En EEUU, el demócrata Joe Biden ha sido declarado como el ganador a la Presidencia tras conseguir más de los 270 votos electorales necesarios para el triunfo, según las principales proyecciones de medios.

Sin embargo, esa virtual victoria está siendo apelada por el actual mandatario y candidato a la reelección, Donald Trump, quien ha denunciado un presunto fraude en las elecciones.

Pero mientras se resuelven los litigios legales que la campaña de Trump ha comenzado a presentar en algunos estados, ya es casi seguro que Biden será quien tome su lugar en la Casa Blanca el 20 de enero de 2021.

Por eso, la incógnita es qué impacto tendrá su mandato sobre América Latina. Para el historiador y analista político Juan Paz y Miño, la respuesta está en la doctrina Monroe.

«El ‘americanismo’ norteamericano, que nació en 1823 con la declaración del presidente James Monroe, es una guía de la política de EEUU con respecto a América Latina», opina el especialista, quien considera que «a estas alturas de la historia, también depende de cuál sea la actitud de los gobiernos latinoamericanos para entenderla, aceptarla o enfrentarla».

En ese sentido, apunta: «Ni Trump, ni Biden cambiarán la visión que su país tiene con respecto a nuestra región. Y es en ese marco en el que cabe comprender que la victoria de uno o de otro candidato tiene mayores o menores ventajas políticas». 

México y la migración centroamericana

Durante su mandato, Trump logró la revisión del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) y la firma de un nuevo pacto entre México, EEUU y Canadá (T-MEC), «para obtener mejores ventajas», dice Paz y Miño.

Adicionalmente, el analista destaca el éxito de la Administración Trump en México, al lograr un mayor control de sus fronteras para limitar el flujo de migrantes centroamericanos a los EEUU.

También estuvo el sensible tema del muro en la zona fronteriza con México, una construcción que ya había comenzado con los anteriores gobiernos de George H. W. Bush, Bill Clinton y George W. Bush. En un mitin en agosto, Trump dijo que durante su mandato se construyeron 480 kilómetros de esa valla, que ya contaba con una extensión de 1.050 kilómetros, de los 3.142 que tiene la frontera.

«Evidentemente no lo ha logrado», dice el analista. Sin embargo, considera que, de haber ganado, persistiría en la idea de concluir esa construcción «y posiblemente con más fuerza».

En esta relación con México, Paz y Miño vaticina que Biden «procurará un trato directo con el gobierno mexicano, para evitar este tipo de confrontación puntual sobre el tema migratorio».

Justamente el tema migratorio, que es la razón del muro, fue un punto caliente durante el mandato de Trump, principalmente porque desde Centroamérica se intensificó la marcha de cientos de ciudadanos hacia EEUU.

Miles de hondureños, salvadoreños y guatemaltecos realizaron varias caravanas con el objetivo de llegar a territorio estadounidense, tras atravesar México.

«También a Biden le preocupa la migración descontrolada e ilegal, como la identifican en los EEUU; pero no ha sido tan agresivo como para frenarla alentando la construcción del muro fronterizo con México, que planteó Trump», dice Paz y Miño.

No obstante, estima «previsible» que Biden mantenga una política de control migratorio que le convenga a su país. «Cuán dura sea o cuán ‘pragmática’ resulte para Centroamérica dependerá también de la posición que adopten los gobernantes de la región y particularmente México, que con Andrés Manuel López Obrador ha llevado acciones de control interno, pero que han merecido críticas en su propio país».

Venezuela

Para el analista, «en lo esencial, la política exterior de los EEUU frente a Venezuela no cambiará». Durante el gobierno de Trump se aplicaron severas sanciones, como las de agosto de 2017, que prohibieron las negociaciones sobre nuevas emisiones de deuda y de bonos por parte del Gobierno y de la estatal Petróleos de Venezuela S.A. (PDVSA), así como los de la deuda pública externa; y las de enero de 2019, luego que Washington reconociera a Juan Guaidó como el «presidente encargado» del país sudamericano, sancionando directamente a la petrolera estatal.

Paz y Miño señala que Biden, al igual que Trump, ha identificado al gobierno del presidente Nicolás Maduro como una «dictadura» y apela al tema de las «elecciones libres», anhelando la salida del chavismo, al que consideran «antidemocrático».

En esa línea, afirma que «es seguro que apoyarán a la oposición, sin descartar los mecanismos paralelos de acciones intervencionistas, recrudeciendo el bloqueo», enfatizó.

Sin embargo, recuerda que Guaidó «es obra de Trump», por lo que, según el analista, «no es seguro que Biden lo apoye, incluso porque este personaje ha perdido, en el contexto internacional y latinoamericano, su propia imagen política. A estas alturas resulta un estorbo y cada vez tiene menos presencia».

Relación con Cuba

Durante el gobierno demócrata de Barack Obama «se avanzó mucho en la búsqueda de mejores relaciones con Cuba», dice Paz y Miño, señalando que fue una «excepción histórica» en la política exterior de EEUU hacía La Habana que, desde 1960, ha sido la de «mantener el bloqueo y atacar al gobierno comunista de la isla».

Sin embargo, el avance de Obama «ha sido liquidado por Trump, que retomó la senda del bloqueo agresivo e inhumano», resalta el analista.

En efecto, durante el mandato de Trump se recrudeció el bloqueo y se aumentaron las sanciones a la isla, en especial entre 2019 y 2020. Su administración incrementó las restricciones a los viajes de estadounidenses a Cuba —incluyendo los culturales y educativos—, impuso nuevas multas contras bancos extranjeros que operan activos financieros relacionados con La Habana, amplió la lista de organismos y organizaciones cubanas con las cuales tienen prohibidas instituciones estadounidenses establecer contacto, restringió el envío de remeses, entre otras acciones.

Por ciertas declaraciones de Biden, Paz y Miño considera que «parecería que se abandonaría esa política agresiva por una más aliviada», aunque duda que «se retorne a los niveles que había logrado Obama».

Los nexos con Brasil

Durante este proceso electoral en EEUU, el presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, señaló públicamente que su preferencia era «clara» y apoyaba la reelección de Trump, con quien, dijo, tenía «una buena relación política».

Paz y Miño considera que al mandatario brasileño le vendría «mucho mejor el triunfo de Trump», puesto que coinciden «los rasgos supremacistas, autoritarios y hasta evangélicos».

Bolsonaro incluso criticó a Biden, quien hizo algunos señalamientos contra las agresivas políticas del mandatario brasilero con el medioambiente, en especial en la Amazonía.

Sin embargo, el especialista prevé que con la victoria de Biden, «el gobierno brasileño será pragmático y se ajustará plenamente a las estrategias económicas, políticas y de seguridad que se desarrollen en los EEUU para el trato con América Latina«.

La élite empresarial de Ecuador

Durante el gobierno de Lenín Moreno se retomaron los fuertes nexos de Ecuador con EEUU. El país sudamericano recibió la visita de varios funcionarios estadounidenses, como el secretario de Estado, Mike Pompeo; el subsecretario de Estado para Asuntos Políticos, Thomas Shannon; el viceministro para Asuntos Políticos, David Hale; y el vicepresidente Mike Pence.

En febrero de este año, Moreno fue recibido en la Casa Blanca por el presidente Trump, quien le manifestó su interés de firmar un acuerdo comercial con Ecuador.

Al gobierno de Lenín Moreno «le da lo mismo el triunfo de Trump o de Biden», dice Paz y Miño. Y destaca que detrás de las decisiones de Gobierno de Quito, «está la elite empresarial más conservadora, retardataria y pro-norteamericana que tiene el Ecuador».

En ese sentido, Paz y Miño apunta que el objetivo de Moreno será el de «mantener buenos negocios con el mercado norteamericano», ya que eso le garantiza que habrá apoyo de Washington para que no ocurra «cualquier giro político» en Ecuador que «amenace con alterar esa hegemonía».

El analista considera que lo más importante es quién ganará las elecciones presidenciales de Ecuador, previstas para el 7 de febrero de 2021. «Solo hay dos alternativas: la continuidad del modelo empresarial-neoliberal, reconstruido desde 2017, o la liquidación de ese modelo, que conduce, necesariamente, a otro tipo de actitud frente a los EE.UU., pues rescata principios como el nacionalismo, la soberanía y el papel del Estado sobre los intereses privados», explica el especialista.

Para el analista, lo que viene en adelante es que Washington «pondrá la mira sobre los gobiernos del segundo ciclo progresista».

(RT)