La crisis sanitaria, política y de derechos humanos humanos que atraviesa Colombia, cuyos efectos se han exacerbado a consecuencia de las políticas adelantadas por el Gobierno de Iván Duque, fue el tema central abordado por el filósofo, comunicador y analista político Miguel Ángel Pérez Pirela en la edición de su programa Desde Donde Sea de este viernes 4 de febrero.
Antes de entrar en materia, el experto destacó la importancia de la fecha para los venezolanos y más allá, pues marca el punto de aparición de Hugo Chávez en la escena política, tras haber liderado una insurrección cívico-militar con la que se pretendía transformar la dura situación política, económica e institucional de la Venezuela de 1992.
Casi 30 años después, el «por ahora» de Chávez sigue dando de qué hablar
En opinión de Pérez Pirela, el 4 de febrero de 1992 es una fecha importante para todos los venezolanos, independientemente de su afinidad ideológica. La fecha no pasa desapercibida porque se dio una intentona de golpe de Estado cívico-militar, en el que en medio de una situación ardua y difícil, el entonces Teniente Coronel Chávez, pronunció su célebre frase: «por ahora», con la cual habría de ingresar a la posteridad.
Aunque han transcurrido casi 30 años de la asonada, el «por ahora», que puede ser entendido como un eslogan, es estudiado en escuelas de ‘marketing’ político de todo el orbe, pues esas dos palabras signaron no solamente las campañas políticas sucesivas, sino el destino del país, que en buena medida sigue marcado por la emergencia de la figura de Chávez.
Por ello, a su parecer, resulta completamente inaceptable que la prensa y periodistas afines a la oposición al chavismo hagan esfuerzos por presentar a quien era presidente de Venezuela en ese momento, Carlos Andrés Pérez, como un gran estadista y vender la falsa idea de que en el país era una democracia modélica, donde no existían la pobreza ni las desigualdades, cuando la realidad era la opuesta.
Así, recordó, la democracia venezolana distaba mucho de ser un modelo, pues había un bipartidismo que se alternaba en el poder; el país no era rico, los venezolanos pasaban penurias y era evidente el deterioro institucional de la nación.
En las décadas de 1980 y 1990 eran públicos y notorios los espectáculos que daba un presidentes alcohólicos, quien dejaba que su amante ordenara en las Fuerzas Armadas, el gobierno de los Estados Unidos tenía oficinas en las bases militares, el petróleo prácticamente se regalaba y las empresas petroleras trasnacionales apenas cancelaban impuestos por su actividad.
En suma, se trataba de «un país bananero», cuya «democracia» estaba protegida por Washington, en el sentido que sus gobernantes no eran cuestionados por la Casa Blanca, no se imponían sanciones ni bloqueos financieros y se promovía la inversión extranjera.
Sin embargo, acotó, el país estaba «quebrado», al punto tal que las cifras de la época muestran que entre 1982 y 1992 el país vivió la peor década económica de todo el siglo XX.
Por estos motivos, para el también director de LaIguana.TV resulta completamente necesario salir al paso al intento de reescritura de la historia que es promovido desde medios de comunicación en contubernio con agentes políticos pertenecientes a los sectores más reaccionarios, según el cual la Venezuela de 1992 era un país lleno de abundancias, riquezas y opulencias, cuando se trataba justamente de lo opuesto.
De este modo, explicó, la asonada fallida de 1992 hunde sus raíces en El Caracazo, levantamiento popular ocurrido en 1989, cuando el pueblo venezolano en masa salió a las calles de la capital y otras ciudades importantes a protestar por el deterioro de sus condiciones de vida –no causado por bloqueos ni sanciones económicas– y fue vilmente masacrado.
Según organizaciones de derechos humanos, los cuerpos de seguridad del Estado masacraron entre 3.000 y 5.000 personas y aunque el evento se produjo tres décadas atrás, aún no se ha precisado el número de víctimas ni tampoco se han logrado esclarecer todas las circunstancias.
En todo caso, esa intentona de golpe de Estado propició el surgimiento de la Revolución Bolivariana, pues develó las múltiples deficiencias y problemas que atravesaban el sistema político de la llamada Cuarta República.
Tras el ascenso de Chávez al poder, tuvieron lugar un conjunto de cambios significativos dentro de la manera de hacer política en el país y el pueblo venezolano recibió beneficios directos de la llamada renta petrolera por las estrategias adelantadas por entonces mandatario, que logró, gracias a la alianza con otros países productores de crudo, que esa mercancía se transara a otros precios.
Así, insistió, la disgresión es relevante, porque ahora la reacción pretende recontar la historia, diciendo que en Venezuela se vivía en una especie de paraíso y que llegó Chávez a arruinar todo.
Colombia: siguen las masacres y el paramilitarismo actúa a sus anchas
Pasando al tema central de la edición, Miguel Ángel Pérez Pirela ofreció a la audiencia el último recuento de las masacres en Colombia en 2021, país que intenta posicionarse en la arena internacional como paradigma de la democracia y de los derechos humanos.
Solamente el pasado martes 2 de enero, organizaciones de derechos humanos informaron del asesinato de 14 personas en lo que aparentemente fueron hechos aislados. En el transcurso de 2020, de acuerdo con esas fuentes, se han computado 10 masacres que dejan 36 víctimas, siendo los departamentos más afectados Antioquia, Nariño y Cauca.
Según el exconsejero de seguridad de Antioquia, la situación era previsible y se le advirtió a las autoridades que tras la desmovilización de las guerrillas, vendrían sangrientas luchas por el control territorial entre grupos irregulares.
Por su parte, la Fiscalía colombiana informó ese mismo día que se había capturado a 220 personas pertenecientes a 10 estructuras criminales del Clan del Golfo y otros grupos delictivos, en el marco de la Operación Cazador que adelanta el Ministerio Público en al menos 20 departamentos, entre ellos, Antioquia, Cauca, Nariño y Norte de Santander.
El analista criollo estima que este aumento de las masacres es responsabilidad íntegra del Estado colombiano, que actúa amparado por el paramilitarismo.
De otra parte, refirió que el presidente Iván Duque designó un nuevo titular para la cartera de Defensa, tras el deceso de Carlos Holmes Trujillo a causa de la COVID-19. Se trata de Diego Molano, quien será el tercero en ocupar el puesto en dos años.
Molano viene de ejercer labores en la Dirección Administrativa de Seguridad (DAS) y no es un militar, sino un político del Centro Democrático, partido del uribismo, que en otro tiempo fue seleccionado como precandidato a la alcaldía de Bogotá.
En su primera intervención, el recién designado funcionario dijo: «Todos estos grupos narcocriminales, sepan que no les vamos a dar tregua», refiriéndose a las guerrillas y no al paramilitarismo.
Además, aludió al cártel llamado «Clan del Golfo», al Ejército de Liberación Nacional (ELN), la única guerrilla oficialmente activa, así como a las disidencias de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), por lo que, a juicio del comunicador, el que no se haya referido a los grupos paramilitares que operan a sus anchas en el territorio colombiano, es indicio de que enfocará sus acciones en los resabios que quedan de las guerrillas.
¿Va a alguna parte el proceso judicial en contra de Álvaro Uribe Vélez?
Otro de los aspectos que signan la política colombiana en la actualidad es el proceso judicial que se le sigue al expresidente Álvaro Uribe Vélez, a quien se sindica de presionar a exparamilitares para que se retractaran de testimonios ofrecidos a las autoridades en los que se veía implicado en crímenes de diversa índole.
De acuerdo con las pesquisas realizadas por Pérez Pirela, el tema salió de la agenda mediática y todo parece indicar que los aliados del exmandatario en las instituciones de administración de justicia en Colombia conseguirán que se libere de las acusaciones.
El 3 de febrero, el senador Iván Cepeda Castro, quien es un actor de primera línea en el caso contra Uribe, alertó acerca de las intenciones de la fiscalía para dejar sin efecto el proceso a partir de excusas más que cuestionables.
El largo brazo del expresidente alcanzó incluso para beneficiarse a través de una orden judicial que revocó la sentencia de la Corte Suprema que le impuso prisión domiciliaria por las acusaciones que pesaban en su contra por manipulación de testigos y le otorgó libertad plena.
Si bien se trató del primer presidente en la historia reciente de ese país al que se le ordenó arresto domiciliario, ello no fue por mucho tiempo, pues en una maniobra política, Uribe renunció a su escaño en el Senado, lo que obligó a la Corte Suprema a renunciar a su caso y ponerlo en manos de la Fiscalía, donde sus influencias son más que públicas.
Por lo antes dicho, las preocupaciones de Cepeda Castro y de quienes se oponen al uribismo, no parecen infundadas sino el vaticinio de lo que ya parece inevitable: Álvaro Uribe Vélez logrará salir impune de las acusaciones que se le imputan, a pesar de que existen abundantes pruebas que dan cuenta de la comisión de esos delitos.
Colombia sin vacunas por culpa de Duque
Otro aspecto que desde el punto de vista de Pérez Pirela no puede ser dejado de lado en el análisis de la debacle que sufre Colombia, es el impacto que esta inestabilidad trae en el manejo de la pandemia.
Las decisiones de Duque han llevado al país a un precipicio, que se explica en buena medida por la sumisión del gobernante neogranadino a los dictámenes del expresidente estadounidense Donald Trump y que ahora se traduce en la imposibilidad de conseguir vacunas para inmunizar a la población contra la COVID-19
De un lado, esta alianza irrestricta con Trump le granjeó distancias con el nuevo inquilino de la Casa Blanca, Joe Biden, y también le impidió alcanzar acuerdos con el gobierno ruso para la adquisición de la Sputnik V, como han hecho otros países de la región, dado que se enfrascó en una disputa anacrónica, propia de los tiempos de la Guerra Fría, con Moscú.
A este respecto, el senador Gustavo Petro, quien es la cara más visible de la oposición a Duque, criticó al mandatario en Twitter por sus desacertadas decisiones geopolíticas, cuyo efecto principal es la imposibilidad de hacerse con una vacuna que sea económica y cuyas condiciones de almacenamiento y distribución se adapten a la realidad colombiana, condición que solamente cumple la sintetizada por el Centro Gamaleya.
En agosto de 2020, recordó el comunicador, el para entonces embajador ruso en Bogotá, aseguró que el gobierno colombiano no estaba interesado en adquirir la vacuna Sputnik V, sino que estaría explorando otras alternativas.
En pocas palabras, esto significa que Duque esperaba poder hacerse de las vacunas a través de sus alianzas con el Gobierno de Donald Trump y al perder este la reelección, quedó claro que carecía de un plan de respaldo que le permitiera asegurar algunas dosis.
La pésima relación de Duque con la recién estrenada administración Biden
Los vínculos de la Casa de Nariño con la campaña a la reelección de Donald Trump quedaron al descubierto, luego de que el expresidente Juan Manuel Santos revelara que el embajador colombiano en Washington, Francisco Santos –quien es, a la sazón, su primo– se había comunicado con un importante ‘lobbista’ de origen colombiano para ofrecer su colaboración en la campaña de Trump.
Pese a los esfuerzos de Duque y sus publicistas por desmentir la implicación del Centro Democrático en esos hechos, no hubo forma de desvincular al gobernante de Trump y ahora, enfatizó el analista, paga las consecuencias de su vasallaje.
El pasado 29 de enero se informó acerca del primer contacto entre los gobiernos colombiano y estadounidense, que se produjo a través de una conversación entre la cancillera Claudia Blum y el secretario de Estado, Antony Blinken. Según dijo Blum a los medios, abordaron asuntos relativos al fortalecimiento del trabajo para el escenario pospandémico, la defensa de la democracia en la región, la lucha contra el cambio climático y las estrategias trasnacionales para luchar contra el crimen organizado.
Además, la diplomática destacó que hablaron sobre los «esfuerzos de Colombia» en la atención de los migrantes venezolanos y acerca de la «restauración de la democracia en Venezuela».
No obstante, Miguel Ángel Pérez Pirela fue enfático al asegurar que el recién juramentado presidente Joe Biden tiene una posición distinta en los tres puntos que marcaron la agenda de Trump con Duque y por ello «no lo quiere ver ni en pintura».
Para ilustrar el punto, recordó que mientras era candidato, Biden escribió en una revista de relaciones internacionales que su reto principal era recuperar el liderazgo de su país en la escena internacional, lo que pasa por recomponer su relación con Europa y con China.
Asimismo, en las decisiones que afectan directamente a los países de América Latina, sus primeros decretos se han enfocado en desmontar las peores medidas migratorias decretadas por su antecesor y muchos analistas prevén también un replanteamiento en su relación con Cuba.
Inclusive, resaltó el experto criollo, a diferencia de Trump, Biden no requerirá de una línea directa con Duque para estar al corriente de lo que sucede en Colombia, pues designó a Juan González, un colombo-estadounidense como director de Asuntos para el Hemisferio Occidental, funcionario que tiene acceso a todo tipo de fuentes en ese país.
(LaIguana.TV)