Un mes después de que estallase la primera ola de la pandemia de covid, pediatras de toda España comenzaron a detectar casos de un síndrome tan extraño que no tenía ni nombre. Ya comenzaba a estar claro que el SARS-CoV-2 causa enfermedad grave sobre todo a personas mayores o con enfermedades previas. Por eso era tan raro hallar niños que entre cuatro y seis semanas después de haberse infectado, cuando ya estaban completamente sanos, caían enfermos con fiebre continuada, una inflamación generalizada y otros síntomas que ponían su vida en serio peligro.

“Eran chicos de 8 a 14 años que llegaban con un fuerte dolor abdominal y fiebre de varios días”, recuerda Alberto García-Salido, pediatra de la UCI del Hospital Niño Jesús en Madrid. “No tenían síntomas respiratorios como los adultos. Lo primero que pensamos fue en apendicitis; después, que se trataba de un síndrome inflamatorio por una infección bacteriana”, cuenta.

Los pacientes presentaban también ojos rojos, decaimiento, fiebre continuada, náuseas, vómitos y tensión baja. En unos días, la situación podía complicarse obligando a ingresar a estos niños en la UCI. Aunque esta afección podía atacar a los principales órganos, la mayoría presentaba complicaciones en el corazón. En un primer momento se pensó que podía tratarse de enfermedad de Kawasaki, una dolencia de niños sin causa conocida que inflama los vasos sanguíneos. Después se entendió que se trataba de una nueva afección nueva relacionada con el SARS-CoV-2. Era un conjunto de signos y síntomas más que una enfermedad concreta, lo que los médicos conocen como un síndrome.

La Organización Mundial de la Salud le dio nombre a la nueva dolencia en mayo ante la creciente lista de casos en Reino Unido, EE UU, Francia o Italia: Síndrome Multisistémico Inflamatorio Pediátrico (MIS-C, en sus siglas en inglés). Desde entonces muchos médicos se han lanzado a la investigación de este extraño síndrome, pero aún no están claras sus causas ni los factores que determinan que un niño pase una infección sin apenas síntomas y pueda enfermar un mes después hasta el límite de ver peligrar su vida.

“Estamos ante una afección muy, muy poco frecuente”, advierte Alfredo Tagarro, pediatra del Hospital Infanta Sofía de Madrid y coordinador del registro pediátrico nacional sobre este nuevo síndrome en España. En un estudio que acaba de presentar en el Congreso sobre Retrovirus e Infecciones Oportunistas su equipo ha analizado datos de 52 hospitales españoles. 

El MIS-C es la complicación pediátrica relacionada con el coronavirus más grave que se ha registrado en esta pandemia y la principal causa de ingreso en UCI en niños. Entre los 90 casos ha habido dos fallecimientos, ambos con enfermedades previas.

El periodo de latencia entre la infección y la llegada del síndrome es muy variable, puede llegar hasta cuatro meses después, explica Cinta Moraleda, pediatra del Hospital 12 de Octubre de Madrid y colíder del estudio. “Estamos intentando averiguar por qué sucede esto, cuál es el mecanismo inmunológico. De momento pensamos que la infección por SARS-CoV-2 funciona como el gatillo de un arma que dispara la respuesta inmune en pacientes que tienen una predisposición”, resalta.

(El País)