La dialéctica, una de las piedras angulares de la formidable estructura filosófica edificada por el alemán Georg Wilhelm Friedrich Hegel, se hizo parte de los idearios de las más diversas tendencias políticas, desde el marxismo hasta el fascismo y también de numerosas escuelas filosóficas que aparecieron posteriormente.

En un nuevo Viernes de filosofía, Miguel Ángel Pérez Pirela disertó esta vez acerca del pensador germano que entre otras contribuciones de gran calado, aportó la noción de dialéctica, una semilla que ha germinado luego en el desarrollo de un amplio abanico de ideologías políticas y enfoques filosóficos.

“Juntos estudiemos hoy este momento histórico de la filosofía y del pensamiento occidental en el que se pasa de la filosofía moderna a la contemporánea. Sobre cuándo ocurrió ese momento específico hay diferentes análisis e interpretaciones. Si me apuran, yo colocaría esa transición entre los alemanes Kant y Hegel. A partir de Hegel vamos a ver ese cambio”, planteó.

Viernes de filosofía es una edición especial semanal del programa cotidiano Desde donde sea, moderado por Pérez Pirela, especialista en Filosofía política y comunicador venezolano.

Para ubicar cronológicamente los hechos, recordó que Immanuel Kant (figura estudiada en una emisión anterior del programa) nació el 22 abril 1724 y falleció el 12 febrero de 1804; mientras Hegel nació el 27 agosto 1770 y murió el 14 noviembre 1831. A su juicio, en ese lapso podemos fijar el inicio del fin de la modernidad y el comienzo de la filosofía contemporánea, pues sedimentaron las ideas fundacionales que le han dado sustento.

“Recordemos que el iluminismo francés fue una explosión de las ideas que colocaban al ser humano como centro del universo con su razón, con la tecne, con la ciencia como protagonistas  del devenir histórico, a contrapelo del Medioevo, cuya idea central era Dios –señaló-. Cuando insurge la Revolución Francesa, Hegel tiene 19 años. Por eso es influido por las ideas básicas de esta: libertad, igualdad y fraternidad”.

Volvió momentáneamente con Kant, para recordar que este filósofo centró la discusión epistemológica alrededor del racionalismo y el empirismo. “Termina haciendo grandes críticas al empirismo, que plantea una relación inductiva con el objeto de conocimiento. Los empiristas sostenían que el individuo conoce a partir de la experiencia, va de lo particular a lo universal, mientras el racionalismo es deductivo y propone que la persona posee ideas generales e innatas que luego va a aplicar a los casos particulares. La vertiente racionalista viene desde Platón, quien decía que uno no conoce sino que recuerda las cosas y el maestro al enseñar, nos hace parir los conocimientos a partir de la mayéutica. Kant plantea una teoría racionalista que parte del principio de que nosotros le damos algo al objeto al momento de conocerlo”.

“Hegel pone patas arriba todo este andamiaje al establecer que lo racional es real y lo real es racional. Esta es la solución epistemológica que él da al debate entre empiristas y racionalistas. Todo es cognoscible y cada pieza solo cobra sentido cuando se le ve como parte de un todo. Remite a la idea de sistema, que en filosofía es un círculo cuyos elementos internos existen porque coexisten con otros elementos”, añadió.

Pérez Pirela resaltó la importancia que tiene en este contexto la expresión “todo” porque en la filosofía de Hegel adquiere el valor de lo absoluto. La verdad es totalidad. Lo racional es real, lo real es racional; cada pieza cobra sentido cuando se le ve como parte de un todo.

Sistema de pensamiento de Hegel
Entre los muchos aportes de Hegel al desarrollo de la filosofía debe contarse también su noción de sistema.

“Propone un triángulo en el que la punta superior es la naturaleza, elemento fundamental de la filosofía hegeliana; en una de las bases está la mente humana; y en  la otra, el espíritu absoluto. Todo el pensamiento de Hegel avanza a partir de tríadas, es un pensamiento trino –realzó-. ¿Qué vamos a colocar en el corazón de este triángulo para darle movimiento a los tres elementos? Pues, es aquí donde se ubica la dialéctica, tal vez la definición más importante de Hegel. La dialéctica es el engranaje, lo que hace mover este sistema”.

La dialéctica constituye el legado fundamental de Hegel, especialmente en el campo de la filosofía política. “Se sabe que va a determinar el pensamiento de los jóvenes Engels y Marx, discípulos directos de Hegel, pero luego de su muerte, sus ideas derivan no solo en el pensamiento marxista, el de las izquierdas, sino también en el de las derechas y extremas derechas, incluso el pensamiento nazi, pues desde Hegel podemos ir hasta Karl Schmitt, el filósofo del fascismo alemán”, aseguró.

“Parte de los fundamentos teóricos de los movimientos feministas y LGBT y hasta de las luchas por los derechos de los afrodescendientes vienen de Hegel. Su filosofía ha dado para todo, acaso por algunos elementos ambiguos que podemos encontrar en ella, no por falta de desarrollo del autor sino porque se prestan a una hermenéutica variopinta –significó-. Hay quienes han visto en Hegel, incluso un fundador del absolutismo, la tardía modernidad y el mundo contemporáneo”.

Parte sustancial del concepto de dialéctica es su parangón con las ideas de movimiento y de devenir. Hegel parte de tres tiempos: el primero es la tesis; luego viene la antítesis y, al final está la síntesis. Se parte de una afirmación, se pasa a la negación de lo afirmado y se termina con la  resolución de las contradicciones surgidas.

“Si lo vemos en forma de caricatura, la  tesis es el niño, un ser inocente, abierto a todo; la antítesis es el adolescente, que encarna la contradicción con la infancia y con los padres; y la síntesis es el adulto o el adulto mayor que logra en sí mismo asumir al niño que fue y al adolescente que fue”, ilustró el moderador.

Ahondando en algunos de los fascinantes detalles de esta idea de dialéctica, explicó que la negación, vale decir, el momento antitético, no anula la tesis, no la desecha porque en la negación está comprendida la afirmación. “En la tesis también está presente la negación porque a mí me define lo que no soy.  Yo soy Miguel porque no soy Juan, y Juan es Juan porque no es Pedro. La negación de uno define al otro.  Toda afirmación conlleva una negación que enriquece a la afirmación. La negación no significa una mera oposición. Estamos hablando de un principio de contradicción que permite llegar a una síntesis. No podemos pasar de la tesis a la síntesis sin haber pasado por un momento antitético. Para decirlo de manera aristotélica u ontológica, si queremos definir al ser, tenemos que pensar en el no ser”.

“El ser para Hegel es objetivo, es la tesis; y se opone al ser subjetivo, al no ser, que es la antítesis; estos dos llegan a una síntesis que es el devenir, porque allí se puede ser el ser o ser la nada. Maravillosa esta reflexión, simplemente poética”, comentó.

A juicio de Pérez Pirela, el principio de la dialéctica es muy útil desde el punto de vista metodológico, incluso para entendernos a nosotros mismos como seres humanos, nuestro pensamiento, nuestra existencia. “Por eso fue determinante también en el nacimiento del existencialismo, como en Kierkegaard, Sartre y Camus”.

La trascendencia de la contradicción
Esclareció que para Hegel, la realidad es siempre dinámica, dialéctica, está en o permanente movimiento. El pensamiento hegeliano le debe mucho al de Heráclito: el río que se mueve perennemente. La síntesis es algo en transformación incesante. El pensamiento avanza por contradicciones.

“Muchos son los que, en la vida cotidiana, quieren pensar sin las contradicciones, pero es que ellas le dan movimiento al pensamiento, hacen que sea dinámico. Mutatis mutandis, algunas veces en la vida misma vemos las contradicciones como algo que quiere negarnos, pero al fin y al cabo, son los motores del pensamiento, de la vida, el sentido del devenir y la identidad”.

El pensamiento  de Hegel tiene un importante desarrollo ético. Bajo ese enfoque, la tesis es el individuo; la antítesis es la sociedad (porque son las instituciones sociales y políticas que intentan aplastar al individuo); y el momento sintético es el espíritu absoluto, expresado a través de la filosofía, la religión y el arte.

“Surge la dialéctica del amo y el esclavo. Todos intentan dominar en todos los ámbitos de la vida y el dominio se logra cuando se obtiene el reconocimiento por parte del otro, del dominado. Es decir, en dialéctica pura, el dominado solo existe porque existe un dominador y viceversa. El dominador termina siendo dominado porque necesita el esclavo para ser reconocido. La lucha de los seres es por ello una lucha por el reconocimiento, por ser reconocidos. Estos planteamientos son geniales para analizar aspectos de las relaciones sociales y también de relaciones psicológicas. Propone una grilla de interpretación muy compleja”, observó.

“Otra conclusión es que quien se somete en la relación de dominación no desaparece, sino que se convierte en esclavo, toma otra identidad. El esclavo, al momento de someterse pierde su identidad. El amo, en cambio, es amo, pero la identidad se la da el esclavo al perder la suya. Aquí surgen elementos como el deseo, la consciencia, el miedo, la alienación y la creación del mundo, que son resultado del trabajo opresivo, dialéctico, del amo y el esclavo. Estos conceptos aparecen luego incluso en Freud”, aseveró.

Al recapitular el contenido expuesto, Pérez Pirela señaló que los postulados de Hegel pueden considerarse el último gran sistema filosófico, el que da comienzo a la filosofía contemporánea, un pensamiento transversal a la filosofía ética y moral, a la filosofía política, al psicoanálisis y a las luchas sociales. “El pensamiento de Hegel termina bifurcándose y dando fundamento teórico a la izquierda  y extrema izquierda,  y a la derecha y extrema derecha. Por algo, la historia fue una de las grandes categorías abordadas por Hegel. Hablaba de lógica, de filosofía de la naturaleza y de filosofía del espíritu. Decía que estudiar filosofía era, en realidad, estudiar la historia de la filosofía”.

(LaIguana.TV)