Sean Trende, analista de encuestas de Real Clear Politics (RCP), un portal estadounidense dedicado a promediar los resultados de encuestas electorales y con base en ellos, formular pronósticos, fue entrevistado extensamente por la periodista María Ramírez, perteneciente a la plantilla del medio español El Diario.
 
Trende se aventuró a adelantar algunos de los posibles escenarios en los que devendrán los venideros comicios presidenciales en los Estados Unidos, entre los que destaca que será improbable que Trump siga cuatro años más en la Casa Blanca, sin que eso signifique que es imposible que suceda. 
 
El portal es descrito por El Diario como una web que «sigue siendo una referencia para chequear cómo van los sondeos con pocos filtros e incluye artículos de fuentes diversas, aunque su línea editorial ha sido descrita como conservadora» y destaca que «en 2016, la media de las encuestas de RCP se quedó muy cerca del resultado final». 
 
De su lado, Trende, además de ejercer como analista jefe de encuestas de RCP, es autor de The Lost Majority, un libro en el que se detallan las condiciones que condujeron a la victoria de Donald Trump en 2016, a pesar de que los demócratas contaban con mayor respaldo entre los votantes. 
 
Sin que lo anterior implique necesariamente que todos los escenarios posibles descritos por Sean Trende vayan a cumplirse –de hecho, algunos son excluyentes entre sí–, se trata de un experto en la materia y justamente por ello es cauteloso antes de ofrecer pronósticos entusiastas. 
 
A continuación, presentamos y analizamos los temas abordados en su conversación con El Diario, con el propósito de ofrecer una panorámica acerca de lo que cabe esperar, dentro de los límites de lo razonable, de las elecciones de este 3 de noviembre.   
 
La balanza a favor de Biden en las encuestas, no implica automáticamente su victoria
 
El experto estadounidense aclara que si bien «no hay duda de que Biden está por encima en un número sustancial de encuestas nacionales», es preciso recordar que, por un lado, en Estados Unidos la elección presidencial la deciden los colegios electorales y no los votantes. 
 
Esto significa que cada estado tiene un número fijo de votos y el que se imponga, se los lleva todos. Por ello, advierte que si se analizan las encuestas en los llamados «estados clave», que son los que aportan mayor cantidad de votos para la elección, al momento de realización de la entrevista –tercera semana de octubre– la brecha era más estrecha de lo que podría concluirse, si solamente se consideraran los promedios nacionales. 
 
Otro aspecto que, en su criterio, no ha de ser dejado de lado es que «en cualquier año, las encuestas se pueden equivocar» y recordó que internacionalmente, los partidos «populistas» de derecha, como el Partido Republicano, del cual forma parte Trump, les suele ir mejor en las urnas que lo que las encuestas sugieren. 
 
«Creo que eso pasó en las elecciones españolas también con Vox. Y también en otros países», ilustró. 
 
Por ello, aunque, «definitivamente, Biden va por delante», exhortó a no considerar esta ventaja como algo seguro. 
 
Hay «motivo para estar nervioso»: las encuestas de 2016 y las de 2020
 
Según relató el analista estadounidense, «las encuestas de los estados se parecen bastante a las de 2016», lo que, en su parecer «es un motivo para estar nervioso», puesto que si se toman los «estados clave» Biden contaría con una cantidad de votos «similar» con la que contaba Hillary Clinton en 2016. 
 
Empero, acotó, median algunas diferencias «importantes» que podrían garantizar lo que Clinton no logró en 2016: vencer a Trump en los colegios electorales. 
 
El primer punto es que considera que las firmas encuestadoras lograron mejorar la precisión de los métodos empleados para recolectar información, que en 2016 se mostraron inadecuados o insuficientes, aunque subraya que «las encuestas de 2018, en las elecciones de mitad de mandato, fueron regulares», en tanto no fueron capaces de reflejar apropiadamente la intención de voto en todos los casos. 
 
La segunda diferencia –acaso más visible y quizá más elocuente para muchos– que destaca, es que «Biden ha estado estable en seis o siete puntos durante casi todo el ciclo electoral, a veces un poco menos, a veces un poco más. Esto es diferente de 2016 donde había giros salvajes en el porcentaje de voto».
 
Un último aspecto que signa las diferencias entre la última elección presidencial y la que está por venir es que la cantidad de votantes indecisos es mucho menor en la actualidad y ronda, de acuerdo con sus estimaciones, entre el 4% y el 5% de los votantes. «Sinceramente, muchos de esos ya no van a votar», agrega.
 
Adicionalmente, en promedio, la ventaja de «Joe» Biden ha rondado consistentemente, los seis o siete puntos, pero en 2016, esa ventaja demócrata era de solo 3 puntos y la cantidad de votantes indecisos era considerablemente mayor. 
 
Estas diferencias se traducen en una desventaja para Trump, puesto que no solamente ha de remontar una cuesta mayor para alcanzar a su rival, sino que además no dispone de tantos votantes indecisos a los cuales intentar convencer y además, de acuerdo con las proyecciones que maneja RCP, la mayor parte de ellos optará por abstenerse. 
 
Teoría versus realidad: ¿Qué pasó con las encuestas en 2016?
 
Sean Trende precisa que teóricamente, existía bastante claridad en los Estados Unidos acerca de qué grupos étnicos debían incluirse en una muestra con la que se pretendiera representar la preferencia de voto entre los estadounidenses. 
 
«En las encuestas de votantes querías asegurarte de tener suficientes afro-americanos, hispanos y blancos en tu muestra» y en caso de no contar con «suficientes votantes de cada grupo», sus respuestas eran calibradas –estimadas– «para tener una muestra que fuera representativa de Estados Unidos». 
 
Variables como el nivel educativo, que resultan elocuentes para definir el voto en otras sociedades, solían dejarse de lado, con el argumento de que «los blancos con estudios universitarios y los blancos sin estudios universitarios votaban más o menos lo mismo».
 
De la anterior frase de Trade se desprenden dos cosas que no son necesariamente obvias para quien no esté familiarizado con la estructura social estadounidense: en primera, que la mayor parte de quienes poseen educación superior son blancos; en segunda, que los blancos, en tanto mayoría, solían votar de manera más o menos consistente en los distintos estados, independientemente de su nivel de instrucción. 
 
«Eso empezó a cambiar en 2014, y en 2016 la brecha entre los blancos con y sin estudios universitarios fue enorme: una de las mayores que hemos visto en los últimos 40 años. Así que de repente los encuestadores que no estaban prestando demasiada atención a la educación tenían demasiados blancos con estudios universitarios en sus muestras».
 
A su juicio, los fallos en las encuestas de 2016 –que en su mayoría predecían que Hillary Clinton sería la presidenta– podrían explicarse porque estas no respondían a la creciente brecha en la preferencia de voto entre los blancos que poseen estudios universitarios y los que no. 
 
«Esperemos que ahora hayan controlado la educación para asegurarse de que tienen suficientes blancos sin estudios universitarios en la muestra y que con eso se arregle», dijo. 
 
La decisiva zona del Medio Oeste
 
A pesar de la optimista declaración, Trende precisó que las encuestas de las elecciones «de mitad de mandato» de 2018, en las que se eligieron gobernadores y senadores, se repitieron errores similares a los cometidos en 2016, si bien no en «la misma magnitud» en el Medio Oeste. 
 
El optimismo del analista troca en nerviosismo cuando recuerda que «supuestamente tenían que haber sido elegidos gobernadores demócratas en Ohio, Iowa y Florida. Creo que Mike DeWine, el gobernador republicano de Ohio, no iba por delante en ninguna encuesta y acabó ganando por un margen cómodo… También fallaron en carreras al Senado en Florida, Misuri e Indiana, donde tenían que haber ganado demócratas según las encuestas». 
 
Si persisten estos errores –no habrá modo de saberlo hasta después de la elección–, toda predicción podría ser errada, puesto que el Medio Oeste, donde el experto detectó los mayores fallos metodológicos, es justamente una zona de las que más peso específico tendrá para decidir quién será el próximo presidente de los Estados Unidos. 
 
Así, explica, si se le preguntara a diversos analistas de sondeos cuáles son los «estados clave», dirían que son esencialmente estos seis: «en el sur, Florida y Carolina del Norte; en el Oeste, Arizona; en el Medio Oeste, Pensilvania, Michigan y Wisconsin», aunque pudieran añadir algún otro como Minesota o Georgia. 
 
«Esos seis estados fueron el núcleo de 2016 y muchos de esos estados están en el Medio Oeste industrializado donde los blancos sin estudios universitarios son la clase trabajadora y la base de votantes», justificó. 
 
Reversibilidad del «giro republicano» en el Medio Oeste
 
Sean Trende considera que aunque los votantes del Medio Oeste han tendido a favorecer a los republicanos, también es cierto que «los blancos con estudios universitarios han girado hacia los demócratas en los últimos años» y que habitantes de los suburbios se hayan sumado a esta tendencia, puede resultar particularmente significativo en estados como Texas, Arizona y Georgia, donde los republicanos solían ganar holgadamente. 
 
De allí se explicaría el por qué Biden apostó a una estrategia de captura de votos en el llamado «Cinturón del Sol», es decir, en todos los estados del sur. 
 
A su favor, indica, Biden tiene además que su perfil es «ciertamente más de la clase obrera que Barack Obama o Hillary Clinton» y el primero de los candidatos demócratas en no poseer un título de la Ivy League –grupo de universidades prestigiosas de la costa Este, donde suelen formarse élites de Estados Unidos y de otros países– desde 1984. 
 
«Tiene más caché entre la clase obrera y ésa es una de las razones por las que sale razonablemente bien en las encuestas de estas zonas de clase obrera», sostiene Trende. 
 
Lo que Trump acumula, ¿le basta para reelegirse?
 
Los sondeos indican que Trump acumula un respaldo equivalente al 44%-45% de los votantes, mas Sean Trende asegura que no cree que eso sea «suficiente para que (…) gane». Debería, sostiene el analista, contar con entre el 46 y el 47% «para que tuviera una oportunidad de victoria». 
 
«Si calculas que los presidentes normalmente sacan un punto más que su nivel de aprobación, ahora mismo eso le llevaría al 45-46%, luego habría dos puntos para terceros partidos y así queda la ventaja de Biden de entre seis y ocho puntos que hemos visto durante todo el ciclo electoral en las encuestas», arguyó.
 
Sin embargo, el experto advirtió que esto no necesariamente implica que Trump no pueda vencer, pues no requiere de «un movimiento masivo para ello». 
 
Para ilustrar su punto, aludió a la fotografía electoral que mostraban las encuestas la tercera semana de octubre en el estado de Pensilvania, uno de los considerados clave. Entonces, los sondeos señalaban que el candidato-presidente estaba cuatro puntos por debajo, pero un pequeño movimiento, como que la mitad de esos votantes decidan apoyarle a él en lugar que a Biden, podría voltear el escenario, aunque reconoció que no creía que se tratara de un situación «muy probable». 
 
Biden no es Obama
 
Sean Trenden también fue enfático en señalar que de ganar Biden, no necesariamente lo haría con la coalición de votantes que llevó a Barack Obama a la Casa Blanca en dos oportunidades, puesto que varias cosas han cambiado desde entonces: los demócratas han avanzado entre los blancos con estudios universitarios y a Trump «le está yendo mejor con votantes no blancos porque está centrándose en un mensaje sobre la economía para ellos», aunque, insistió, todo esto dependerá «de los detalles». 
 
El «voto hispano» no es tan decisivo como algunos creen
 
A contrapelo de la creencia popular, el voto entre los «hispanos» –como se denomina en los Estados Unidos a las personas nacidas en América Latina residentes en ese país y a sus descendientes–, puede no resultar tan decisivo, pues incluso el actual mandatario, cuyo discurso abiertamente racista y xenófobo en contra de los «latinos» ha sido blanco de muchas críticas, dispone de una base de votantes en esa comunidad que ronda el 33%. 
 
Además, destaca Trende, lo decisivo en este caso es que el voto no está uniformemente distribuido en todo el territorio estadounidense, sino que se concentra en lugares como California (de tendencia demócrata) o Texas (republicano), aunque en este último caso los demócratas han conquistado terreno, producto de la concentración de votantes en grandes urbes, como Dallas, Houston o San Antonio, donde se ubica cerca del 70% de todos los electores del estado. 
 
Sin embargo, esta tendencia no es inmediata –Sean Trende estima que «probablemente faltan uno o dos ciclos electorales para eso–, aunque circunstancialmente el estado sureño podría apostar por Biden. 
 
Los factores que determinarán el resultado: educación, edad y diferencia entre zonas urbanas y rurales
 
El analista jefe de RCP estima que la educación y «la diferencia entre las zonas rurales y urbanas», variables poco importantes hasta hace poco tiempo para definir un resultado electoral, han mostrado ser clave para explicar la brecha entre los candidatos, y la edad, que sí solía ser tomada en cuenta, hoy exhibe un comportamiento sustancialmente distinto al apreciado desde hace dos décadas, que consistentemente otorgaron la victoria a los republicanos entre los jubilados. 
 
«Las encuestas muestran que Biden los está ganando por 20 puntos», apunta, pero, en lugar de pensar que se trata de un dato sólido, Trende intuye en él una fuente de error sistemático, una hipótesis que solamente podrá comprobarse o desmentirse la noche de las elecciones. 
 
Adicionalmente, la situación de agobio y estrés causada por la pandemia podría ser otro foco de errores que ninguna previsión técnica podría evitar. Más precisamente, al analista le preocupa «que la gente no responda de la misma manera que en el pasado». 
 
Florida, donde se decide el juego
 
En la entidad sureña, afirma Trende, podrán leerse «los posos del café»: allí se decidirá quién regirá los destinos de Estados Unidos durante los próximos cuatro años. 
 
No en balde ambos candidatos enfilaron sus esfuerzos durante el tramo final de la campaña para hacerse de la mayoría de los votos en la entidad, que si bien tradicionalmente ha apoyado al Partido Republicano, la brecha con los demócratas no siempre ha sido holgada, como ocurre en el caso de esta carrera presidencial protagonizada por Donald Trump y Joseph Biden.
 
Para Trump es más acuciante que para Biden ganar la entidad –sin ella, no se reelige–, pero, además, debe hacerlo con cierta holgura. 
 
Con base en lo anterior, Sean Trende proyecta tres posibles escenarios:  de perder Trump, «es muy improbable que sea presidente» y » Si gana por más de tres puntos, es muy probable que sea presidente», pero «i el resultado está en un margen entre uno y tres puntos a favor de Trump, eso significará que van a ser unas elecciones muy ajustadas y que el recuento se puede alargar durante un mes o así».
 
Los colegios electorales de Florida, dice, «cierran pronto», dependiendo del caso –aunque no lo dice, pareciera que el primero y el tercero de los escenarios compartidos son más probables que el segundo–, pero a ello hay que añadir qué sucederá en otros estados, particularmente Alaska, que puede mostrar «algo distinto» de lo visto en 2016, cuando Trump ganó sin problemas. 
 
En todo caso, a su parecer, el resultado de las elecciones se conocerá el mismo martes 03 de noviembre, «si Donald Trump pierde Florida claramente», pero si no ocurre de ese modo, la incertidumbre podría prolongarse «mucho tiempo».   
 
La pandemia no ayudó a Trump
 
El hecho que una elección presidencial tenga lugar en un contexto pandémico, es algo «inédito» que, a juicio del experto, «está cambiando la manera en la que vota la gente, que quiere evitar los colegios electorales el día de las elecciones» y de hecho, muchos se aprestaron a votar temprano o a enviar su voto por correo, dos mecanismos de expresión del sufragio admitidos en los Estados Unidos. 
 
Desde su punto de vista, la pandemia también alteró los criterios con los que muchos votantes deciden apoyar a un candidato. Por eso, aunque los sondeos indican que la mayoría considera que Trump puede atender mejor los problemas económicos, la gente podría estar «votando con la preocupación de covid-19, más que pensando en la economía», concluyó. 
 
(LaIguana.TV)