El doctor en Filosofía y analista político Miguel Ángel Pérez Pirela analizó este lunes en su programa Desde Donde Sea el ya aparentemente irrefutable triunfo de Joseph «Joe» Biden, quien fuera candidato a la presidencia de los Estados Unidos por el Partido Demócrata y sucederá al republicano Donald Trump en la Casa Blanca a partir del venidero 20 de enero. 

El experto resaltó que aunque las elecciones tuvieron lugar el pasado 3 de noviembre, apenas hoy se anunció el ganador oficial de los comicios, pues debía reunirse el Colegio Electoral para votar oficialmente por quien conducirá las riendas de la nación estadounidense durante los próximos cuatro años, un acto que, según el cronograma electoral, debía realizarse el 14 de diciembre. 

Una victoria antecedida de reveses judiciales

De acuerdo con los resultados divulgados, primero por los medios de comunicación y seguida y paulatinamente por las autoridades de los 50 estados, el demócrata logró acumular 306 delegados, mientras que Trump, que aspiraba reelegirse, apenas consiguió el favor de 232.

Pérez Pirela explicó que, de acuerdo con el sistema electoral de los Estados Unidos, un candidato llegará a la Casa Blanca solamente si logra acumular el favor de 270 o más delegados electorales. 

Así las cosas, precisó que en la votación de hoy el Colegio Electoral concedió a Biden la victoria, un resultado que será enviado a la presidencia del Senado –que está en manos del vicepresidente de Trump, Mike Pence–, a quien le corresponderá refrendarlo el venidero 6 de enero. Añadió, asimismo, que el recién electo presidente tomará posesión el 20 de enero de 2021.  

Empero, este triunfo de Joe Biden estuvo antecedido de una multitud de derrotas de Donald Trump en distintas instancias judiciales de los Estados Unidos, pues desde el primer día, el republicano se negó a reconocer la victoria de su rival, denunció un fraude masivo –del que nunca presentó pruebas– y apostó a la Corte Suprema, instancia de mayoría conservadora y de la que designó a tres miembros durante su mandato, para lograr revertir el resultado. 

El último de esos reveses, refirió el analista, se sucedió el pasado 8 de diciembre, cuando la máxima instancia de justicia rechazó la demanda para anular los resultados electorales en los estados de Georgia, Michigan, Pensilvania y Wisconsin que introdujera el Fiscal General del estado de Texas, Ken Paxton, un aliado de Trump, quien alegó que los demócratas se aprovecharon de la pandemia para cambiar las reglas electorales y garantizar un mayor número de votos por correo, situación que, según él, habría puesto en entredicho la fiabilidad del sistema electoral. 

En criterio del pensador venezolano, el hecho de que instancias judiciales estadounidenses de distinto nivel hayan desestimado las más de 60 querellas presentadas por la campaña de Trump en las que se denunciaba fraude o irregularidades electorales, fue el preámbulo del ahora aparentemente irrefutable triunfo de Joe Biden. 

El día después: ¿Se gesta un escenario de guerra civil en los Estados Unidos?

El enturbiado escenario descrito previamente merece, desde el punto de vista de Miguel Ángel Pérez Pirela, un examen más detallado, pues aunque a Trump parecen habérsele acabado todas las opciones legales, eso no significa necesariamente que él dejará de buena gana el cargo y que no cuente con una legión de extremistas dispuesta a emprender acciones violentas para «defender» su presunto triunfo. 

Ayer mismo, comentó, el mandatario saliente le declaró a la cadena Fox News que la carrera por la reelección «no se ha terminado» y añadió: «Seguiremos y vamos a continuar avanzando», si bien no especificó cuáles serán sus próximos movimientos. 

Posteriormente, el gobernante escribió en Twitter que los pasados comicios habían sido «las elecciones más corruptas en la historia de los Estados Unidos» y aunque perfectamente puede pensarse que se trata de unas declaraciones formuladas desde la malcriadez o son simplemente una expresión más del ridículo monumental que muchos estiman que está haciendo, no parece ser el caso. 

En su lugar, comentó, desde hace varios días se han registrado en todo el territorio estadounidense, especialmente en Washington D.C., marchas, protestas y acciones violentas de grupos de ultraderecha que lo respaldan, quienes exigían que se revocara la victoria electoral de Biden.

La violencia llegó a su punto máximo el sábado, cuando miembros de Proud Boys apuñalaron en la capital a cuatro personas, en el contexto de un enfrentamiento con miembros de los grupos Blacks Lives Matters y Antifa.

Antes de estos incidentes, un asesor de Trump, empleando un lenguaje religioso, planteó la disputa en términos de una cruzada: «estamos en una batalla espiritual. Nosotros ganaremos», citó el también comunicador. 

Adicionalmente, la campaña de Trump denunció que las máquinas de votación de la empresa Dominion manipularon los votos para favorecer Biden, una acusación que la compañía ha rechazado insistentemente, a lo que, desde su punto de vista, ha de sumarse que tanto las autoridades judiciales como el Departamento de Justicia han afirmado sin ambages que no hubo irregularidades masivas que pudieran influir en los resultados. 

Por lo antes dicho, Pérez Pirela piensa que no es descabellado pensar que en los Estados Unidos están dadas las condiciones para que se produzca un escenario de guerra civil. En el corto plazo, vaticinó que aunque Biden está dando sus primeras declaraciones oficiales como presidente, la crispación social es tal, que no cabe otra cosa que esperar una «noche larga» para los Estados Unidos. 

Con Trump fuera de la Casa Blanca, ¿qué hará el Partido Republicano?

El filósofo criollo opina que la derrota de Trump y el manejo que ha hecho de esta, le han planteado un desafío al Partido Republicano, que ahora se debate entre apoyar al nada despreciable sector trumpista, al precio de dejar fuera a voces más moderadas, y aplacar el extremismo en favor de posturas menos radicales, con el riesgo de que Trump divida el partido y funde uno propio. 

De momento, recordó que Trump ya había anunciado que, de perder los comicios presidenciales, se enfocaría en fundar su propio canal de televisión, TrumpTV y que se postularía nuevamente a la presidencia para las elecciones de 2024, en las que no se enfrentará otra vez con Biden, quien ya anunció que gobernará un solo período, sino muy probablemente con su vicepresidenta, Kamala Harris. 

No obstante, en su opinión, una división del Partido Republicano podría traer como consecuencia el fin del bipartidismo estadounidense y el fortalecimiento del Partido Demócrata. 

De su parte, durante casi todo el último mes, Biden ha optado por mantenerse alejado de las diatribas de los republicanos y de las acciones de Trump, para enfocarse en el problema más severo que enfrenta el país: la pandemia, agudizada en estas semanas por el desmedido incremento de las infecciones. 

Además, el próximo presidente estadounidense ya anunció quiénes liderarán estratégicos departamentos como el del Tesoro (Yanet Yellen) o el de Estado (Anthony Blinken) y se comprometió a reingresar a los Estados Unidos al Acuerdo de París en su primer día de gestión y convocar a una cumbre para discutir el cambio climático durante sus primeros 100 días de gestión. 

¿Habrá diferencias sustantivos entre el Gobierno de Biden y el de Trump? Opinan los expertos

Haciendo referencia a un análisis elaborado por el banco danés Saxo Bank, aparecido en el portal de la agencia rusa Sputnik, Pérez Pirela comentó que los expertos estiman que Biden continuará con la política económica de su antecesor, toda vez que los miembros de su gabinete en la materia, son seguidores de Barack Obama y Hillary Clinton. 

El director inversionista de la entidad financiera danesa indicó, asimismo, que ni Obama ni Trump avanzaron en la lucha contra la desigualdad y pronostican que si bien Trump fue terrible, Biden será peor.

En las arenas internacionales, este experto citado por Sputnik indica que el demócrata reavivará la actividad internacional de Estados Unidos, sin recomponer la relación con China, mediante una estrategia que consiste en ir por el medio del camino sin aventurarse a tomar decisiones drásticas. 

Sin embargo, advierte que esto podría traerle consecuencias a mediano y largo plazo, pues, por un lado, es probable que pierda las elecciones legislativas de mitad de período y, además, podría implicar que Trump o una figura semejante regrese a la Casa Blanca en 2025.

El inversionista cree que será un gobierno al estilo de Jimmy Carter, caracterizado por «tiempos oscuros», problemas internacionales, alza de precios e incapacidad de manejar la agenda política. 

Por su parte, en el portal Investig’Action, dirigido por el periodista y ensayista belga Michel Collon y que fuera consultado por Pérez Pirela para este programa, se precisan otros datos que refrendan lo proyectado por Saxo Bank y muestran el carácter sistémico-estructural que tienen las acciones emprendidas por los gobernantes de turno en Washington, con independencia de su afiliación partidista.  

En este portal indican que Barack Obama y los Clinton, líderes de facto dentro del Partido Demócrata, operaron en la misma esfera neoliberal en la que operará Biden, por lo que no son esperables cambios en la política económica. 

Advierten, por otro lado, que los años de Trump permitieron que el fascismo y otras fuerzas reaccionaras avanzaran y, por ahora, estarán muy poco dispuestas a entregar el poder, lo que anuncia conflictividad interna.

Precisan que Joe Biden, al igual que quienes le han antecedido en el cargo durante las últimas cuatro décadas, excepción hecha de Trump, son políticos del establishment, lo que no resulta precisamente una buena noticia para los estadounidenses, puesto que anuncia que su gobierno será más de lo mismo: anunciar grandilocuentes cambios que, en últimas, no cambian nada. 

Empero, matizan que, por otro lado, la larga trayectoria política de Biden es algo positivo para las fuerzas progresistas, porque ya están al corriente de «las estrategias y trucos que usará», pero, por otra parte, indican que estas operaciones revestidas de aparente corrección, puede sumir a la gente en una suerte de sueño político que le impida identificar que se trata de una continuación de las políticas de su antecesor. 

Esto, indican, ya ha sucedido antes, pues las privatizaciones de Regan, el desmantelamiento del Estado de Bienestar en la era Clinton, las guerras sangrientas de Bush en Afganistán e Irán y la intensificación de las guerras contra los pobres de Obama, contaron con el consentimiento de las mayorías estadounidenses. 

Recientemente, ilustran, gran parte del liderazgo pacifista abandonó a sus electores para apoyar Obama, justo cuando la guerra en Irak estaba en uno de sus puntos más álgidos y hoy fuerzas de seguridad estadounidense desplegadas en distintos puntos de conflicto, se encargan de «limpiar» los desastres que dejó la estrategia de ataques con drones implementada por Obama.  

En Investig’Action precisan que hay ciertas propuestas que, de ser anunciadas formalmente, quienes están a la izquierda de Biden dentro del Partido Demócrata deberían respaldar sin problemas, porque están dirigidas a aliviar los efectos económicos de la pandemia, aunque advierten que el hecho de que haya incluido en su gabinete a personas con ideas menos retardatarias y más progresistas, eso no es garantía de que logre concretarse una agenda social real. 

Más todavía: proyectan que este grupo, por muy diverso y combativo que pueda parecer, difícilmente podrá revertir las decisiones que ya tomó el establishment sobre estos temas y que Biden acatará sin reparos, pues fueron estos grupos de poder quienes lo llevaron a la Casa Blanca y a ellos se debe.

Estiman, además, que intelectuales, artistas o deportistas que respaldaron a Biden para lograr la salida de Trump, tampoco podrán hacer nada para conseguir mejoras sociales y otras demandas similares en el contexto pandémico, si bien especulan que se ampliarán los montos de las ayudas por desempleo, se cancelará la deuda de los estudiantes y se apostará por la instalación de un sistema de salud universal accesible. 

Subraya, por otra parte Investig’Action, que la historia dice con bastante claridad que para que el capitalismo se expanda y sobreviva, tiene que haber guerras y es justamente eso es lo que (sos)tiene en el poder a demócratas y republicanos. 

El gabinete de Biden parece estar conformado a la medida para esos fines, pues según el senador republicano Josh Hawley, el gabinete anunciado por Biden estará formado por «corporativistas y entusiastas de la guerra», una opinión con la que concuerdan los analistas de izquierda.

Sobre Irán, acaso uno de los frentes de guerra más azuzados por Trump, los expertos consideran que lo que se espera es que Joe Biden no se involucre en un conflicto que va en escalada, tanto por el asesinato del científico Mohsen Fakhrizadeh, quien era el jefe del programa nuclear de la nación persa o el del general Qassem Soleimani, ocurrido a inicios de 2020. 

Con base en estos alegatos, Pérez Pirela concluyó que todo indica que la política de Biden en sus cuatro años al frente de Estados Unidos, será una política continuista de la ya desarrollada por su predecesor, pero bajo formas políticamente correctas. 

Así, no ha de perderse de vista que independientemente de lo que pudieran llegar a inducir a pensar las apariencias, las acciones de la próxima administración demócrata son de la misma naturaleza que las que tomó Trump, tanto en términos de sus objetivos como de sus resultados. 

Libro del día

De el filósofo suizo Jean Jacques Rousseau, «Paseos solitarios».

(LaIguana.TV)