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El estadounidense Floyd Mayweather (66,200 kg) manejó a las mil maravillas los cinco factores cumbres que juzgan al boxeo: arte, ciencia, eficacia, defensa y ataque. Por ello, no tuvo mayores inconvenientes en doblegar por puntos y en fallo unánime al filipino Manny Pacquiao (65,750 kg), al cabo de 12 rounds, en un match por los cetros welter (CMB, OMB y FIB), que dejará vacantes a la brevedad.

 

El combate, que tomó un ribete histórico al ser considerado el más lucrativo de todos los tiempos (con ingresos generales superiores a los 400 millones de dólares), no tuvo el desarrollo ni la grandeza esperada. Hubo un patrón, Mayweather, y un retador sumiso como Pacquiao, carente de respuestas físicas y anímicas, como para acompañar el alto vuelo estratégico y defensivo del vencedor, cuyo movimiento de piernas fue admirable.

 

Pacquiao fundamentó su derrota en el mal funcionamiento de su hombro derecho, lesionado en sus últimos entrenamientos, que no completó la recuperación ideal. Justificó en ello su pobrísima labor y en la convivencia con un dolor constante.

 

¿Por qué ganó Mayweather?

 

Porque tuvo un plan marcado y lo cumplió a la perfección. Sus piernas trazaron un concierto de traslación, no siempre visto. Pegó lo justo, lo necesario y los mejores impactos. Pudo dar más y no lo hizo y eso influyó en la valuación de la pelea. Calificada con 6 puntos por la nacion.

 

¿Por qué perdió Pacquiao?

 

Por su desgaste. El filipino lució viejo, sin hambre y sin luces. Buscó cerrar a su rival contra las cuerdas y sólo una vez lo logró. Su lesión pesó en el match, pero su falta de tiempo y distancia fueron alarmantes. La imagen final fue decepcionante y su continuidad es una intriga.

 

¿Habrá revancha?

 

No, definitivamente, no. No hay razones, no hubo polémicas ni planteamientos dubitativos sobre quién ganó o perdió. El trámite no excitó a la multitud como para volverlos a tener frente a frente. Y empresarialmente demoraría años volver a organizarla.

 

¿Influyó el paso del tiempo en lo brindado sobre el ring?

 

Totalmente. Sobre todo se advirtió en Pacquiao. El boxeo consumió otra página de grandeza que resultó muy pequeña. El arte de Mayweather fue un premio consuelo para todos aquellos que esperamos durante años estar en el ringside y verlos en acción. Vimos a dos grandes que marcaron una época. Uno se irá en septiembre, seguramente, con toda la gloria. El otro, el amado por la gente, faltó a la cita.

 

(La Nación de Argentina)