En el acostumbrado viernes filosófico de Desde Donde Sea, Miguel Ángel Pérez Pirela conversó con Juan Denis, profesor de Filosofía argentino cuyo canal en YouTube, Filosofía en Minutos, cuenta con una nutrida audiencia. 
 
Denis, explicó el experto, se ha convertido en un fenómeno filosófico del ecosistema 2.0, toda vez que «ha encontrado las palabras y la metodología para aproximar la Filosofía a la gente común». 
 
El tránsito de la Filosofía desde la singularidad hacia la popularidad
 
En durante su intercambio, los pensadores intentaron dar cuenta de por qué la Filosofía, tradicionalmente impopular en América Latina, se ha puesto de moda entre personas de la más variada condición y formación. 
 
La experiencia vital de Juan Denis y Miguel Ángel Pérez Pirela refrenda la idea anterior, pues cuando comunicaron a sus familias su elección profesional, recibieron respuestas que oscilaron entre la incredulidad y la resignación, al creer que habían optado por una carrera que no les proveería de los medios apropiados para sustentarse. 
 
En uno y otro caso, el tiempo demostró que sus reservas no estaban fundamentadas. 
 
Para el filósofo argentino, el advenimiento de la globalización y la aparición de las redes sociales, derribaron buena parte de los prejuicios que pesaban sobre la Filosofía. Incluso refirió que el saber filosófico permeó en las clases medias y se asoció a cierto esnobismo característico de estos grupos sociales. Así, se hizo corriente que muchas personas sin apremios económicos, apuntaran a los libros de Filosofía para proyectar una imagen «más interesante». 
 
Empero, en su opinión, esta «apropiación» del discurso de la disciplina por esta clase de personas, no es algo negativo en sí mismo, porque, opina, la Filosofía ha de ser para todo el mundo, porque todas las personas nos hacemos las preguntas sobre las cuales esta ha reparado una y otra vez a lo largo de su existencia.
 
Asimismo, a este creciente proceso de democratización del saber filosófico en lengua castellana, han contribuido divulgadores de gran éxito en YouTube, como el estadounidense Darin McNabb o el argentino Darío Sztajnszrajber, que además de difundir contenido filosófico en internet, conduce el programa televisivo «Mentira la verdad» en el Canal Encuentro, perteneciente a la red abierta de su país. 
 
Para el profesor argentino es esencial comprender que si bien la existencia de estos contenidos en una plataforma como YouTube ha favorecido la democratización de los contenidos, ello ha ido a la par de «situaciones sociológicas y tecnológicas inesperadas» que han permitido que aparezca un espíritu de reflexión, impulsado por la televisión abierta y las redes sociales. 
 
De allí que no resulte demasiado sorprendente que al preguntarse sobre sí mismas, las personas hayan encontrado en las redes sociales y plataformas como YouTube, un espacio para informarse y disertar sobre las preguntas del ser. 
 
Esta labor de democratización-divulgación de la Filosofía tiene, sin embargo, sus críticos y detractores, muy especialmente porque desde posiciones elitistas, se ha dotado al vocablo «vulgo» de una carga semántica negativa, como que si el popularizar ideas que no son conocidas por la mayoría de las personas, supusiera una labor inapropiada. 
 
Juan Denis considera que «divulgar implica poner al alcance de la gente corriente, las herramientas que aportan los libros de Filosofía para responder a las cuatro-cinco preguntas fundamentales» de las que se ha encargado la Filosofía a lo largo de su historia.
 
En este punto, Pérez Pirela puntualizó que esta moda actual no debe llevar a nadie a pensar que en América Latina es «natural» hablar de temas filosóficos, pues igual que en otras realidades culturales, las conversaciones fútiles están a la orden del día. 
 
Denis estuvo de acuerdo con su apreciación, añadiendo, por una parte, que las sociedades tienden a conversar sobre aquellos temas que requieren menos esfuerzo intelectual y por otra, que las herramientas con las que contamos los seres humanos son variables y en ese sentido, se expresan de distintas maneras, sin que tenga que asumirse que una habilidad es superior a otra.
 
A su parecer, el problema no radica en que se hable de esto o aquello, sino en el autoritarismo que pretende limitar aquello sobre lo que se habla. 
 
Por esa razón, defiende que en medio de esa diversidad, la Filosofía ha de tener tener su espacio y justamente allí es que tiene lugar esa llamada «moda de la Filosofía», pues hay un público interesado en estos asuntos, pues perciben que esos contenidos les están diciendo algo sobre sus propias existencias.
 
El director de LaIguana.TV estima que este fenómeno obedece, entre otros factores, a que pensadores como Nietzsche, Kant o Sartre son capaces de ejercer un poder de seducción comparable e inclusive mayor, en ciertas audiencias, del que ejercen los íconos de la industria cultural. 
 
Juan Denis agregó que con la moda de la Filosofía lo mismo que ocurre con las bandas de música, que tras una ola de inmensa popularidad, luego solamente las siguen «sus fanáticos de toda la vida», pues cuando termina el apogeo, solamente el «público residual» queda atado a ella. Este «público residual», precisó, está compuesto por aquellas personas a las que siempre les interesó la música que hacían, por encima de las modas. 
 
En su criterio, también hay que pensar en lo que pone de moda a una disciplina o a un grupo. Los últimos, se ponen de moda por la canción más simple que tienen. En el caso de la Filosofía, opinó, acaso pasa lo mismo: se popularizan frases, series de televisión o comentarios interesantes, pero cuando se ahonda en los conceptos de la disciplina, quedan los mismos de siempre.
 
El efecto de la pandemia sobre la «moda» de la Filosofía
 
Pérez Pirela es de los que considera que la pandemia constituye un punto de inflexión hacia la popularización de la Filosofía en el espacio 2.0 y Juan Denis, por su parte, explica que este evento sobrevenido nos obliga a detenernos y pensar en lo que no queríamos pensar, que es la proximidad de la muerte, puesto que la mayoría de la gente,  no se topa seguido en su vida cotidiana con la muerte, con el sufrimiento y con la decrepitud, que son las semillas de la Filosofía.
 
La pandemia rasgó ese velo de protección, puso frente a los ojos de la humanidad el rostro de la muerte y la obligó a levantar un muro de protección frente a la alteridad, incluso aquella más cercana, puesto que la proximidad puede funcionar como una puerta que conduce al camino del sufrimiento y de la muerte. 
 
A modo de ilustración, Denis comparó el escenario pandémico con el que describe el narrador portugués José Saramago en su novela Ensayo sobre la ceguera, donde el contacto de los ciegos con el exterior está completamente limitado, incluso para atender necesidades básicas, como el adquirir alimentos. 
 
De este modo, concluyó, al presentarnos la muerte sin posibilidad alguna de evadirla, la pandemia generó unas condiciones potenciales para el ejercicio de la filosofía. 
 
En acuerdo con esta reflexión, el filósofo venezolano destacó que un virus microscópico fue capaz de detener la marcha del mundo globalizado y obligó al confinamiento de varios miles de millones de personas. Justamente, opinó, fue en medio de esas condiciones de aislamiento que los seres humanos comenzaron a preguntarse sobre sí mismos, repitiendo las preguntas que Occidente se ha formulado desde hace más de 2.500 años. 
 
A este respecto, su par argentino precisó que esas preguntas continúan atormentando a las personas porque, a diferencia de lo que ha ocurrido con otros dilemas, en los cuales la ciencia y la técnica han ofrecido una solución, en este caso, la humanidad no ha logrado responderlas con certezas siquiera temporales, sino que ha proveído nuevas preguntas. 
 
El mundo cambió, incluso antes de la pandemia, solo que no nos habíamos dado cuenta
 
Frente a la pregunta sobre el repentino ascenso de estatus de la Filosofía que formulara Miguel Ángel Pérez Pirela, Juan Denis considera que durante la última década han cambiado significativamente tanto la historia de la humanidad como la de cada individuo concreto, gracias a las posibilidades de democratización del saber que ofrece Internet.
 
Sin embargo, no fuimos conscientes de este cambio, ni de su magnitud, tanto en términos individuales como colectivos, hasta que la pandemia nos mostró sin ediciones en qué mundo vivimos. 
 
Hasta hace pocos años, relató, para acceder a una plataforma mediática había que trasladarse forzosamente a las ciudades principales –y en el caso de América Latina, a las capitales de los países– y después emprender un arduo proceso, tras el cual, en el mejor de los casos, se accedería a las masas por medio de la radio y la televisión.
 
En contraste, en la actualidad, cualquier persona con acceso a Internet puede divulgar sus saberes en plataformas como YouTube, sin tener que abandonar su lugar de residencia, porque bajo esta nueva lógica, el origen o estatus del mensajero pierden importancia y ese lugar es llenado por el interés que tienen audiencias específicas sobre el mensaje difundido. 
 
De otro lado, Denis opina que las redes electrónicas han sido capaces de potenciar los intercambios entre personas que tienen intereses comunes y que inclusive comparten experticias profesionales, algo que no ocurre en la mayoría de las familias, donde cada miembro se especializa en un cierto tipo de saber y concede escaso interés a las inquietudes del resto. 
 
Las oportunidades de la Filosofía latinoamericana
 
Para cerrar la conversación, los filósofos disertaron en torno a las oportunidades que este tiempo de «moda» filosófica abre para la Filosofía Latinoamericana.
 
Para Miguel Ángel Pérez Pirela, una categoría que no ha de dejarse de lado al elaborar pensamiento filosófico desde América Latina es el sentipensamiento, definido por el escritor uruguayo Eduardo Galeano como una conjunción entre la racionalidad y los sentimientos.
 
Juan Denis, por su parte, considera que la Filosofía Latinoamericana tiene una gran oportunidad en este momento, en el que vale la pena volver a pensarnos desde nosotros mismos y no sobre lo que como latinoamericanos creemos que podemos llegar a ser. 
 
Ambos reconocieron la herencia –acaso insoslayable– del pensamiento europeo en la Filosofía que se produce en América Latina, pero advirtieron sobre la necesidad de situarla dentro de las realidades del continente. 
 
Desde el punto de vista del argentino, uno de los temas sobre los cuales podría ponerse el acento es la concepción del tiempo que tienen los pueblos latinoamericanos, en su opinión, distinta de la que se tiene en los Estados Unidos o en Europa que a menudo funcionan como una vara de comparación. 
 
Estima, asimismo, que América Latina tiene la oportunidad de pensarse a sí misma desde lo existencial, para luego arribar a lo político o lo sociológico. Por ello, siguiendo a Aristóteles, insistió en que primero estamos obligados a conocer nuestra «esencia», para luego saber qué hacer. 
 
El desafío más inmediato al que se enfrenta la Filosofía Latinoamericana, es la divulgación de sus ideas, puesto que si bien hay algunos autores famosos y con copiosa obra como Enrique Dussel, muchos otros son conocidos solamente en los círculos académicos. 
 
Acaso una iniciativa como esta pudiera beneficiarse del impulso que ha tenido la Filosofía en esta primera etapa de divulgación y masificación dentro de América Latina y en ese sentido, Denis sostiene que en las distintas charlas, conferencias, clases, presentaciones y reflexiones sobre los temas, el pensamiento latinoamericano acaba por colarse. 
 
Tras esto, vendría una segunda etapa, en la que una generación posterior acaso será capaz de sintetizar y sistematizar un pensamiento propio, deslastrado de influencias exteriores. 
 
Pérez Pirela acotó que en este proceso de largo aliento, imperaba escapar de extremismos, tanto del europocentrismo que estima que otras regiones son incapaces de producir pensamiento propio, como de un cierto latinoamericanismo que pretende desconocer toda influencia europea en la constitución de nuestros esquemas de pensamiento.  
 
Juan Denis añadió que todo comienzo es indisciplinado, poco riguroso. Quizá, reflexionó, este primer tiempo debe necesariamente orientarse hacia la democratización y divulgación del saber filosófico, más allá de las críticas infundadas que formulan sus detractores, pues al ser la labor de la Filosofía el hacer sencillo lo complejo y complejizar lo simple, el divulgador debe problematizar lo que se considera dado y, a la vez, poner en palabras simples aquello que es considerado complejo.
 
Para finalizar, Miguel Ángel Pérez Pirela y Juan Denis acordaron esforzase por divulgar la filosofía del continente a través de sus canales de internet, puesto que se trata de una de las grandes deudas que tiene la divulgación filosófica en este lado del planeta. 
 

(LaIguana.TV)