Este martes 13 de octubre, el filósofo, comunicador y analista político Miguel Ángel Pérez Pirela presentó un inventario de las medidas coercitivas ilegales que ha aplicado Estados Unidos –también la Unión Europea– sobre 19 países, incluida Venezuela, después de la Segunda Guerra Mundial.
 
La presentación de esta línea de tiempo persiguió como propósito, mostrar que el sofocar, aislar y bloquear a los países que no están de acuerdo con sus políticas no es para nada novedosa, sino una práctica de larga data implementada una y otra vez con pretextos que han variado según tiempo lugar y situación.
 
Así, al principio se adujo que las sanciones pretendían poner freno al comunismo, luego se pasó –sin que haya sido abandonada del todo– a la lucha contra el terrorismo, para luego centrarse en presuntas violaciones a los derechos humanos y la comisión de delitos de lesa humanidad.  
 
En su exposición, Pérez Pirela mostró, además, cómo la política exterior estadounidense se veía escasamente afectada por el hecho de que la Casa Blanca estuviera ocupada por un demócrata o un republicano e incluso, a contrapelo de cierta narrativa que trata de presentar a los demócratas como más civilizados y respetuosos, en esas administraciones acaso se habían endurecido mucho más las sanciones ya preexistentes o se había sancionado a más países. 
 
Los 19 pueblos que Estados Unidos ha pretendido sofocar
 
La primera víctima de la aplicación de medidas coercitivas unilaterales fue Corea del Norte, a quien le fueron impuestas sanciones en 1950 tras el ingreso de Estados Unidos a la Guerra de Corea. Perseguían frenar el respaldo que le brindaba la Unión Soviética al Ejército del Norte y se mantuvieron hasta 2008.
 
En 2013, con la excusa del programa nuclear desarrollado por esa nación asiática, Washington aplicó una nueva ronda de sanciones enfocadas en el suministro de armas y en el sector financiero y al más puro estilo de la llamada «guerra preventiva», con base en la cual George Bush hijo bombardeó Irak, adujeron que con eso pretendían que no se consolidaran las «intenciones nucleares» de esa nación. 
 
El siguiente país en ser sancionado fue Cuba, quien recibió los primeros embates de esta práctica ilegal e inhumana en 1960 bajo la administración republicana de Dwight Eisenhower. 
 
En aquél entonces, se dijo que las sanciones que afectaban las exportaciones azucareras, principal fuente de ingresos de la isla, eran la respuesta a la nacionalización de empresas estadounidenses estratégicas que realizara el gobierno cubano, luego del triunfo de la Revolución.
 
El sucesor de Eisenhower, John F. Kennedy (demócrata), no solamente mantuvo las medidas coercitivas unilaterales, sino que retiró el apoyo político y militar a todos los países que vendieran mercancías a Cuba, al punto que en 1962, sobre la nación caribeña pesaba un embargo casi total.
 
Como medida de protesta ante los desmanes de Estados Unidos y en ejercicio de su soberanía, Cuba anunció su retiro de la Organización de Estados Americanos (OEA), tildada por el comandante Fidel Castro como el Ministerio de Colonias de los Estados Unidos. 
 
En 1966, se prohibió a los ciudadanos estadounidenses visitar Cuba, so pena de enfrentarse a hasta 10 años de cárcel y ser objeto de millonarias multas y tres décadas más tarde, la administración Clinton (demócrata) decretó que se sancionaría a toda empresa estadounidense o extranjera que realizara transas con la isla. 
 
En 2000, se utilizaron los fondos de las cuentas del Estado cubano bloqueadas en los Estados Unidos para cancelar millonarias compensaciones a las presuntas «víctimas del terrorismo cubano».
 
Entre enero de 2009 y junio de 2014, siempre bajo el mandato de Barack Hussein Obama, 36 entidades pagaron 2,6 miles de millones de dólares por relacionarse con Cuba y otros países, si bien a fines de 2014, Obama reconoció el fracaso de la política de sanciones y anunció que avanzaría en la normalización de las relaciones entre los dos países, pero con la llegada de Trump al poder, se retrocedió en todo lo avanzado. 
 
Abandonando las fronteras del continente americano, el experto indicó que las primeras sanciones comerciales contra Irak se impusieron en 1990, durante la Guerra del Golfo y con ellas se prohibió la importación de todos los rubros, excepción hecha de los alimentos y las medicinas, prohibió la exportación de petróleo, fuente imprescindible de ingresos para ese país árabe. 
 
El conflicto bélico de 1990 trajo como consecuencia la aparición de zonas de distensión y Bagdad perdió el control de vastas zonas de su territorio en el norte, mas en 2003, Washington anunció sobre un posible levantamiento unilateral de sanciones para esquivar las de la ONU, que se finalmente se levantaron en 2010.
 
En 1991, Estados Unidos sancionó a Yugoslavia, prohibiendo que accediera al mercado de las armas y congeló las cuentas de la República en el extranjero. En 1997 le tocó el turno a Birmania y en 2002, a Zimbabwe.
 
En 2004 se impusieron sanciones a Siria, con el pretexto que el gobierno de ese país apoyaba a organizaciones terroristas, desarrollaba armas de destrucción masiva y apoyaba a los rebeldes que resistían en Irak. 
 
Concretamente, se congelaron las cuentas del país y se prohibió que Siria importara todo tipo de bienes, menos alimentos, medicinas y algunos repuestos, detalló el también director de LaIguana.TV. 
 
En 2010, Obama ratificó las sanciones y dijo además que el país era una amenaza extraordinaria para la seguridad nacional de los Estados Unidos, una fórmula que luego se replicará prácticamente al calco, en el decreto-orden ejecutiva contra Venezuela.
 
En Sudán, 30 compañías no pueden relacionarse comercialmente con Estados Unidos desde 2007 y los activos del país están congelados desde entonces. Apenas existe una flexibilización a la norma, que permite que la nación africana importe teléfonos inteligentes y computadores portátiles. 
 
También en África, Obama sancionó a Somalia en 2010 y en 2011, a Libia, justo antes de la intervención militar y el linchamiento de Gaddafi. 
 
En ese mismo año, Washington decretó medidas coercitivas unilaterales contra funcionarios y simpatizantes del gobierno de Costa de Marfil, un país que durante la década de 1970 tenía una de las economías más sólidas de la región. 
 
Regresando al Medio Oriente, el también director de LaIguana.TV recordó que Líbano recibió su dosis de sanciones en 2012, Ucrania en 2014, tras el golpe de Estado con el que se derrocó al presidente Víctor Yanukovych, Yemen en 2012, cuando tras el inicio de la guerra civil, Washington sancionó al gobierno y en 2014, a los empresarios y Sudán del Sur, también en 2014.
 
Sin dudas, acotó el analista, de todos los países sancionados durante la administración Obama, Rusia es acaso el más resaltante, puesto que este no es un país de la periferia, sino una potencia con poder de veto en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. 
 
Para imponer estas medidas coercitivas ilegales, se arguyó que Rusia había cometido una violación de la soberanía de Ucrania, al «anexarse» Crimea y el puerto de Sebastopol, luego de que tras el golpe de Estado en Ucrania, estas regiones solicitaran formar parte de la Federación Rusa y se realizara un referéndum que, según Moscú, cumplió con todos los estándares internacionales. 
 
Más adelante, Rusia respondió con sanciones al sector agrícola y alimentario que afectaron a Australia, Canadá y Noruega y Estados Unidos anunció un recrudecimiento de las medidas coercitivas, dirigiéndolas esta vez a la defensa y al sistema financiero ruso.
 
Empero, subrayó el comunicador, las sanciones de Obama contra Rusia no disminuyeron la capacidad económica de ese país, ni lograron aislarlo política ni económicamente, como se adujo para justificar la tropelía. 
 
La tenaza sobre Rusia se ha aplicado sobre empresas estratégicas del sector energético y se ha restringido el acceso al mercado de capitales a varios bancos rusos, a empresas de defensa rusas, acciones estas que han sido secundadas por la Unión Europea, mas pese a ello, la política de alianzas internacionales de Rusia a florecido y su economía, a diferencia de la estadounidense, no está en crisis. 
 
«Esas medidas coercitivas no son del siglo XXI, sino medidas prehistóricas, bárbaras, salvajes, de países más fuertes contra países que no quieren asumir sus órdenes», enfatizó al respecto. 
 
El otro caso emblemático es Irán, nación sobre la que pesan medidas coercitivas desde 1979, cuando el régimen del sha Mohammad Reza Pahlavi, aliado incondicional de Washington, fue derrocado por la Revolución Islámica. 
 
Estados Unidos congeló los activos iraníes y las reservas de oro que reposaban en las bóvedas de bancos estadounidenses, y sancionó a las empresas extranjeras que violaran las restricciones comerciales impuestas sobre el comercio persa, como respuesta a la toma de la embajada estadounidense en Teherán. 
 
En 1984 se le prohibió a las instituciones financieras internacionales emitir crédito a favor de Irán y en 1987, el comercio entre Irán y los Estados Unidos se canceló completamente, hasta que en 1995 se «suavizaron» las sanciones, permitiéndole a Irán recibir mercancías estadounidenses a través de terceros países.
 
Sin embargo, continuó relatando Pérez Pirela, apenas un año después se amenazó con sancionar a toda empresa que invirtiera más de 20 millones de dólares en el sector energético de ese país.
 
Más recientemente, en 2012, la administración demócrata de Barack Obama impuso una nueva ronda de sancionas a los bancos iraníes, así como a individuos e industrias ligadas al sector nuclear iraní. 
 
En septiembre de 2020, Estados Unidos trató de prorrogar el embargo de armas que pesa sobre el país en el seno del Consejo de Seguridad de la ONU, pero obtuvo una aplastante derrota diplomática, pues no contó ni siquiera con el respaldo de aliados tradicionales en esa instancia, como Francia o Gran Bretaña, que argumentaron que la posición estadounidense caía en un vacío legal, puesto que el país se retiró del Acuerdo Nuclear en 2018. 
 
Washington no aceptó retroceder y a través de su secretario de Estado, Mike Pompeo, acusó a los restantes miembros del Consejo de Seguridad de no ser capaces de cumplir con su deber e indicó que Estados Unidos estaría dispuesto a utilizar todo su poder para, por medio de sus autoridades nacionales, impedir que Irán «se beneficie de las actividades prohibidas por la ONU». 
 
Este proceder, empero, no es nuevo; antes bien, se corresponde con una política articulada según la cual, si la normativa de algún organismo internacional atenta contra los intereses estadounidenses, entonces se procede a atacarlo y sancionarlo, como ya ocurrió con la OEA y la Corte Penal Internacional. 
 
En todo este conflicto geopolítico de intereses donde tiene lugar la trama que sustenta los más recientes movimientos de Estados Unidos en torno a las sanciones impuestas en contra de países como Rusia o Irán, la falta de respaldo a la postura de Washington se hizo evidente y también, el liderazgo de Rusia.
 
Tras la derrota estadounidense en el Consejo de Seguridad, el gobierno de Vladimir Putin anunció el inicio de una cooperación militar con Irán y ya se han realizado maniobras militares conjuntas entre Rusia, China e Irán. 
 
El canciller de la Federación, Serguéi Lavrov, fue particularmente enfático cuando declaró que discutirían «los temas que interesan a los estadounidenses solo sobre la base de la igualdad» y advirtió que «es insensato e inútil» pretender hablar con Moscú en términos de un lenguaje de «ultimátum». «Si alguien no lo ha entendido, entonces son unos políticos inútiles», dijo el diplomático.  
 
De mucho más bajo perfil es la Unión Europea, pues a pesar de sancionar ilegalmente a funcionarios de gobiernos que no les resultan cómodos, como lo están haciendo con Nicaragua desde al menos un año atrás. 
 
En este caso, otro de los países que conforman la lista de los 19 sancionados, se justificó la ilegalidad, señalando «preocupaciones» por la deteriorada situación política y social en el país y se culpó a funcionarios de cometer violaciones a los derechos humanos y  de abusar en su represión contra las manifestaciones pacíficas, razones por las cuales el Consejo Europeo demanda un «acuerdo» con la oposición para la realización de elecciones «libres, transparentes y democráticas». 
 
No hay nada que frene a los Estados Unidos en su empeño de imponer medidas coercitivas ilegales, denunció Miguel Ángel Pérez Pirela, aún en medio de una pandemia. 
 
En marzo, ocho de los países sancionados – Irán, Venezuela, Cuba, China, Rusia, Corea del Norte y Nicaragua– solicitaron al Secretario General de la ONU, Antonio Guterres, que se levantaran todas las sanciones que pesan sobre ellos, en el marco de la lucha contra la COVID-19 y la propia Alta Comisionada, Michel Bachelet, reclamó que fueran flexibilizadas o suspendidas las sanciones, pero Estados Unidos ha hecho caso omiso del petitorio.
 
La pérdida de rumbo estratégico de Estados Unidos ante China
 
Para cerrar la emisión, Pérez Pirela leyó algunos fragmentos del artículo «EE.UU. perdió el rumbo estratégico ante China», escrito por el analista Raúl Zibechi y publicado por la agencia de noticias rusa Sputnik.
 
«El imperio estadounidense parece no querer aprender de la historia. Ha extendido su poder militar a todos los rincones del planeta, con alrededor de 850 bases militares desplegadas en los cinco continentes, para controlar mares y océanos, cielos y tierras, incluyendo el espacio, intentando abarcarlo todo, sin dejar resquicios por donde puedan colarse otras potencias», leyó el experto, citando a Zibechi.
 
Seguidamente, prosiguió, el autor señala que «en ese empeño desmesurado, ha generado lo que un analista iraní denomina como «aislamiento silencioso». El abuso de las sanciones económicas a todo aquel que no se pliegue a su esfuerzo imposible para mantenerse como superpotencia única, lo ha llevado a atacar incluso a sus aliados, como sucede con Alemania a raíz del gasoducto Nord Stream 2, que llevará gas desde Rusia hacia Europa».
 
Pero, «lo más ridículo y grotesco de todo», en su opinión, «han sido las sanciones a opositores del gobierno de Nicolás Maduro, por participar en los que EEUU considera ‘farsa electoral’. Estos venezolanos anti chavistas han sido sancionados por el Departamento de Estado «por su complicidad en apoyo a los esfuerzos de Maduro de privar al pueblo de Venezuela del derecho a elegir a sus líderes a través de elecciones libres y justas».
 
Tras 70 años enfocado en aplicar sanciones, Estados Unidos parece estar entrampado en un juego donde todos los jugadores intentan extraer rentas y mientras tanto, China está apostando todo a una lógica de ciencia, tecnología e innovación y está dejando atrás a las economías y ejércitos más importantes del mundo. 
 
En otras palabras, la política de bloqueos, de estrangular a los pueblos no le ha dado réditos a Estados Unidos que pueda mostrar, mientras que la política de solidaridad, como parte de las luchas que han de hacerse para sortear las sanciones, le ha dado muchos más dividendos a países como China o Rusia, finalizó. 
 
Libro del día
 
«Geopolítica de la liberación: el siglo XXI de Chávez», de la autoría del intelectual y político venezolano Julio Escalona. 

 

 

(LaIguana.TV)