A medida que la violencia continúa intensificándose en Haití, es difícil no reconocer lo que muchos analistas han estado prediciendo y lo que la ONU ha estado advirtiendo: esta pequeña nación se está encaminando a «la anarquía absoluta», escribe el corresponsal de Sky News Stuart Ramsay.

Ramsay es uno de muchos periodistas que cubren ahora la crisis política en Haití. Antes de que se desatase una ola de violencia, esta nación se sumergió en un desastre económico mezclado con crimen organizado y secuestros.

Los principales partidos de la oposición, el poder judicial y los activistas afirman que la presidencia de Jovenel Moise terminó el 7 de febrero tras un mandato de cinco años. A su vez, el político, apoyado por Estados Unidos y la mayor parte de la comunidad internacional, afirma que le queda un año de mandato y se niega a ceder. Argumenta su posición con el hecho de que el Gobierno interino fue el que dirigió el país durante un año tras su elección.

Como resultado de esta discrepancia política, Haití vivió una ola de fuertes protestas el 8 de febrero.

No es la primera vez que el país ha registrado enfrentamientos violentos y es fácil entender por qué de vez en cuando allí se producen turbulencias, destaca Ramsay. El corresponsal de Sky News recorrió la ciudad de Puerto Príncipe, que según asegura, es «un infierno de pobreza».

«Pasamos por filas de tiendas de campaña sucias en un desierto gris y negro. El aspecto es absolutamente horrible. Nos sorprendimos al descubrir que en realidad era un gran mercado en funcionamiento», enfatiza.

El 60% de la población de Haití vive en la pobreza extrema. Las calles parecen más las de una ciudad devastada por la guerra que las de una comunidad en funcionamiento. Por todas partes pueden verse edificios que están en ruinas, según el periodista.

Hace once años Haití fue destruido por un enorme terremoto. Ramsay, quien también cubrió aquellos acontecimientos, destaca que ahora las calles del país se ven exactamente iguales que entonces. No se ha reconstruido absolutamente nada. El tiempo se ha detenido allí.

«Es realmente una desgracia. Se asignaron enormes cantidades de dinero de ayuda para reconstruir. No se ha hecho nada. Todo el dinero ha sido robado», le dijo su colega haitiana Brunelie Joseph.

Varios factores han contribuido a la actual crisis política y económica en Haití. Uno de ellos es la falta de atención por parte de las autoridades. La gente asegura que el presidente no ha hecho nada por ellos, que no ha conseguido atajar la corrupción rampante. Como consecuencia, la economía continúa desplomándose.

«Pero, peor que esto, mucho, mucho peor, de hecho, es la explosión en secuestros para pedir rescate que ahora es endémica en toda la sociedad, [los llevan a cabo] desde los más pobres hasta los más ricos. Todo el mundo está en el punto de mira y nadie está a salvo. Esta es quizás la mayor fuente de descontento», escribe Ramsay.

Las bandas parecen actuar con impunidad. La oposición y sus partidarios acusan al presidente de permitir o realmente ayudar a sus operaciones con fines políticos. Si bien previamente las áreas de la oposición habían sido habitualmente el objetivo de los secuestradores, «ahora están en todas partes», enfatiza el corresponsal.

«La gente tiene miedo de viajar a cualquier sitio. Si me subo a mi coche, me pregunto si voy a ser la siguiente. Ahora voy en auto a lugares a los que habría ido fácilmente a pie, pero ya no, y es lo mismo en todas las partes», señaló su interlocutora haitiana.

Los líderes de las comunidades más pobres no dejan de culpar de todo a Jovenel Moise.

«Su mandato ha terminado, debe irse. Pedimos a toda la gente (…) especialmente a Estados Unidos, si es amigo de Haití y le gusta el pueblo haitiano, que lo saque [al presidente] del poder», exhortó Brunelie Joseph.

(Sputnik)