Las cifras recopiladas por la Universidad Johns Hopkins muestran que en el país, 500.071 personas han fallecido a causa del virus durante la pandemia. La estadística supera los decesos contabilizados en otros países altamente poblados como Brasil, México e India. 

El 6 de febrero de 2020 ocurrió la primera muerte confirmada por Covid-19 en Estados Unidos, concretamente en la Bahía de San Francisco. Ahora, poco más de un año después, los decesos por la pandemia superan los 500.000 en todo el país.

Para dimensionar la realidad que esconde el número, el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, hizo una comparación sombría: «más estadounidenses han muerto en un solo año de esta pandemia que en la Primera Guerra Mundial, la Segunda Guerra Mundial y la Guerra de Vietnam juntas».

Además, la cantidad de personas que han perdido la vida por el brote en Estados Unidos supera de lejos cualquier otra estadística similar en el mundo. Uno de cada cuatro muertos por coronavirus falleció en la nación norteamericana, según las cifras de la Universidad Johns Hopkins. 

Si bien durante toda la pandemia los expertos han señalado que en todos los países hay un subregistro de cuántos muertos y contagiados realmente ha dejado la pandemia, los números que se conocen hasta ahora muestran que Estados Unidos duplica la cantidad de decesos registrados en Brasil, que es el segundo país con más muertes confirmadas. 

 

México e India, que son las naciones que siguen en ese listado de la Universidad Johns Hopkins, contabilizan 180.000 y 156.000 muertes por Covid-19, respectivamente; cifras por las que Estados Unidos pasó desde septiembre del año pasado.

Ante esas cifras es que Anthony Fauci, el principal experto de Estados Unidos en enfermedades infecciosas, se pregunta «cómo un país rico y sofisticado puede tener el mayor porcentaje de muertes y ser el país más afectado del mundo», por la pandemia, según expresó este lunes.

Fauci consideró que la división política contribuyó significativamente al «impresionante» número de muertos por Covid-19 en Estados Unidos. Desde meses atrás, el director del Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas advirtió que esa polarización afectaba el manejo de la pandemia. «Sabes, por experiencia histórica, que cuando no tienes unanimidad en el enfoque de algo, no eres tan eficaz en cómo lo manejas. Así que creo que tendría que asumir que si no hubiera tanta división, tendríamos un enfoque más coordinado», dijo en julio Fauci en el podcast de ‘FiveThirtyEight’.

Y es que además de desatar una crisis sanitaria sin precedentes, el coronavirus también despertó una caída económica y, especialmente, avivó una profunda polarización. En Estados Unidos, portar o no mascarilla se convirtió en una declaración política entre demócratas y republicanos. Incluso, los representantes más visibles de ambos partidos hicieron parte de la discusión, con Donald Trump apareciendo en mítines políticos sin tapabocas y Joe Biden promoviendo el uso obligatorio de estos.

Escepticismo y politización: los énfasis que Trump le dio al manejo de la pandemia

Un día después de que Estados Unidos confirmara la primera persona contagiada con Covid-19 en su territorio, los periodistas le preguntaron al entonces presidente Donald Trump si estaba preocupado por el brote. «No, en absoluto. Y lo tenemos totalmente bajo control», sostuvo el mandatario. Ese fue el comienzo de una epidemia nacional que ya ha contagiado a más de 28 millones de personas en el país norteamericano.

Menos de una semana después, Trump respondió formando un equipo especial en la Casa Blanca para liderar las acciones contra el coronavirus, y bloqueó los vuelos desde y hacia China. Pero se mantuvo firme en su postura inicial, reiterando que su Administración tenía el virus controlado.

Varias veces culpó al Partido Demócrata de «inflar la situación del coronavirus» solamente para atacarlo a él. También convirtió al brote en un arma de política internacional, hablando del «virus chino» y juzgando al país asiático por el manejo de las primeras personas infectadas.

Incluso, Trump ordenó el retiro de Estados Unidos de la Organización Mundial de la Salud, alegando que este organismo de la ONU se alió con China en enero de 2020 para esconder la realidad del virus que comenzaba a propagarse por todo el mundo.

Su incredulidad y su politización del Covid-19 se evidenciaron especialmente con sus posturas frente al uso del tapabocas. En abril, los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC, por sus siglas en inglés) le recomendaron a los ciudadanos portar mascarillas para prevenir el contagio. Luego de semanas de desaconsejar su uso, ante la declaración de los CDC Trump cedió un poco recomendando «cualquier objeto que cubra la cara», pero inmediatamente advirtió que él no se pondría nada similar.

Y cumplió su promesa, al menos públicamente y durante tres meses. Trump esperó hasta julio para portar una mascarilla por primera vez en público, cuando ya el país superaba las 130.000 personas muertas a causa del virus. Sin embargo, no la llevó en la mayoría de los mítines políticos de su campaña presidencial, a los que acudían cientos de personas, por lo general sin mascarilla.

El mandatario nunca decretó un aislamiento total en todo el país y, por el contrario, incentivó a los estados que habían impuesto confinamientos a eliminarlos para proteger la economía. Esta postura le valió choques públicos con Fauci, quien hacía parte de la fuerza de tarea contra el Covid-19 y era uno de los asesores más importantes de la Casa Blanca sobre ese tema.

Otra de las discordias fue por las cifras. Fauci advirtió en marzo que la pandemia podría dejar entre 100.000 y 200.000 muertos en Estados Unidos. Aunque para entonces fue una cifra sorpresiva, Trump replicó que mantener la cantidad de fallecidos entre esos números demostraba que su Gobierno había hecho «un trabajo muy bueno».

En septiembre, la peor de las advertencias de Fauci se hizo realidad, pues Estados Unidos superó las 200.000 muertes en ese mes y la nación norteamericana punteaba de lejos las estadísticas de mortalidad a causa de la pandemia en comparación con el resto de los países del mundo. Trump alegó que era porque, a diferencia de los demás, las autoridades estadounidenses tomaban más muestras y aseguró que ya había dado la orden de reducir la cantidad de diagnósticos. Fauci contradijo públicamente al presidente y, ante el Congreso, aseguró que el país haría «más test, no menos».

La aceleración de las muertes por Covid-19 en Estados Unidos comenzó antes de que en el país se empezaran a aplicar las primeras vacunas contra el virus. La primera mitad de las personas que fallecieron en el país, perdieron la vida en nueve meses -entre el 6 de febrero y el 18 de noviembre-, cuando la nación alcanzó los 250.000 decesos. Luego, en tan solo la mitad del tiempo, la nación norteamericana confirmó la misma cantidad de muertes.

Antes de que terminara su mandato, Trump logró que bajo su Administración se comenzara el plan de vacunación. Hasta ahora, se han inoculado a 18 personas de cada 100 en el país, lo cual es la cuarta mejor cifra del mundo, según el portar ‘Our World in Data’, respaldado por la Universidad de Oxford.

El cambio de la Presidencia de Joe Biden frente al manejo de la pandemia

Cuando Joe Biden asumió como el nuevo presidente, prometió combatir el Covid-19. Esto lo tradujo en promesas concretas: dijo que en sus primeros 100 días se vacunaría a 100 millones de personas (en poco más de un mes van en 63 millones); presentó ante el Congreso un plan de ayudas económicas debido a la recesión generada por la pandemia, y decretó la obligatoriedad del uso de mascarillas en propiedades federales y viajes interestatales.

El promedio diario de muertes y casos se ha desplomado en las últimas semanas. Las muertes por virus se han reducido de más de 4.000 reportadas en algunos días de enero a un promedio de menos de 1.900 por día. Pero los expertos consideran que esto no se debe tanto a las vacunas ni a los planes de gobierno, sino principalmente a los fríos extremos del invierno que han encerrado a la mayoría de los estadounidenses.

Sin embargo, las políticas de Biden sí trajeron un cambio frente al manejo de la pandemia. Fauci lo ejemplificó en la primera semana de la nueva Administración, diciendo que sentía una «sensación liberadora» al poder hablar de «las pruebas, de la ciencia», en contraste con el escepticismo que predominó en la era Trump.

Y ese cambio también se reflejó en el homenaje a los muertos por Covid-19. Joe Biden ordenó que durante cinco días, hasta el 26 de febrero, todos los edificios federales deberán tener las banderas a media asta en honor a los fallecidos por el virus.

Además, él y la vicepresidenta Kamala Harris hicieron un momento de silencio en la Casa Blanca y se rodearon con velas encendidas para recordar a los fallecidos. El presidente también hizo una declaración.

«Les pido a los estadounidenses que recordemos a quienes perdimos y dejamos atrás. Pero mientras recordamos, actuemos, permanezcamos vigilantes, mantengamos el distanciamiento social y pongámonos las mascarillas. Debemos acabar la politización y la desinformación entre las familias, ya costó muchas familias. No son demócratas o republicanos los que están muriendo por Covid-19, son estadounidenses, nuestros familiares», concluyó el mandatario.

(AFP/AP)