¿Superéroe o supervillano? El científico, magnate, benefactor e ícono pop, propio de una ciencia ficción ciberpunk, Elon Musk, se impone como nuevo mesías «extra político». Mientras lleva adelante, como adalid del capitalismo «verde», a un conjunto de corporaciones tecnológicas diversas de impacto planetario, ecológico y social, desde la autonomía de acción del capital privado, al margen de cualquier consenso científico y político mundial .

Este 2020, desde SpaceX, su empresa de transporte aeroespacial, inició la ejecución del proyecto Starlink, una  constelación de 4.425 a 11.943 satélites, que promete traer un Internet de banda ancha inalámbrico, de 1 Gbps, inhackeable, para todos los países, en tiempo real todo el año y presuntamente más barato.

Finalizando noviembre, ya había lanzado 955 satélites a la órbita terrestre, que la comunidad científica ha criticado duramente por obstaculizar la visibilidad y la investigación astronómica, entorpecer las alarmas de meteoritos, y el más grave riesgo de agravar la peligrosa acumulación centrífuga de chatarra espacial, conocida como «Síndrome de Kessler».

Luego de la más potente estrategia de propaganda corporativa basada en la marca personal, vinculando la imagen pública de Musk con la del genio científico y empresario industrial protagonista de la franquicia Iron Man de Marvel, quedan veladas las denuncias del lado oscuro social del magnate, benefactor e ícono pop. Un origen privilegiado tras la fachada de arquetipo del emprendedor. Denuncias y demandas de antisindicalismo, explotación laboral y ambientes racistas en sus empresas. Irresponsable y compulsivo tuitero, confeso instigador del Golpe de Estado en Bolivia (2019) en búsqueda de sus reservas de Litio, crucial para sus empresas.

¿Correremos el riesgo de quedarnos sin visión, sin satélites y sin la posibilidad de los viajes espaciales que se buscan? ¿Por qué nadie exige un referendo a estas iniciativas de impacto planetario? ¿Por qué las corporaciones ejecutan planes más allá de las legislaciones de los Estados y actúan como el único «sujeto soberano»?

(LaIguana.TV)