Tras una semana fuera del aire, el filósofo, comunicador y analista político Miguel Ángel Pérez Pirela analizó en Desde Donde Sea las implicaciones los últimos movimientos de Estados Unidos y la Unión Europea en contra de Venezuela, en paralelo con las respuestas e iniciativas que adelanta el Gobierno Bolivariano.

A su parecer, se trata de dos estrategias claramente diferenciadas y contrapuestas: de una parte, la injerencia y la violencia, a la que apuestan Estados Unidos, la Unión Europea y sus agentes locales; de otro, un diálogo inclusivo y pacífico entre venezolanos, que aún difiriendo en su visión de la política y la economía, asumen que el entendimiento es el único camino para superar la crisis en el país, una iniciativa que lidera la recién instalada Asamblea Nacional.

Del Decreto Obama al Decreto Biden

El primer evento que mereció la atención de Pérez Pirela fue la más reciente extensión de la Orden Ejecutiva 3.692, con la que el entonces presidente Barack Hussein Obama declaró a Venezuela una «amenaza inusual y extraordinaria» para la seguridad nacional de los Estados Unidos, pese a que Venezuela jamás ha invadido a ningún país y Estados Unidos podría ser declarado, con toda justicia, como el «campeón» de los bombardeos e invasiones.

Este decreto, explicó, fue usado por el sucesor de Obama, Donald Trump, casi hasta sus últimas consecuencias, pues en su afán de derrocar al presidente Nicolás Maduro, aplicó medidas coercitivas unilaterales, bloqueó activos de Venezuela en el extranjero y promovió intentos de invasión.

A este respecto, precisó que si bien el decreto entró en vigor en 2015 e inicialmente contempló la aplicación de sanciones ilegales sobre algunos funcionarios chavistas, su ámbito de acción se amplió en 2019, cuando Washington decidió reconocer a Juan Guaidó como «presidente interino».

Con Joseph «Joe» Biden, las cosas no han sido diferentes y están muy lejos de representar el gran cambio que algunos esperaban, pues apenas un mes y cinco días después de haber jurado como presidente, el mandatario ordenó el bombardeo de Siria y, acto seguido, prorrogó por un año más el decreto de Obama.

En opinión del analista, Biden ha hecho suyo esta orden ejecutiva, porque ello se corresponde con la coherencia en términos de política exterior que exhiben los Estados Unidos en tanto imperio. En este ámbito, añadió, entre demócratas y republicanos no hay diferencias de fondo, sino en cuanto a formas, modos, metodología y marketing.

De otra parte, estimó que es bastante probable que Biden, debido a su avanzada edad y debilidad manifiesta, no sea capaz de completar su mandato. Un indicio de esta incapacidad para maniobrar sería que en su gobierno están pesando más los ‘lobbies’ guerreristas, que apuestan por la guerra como único camino de escapar de la bancarrota que inexorablemente se cierne sobre el país, acosado por una deuda impagable y dependiente de las importaciones procedentes de China.

Es en este contexto en que inscribirse el decreto Obama reasumido por Biden, de cuya «moderación política» tiene noticias Venezuela desde sus tiempos como vicepresidente de Obama, pues entonces participó, por acción ejecutiva, en el decreto que derivó en medidas coercitivas unilaterales y bloqueos contra el país.

En una comunicación remitida al congreso, el presidente estadounidense aseveró que había «determinado que es necesario continuar la emergencia nacional con respecto a la situación de Venezuela».

En su momento, el entonces presidente Barack Hussein Obama argumentó la necesidad del decreto contra Venezuela y su pueblo, en la presunta persecución de opositores políticos, en la supuesta restricción de la libertad de prensa, en el supuesto uso de la violencia y la falta de garantías sobre los Derechos Humanos, recordó el también director de LaIguana.TV.

Si se apunta al contenido, puntualizó que en el texto se afirma que Estados Unidos está en «emergencia nacional» no por causa de la pandemia, ni por una de las peores crisis de su historia, ni por el abuso policial contra las minorías, ni por la caída de su influencia como superpotencia, sino por Venezuela, país que constituiría, para ellos, «una amenaza» para la seguridad nacional.

En pocas palabras, el comunicador indicó que la Orden Ejecutiva no era «otra cosa que un instrumento que le permite al presidente de Estados Unidos, en determinadas circunstancias, ir más allá de lo que haya aprobado el Congreso a la hora de dictar sanciones contra un país y permitirse desvaríos absurdos, incongruentes y muy violentos contra el pueblo de Venezuela».

Las cuestionables y precarias alianzas de EEUU contra Venezuela

En el criterio de Miguel Ángel Pérez Pirela, la administración Biden persiste en crear un bloque de alianzas contra Venezuela con la Unión Europea (UE), el llamado Grupo de Lima, la Organización de Estados Americanos (OEA) y el Grupo Internacional de Contacto, instancias todas muy cuestionables y de un peso muy relativo dentro del concierto internacional, pese a lo que muestra el cacareo mediático que suele acompañar sus acciones y declaraciones.

Del lado de la UE, acaso el más poderoso de todos los miembros del grupo, el analista mencionó que el bloque está sumergido en una crisis sin precedentes y al borde del resquebrajamiento, dado el surgimiento o resurgimiento de fuerzas políticas nacionalistas de extrema derecha que ponen en cuestión su existencia.

La situación del Grupo de Lima no es mejor. Los países que conforman esta iniciativa desestabilizadora contra Venezuela están muy debilitados por la situación que ha impuesto la pandemia y por la pésima gestión que los gobiernos derechistas han hecho de ella, mientras que la OEA está abiertamente identificada por ser autora intelectual y ejecutiva de golpes de Estado en la región, como el que en su día le atestaran al gobierno del expresidente Evo Morales en Bolivia y otro tanto se puede decir del Grupo Internacional de Contacto, cuya razón de ser es «aumentar la presión» –imponer más medidas coercitivas unilaterales o intervenir militarmente– para forzar un cambio de régimen en Venezuela.

Así las cosas, estas entidades carecen de moral para hacer críticas en contra de la República Bolivariana de Venezuela, sus instituciones y su gobierno, subrayó Pérez Pirela.

De otra parte, consideró que tampoco puede ignorarse que la postura de Washington tiene lugar tras el avivamiento de las tensiones entre Caracas y Bruselas, tras la decisión del bloque de imponer sanciones unilaterales a 19 a funcionarios que participaron en las elecciones del pasado 6 de diciembre, a lo que Venezuela respondió expulsando a la representante del ente, la embajadora Isabel Brilhante, luego de declararla «persona non grata».

Luego de esa agresión, detalló el experto venezolano, la UE recibió el espaldarazo de parte de Estados Unidos en el Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, cuando el secretario de Estado, Antony Blinken, advirtió que desde dicha instancia seguirá «denunciando los abusos» cometidos en Venezuela, Nicaragua, Cuba o Irán, países que, a su juicio, no deberían pertenecer al Consejo.

En su opinión, Estados Unidos carece de autoridad alguna para decidir cuáles países pueden o no formar parte del Consejo de Derechos Humanos de la ONU, puesto que es justamente esa nación la que encabeza la lista de violaciones a los derechos humanos. De esta culpa, agregó, no está exento el recién instalado gobierno demócrata, que ya se bañó de sangre al bombardear Siria sin pedirle permiso a nadie.

Adicionalmente, Blinken aprovechó su participación para arremeter contra China y sus presuntas violaciones a las libertades fundamentales y tampoco desperdició la ocasión para exigir la liberación «inmediata y sin condiciones» del político opositor ruso Alekséi Navalni.

Desde el punto de vista de Pérez Pirela, Biden yerra en sus cálculos, al asumir que Estados Unidos está en una posición de superioridad que ya no es tal. Por una parte perdió la guerra económica y financiera con China y será solo cuestión de tiempo que el país asiático sea certificado como el hegemón económico del planeta y, por otra, tampoco conserva el dominio científico-técnico y fue precisamente Rusia, con su vacuna Spuntnik V, quien le arrancó esa otra máscara.

Las reacciones a la extensión del decreto de Obama-Biden y a las sanciones de la UE

Como cabía esperar, esta nueva prolongación de la Orden Ejecutiva 3.692, produjo algunas reacciones. En primer lugar, Pérez Pirela hizo referencia a la del Gobierno Bolivariano, que a través de su cancillería rechazó categóricamente la renovación del «decreto ilegal» que Washington usa para aplicar medidas coercitivas unilaterales, como parte de su política de agresión cruel contra el pueblo venezolano, al tiempo que lamentó que el nuevo gobierno continúe alejándose de la diplomacia y continúe reiterando el modelo de agresión de su antecesor.

Desde el parlamento venezolano también se alzaron voces, entre ellas, la del diputado Diosdado Cabello, primer vicepresidente del gobernante Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), quien recordó: «siempre lo dijimos: el imperialismo es una institución. Quien crea que el imperio norteamericano nos va a dejar en paz, está viendo otra película».

Sobre esto, el comunicador venezolano refirió que las afirmaciones de Cabello han sido refrendadas por funcionarios estadounidenses como el agente de Washington en Bogotá para derrocar al gobierno venezolano, bajo el amparo de una supuesta diplomacia, James Story, quien en octubre de 2020 dijo: «Venezuela es un tema bipartidista. Estados Unidos continuará apoyando a los venezolanos para que puedan votar por quien quieran votar».

La cínica declaración de Story, como la de Blinken, fue calificada por Pérez Pirela como «inmorales», puesto que aunque nadie había votado por Guaidó para que ejerciera como presidente, él insistía en llamarlo «presidente interino» y alegar que los venezolanos deberían votar por quien quieran votar.

De otra parte, rescató que tras la llegada de Biden al poder, el gobierno venezolano esperaba un cambio en las relaciones con el gobierno de Estados Unidos basado en el diálogo, el respeto mutuo y el entendimiento, pero la extensión del decreto parecía apuntar en la dirección opuesta.

Empero, el analista indicó que si Biden no está dialogando con emisarios con el gobierno venezolano, ha de hacerlo. En su opinión, está haciendo las veces de tomar la línea dura, para ganar terreno para la negociación, razón por la cual se estaría obligando a mostrarse fuerte, furibundo, peligroso, determinado, para luego, desde una posición aparentemente más ventajosa, negociar con el gobierno del presidente Maduro.

Esto sería, sin embargo, un punto de partida equivocado, porque guste o no, se esté o no de acuerdo con el gobierno de Venezuela, en este momento, la posición de fuerza la tiene Maduro y ello es así porque resistió a golpes de Estado, intentos de invasión y magnicidio y bloqueos.

De este modo, es la oposición extremista está en una posición de debilidad, aunque esto quiera ser maquillado por Biden con la posición de fuerza y en este orden de ideas, Pérez Pirela aseguró que si Donald Trump no logró derrocar a Maduro, es muy poco probable que Biden y la UE lo logren, aún actuando combinadamente.

Así, remató, «la bravuconería» de Biden y la UE puede interpretarse como un intento de parecer fuertes para negociar en una mejor posición con Maduro, aunque parecen olvidarse que detrás de él está China, con su gigantesco poder económico y Rusia, con su poder científico-técnico.

Por su parte, la analista Laila Tajeldine opina que «estas expectativas –las de prolongar las sanciones– no coinciden con las expectativas de los lobbies económicos, que optan más bien por la desestabilización o destrucción de las instituciones en Venezuela».

Según ella, ese ‘lobby’ es el que está diciendo que conviene más un Estado fallido, que el el que puede llegar a través del robo de todos los activos, asunto que vuelve a salir a colación después de haber llamado nuevamente a unas presuntas «elecciones libres y a un gobierno de transición».

De su lado, Franklin González, experto en temas internacionales, ha explicado que las expectativas de lo que puede hacer Biden sobre Venezuela, están muy por encima de la capacidad de maniobra del demócrata dentro del llamado Estado Profundo de Estados Unidos.

Con estos puntos de vista coincidió, en general Pérez Pirela, quien valora que, actualmente, Estados Unidos carece de capacidad de maniobrar internacionalmente, dados los efectos sanitarios y económicos que ha dejado la pandemia, sin dejar de lado la reaparición de Donald Trump en el escenario político estadounidense.

Tampoco la UE está para estas lides, pues en muchos de esos países están por elegirse gobiernos y encabezan las encuestas partidos o alianzas de extrema derecha antieuropeístas de extrema derecha, muchos de los cuales ofrecen a los votantes sacar a sus respectivos países del bloque, aunque se trate de naciones fundadoras.

El gobierno de Biden dio otro paso adelante en esa política de demostración de fuerza, cuando anunció que el secretario de Estado conversó con el exdiputado Juan Guaidó sobre «el supuesto retorno a la democracia en Venezuela», un hecho que Pérez Pirela estima fundamental para develar la estrategia imperial que vehicula el imperio, independientemente de sus gobiernos.

En un comunicado, se detalla que Blinken le insistió a Guaidó sobre la necesidad del retorno de Venezuela a la democracia, al tiempo que repitió el ya conocido discurso de la oposición antidemocrática, en el que se asegura que este supuesto retorno solo es posible bajo elecciones «libres y justas».

Por ello, concluyó, si la administración Biden sigue cometiendo los mismos errores que se cometieron en la gestión de Trump –insistir en reconocer a un exdiputado como presidente de Venezuela, mientras el gobierno efectivo lo ejerce Nicolás Maduro–, fracasarán estrepitosamente.

Por otro lado, Rusia levantó su voz y fijó posición sobre los movimientos de Estados Unidos en el mes de febrero. A través de su portavoz, María Zajárova, rechazó categóricamente las sanciones impuestas por la UE a los 19 políticos venezolanos y acusó al bloque de entorpecer constantemente el diálogo con Venezuela.

Además, la funcionaria destacó la cualidad contradictoria del bloque: los referentes de los 27 apoyan a personas de otros países que defienden el nacionalismo y sancionan a países que lo condenan, al tiempo que subrayó que la situación de Venezuela solo podrá ser solucionada a través de un diálogo pacífico e inclusivo, sin interferencias exteriores destructivas.

Eso es, en opinión de Pérez Pirela, precisamente lo que está haciendo el parlamento venezolano, con Jorge Rodríguez a la cabeza, quien se ha vuelto una especie de paladín del diálogo inclusive y pacífico entre sectores que no están de acuerdo política ni económicamente, pero que sí comparten que el diálogo entre venezolanos es la única manera de superar la crisis.

Por su parte, la política de Maduro ha sido «muy astuta», porque ha dejado que sus opositores se aíslen por su cuenta, lo que se ha traducido en su total intrascendencia en la política local, alharacas mediáticas aparte, finalizó.

(LaIguana.TV)