupa no solo la fotografía sino el riesgo de la película», al señalar que esta alianza con sectores que han promovido y promueven intentonas invasoras y golpistas, resulta inconveniente de cara al venidero proceso electoral con el que se apunta a renovar autoridades en Venezuela.
 
El colectivo Madres de Plaza de Mayo, de su lado, pidió perdón al gobierno y al pueblo venezolano por el desatino gubernamental.
 
El epicentro de estas acciones: la anulación de las elecciones del 6-D
 
Pérez Pirela considera que todas estas acciones apuntan a anular las elecciones parlamentarias del mes de diciembre y con ello otorgarle «un respiro» a la ultraderecha local para que continúe con su agenda desestabilizadora.
 
No en balde instancias como la Unión Europea, insisten en la «necesidad» de posponer los comicios seis meses y responsabilizan de entrada al gobierno venezolano del «empeoramiento de la situación», por negarse a violentar lo establecido en la Carta Magna.  
 
«Nos quieren obligar a ir en contra de los tiempos constitucionales para darle seis meses a la derecha mundial, a Leopoldo López y Juan Guaidó para que sigan jugando a ser presidentes y expoliando por doquier a la República», denunció.
 
Se trata, en su opinión, del mismo chantaje de Capriles, de Borrell. «Creen que el pueblo venezolano es pendejo. Tienen 20 años tratando y no han podido. Seguimos resistiendo porque ya es un tema de dignidad».
 
El alto representante de la Unión Europea, Josep Borrell, dijo hoy que el rechazo del gobierno de Venezuela a postergar las elecciones, solo empeorará la situación de la nación suramericana. 
 
Jugando al «policía bueno», adujo que imperaba aplazar las elecciones para generar condiciones y dar más tiempo al diálogo, razón por la cual dijo que no enviarán observadores electorales.
 
La verdad es que el sector antidemocrático de la oposición no acudirá a las elecciones cualesquiera que sean las condiciones, porque Juan Guaidó es fruto de lo que critica y lo que persiguen es «ganar tiempo» para documentar un expediente según el cual en Venezuela no hay respeto por los derechos humanos. 
 
«Según Borrell, que Venezuela no acepte postergar las elecciones, cierra toda puerta al diálogo. Eso es colonialismo. Pretenden que nos saltemos lo establecido en nuestra constitución para darle gusto a ellos», precisó.
 
Al cierre, el analista celebró que se abrieran espacios dentro de la estatal Venezolana de Televisión a dirigentes de la oposición democrática –adecos y exadecos– y exhortó a que se hiciera lo mismo con miembros del Partido Comunista de Venezuela, que pese a las actuales diferencias que mantiene con el gobierno del presidente Nicolás Maduro, no eran menos «que un adeco o exadeco». 
 
Libro del día
 
América espera, del prócer venezolano Francisco de Miranda, editado por la Biblioteca Ayacucho. 
 

(LaIguana.TV)