La teoría del conocimiento que planteara el filósofo alemán Immanuel Kant (1724-1804) en su Crítica de la razón pura fue el tema elegido por Miguel Ángel Pérez Pirela para discutir en la sesión del viernes filosófico de Desde Donde Sea de este viernes 5 de febrero de 2021. 
 
A su parecer, para comprender la filosofía kantiana, es imprescindible comprender primero el fenómeno de la Ilustración, pues Kant es su «hijo», al punto de sostener que la humanidad llegó a la mayoría de edad en ese tiempo, por lo cual no se justifican sistemas políticos autoritarios ni paternalistas. Así, aseguraba que debe ser la humanidad misma la que decida su destino y que la libertad debe ser el cimiento de todo fundamento político.
 
Pérez Pirela puntualizó que Kant cambió la historia de la Filosofía porque aplicó un nuevo corpus filosófico que trastocó todo lo que se pensaba que era el estudio del conocimiento científico (Epistemología), así como los conceptos de Ciencia y Moral. 
 
Su gran obra, Crítica de la razón pura (CRP), que fue el objeto de análisis en este programa, la escribió a los 57 años y la revisó durante nueve años consecutivos en sucesivas ediciones.
 
En términos generales, apuntó, en la CRP, el filósofo alemán se plantea cuatro preguntas fundamentales de la Filosofía moderna: ¿qué puedo conocer?, ámbito de acción de la Epistemología; ¿qué debo hacer?, es decir, el terreno de la Ética; ¿qué puedo esperar?, con lo que se introduce en la Antropología y la religión y, finalmente, ¿qué es el hombre?, que implica a la vez una pregunta y una postura antropológica que signa toda su filosofía.
 
La respuesta a la pregunta ¿qué puedo conocer?
 
En esta obra, se centra en la Teoría del Conocimiento. Para ello, al momento de responder a la pregunta ¿qué debo conocer?, deja de preguntarse por el objeto de conocimiento para centrarse en el sujeto que conoce, algo inédito en la historia de la Filosofía y acaba por concluir que al conocer un objeto, ese conocimiento está determinado por la estructura de conocimiento del sujeto que conoce. 
 
Empero, para poder comprender la trayectoria de Kant, Pérez Pirela detalló que con el propósito de cuestionar la Filosofía anterior a sí mismo, el pensador alemán dividió la tradición epistemológica en dos vertientes: de un lado, el empirismo, según el cual se conoce a partir de los sentidos y cuyo principal representante es David Hume y de otro, el racionalismo, cuyas figuras más prominentes son Descartes y Wolf, que sostiene que solo se conoce lo que se piensa. 
 
Estas posiciones y las que les antecedieron, cuyos orígenes se rastrean en Aristóteles, tienen como rasgo común el asumir que el sujeto de conocimiento debe adaptarse a la verdad representada por el objeto, de modo tal que la Filosofía del Conocimiento daba todo el poder al objeto y el sujeto abstraía del objeto su forma y derivaba de ella su verdad. 
 
Concretamente, relató el filósofo venezolano, Aristóteles sostenía que todo objeto tiene materia y forma, siendo estas dos cualidades inherentes al objeto, mientras que Kant aduce que quien conoce, al momento de conocer al objeto, le da algo.
 
Dicho de otro modo, el objeto era una verdad indiscutible y Kant lo vuelve una verdad discutible, con lo que pone fin al dogma del objeto. Así, antes de él, el objeto era una realidad pasiva, a la que el sujeto debía adaptarse. 
 
En esta línea de argumentación, recordó que Aristóteles llama al objeto de conocimiento sustancia o ente porque se sostiene en sí mismo, una posición que Kant refuta diciendo que el conocimiento no es una adaptación pasiva del sujeto al objeto, lo que implica que para conocer, hay que estudiar al sujeto que conoce.
 
En este sentido, explicó, Kant relativiza el hecho que el objeto que nosotros conocemos cuando conocemos, sea una especie de informante absoluto que revela su esencia y nos da información; antes bien, somos nosotros a través de nuestra subjetividad quienes iluminamos la realidad.
 
Más allá del empirismo y el racionalismo, el método trascendental
 
Miguel Ángel Pérez Pirela aseveró que la principal contribución de Immanuel Kant a la Epistemología es el método trascendental, planteamiento con el cual supera la diatriba racionalismo-empirismo, preguntándose cuáles son las condiciones de posibilidad para que el sujeto pueda conocer al objeto, a las que asignará el nombre de categorías. 
 
Así, mientras que el racionalismo de Descartes y otros defendía que conocemos por la razón y no por la experiencia, puesto que los sentidos nos engañan y el racionalismo de Hume afirmaba que solo existe el conocimiento de la experiencia, que es la única fuente real, Kant ofrecerá una solución que impondrá límites tanto al relativismo empirista como al universalismo no fundamentado de los racionalistas. 
 
Se trata de una tercera vía que se denomina apriorismo, cuyo fundamento es que si bien es cierto que todo conocimiento tiene su origen en la experiencia, indudablemente la trasciende. 
 
Para hacer operativo su camino, distinguirá entre el noúmeno –realidad-en-sí del objeto e incognoscible para el sujeto– y el fenómeno, que es el objeto tal y como se nos presenta ante los sentidos y no sustancia autofundamentada, como sostenía Aristóteles.    
 
De esta importante distinción, se desprende que el fenómeno, al conocerse siempre en un espacio y un tiempo, deja de ser el protagonista del conocimiento y cede su lugar al sujeto de conocimiento, que para poder conocer el fenómeno, ha de inscribirlo en categorías que parten del entendimiento, que es lo que le permite al sujeto de conocimiento clasificar los objetos para poder conocerlos. 
 
La pretensión última de Kant en la CRP es someter a la razón a una suerte de examen, con la finalidad de determinar los límites del conocimiento y del acto de conocer, de allí que empirismo y racionalismo, las dos formas del conocimiento establecidas en su tiempo, sean cuestionadas permanentemente a lo largo de la obra.  
 
En ese orden, el empirismo de Hume parte de lo que Kant llamaba intuiciones sensibles a posteriori, es decir, las que nos permiten conocer el objeto empírico y se opone a los conceptos puros, que son el andamiaje del racionalismo de Descartes y Wolfe. 
 
Empero, señala que el problema es que el empirismo deriva en un escepticismo radical que niega la existencia de un conocimiento universal y, por tanto, niega la Ciencia. De su lado, el racionalismo deriva en una suerte de metafísica dogmática, que teoriza sin estudiar la razón.
 
De lo anterior se concluye que la propuesta de Kant fundamenta el conocimiento científico contra Hume y, por otra parte, impone límites a la razón y rebasa lo sostenido por los racionalistas. 
 
El filósofo alemán dirá: «Llamo trascendental a todo conocimiento que se ocupa no tanto de objetos cuanto de nuestro modo de conocerlos», de donde se desprende que la Filosofía Trascendental se ocupa no de los objetos, sino del modo como el sujeto conoce esos objetos. Su propósito es, por tanto, el estudio de las condiciones de posibilidad para el conocimiento del objeto, que necesariamente están a priori en el sujeto que conoce y no en el objeto conocido. 
 
Juicios analíticos, juicios sintéticos y juicios sintéticos a priori: el conocimiento kantiano
 
Para Immanuel Kant, los juicios (afirmaciones) que se hacen sobre los objetos desde el racionalismo y el empirismo, convergen en dos grandes tipos: los juicios analíticos y los juicios sintéticos. 
 
En el juicio analítico, el predicado está contenido en el sujeto, es decir, es un juicio a priori, que no requiere de la experiencia para verificarse. Este tipo de juicio, explicó Pérez Pirela, es siempre universal y necesario, pero no aporta conocimiento porque el predicado no contiene información nueva. Se corresponde, precisó, con el tipo de juicios formulados desde el racionalismo. 
 
En contraste, en los juicios sintéticos, el predicado aporta algo nuevo al sujeto. El aporte  de conocimiento es una cualidad desconocida, que solo puede aprehenderse a partir de la experiencia. Son a posteriori y por ello, particulares y contingentes, característicos del empirismo. 
 
Para Kant, no es posible hacer ciencia con ninguno de los dos tipos de juicio antes descritos. Supera esta limitación a partir de un tercer tipo, proponiéndose que aporten conocimiento como sucede en los juicios sintéticos, pero en el nivel universal y necesario de los juicios analíticos. Los llama «juicios sintéticos a priori».
 
Con este nuevo enfoque, la universalidad, al no ser atribuible a la experiencia, recae necesariamente en el sujeto de conocimiento, que es el que está dotado de estructuras para conocer y determinar el objeto al momento de conocerlo.
 
De vuelta a Aristóteles, ha de recordarse que un objeto tiene materia y tiene forma. La materia es de lo que está hecho el objeto, la forma es lo que lo hace reconocible y el Hombre conoce la forma que está en la materia del objeto a través de la abstracción. 
 
Mucho después, Hume criticará esa posición, diciendo que no hay nada de universal ni necesario en lo empírico, que no hay nada que abstraer de lo empírico, a lo que Kant ripostará que la forma viene de otra parte que no es objeto, sintetizó el filósofo criollo. 
 
De ahí que si la forma no viene del objeto, entonces ha de venir necesariamente del sujeto, de las categorías que el sujeto le atribuye al objeto, a la materia. 
 
Sin embargo, Kant advierte que ni las categorías ni lo empírico son en sí mismos el conocimiento, sino que este se produce en el encuentro entre el sujeto que conoce y el objeto conocido. En sus palabras: «los pensamientos sin contenido, son vacíos y las intuiciones sin concepto, son ciegas», pues no puede percibirse el objeto sin conceptos y no se puede conceptualizar nada sin que medie la experiencia. 
 
«El entendimiento no puede intuir nada ni los sentidos pueden pensar nada», añade en la CRP. Así, solo en la unión entre intuición y entendimiento es que puede tener lugar el conocimiento.
 
Por último, si bien para Aristóteles, materia y forma hacen parte de la realidad del objeto; en Kant, ambas cosas constituyen materia del conocimiento. La forma no es más un modo de ser del noúmeno, incognoscible por definición, sino que son modos de ser del sujeto que este aplica sobre el objeto. 
 
«Lo que el sujeto conoce en las cosas, es lo que él ha puesto en ellas», dirá Kant al respecto, con lo que pone al sujeto como protagonista del acto del conocimiento y realiza un aporte perdurable a la historia de la Filosofía, destacó Pérez Pirela. 
 
A ese respecto, insistió en que cuando el sujeto conoce al objeto, lo conoce de una cierta forma y de una cierta manera. El sujeto no conoce el noúmeno (el objeto en sí mismo), sino el fenómeno, que es la manera como el objeto se le muestra. 
 
La consecuencia de esto es que todo el conocimiento está determinado por las estructuras de conocimiento del sujeto de conoce –de su forma de conocer–, que es la que determina al objeto conocido. 
 
Por eso conocemos la realidad según nuestro modo de conocer y no la realidad-en-sí, puesto que las categorías son nuestras y no del objeto. El sujeto ordena esas «caóticas categorías» y les da forma, que es su contribución al objeto de conocimiento y con ello,  es capaz de transformarlo. 
 
De esta manera, el sujeto impone a la realidad sus estructuras de conocimiento a priori, gracias a lo que, bajo la filosofía de Immanuel Kant, el conocimiento es el encuentro entre la materia y la forma, entre la experiencia y la razón, concluyó.
 

(LaIguana.TV)