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Pino Iturrieta advierte que a nadie le importa lo que le pase a El Nacional.- A la gente no le importan los problemas de libertad de expresión que constantemente denuncian los dueños de medios de comunicación, la dirigencia gremial de los periodistas y las infaltables organizaciones rabiosamente no gubernamentales. Esta parece una conclusión salida de una mente calenturienta ultrachavista, pero no, nada de eso. Quien arribó a ella fue el historiador Elías Pino Iturrieta, nada menos que editor adjunto de El Nacional y egregia figura del escualidismo cultural.

 

En un reciente foro realizado por sectores opositores para escucharse entre sí acerca del tema de la libertad de expresión, Pino Iturrieta cantó su verdad clarita: a la sociedad civil le importa un pito si la prensa autodenominada independiente desaparece, reduce sus tirajes, cambia de formato o si los diarios se convierten en semanarios. “¿Le importa a la gente que El Nacional tenga ocho páginas? ¿Dejarán de leer medios que fueron comprados en condiciones extrañas? ¿Se indignarán los anunciantes por esas compras? ¡Pamplinas! Hay una indiferencia colectiva de la cual se van aprovechando quienes se burlan de las leyes”, dijo…  ¿Duro, no?

 

Naturalmente, el intelectual plantea esta situación como un reclamo airado a la colectividad. Sus palabras son un grito de protesta contra la gente indiferente y pasiva, una especie de “¡despiértense, pajúos!”, dirigido a esas huestes de clase media que entre 2001 y 2004 protagonizaron aquellas manifestaciones encabezadas con la consigna “Con mis medios no te metas” en las que hasta el mismísimo Gustavo Cisneros se dio un  baño de pueblo.

 

Es lógico que el lugarteniente de Miguel Henrique Otero (¡vaya oficios que aceptan los académicos conspicuos!) le dé esa interpretación. Pero hay otra manera de verlo: los medios perdieron tanto su credibilidad que ya sus antiguos usuarios ni siquiera les creen cuando gritan “¡Auxilio, nos ahogamos!”.

 

Más que echarle la culpa a los achantados venezolanos, los genios que han dirigido los grandes medios opositores deberían preguntarse qué han hecho mal en todos estos años; qué errores han cometido para dilapidar un formidable capital político. Los hechos objetivos indican en 2002, la prensa antichavista era el principal poder fáctico del país, al punto de haber dirigido el golpe de Estado contra el comandante Hugo Chávez. Hoy no son capaces de movilizar a nadie, más allá de una parte de sus menguadas nóminas. Sus denuncias sobre censuras y persecuciones ya no generan sino bostezos.

 

Los directivos de los medios culpan a los lectores de ese fenómeno. Insinúan que son cobardes o que también fueron comprados por el chavismo. Ni se les ocurre hacer una autocrítica. Eso sería demasiado pedir para unos capos tan arrogantes y para una élite tan egregia como la de sus lugartenientes.

 

(Por Clodovaldo Hernández / [email protected])