El discurso de Lula conmovió al país, volvió a poner la esperanza en la agenda y nos mostró que es hora de que Brasil vuelva a ser feliz de nuevo.

Luego de atravesar un doloroso período de injusticias, que alcanzó su punto culminante el fatídico 7 de abril de 2018, cuando fue sacado del Sindicato de Trabajadores Metalúrgicos de São Bernardo do Campo, donde se vio rodeado de simpatizantes de diferentes segmentos y movimientos sociales, para Desde la cárcel de Curitiba, donde permaneció preso durante 580 días, el expresidente Lula regresa al escenario político, más que libre, ahora elegible.

Ya al inicio de su discurso, el miércoles pasado (10), Lula ya señaló que escucharíamos un pronunciamiento diferente al que se convirtió en rutina en Brasil, luego del ascenso al poder de Jair Bolsonaro. 

Lula comenzó agradeciendo, y con su sensibilidad y sabiduría conectó con la mayoría de brasileños impactados por la tragedia de la pandemia Covid-19. Con empatía, puso el dolor de la gente por encima del suyo.

Eso solo sería genial. Pero Lula fue más allá, pronunció un discurso posicionado por la justicia social y el enfrentamiento de las desigualdades brasileñas; demarcó con sus verdugos de Lava Jato, criticó acertadamente a los grandes medios de comunicación, expresó su posición contraria al uso de armas, deslegitimó la alternativa fiscal a la crisis y señaló posibles aliados. Mostró cuál sería la posición de un Jefe de Estado comprometido con su pueblo, describiendo un conjunto de medidas que tomaría contra la pandemia y la crisis resultante, si estuviera a cargo del gobierno del país. Además de eso demostró que conoce profundamente el Brasil, su pueblo y su desafíos como nación, presentando respuestas calificadas sobre diferentes temas. Estaba claro que Lula eligió a su principal oponente, el oponente de su pueblo: Jair Bolsonaro.

Un pronunciamiento que muchos consideran el discurso de un estadista y que marca un hito frente a la intolerancia, el odio, el desprecio por la vida y la desesperanza que vivimos. 

Lula se reposiciona en el escenario nacional como la principal alternativa para devolver a la población brasileña una vida más digna, justa y próspera. 

En un solo día, el expresidente derribó las pretensiones de Moro y Lava Jato, neutralizó el centro, unió a algunos sectores, y por primera vez en dos años, tiró a Bolsonaro contra las cuerdas. 

El capitán-presidente y su familia, nunca habían soñado con la posibilidad de que Lula estuviera presente en la disputa electoral de 2022. 

La repercusión del pronunciamiento también obliga a la izquierda a reposicionarse, ya que no es poca cosa que alguien con la historia, estatura y cualidades de Lula lidere las intenciones de voto, lo que indica la posibilidad real de que este campo vuelva a gobernar el país. 

Quién sabe a partir del “Efecto Lula” los sectores de izquierda y el campo progresista pueden volver a soñar con un Frente, fundado en un programa de transformación del país, comprometido con el restablecimiento de nuestra democracia, soberanía y derechos. de la gente. 

El discurso de Lula sacudió al país, volvió a poner la esperanza en la agenda y nos mostró que es hora de que Brasil vuelva a ser feliz de nuevo.

(Paulo Pimenta / Diputado Federal de Brasil)