Manuela Sáenz ha sido excluida de la historia y su papel reducido al de amante del Libertador Simón Bolívar. Pero el tiempo la reivindicó y ahora su enorme rol en la gesta emancipadora de América Latina es admirado y estudiado.

Nació el 27 de diciembre de 1797 en Quito. Era hija natural de Simón Sáenz, comerciante español y realista, y de María Joaquina de Aizpuru, hija de españoles. Murió el 23 de noviembre de 1856, en Paita, Perú.

Su espíritu rebelde se manifestó desde muy temprano y, pese a las dificultades de la época, logró participar en acciones independentistas hasta llegar a ser una heroína, guerrera y estratega de la libertad latinoamericana.

Manuela Sáenz en 10 datos

1. Su importancia no radica en haber sostenido una relación sentimental con el Libertador Simón Bolívar. Manuela Sáenz es la «combatiente que rompió con las estrictas normas vigentes en ese entonces, vistió uniforme militar, aprendió a usar armas, desarrolló tácticas de espionaje para ayudar a los planes independentistas». Así la describió para el medio RT la historiadora y socióloga ecuatoriana, Jenny Londoño, investigadora sobre la participación de las mujeres en la Colonia, Independencia y Revolución Liberal en la Audiencia de Quito.

2. A los 14 años, vio por primera vez la revolución independentista de Quito. El 10 de agosto de 1809, cerca de su casa, un grupo de patriotas criollos desconoció al presidente de la Real Audiencia de Quito, Manuel Ruiz Urriés de Castilla, lo obligó a abandonar el palacio de Gobierno y proclamó la libertad de la ciudad.

En esta acción libertaria estuvieron involucradas muchas mujeres que inspiraron a Sáenz, entre ellas Manuela Cañizares.

3. Un año después, los realistas volvieron al poder y los independentistas fueron encarcelados. El 2 de agosto de 1810 hubo un intento de sublevación para sacarlos de la cárcel, pero todos los patriotas fueron asesinados. La matanza se extendió a las calles y murieron 300 personas. Esta barbarie marcaría a Sáenz y determinaría su rechazo hacia los españoles.

4. A los 22 años de edad inició sus actividades en favor de los independentistas, luego de contraer matrimonio con el comerciante inglés James Thorne y residenciarse en San Sebastián de Lima, Perú. «No era cierto que la actividad militante de Manuela en la causa libertaria de los pueblos grancolombianos hubiese empezado a partir de su relación con el Libertador», dice Londoño.

5. En Lima, junto a la guayaquileña Rosita Campuzano, arriesgó su vida para filtrar información sobre los avances del independentista argentino José de San Martín del sur hacia Perú y de Bolívar desde el norte. Por estas acciones ambas fueron galardonadas con la Orden del Sol del Perú y se les dio el grado de Caballeresas del Sol.

6. Después de separarse de su esposo por haberla engañado, regresó a su ciudad natal. Allí estableció una amistad con el general Antonio José de Sucre, venezolano. Junto a él participó en los preparativos de la batalla de Pichincha, que se libró el 24 de mayo de 1822 en las faldas del volcán Pichincha de Quito. Esa lucha selló la libertad de Ecuador.

7. Regresó a Perú donde participó en la batalla de Ayacucho, junto a Sucre. En una carta al Bolívar describe que Sáenz «se ha destacado particularmente por su valentía; incorporándose desde el primer momento a la división de Húsares y luego a la de Vencedores, organizando y proporcionando avituallamiento de las tropas, atendiendo a los soldados heridos, batiéndose a tiro limpio bajo los fuegos enemigos; rescatando a los heridos».

8. Durante su relación sentimental con Simón Bolívar, Sáenz se estableció en Bogotá, donde desde muy temprano sospechó de la traición que planeaba el general Francisco de Paula Santander. Su instinto no estuvo equivocado. En septiembre de 1828 en el palacio de San Carlos 12 conjurados intentaron asesinar a Bolívar mientras dormía, pero Manuela los despistó y alertó al Libertador para que escapara por una ventana. Este acto le mereció el título de Libertadora del Libertador.

9. Tras la muerte del Libertador el 17 de diciembre de 1830 y la separación de la Gran Colombia, Manuela siguió defendiendo el proceso, pero en 1834 fue expulsada del país. En Ecuador no la recibieron. Finalmente fue aceptada en Perú, donde fue confinada al pequeño puerto al norte, Patia.

10. En sus últimos años, según la historiadora Londoño, Manuela «trabajó haciendo dulces, vendiendo tabaco a los viajeros en una pequeña tienda, sirviendo de intérprete a viajeros ingleses o franceses que llegaban de lejanas tierras».

(teleSUR)