Una semana después de realizadas las elecciones legislativas, los análisis sobre sus resultados aún ocupan buena parte de la atención pública. En el caso de las fuerzas revolucionarias, los números muestran, más allá de que representan un ejercicio de abstracción, algunas situaciones curiosas que deberán ser tomadas en cuenta por la dirigencia política.

La maquinaria roja funciona, a pesar de todo

Lo que los números indican es que la maquinaria del PSUV sigue funcionando a pesar de todo.

De acuerdo con los resultados publicados el viernes 11 pasado, este partido sumó, en la totalización para la adjudicación de los diputados por lista nacional, 3.906.246 votos. Esto significa que perdió 25% de su votación si se le compara con los resultados obtenidos en las legislativas de 2015. Incluso, si los contrastamos con el resultado obtenido en las presidenciales de 2018, la pérdida es similar, aunque, como se sabe, ambos procesos no pueden ser equiparados porque las motivaciones de participación son distintas en las elecciones para elegir presidente que en las legislativas.

¿Perder 1,3 millones de votos es mucho o poco? Obviamente este es un número significativo si se toma en cuenta que ya en 2015 el Gran Polo Patriótico, alianza en la que es el principal partido, tuvo una importante derrota, que su dirigencia atribuyó a la abstención de sus propios simpatizantes, aunque la participación en esos comicios fue una de las más altas para procesos de este tipo, pues alcanzó 74%.

En las elecciones de este seis de diciembre, a las que solo acudió el 31% de los electores, al PSUV pareciera haberle ocurrido una situación parecida con la ausencia de sus simpatizantes.

No obstante, darle un orden de magnitud a esta pérdida requiere recordar el contexto histórico político en el que se desenvolvió el país en estos últimos cinco años. Los venezolanos están viviendo la destrucción de sus ingresos en medio de la dolarización de los precios, la hiperinflación y el bloqueo económico; también la precariedad de los servicios públicos y del empleo, que ha llevado a muchos a la economía informal. Todo ello como consecuencia de una política del gobierno de Estados Unidos y sus operadores locales, concentrados en el derrocamiento del Presidente Maduro, así como de políticas gubernamentales ineficaces o inexistentes que no logran estabilizar la cotidianidad económica de los ciudadanos.

En el plano político, la derecha internacional y nacional lo ha intentado casi todo: la insurrección callejera con las guarimbas; invasiones mercenarias, intentos de golpes y magnicidios, todos fallidos; la creación de una falsa institucionalidad de Estado y una campaña intensa y sistemática contra el gobierno nacional y sus principales dirigentes. Por el lado de las fuerzas revolucionarias, la elección de una Asamblea Nacional Constituyente que trajo consigo la pacificación del país pero que sólo logró sustituir al Poder Legislativo en sus funciones esenciales, abandonadas por la oposición extremista que tomó el control de la Asamblea Nacional en el 2015; así como una débil e inconstante lucha contra la corrupción y la burocracia gubernamental que cada vez profundiza más la falta de respuestas a los ciudadanos.

Es decir, una situación compleja, llena de incertidumbres, cuyo costo político es compartido por el gobierno y su partido y por la oposición extremista.

A ello hay que sumar otros factores, como las dificultades por la cuarentena, obstáculos logísticos de última hora, la desmotivación de su militancia, las presiones indebidas, las tensiones entre aliados revolucionarios.

Pese a todo ello, el PSUV logró movilizar casi cuatro millones de votos, lo que muestra una maquinaria eficiente que funcionó, incluso, para el resto de los pequeños partidos que forman parte del Gran Polo Patriótico.

Tal apreciación no puede desvincularse, sin embargo, de los problemas que debe enfrentar el PSUV para mantenerse como la primera mayoría del país. Uno de ellos es la disminución sostenida de la participación electoral en los últimos años que también afecta la votación de este partido. De hecho, en el 2015, 29% de los inscritos en el Registro Electoral votó por esa organización; para el 2018 perdió tres puntos porcentuales y para estas elecciones legislativas, 21% de los electores optó por su tarjeta. Es decir, su participación se redujo en ocho puntos porcentuales en cinco años.

Otro problema a encarar está relacionado con la eventual percepción negativa que sobre el tamaño real del partido se maneja entre la militancia y las fuerzas políticas aliadas, pues cada vez es más notable la diferencia entre el número de militantes que declara su dirigencia y la votación que alcanza en los procesos electorales.

Para julio de este año, la nómina declarada del PSUV era de 7,7 millones de militantes, de acuerdo con información atribuida a Diosdado Cabello en una nota publicada en el sitio oficial del Ministerio para el Proceso Social del Trabajo. Esto indicaría que la mitad de la militancia no habría votado por su partido o que la cifra no es sincera. Cualquiera de estas dos situaciones estaría colocando en una situación de desconcierto sobre el piso político real a quienes, desde las bases, están trabajando con lealtad hacia el partido que fundó el comandante Chávez.

Partidos pequeños que crecen

En Agosto pasado, y a poco de iniciarse el período de postulaciones, la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) resolvió algunos recursos en torno a disputas internas en varios partidos. Entre ellos se encontraban Patria Para Todos (PPT) y Tupamaros, en los que se acordó la instalación de directivas distintas a las que venían ejerciendo funciones. Al quedarse sin el control de las tarjetas electorales, los sectores que quedaron fuera de las directivas se aliaron electoralmente entonces con el PCV para conformar la Alianza Popular Revolucionaria (APR).

En el caso de Tupamaros, su situación fue más compleja porque la disputa interna se sucedió luego de que su secretario general, José Pinto, fuera detenido tras ser acusado de haber incurrido presuntamente en delitos penales.

Curiosamente, y pese a que se preveía que estas divisiones internas afectarían la votación de estas dos pequeñas organizaciones, lo que en realidad ocurrió es que PPT y Tupamaros, integrantes del Gran Polo Patriótico, aumentaron el número de votos en estas elecciones legislativas.

De acuerdo con la totalización del CNE revisada el viernes, los pepetistas lograron sumar 87.968 votos, con lo que aumentaron en 57% su votación de 2015, cuando otra disputa interna dividió al partido, lo que se tradujo en una caída de 82% con respecto a lo que habían totalizado en el 2010.

El partido Tupamaros totalizó 99.632 votos, un crecimiento de 21% en relación con las legislativas de 2015. Esta no es, sin embargo, su mejor votación, pues en el 2010, esta organización política logró sumar 148.479 votos.

Es probable que el crecimiento electoral de ambas organizaciones se deba fundamentalmente a una transferencia de votos desde el PSUV. Una especie de voto castigo contra ese partido de parte de electores que habrían elegido a PPT y Tupamaros para mantenerse dentro de la alianza Gran Polo Patriótico. De haber sido así, esto apenas representó 49.313 votos que se habrían cambiado de tarjeta.

PCV: Ganar, perdiendo

A juzgar por lo que han dicho sus dirigentes, el Partido Comunista de Venezuela (PCV) había apostado a ganar unas cuantas curules en estas elecciones. Y perdió.

Pero el PCV es uno de esos partidos que perdiendo, ganó en estas legislativas, pues mantuvo su votación histórica de más de 100.000 votos que, además, representa cerca de 3% de quienes participaron el seis de diciembre, con lo que quedó excluida de las organizaciones que, eventualmente, tendrían que renovar sus nóminas para participar en la próxima elección.

Este partido logró sumar 170.227 votos, un crecimiento de 49% en relación con las legislativas de 2015, pero casi la misma votación que obtuvo en las presidenciales de 2018. En estos dos últimos eventos, los comunistas fueron parte de la alianza Gran Polo Patriótico, contrariamente a lo sucedido este seis de diciembre.

De haberse quedado en la alianza, el PCV hubiera contribuido a reducir, en por lo menos tres puntos porcentuales, la pérdida de votación que sufrió el Gran Polo Patriótico en estos comicios, estimada en 23%.

No hay que restarle significación a la votación del PCV pues logró sobrevivir electoralmente a la desmedida campaña en su contra por parte de factores del Gran Polo Patriótico, quienes los acusaron de traidores a la causa revolucionaria. La batalla en contra de los comunistas  incluyó detenciones contra algunos de sus candidatos, las cuales fueron denunciadas como acciones arbitrarias.

Aunque con su tarjeta postularon candidatos de otros grupos políticos integrantes de la APR, no está claro que la alianza haya aportado una cantidad significativa de votos. En tal caso, para el PCV la ganancia es política si logra capitalizar este respaldo.

(Taynem Hernández / La.IguanaTV)