Los irreversibles efectos colaterales que conllevaba la cirugía de reasignación de sexo hace más de 20 años, hizo que Buck Angel la rechazara, pese a que toda su vida había esperado que se llevara a cabo. “El factor decisivo para mí fue que dijeron que probablemente ya nunca podría tener un orgasmo”, esgrime Angel, quien actualmente se desempeña como actor porno.
La cirugía del órgano reproductor suele ser la meta que todas las personas transexuales buscan alcanzar al final de su transición, sin embargo ésta conlleva una seria de consecuencias para la persona que decide modificar sus genitales. Incapacidad de alcanzar un orgasmo y dificultad en la vida diaria son sólo algunos de los factores que permiten que quienes desearon toda su vida tener los órganos reproductores del género contrario, rechacen la idea de someterse a una cirugía de cambio de sexo. Este es el caso de Buck Angel, quien a los 28 años de edad comenzó su transición a hombre, sin embargo decidió conservar su vagina luego de ser alertado de los irreversibles y nocivos efectos que tendría la intervención quirúrgica.
Las hormonas permitieron un engrosamiento de sus músculos, la aparición de vello corporal y una voz más grave. Buck Angel finalmente se estaba convirtiendo en la persona que desde temprana edad soñó ser, sin embargo decidió decirle no a la última etapa de la transición: la cirugía de reasignación de sexo.
“Cuando llegó el momento de considerar la cirugía de reasignación de sexo, me detuve. No me malinterpreten: deseaba ansiosamente tener un pene. Quería tener sexo con un pene. Quería masturbarme teniendo un pene. Pensaba que un pene me completaría”, revela en conversación con Vice.
“Lograr tener un pene no es fácil, y no lo era especialmente hace dos décadas. Me dijeron que implicaría retirar tendones de mi antebrazo para unirlos a mi clítoris, luego tomar piel de mi trasero y moldearla para que se pareciera a un pene. Pero el factor decisivo para mí fue que dijeron que probablemente ya nunca podría tener un orgasmo. Y que mi nuevo pene tampoco tendrá una erección por sí solo. (Debía colocar una varita en la uretra para tener una erección)”.
El productor y actor de películas eróticas de 45 años se sintió devastado. Tras el difícil y arduo camino que siguió para el cambio de sexo, había un gran impedimento para alcanzar la meta final. Miedo fue el sentimiento que inundó su cuerpo en ese momento, ya que la idea de aceptar su cuerpo, especialmente su vagina, ya no era una posibilidad sino que un hecho que debía afrontar para poder alcanzar la plenitud y felicidad en su vida.
Por más de 28 años la idea de explorar su cuerpo en el ámbito sexual le provocó incomodidad, vergüenza e incluso le significaba una derrota. El hecho de tener placer con un cuerpo que no era de él le representaba rendirse ante su sueño, su esperanza, sin embargo llegó un momento en su vida en el que debió aprender a aceptarlo. Hasta ese momento de su vida el sexo había sido complacido por medio de alcohol y drogas debido a la vergüenza que le provocaba que alguien tocara su cuerpo y descubriera sus raíces.
“No tenía idea de cómo tener sexo con mi nuevo cuerpo. ¿Cómo podría tener relaciones sexuales como hombre con una vagina? Anhelaba la interacción humana. Pero asumí que nadie querría tener sexo conmigo. Me sentía como un monstruo de la naturaleza. Y temía parecer un fraude ante mis posibles parejas, como si intentara engañarlas para tener relaciones sexuales con un cuerpo con características inesperadas”.
“Pero fui al bar. Y, para mi sorpresa, nadie me miró raro. No, ellos me deseaban. Todo está en los ojos, recordé. Me senté en el bar. Conocí a un chico. Hablamos y flirteamos. Él no sabía nada. Pude sentir la excitación surgir en mí. Comenzó a lamerme por la parte inferior y lentamente fue ascendiendo hasta que su cabeza llegó a mi entrepierna. Mi corazón estaba acelerado. Estaba aterrorizado por lo que estaba a punto de suceder”.
“Impulsivamente, acerqué su cara a la mía y lo miré a los ojos. ‘Tengo vagina’, dije. Él parecía confundido. Lo dije de nuevo, buscando un destello de ira en sus ojos, cualquier cosa que confirmara mi odio a mí mismo. ‘No entiendo, señor. Eso no me importa. Creo que eres sexy y eso es lo único importante”.
“Era el hombre sexual que siempre había soñado ser”
La apertura sexual que desencadenó que Angel fuera deseado por otros hombres, permitió que comenzara la difícil travesía de aceptar su cuerpo, pese a que éste representaba la antítesis de lo que él buscaba conseguir al inicio de su transición.
“Antes de aceptar mi vagina, nunca antes había puesto mis dedos dentro de mí mismo. Era algo demasiado femenino, embarazoso, incluso. Tan solo la idea de tocarme así me hacía sentir que tal vez era un hombre falso, que si lo hacía y tenía un orgasmo, eso demostraría que en realidad era una mujer. Durante mucho tiempo no pude olvidar la idea de que las vaginas eran femeninas; de que mi cuerpo no era realmente mío. Una vez que acepté el placer, finalmente sentí que tenía la libertad de ser. Empecé a sentirme conectado con mi cuerpo por primera vez“.
Descubrir que a pesar de conservar sus genitales femeninos podía disfrutar y satisfacer su apetito sexual como hombre, cambió su perspectiva de la transexualidad, a raíz de lo cual comenzó a realizar charlas motivacionales sobre autoaceptación, fluidez de género y la sexualidad de una persona trans. Fue allí en donde decidió ingresar al mundo del cine para adultos con el propósito de ayudar a la comunidad de personas transgénero a explorar su sexualidad.
“Para mí, la transición no solo significa cambiar físicamente. También significa conectarte con tu cuerpo, el cual ahora tienes la oportunidad de amar como si no hubiera un mañana. El cual finalmente es todo tuyo. Para algunos, eso requiere de cirugía. Para mí, requiere de sexo”.
“Si somos abiertos con respecto al sexo, nuestros cuerpos y las formas en que experimentamos placer, podemos ayudarnos unos a otros a alcanzar nuevos niveles de autenticidad. ¿No es de eso de lo que se trata la transición?“.
(Upsocl)