Vientos de diálogo soplan en Venezuela y por eso, el filósofo, comunicador y analista político Miguel Ángel Pérez Pirela destinó la edición de su programa Desde Donde Sea transmitida este miércoles 10 de febrero, a presentar dos niveles que condicionan la posibilidad de éxito de estas alternativas para la solución de la crisis política que atraviesa al país.
 
De un lado están las reuniones que la recién instalada Asamblea Nacional está sosteniendo con diversos actores de la vida nacional y del otro, la posibilidad de que la búsqueda de un acuerdo político esté mediada por pesos pesados dentro de la política internacional, con Rusia, China e Irán formando un bloque frente a Estados Unidos y la Unión Europea (UE).
 
Sin embargo, Pérez Pirela puso en cuestión el que estas potencias puedan coadyuvar en la búsqueda e implementación de una solución política que permita resolver los problemas sociopolíticos presentes en Venezuela, toda vez que se muestran incapaces de dialogar entre ellos y alcanzar acuerdos en sus ámbitos de acción y áreas de interés, en lo que parece una reedición de la Guerra Fría alentada por Washington. 
 
Las acciones de la AN de las últimas semanas determinarán el curso de la política nacional en los próximos años
 
En opinión de Miguel Ángel Pérez Pirela, las acciones que ha venido implementando la recién instalada Asamblea Nacional (AN), determinarán el curso de las estrategias políticas de Venezuela durante los próximos años. 
 
En primer término hizo referencia a la puesta en marcha de los procesos que conducirán a la designación de unas nuevas autoridades para el Poder Electoral. Según el presidente del Legislativo, Jorge Rodríguez, en la sesión de este miércoles se juramentó a los miembros del comité de postulaciones electorales, instancia que tendrá a su cargo la selección de los nuevos rectores del Consejo Nacional Electoral (CNE) en un lapso máximo de dos meses, tal y como está establecido en la Constitución vigente. 
 
Explicó, asimismo, que pese a que recientemente el Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) designó a los rectores del ente comicial para que se encargaran de organizar la elección parlamentaria del pasado 6 de diciembre, con esto se pretende, por una parte, responder a la demanda de sectores opositores que demandan la constitución de un nuevo CNE que garantice «elecciones libres, justas y creíbles» y por otra, hacer los nombramientos conforme al procedimiento establecido como regular en la Carta Magna. 
 
Precisó que en la anterior legislatura se hizo todo lo posible para no designar a un nuevo Poder Electoral y se incurrió en un vacío legislativo, razón por la cual quedó en manos del del máximo tribunal del país hacer las correspondientes designaciones, como ya ha sucedido en otras oportunidades y también como está consagrado en las leyes venezolanas.
 
Para el experto, esto no es un dato menor, si se considera que de ello depende poner las condiciones necesarias para que quienes no han querido participar en las elecciones lo hagan en los próximos comicios. 
 
A este respecto, puntualizó que si bien están previstas en primer lugar elecciones regionales en las que se escogerán gobernadores y consejos legislativos estadales, a las que seguirán comicios municipales –alcaldes y concejales–, «hay signos de que se darán unas megaelecciones». 
 
De llegar a concretarse este escenario, considera que se acelerarían los tiempos políticos, indispensables para allanar el camino hacia una solución de la crisis política que permita resolver los problemas económicos y sociales del país.
 
Sin embargo, el gobierno parece estar trabajando en otros frentes, puesto que se están implementando mesas de diálogo nacionales, ya no entre dirigentes políticos y cúpulas partidistas, sino entre diferentes sectores de la vida nacional, entre ellos, los trabajadores venezolanos, que acaso son el grupo más golpeado por los efectos de las medidas coercitivas unilaterales y los bloqueos financieros.
 
El más nefasto de todos, comentó, es la merma significativa del salario, que en la práctica impide que los asalariados puedan sobrevivir a partir del trabajo digno y han hecho que Venezuela sea uno de los países con peor salario de todo el mundo. 
 
En este sentido, refirió que la Comisión de Diálogo Nacional que encabeza Rodríguez, realizó ayer un encuentro con los trabajadores públicos y privados para escuchar sus peticiones y exigencias. 
 
El presidente de la AN explicó que uno de los objetivos es buscar el encuentro y la confluencia y conseguir propuestas para que el parlamento se convierta en un instrumento para caracterizar estas demandas, en apego a lo establecido en la Constitución y las leyes. 
 
En el encuentro, al que acudieron representantes de la Central Única de Trabajadores Bolivariano (CUTB), de la Central de Trabajadores de Venezuela (CTV) y de otras organizaciones sindicales no afiliadas a esos bloques, se denunció que aunque los salarios que paga la empresa privada son ciertamente mucho mayores a los de las empresas públicas, no reflejan los ingresos reales de los capitalistas. 
 
Los sindicatos también plantearon una articulación permanente con la AN y una mesa de negociación con los empresarios, para así, en conjunto discutir la salida de emergencia al diálogo.
 
Antonio Suárez, presidente de la Federación Venezolana de Empleados Públicos, demandó la cancelación de un «bono de emergencia» para restituir el poder adquisitivo de los trabajadores, así como un debate con los prestadores de salud para restituir las pólizas de seguros para los trabajadores. 
 
En este punto, el también director de LaIguana.TV criticó la gestión del Instituto Venezolano de los Seguros Sociales y de las empresas del Estado, que cuando disponían de los recursos, suscribieron contratos con aseguradoras privadas y tras la debacle, no solamente hay un evidente deterioro del sistema público de salud, sino que además, los trabajadores están desprovistos de atención sanitaria por la vía privada, lo que se hace todavía más urgente si se considera la pandemia. 
 
El pasado 27 de enero, recordó, se produjo el primer encuentro público entre Rodríguez, Fedeindustria y Fedecámaras. Entonces dijo: «creo que eso es lo que está esperando el pueblo de Venezuela: que nos entendamos, que lleguemos a acuerdos dentro de las diferencias y que no le tengamos miedo a expresar las diferencias que podamos tener, de tipo político». 
 
A su parecer, «esto es un abreboca sobre los procesos de diálogo que se está dando con factores nacionales», en este caso, con los actores dentro relevantes dentro del trabajo y en el que no se eludió lo que considera es el tema central: «los pírricos salarios».
 
¿El destino de Venezuela está en manos de las potencias? 
 
En el criterio del comunicador venezolano, si el diálogo se aborda desde la óptica internacional, «hay actores llamados a jugar un papel» trascendente, imprescindible, pero desde las arenas geopolíticas. 
 
De acuerdo con analistas consultados por el portal derechista Voice of America (VOA), China, Rusia, Irán y Cuba tendrán «un rol crucial» en la salida a la crisis en Venezuela, porque la llegada de Joe Biden a la Casa Blanca supondría un tránsito del unilateralismo característico de la era Trump y daría paso al multilateralismo. 
 
Estos expertos también consideran incluso que «los grandes» –Estados Unidos, la UE, Rusia, China e Irán– podrían decidir el destino de la nación caribeña a través de un proceso de negociación entre ellos.
 
Reconocen, además, el fallo de la estrategia de Trump, que no solamente se centró en el unilateralismo, sino que amenazó reiteradamente con una invasión que, finalmente, nunca concretó. 
 
Empero, Pérez Pirela puso en tela de juicio la veracidad de lo publicado por VOA, toda vez que no parece muy viable que estos países puedan servir como mediadores en una crisis política, si no son capaces de alcanzar acuerdos entre ellos, si pareciera estarse consolidando un escenario parecido a una Guerra Fría, con la UE y Estados Unidos de un lado y China, Rusia e Irán, del otro. 
 
Además, en contra de quienes aspiraban que la llegada de Biden sirviera para aplacar la agresiva política exterior de su antecesor, en las últimas semanas han intensificado los ataques hacia el llamado «eje del mal», redefinido en este tiempo como China-Rusia e Irán.  
 
La UE mira la paja en el ojo ajeno y se olvida de las vigas en el propio
 
Para ilustrar de qué manera se está configurando este nuevo escenario de Guerra Fría, Pérez Pirela comentó fragmentos del artículo intitulado «Los propios abusos que la UE (y España) obvia cuando habla de derechos humanos a Rusia», publicado por la agencia RT bajo la firma de Alberto Rodríguez García. 
 
En el texto se critica la soberbia del Alto Representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad Común, Josep Borrell, quien pretendió dar lecciones de democracia al gobierno del presidente Vladimir Putin durante su visita a Rusia, pero fue puesto en su lugar por el canciller Serguéi Lavrov, experimentado funcionario que no dudó en echarle en cara a Borrell la cuestionable gestión del asunto catalán por parte de España. 
 
La prensa afín a la UE y decididamente demonizadora de Putin, reaccionó de inmediato y centraron su atención en la superficie de lo declarado por Lavrov, en lugar de hacerlo sobre lo que realmente estaba diciendo: «No os metáis en los asuntos rusos y no nos meteremos en los vuestros», relata Rodríguez García. 
 
Empero, el artículo no concluye allí, sino que hace un recuento de los silencios y desvíos de mirada de Europa frente a atrocidades y flagrantes violaciones a los derechos humanos que se cometen sus propios países miembros como Italia, Francia, Rumanía o Hungría, o aliados estratégicos, como Arabia Saudí, al tiempo que es rápido en rechazar o «manifestar su preocupación» sobre asuntos de política interior de otros países, como Rusia o Venezuela. 
 
Así, concluye el analista, no les importa «que los inmigrantes de países como Bangladés o Pakistán vivan como esclavos y tengan menos derechos que un árabe. (…). Pero, ¿quién se sorprende a estas alturas? Si no hay nada más hipócrita y falso que los valores europeos».
 
Pérez Pirela destacó, que a pesar de los esfuerzos de la prensa afín, a Borrell le salió mal la visita a Rusia, pues ahora 81 eurodiputados conservadores, ultranacionalistas, pidieron a la presidenta de la UE, que exija la dimisión tras su visita a Rusia. Argumentan que su viaje fue un fiasco, porque no logró defender los intereses del bloque frente a las acciones del gobierno de Vladimir Putin. 
 
Por su parte, Borrell se defendió diciendo que «el ejercicio de la política exterior, requiere estar sobre el terreno», una máxima que, sin embargo, no aplica cuando de hacer declaraciones sobre Venezuela se trata.
 
Los medios de comunicación: otro actor esencial en esta reedición de la Guerra Fría
 
Para Pérez Pirela, estos asuntos no se limitan exclusivamente a dar cuenta del del doble rasero aplicado por Estados Unidos y la UE para calificar protestas en otros países e injerir en asuntos internos, sino del acompañamiento que hacen las trasnacionales mediáticas a esta especie de Guerra Fría.
 
Con base en una muestra de titulares en los portales de la cadena CNN y el diario The New York Times sobre Rusia,  acaso el país más atacado por la prensa de las potencias hegemónicas, mostró cómo se ha desarrollado el manejo comunicacional de los temas relacionados con Rusia, Irán o China. 
 
El 29 de enero de 2020, CNN tituló: «¿Cuál es el precio que deben pagar quienes se oponen a Vladimir Putin?» y el 17 de enero apareció una nota en el mismo portal bajo el título «Arrestan al principal líder opositor de Putin a su regreso de Rusia», en referencia al caso Navalni. 
 
Al día siguiente –18 de enero– CNN aseguraba que «Rusia busca deslegitimar la democracia en EEUU y sus demás enemigos» y The New York Times aderezaba el guiso con una nota intitulada: «No beba el té: el veneno es un arma favorita en Rusia».
 
Pero no se trata, ni por mucho, de una cruzada estadounidense, sino que al coro se suman portales y agencias europeas, como es el caso de Francia24, que ayer publicó la noticia del informe de un comité gubernamental en el que se reconoce que las sanciones de Estados Unidos contra Venezuela afectaron su economía y no perdió la oportunidad de posicionar su campaña contra potencias antihegemónicas en uno de los párrafos del texto.
 
Específicamente, refieren que «el informe recomendó al Departamento del Tesoro hacer más para rastrear las quejas de los trabajadores humanitarios para abordar los problemas pertinentes. La debacle de Venezuela, donde Maduro sigue en el poder respaldado por Rusia, China, Irán y Cuba, provocó la salida del país de unos 5,4 millones de personas según la ONU».
 
De esa manera, puede concluirse que la llegada de Biden a Washington no ha terminado con esta suerte de nueva Guerra Fría continuada que ya pusiera en marcha Trump, aunque estemos en medio de una pandemia y hay dos operaciones mediáticas que sintetizan muy bien el espíritu de estos tiempos: los ataques satanizantes e infundamentados contra Rusia sobre la vacuna Sputnik V, al tiempo que se posicionaban las vacunas de Estados Unidos y el Reino Unido y del otro, culpar a China de la pandemia, sosteniendo –Trump a la cabeza– que el coronavirus había sido fabricado en un laboratorio chino de donde se había producido un escape. 
 
Tanto una cosa como la otra ya fueron apropiadamente y categóricamente, pero el mal ta está hecho, pues como sostiene Pepe Escobar en su artículo Asia: economía, geopolítica y política, las raíces más profundas de la demonización china, esta «guerra híbrida» que ha emprendido Estados Unidos en contra de China «está destinada a acelerarse», en un intento por impedir la consolidación de lo que los expertos han denominado «el inicio del siglo asiático». 
 
«La estrategia de Estados sigue siendo esencialmente el dominio del espectro completo, con la estrategia de seguridad nacional obsesionada con las tres principales amenazas: China, Rusia e Irán. China, en cambio, propone una comunidad de destino compartido para la humanidad, principalmente dirigida al Sur global», precisa Escobar, una postura semejante a la expresada por el presidente ruso, Vladimir Putin, en relación con la socialización del saber científico asociado a las vacunas. 
 
Este analista destaca que la narrativa predominante de Estados Unidos es la guerra de información en curso: La COVID-19 fue el resultado del escape de un laboratorio. Con ello se responsabilizaría a China de la pandemia.
 
Para Pérez Pirela, esta rusofobia y sinofobia pueden resumirse como sigue: «China inventó el virus y es responsable de la pandemia y Rusia mata gente con su vacuna». 
 
De otra parte, la nueva táctica normal de demonización no solo es implementada por el complejo militar-industrial-vigilancia-medios, sino que se encuentra internalizada en lo profundo de Occidente, para quien los chinos dibujados por los medios, son una suerte de «déspotas orientales». 
 
Desde el punto de vista de China, estas tácticas de guerra sucia, basadas en la manipulación política y asentadas en el discurso anticomunista, son cada vez más «impopulares» y están «destinadas al fracaso».
 
El otro blanco de la prensa es, sin dudas, la República Islámica de Irán,  a quien tratan de vender mediáticamente como una dictadura despótica, con Trump como principal propagador de la matriz, según la cual la nación persa financia la destabilización en otras regiones, concretamente a terroristas para que ataquen a sus «pacíficos vecinos» árabes e israelíes. 
 
Con esto, aseguró el analista venezolano, buscan «hipercondicionar cualquier acuerdo para impedirles desarrollar sus proyectos de energía nuclear», algo que es evidente si se toman en cuenta los ires y venires entre Washington y Teherán durante las últimas 48 horas, en las que el gobierno iraní solicitó a los Estados Unidos que levantara las sanciones y el bloqueo, para regresar al Acuerdo Nuclear suscrito en 2015, a lo que el gobierno de Biden respondió negativamente.
 
Sin embargo, advirtió que pese a la política de los micrófonos, no puede olvidarse que el acuerdo de 2015 fue una iniciativa de la administración Obama en la que Biden sirvió como vicepresidente y que además, el actual mandatario debe su posición a ese expresidente.  
 
El riesgo de la rusofobia para los Estados Unidos
 
Expertos estiman que la creciente rusofobia es una operación psicológica para hacer que Europa no sea independiente de los intereses de la OTAN y una prueba de ello es que ninguna de las supuestas investigaciones periodísticas publicadas en medios de gran calado como The New York Times, The Washington Post o El País en las que se acusa a Rusia de, por ejemplo, injerir en procesos electorales de otros países, carecen de datos fiables que puedan ser contrastados. 
 
A este respecto, comentó Pérez Pirela, el profesor estadounidense experto en Historia de Rusia, Stephen Cohen ha explicado por que esta retórica antirrusa es más bien peligrosa para Estados Unidos. 
 
En opinión de Cohen, la demonización y críticas hacia Putin representan un fenómeno sin precedentes, porque ningún mandatario ruso o soviético había sido atacado tan implacablemente desde los tiempos de Stalin y el llamarlo en la prensa «líder criminal», se anula en la práctica la posibilidad de alcanzar acuerdos en puntos estratégicos estratégicos.
 
El académico advierte asimismo, que al apoyar manifestaciones antirrusas, los medios como The Washington Post, The New York Times o CNN, «están contribuyendo a la degradación de los estándares y la honradez del periodismo estadounidense», puesto que ninguna de las acusaciones que formulan en contra del presidente ruso está respaldada en hechos. 
 
Así, hablan ligeramente de la desdemocratización, la cleptocracia, la corrupción, el asesinato de opositores, el deseo de recrear la Unión Soviética, entre otras graves acusaciones, sin tomarse la molestia de respaldarlas, con lo que apuntan hacia una reedición de la Guerra Fría en pleno siglo XXI.  
 
Cohen sostiene que «Putin no puede considerarse un líder que promueve una política internacional agresiva, sino un político fundamentalmente reactivo que responde a las provocaciones de Estados Unidos y la OTAN».
 
«El problema es que ellos –Estados Unidos y la OTAN– solamente consideran demócratas a los presidentes que se dejan derrocar, consideran a países como posibles escenarios de guerra, a aquellos que se desarman», como ocurrió en los casos de Irak y Libia, concluyó el comunicador venezolano.
 
 

 

(LaIguana.TV)