El piloto del caza F-35A de la Fuerza Aérea de EEUU que se estrelló en la base militar de Eglin, en Florida, el 19 de mayo de 2020 tuvo que lidiar con varios problemas antes de decidir eyectarse del avión durante el aterrizaje, según un nuevo informe oficial sobre el accidente.

Hasta ahora se creía que la velocidad extremadamente alta del caza había sido la causa principal de la tercera catástrofe del F-35. Sin embargo, para entender mejor lo que ocurrió a bordo del Lightning II aquel día es necesario profundizar en los detalles que han sido presentados en el nuevo documento, escribe el portal The Drive.

En la conclusión del informe, el presidente de la Junta de Investigación de Accidentes y coronel Bryan T. Callahan dejó claro que como mínimo seis factores podrían haber provocado aquella catástrofe aérea. 

En particular, el F-35A en cuestión se aproximaba a la base a más de 374 km/h. Esta velocidad era correcta para aquella fase del vuelo, pero acabó siendo fatal para desencadenar el accidente que vendría después. El piloto tuvo que hacer frente a una serie de problemas, lo que distrajo su atención de la tarea en cuestión.

Inicialmente se dio cuenta de que su sistema de visualización montado en casco (HMD, por sus siglas en el inglés) parecía estar desalineado respecto al horizonte.

«El piloto tenía la atención fijada en la simbología defectuosa del HMD en una fase crítica del vuelo para excluir a través de una comprobación cruzada un problema con el sistema de detección, de seguimiento y de guiado aéreo o la velocidad de vuelo», señaló el informe.

 

Aparte de la desalineación, el piloto estaba luchando contra algo que parecía ser un destello excesivo, lo que dificultaba todavía más que se concentrase en el problema real. A esta luz en la cabina se le dio el nombre de brillo verde, creado por la proyección del HMD y exacerbado por la humedad.

«[El piloto] informó de que tenía que entornar los ojos (…) para identificar las señales ambientales situadas alrededor de la pista», señala la investigación.

Los datos disponibles indicaban al piloto que la senda de planeo del caza era demasiado alta y que el ángulo de ataque del avión debía corregirse, ya que estaba demasiado inclinado hacia abajo para poder aterrizar. La cola tampoco respondía debido a un problema con la lógica de control de vuelo que la mayoría de los pilotos de esta aeronave desconocía.

Mientras intentaba arreglar este percance, las lecturas desalineadas de la pantalla del HMD se volvieron aún más confusas. El nuevo informe califica la desalineación del casco de «elemento crítico de confusión que finalmente llevó a la sobresaturación» del piloto.

De hecho, previamente el militar ya había experimentado una mala alineación del HMD. Los técnicos de mantenimiento del sistema abordaron el problema en tierra, pero no realizaron ningunas modificaciones al respecto, ya que no había forma de comprobar la alineación mientras se encontrase en la aeronave estacionada.

El nuevo informe también destaca que el sistema de oxígeno del F-35 difiere de los utilizados en otros cazas de la Fuerza Aérea de EEUU. Por ello, «muchos pilotos» del F-35 «informan sentirse más fatigados de lo normal» cuando comparan al Lightning II con las anteriores aeronaves.

Cuando los investigadores pidieron al piloto que fijase su nivel de fatiga mental en una escala del uno al diez, este aseveró que era de «un cuatro sobre diez» en condiciones normales pero que, en la noche del accidente, fue de «un seis sobre diez». A esto se sumó la falta de sueño que experimentó un día antes. 

Además, antes del vuelo al piloto le informaron de que había estado expuesto al COVID-19, así que estaba a la espera de conocer los resultados del test de uno de sus compañeros. La intranquilidad de no conocer su estado de salud pudo influir a la hora de solucionar el problema en la cabina.

Durante la investigación el hombre apuntó también a otros factores que pudieron distraerlo. Incluido el hecho de que una zona de la pista estaba mal iluminada. Eso le obligó a «apuntar a un abismo negro» para que su avión volviera a la pista.

Como resultado de todos estos factores, el piloto mantuvo la misma velocidad durante toda la aproximación y todo el aterrizaje. Así que el avión tocó tierra volando a entre 55 y 92 km/h por encima de lo normal. Además, cuando estaba aterrizando el ángulo de ataque no era el correcto, lo que hizo que la nave rebotase contra la pista. Y como la lógica de control estaba tocada, no pudo abortar la maniobra y alzar de nuevo el vuelo. El piloto no tuvo más opción que eyectarse. Por suerte no sufrió heridas de gravedad.

Según The Drive, el episodio es preocupante si se tiene en cuenta el número de accidentes de aeronaves militares en Estados Unidos durante los últimos años. Y es que han estado vinculados de una manera u otra a los sistemas de a bordo del F-35, incluido el de oxígeno.

Otro aspecto preocupante, apunta el portal, es que del informe se desprende que los simuladores que actualmente se utilizan para formar a los pilotos de estas avanzadas aeronaves no reflejan con fidelidad su comportamiento y su lógica de control. Varios de los pilotos entrevistados indicaron que desconocían tales problemas y que en las simulaciones la aeronave se comportaba de manera diferente.

(Sputnik)