La llegada a Colombia de lo que se conoce como «la pandemia del banano» encendió las alarmas en América Latina y el Caribe. Ahora, una inédita alianza internacional busca prevenir el hongo que amenaza con extinguir al fruto y desarrollar en laboratorios nuevas variedades de plátanos resistentes.

La historia del plátano, uno de los frutos más populares en el mundo, parece ser una historia de genocidios. A mediados del siglo XX, la variedad de plátano Gros Michel fue atacada y destruida casi por completo por el hongo Fusarium oxysporum o, como también se lo conoció, el mal de Panamá. Para que el mundo no dejara de comer plátanos, el comercio mundial del fruto pasó a ser protagonizado por la variedad Cavendish, que desde hace años también está en peligro de extinción.

En efecto, los plátanos Cavendish son atacados por la cepa raza 4 tropical —denominada R4T— del hongo Fusarium. Originada en 1992 en Asia, la cepa comenzó a expandirse hacia occidente hasta que en 2019 fue detectada en Colombia, desatando la alarma de los países tropicales latinoamericanos y caribeños, principales productores y exportadores de plátanos del mundo.

El combate a lo que ya se considera una «pandemia» no es sencillo y por el momento la única herramienta efectiva para combatir el hongo es quemar las tierras afectadas. Se trata de una solución profundamente destructiva, ya que esos terrenos luego no pueden volver a utilizarse, ante la posibilidad de que la R4T pueda volver a surgir.

Si bien el peligro tomó forma en 2019, recién en 2021 comenzó a instalarse formalmente lo que se denominó como Alianza Global de Cooperación de Lucha contra el Fusarium R4T, una instancia de colaboración entre gobiernos, organismos internacionales, académicos y representantes de empresas privadas relacionadas con la producción y la investigación vinculadas al plátano.

Entre los miembros latinoamericanos de la alianza están la Corporación Bananera Nacional (Corbana) de Costa Rica y la empresa Chiquita Brands International, una multinacional con plantaciones en ese país centroamericano. También participa el Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA), un organismo con representación de 34 países de las Américas.

Para el argentino Manuel Otero, director general de IICA, la alianza es necesaria debido a que la pandemia del banano, como la han llamado los participantes, ya comenzó a expandirse por el mundo y «tiene fuertes impactos económicos y sociales, porque el banano está fuertemente vinculado a la seguridad alimentaria global».

Según cifras manejadas por la Alianza, en la actualidad hay 135 países del mundo en los que se cultivan plátanos, abarcando los cinco continentes. Se estima que, en todo el planeta, unas 400 millones de personas dependen del plátano para su alimentación o como fuente de ingresos.

La variedad Cavendish, la víctima de la cepa R4T del Fusarium, representa la mitad de la producción mundial y es la variedad que más se produce en los países de América Latina y el Caribe.

La guerra contra la cepa tendrá como uno de sus pilares la prevención, buscando detectar el hongo de forma temprana de manera de poder erradicar las plantas infectadas a tiempo y así evitar que se expandan. Esto es vital dado que, al menos en la actualidad, no existe tratamiento posible para los plátanos infectados.

Otra parte clave del trabajo de la Alianza tendrá lugar en laboratorios, ya que los involucrados buscan desarrollar nuevas variedades de plátanos que sean resistentes a la cepa R4T, así como crear nuevos productos capaces de proteger a las variedades Cavendish que ya existen.

(Sputnik)