Tras el inesperado deceso del futbolista argentino Diego Armando Maradona, Miguel Ángel Pérez Pirela abordó la polémica relación del astro con la cocaína, en medio de su indiscutiblemente brillante carrera deportiva.

Maradona, que falleció a los 60 años de un paro cardíaco mientras se recuperaba de una intervención quirúrgica en la que le extrajeron un coágulo cerebral, era oriundo de una barriada pobre en Lanús y desde su adolescencia brilló en el balompié, primero en su natal Argentina, con los equipos argentinos Juniors y Boca Juniors, y después en las ligas europeas.

En Europa, estuvo en las filas del Barcelona entre 1982 y 1984, para marcharse luego al Nápoles, considerado entonces un equipo de segunda, tiempo en el que tanto el equipo como él vivirían sus mayores glorias, al conseguir que el club se titulara campeón de la UEFA, la Serie A y la Copa de Italia, relató Pérez Pirela.

Asentado en la ciudad italiana entre 1984 y 1991, Diego Armando Maradona se convirtió en un ídolo del público, ocasionando incluso atascos cuando se desplazaba desde su residencia hacia el estadio San Paolo, comentó.

Al abandonar el Nápoles se trasladó al Sevilla en 1992 y de allí regresó a su natal Argentina, en la que concluyó su carrera con el New Old Boys en 1993, con sus capacidades visiblemente mermadas a consecuencia de su adicción a la cocaína y al alcohol y de las lesiones sufridas durante su ya entonces dilatada trayectoria.

Incapaz de desligarse del fútbol, «Maradona también pudo cosechar experiencias como entrenador, dirigiendo a la selección Argentina en 2010, tuvo periplos en los Emiratos Árabes Unidos, en México y, desde 2019 hasta la actualidad, en Gimnasia y Esgrima La Plata, de la Superliga argentina», refirió el analista venezolano.

Empero, agregó, por causa de sus adicciones, especialmente a la cocaína, sus éxitos siempre han sido puestos bajo sospecha, pero esta sustancia, lejos de ayudarle a mejorar su desempeño en la cancha, las disminuía.

Especialistas consultados por él en ocasión del programa, le relataron que semana a semana, al concluir el partido del domingo –una institución en Italia y en otros países europeos–, el astro se embarcaba en un espiral de fiestas, alcohol y drogas hasta el miércoles y de jueves a domingo, no consumía alcohol ni cocaína, por lo que al momento del juego, lejos de encontrarse a plenitud de condiciones, padecía los efectos del síndrome de abstinencia, algo que, sin dudas, afectaba negativamente su actuación deportiva.

«El consumía cocaína como puede consumirse el alcohol o el chocolate, no para tener una mejor ‘performance’. Era una debilidad, un vicio como el que puede tener cualquiera, que pagaba el domingo, que estaba temblando y estaba en mal estado físico. Aún así, llevó al Nápoles a campeón de Italia, campeón de la Copa de Italia y campeón de la UEFA, a lo que era un equipucho, en ese momento», precisó.

En su parecer, Diego Armando Maradona fue «una víctima de sus placeres» y pese a que la cocaína y el alcohol no lo hacían jugar mejor, sino todo lo contrario, es uno de los mejores jugadores de fútbol en toda la historia y así lo demuestran los hechos.

Entre los hitos que, en su criterio, dan cuenta de la genialidad de Maradona como futbolista, destaca la victoria de la selección argentina –de la que fue, a no dudarlo, figura indiscutible y líder– frente a la de Inglaterra en un partido de cuartos de final, durante la Copa Mundial de 1986.

Entonces, el astro anotó dos de los goles más recordados, el llamado «gol del siglo», en el que dejó atrás a cinco jugadores ingleses «como que si estuviera jugando con unas estatuas y el otro gol, que hizo con la mano, bautizado como ‘la mano de Dios'», en un encuentro que tenía una fuerte connotación política, toda vez que Inglaterra había vencido a Argentina en la guerra de Las Malvinas.  

«Muchos dirán: ‘¡eso fue trampa!, es que fue con la mano’. Ese es el mejor gol de la historia, porque el deporte también es eso. El problema es que, en esa ocasión, lo hizo un pibe chiquitico y argentino, de Villa Fiorito y no lo hicieron los grandes ricachones del mundo comprando mundiales», reflexionó Pérez Pirela.

Esa victoria futbolística, en su opinión, le permitió a los argentinos subirse en los hombros de su astro y derrotar simbólicamente a los ingleses, victoriosos, militarmente hablando, en el ámbito del conflicto por las Malvinas, concluyó.

(LaIguana.TV)