“La irresponsabilidad y la terquedad del presidente Jair Bolsonaro ha convertido a Brasil en una amenaza para toda la región latinoamericana y para la humanidad en general. El mandatario ultraderechista es una auténtica arma de destrucción sanitaria masiva”, afirmó el filósofo y comunicador venezolano Miguel Ángel Pérez Pirela, en su programa Desde Donde Sea, tras hacer un angustioso repaso de la situación generada por la nueva y virulenta cepa de Covid-19 que ha tenido origen en el gigante suramericano. 

“Hoy tenemos una noticia preocupante que atañe a toda Latinoamérica y especialmente a países como Venezuela: Brasil ha superado por primera vez las 2 mil 300 muertes diarias por Covid-19 y bate un nuevo récord –informó, en la introducción del programa-. Es una variación de la nueva cepa mucho más agresiva en términos de mortalidad y de la edad de los pacientes. Brasil es el así el epicentro de la pandemia”. 

Los datos son espeluznantes: 281 mil fallecidos y 11,6 millones de contagios, según la fuente oficial, el boletín del Consejo Nacional de Secretaría de Salud. Es cifra supera al miércoles de la semana pasada cuando se produjeron 2 mil 286. 

Por órdenes de Trump

Pérez Pirela recalcó que la crisis planteada es producto de la completa irresponsabilidad de Bolsonaro en el manejo de la pandemia, empezando por su decisión de acatar las instrucciones que le dio Donald Trump, el año pasado, de no aceptar la vacuna rusa Sputnik V. 

“Entendiendo el panorama geoestratégico podemos hacernos una idea de cómo en muchos países están manejando este problema sanitario. El hermano gemelo de Bolsonaro, Donald Trump, le dio órdenes de no aceptar la vacuna rusa Spuntik y él obedeció –dijo el presentador-. El Departamento de Salud y Servicios Humanos de Estados Unidos confirmó públicamente que presionó a Brasil. Atribuyeron sus acciones a la necesidad de mitigar los esfuerzos de Rusia para aumentar su influencia en la región lo que sería perjudicial para la seguridad de EEUU. El informe no dio más detalles sobre cómo la aprobación de una vacuna adicional para combatir la pandemia en Brasil socavaría la seguridad de Estados Unidos”. 

“Esto ocurre en medio de una pandemia que no habíamos vivido en más de cien años. Allí comienza la debacle de Brasil. Al acatar Bolsonaro este despropósito, puso a Brasil y a todo el continente en peligro. Con la excusa de la seguridad de EEUU ocurre cualquier cosa, como lo ha comprobado Venezuela desde que el afrodescendiente Barack Hussein Obama nos calificó como amenaza en 2015”, añadió. 

Luego de haberse negado a aceptar la vacuna rusa, no fue sino hasta el pasado 17 de enero cuando la Agencia Nacional de Vigilancia Sanitaria (Anvisa) de Brasil, el órgano regulador en ese país, aprobó el uso de emergencia de dos vacunas contra el Covid-19: la desarrollada por la Universidad de Oxford y AstraZeneca y la del laboratorio chino Sinovac. 

Después de 13 meses, el 12 de marzo, el gobierno de Brasil, no obstante, las presiones de los EEUU, firmó un contrato para comprar 10 millones dosis de Sputnik, desarrollada por el Instituto Gamaleya, según el Ministerio de Salud. Prevé la entrega de 400 mil dosis antes de que termine abril, dos millones en mayo y 7,6 millones en junio. Serán importadas por el laboratorio brasileño Uniao Quimica.

“¿Muy tarde?, así parece. ¿Suficiente? Creo que no. La realidad le da una cachetada a quienes pretenden detener soluciones sanitarias por razones politiqueras”, puntualizó Pérez Pirela.  

Aun hoy, la Sputnik V, la primera vacuna registrada en el mundo contra la Covid-19, no ha conseguido la autorización para que pueda ser usada en Brasil. El secretario ejecutivo del Ministerio de Salud, Elcio Franco, afirmó que ahora solo falta que União Química «consiga cuanto antes, con la Agencia Nacional de Vigilancia Sanitaria, la autorización para uso de emergencia y temporal». 

La farmacéutica brasileña informó al Ministerio que pretende fabricar la sustancia en las plantas que tiene en Guarulhos (estado de Sao Paulo) y en Brasilia, para atender la demanda nacional. El ministerio señaló que esa posibilidad será evaluada en las próximas semanas y podría llevar a la firma de otro acuerdo comercial, más allá de los diez millones de vacunas ya garantizados. 

¿Por qué Brasil podría convertirse en una amenaza mundial?

Más de un año después de que se registrara el primer caso, el país está al borde del colapso y puede convertirse en «una amenaza para la humanidad», dijo al portal Sputnik el analista Esteban Actis. 

Aunque la población brasileña corresponde a menos del 3% de la población mundial, los 11,3 millones de casos de Covid-19, y las 300 mil muertes, representan el 9,5% y 11,3% en el total, respectivamente. Día a día Brasil rompe los récords de casos nuevos y muertes, lo que ha dejado en colapso al sistema de salud de la mayoría de los estados y municipios. 

“Son números brutales y alarmantes”, aseveró el moderador. 

Los reportajes periodísticos utilizados como insumos por el Equipo de Investigación del programa apuntan repetidamente a Bolsonaro como culpable del grave cuadro. 

Las razones de que Brasil esté enfrentando el peor escenario desde el inicio de la pandemia hace un año son varias: una nueva cepa muy contagiosa, factores estructurales y materiales, pero principalmente la política del Gobierno de Jair Bolsonaro. 

Los científicos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) advierten que la variante P.1, la mutación del SARS-CoV-2 que surgió en la ciudad de Manaos (Amazonas, fronteriza con Venezuela) a finales de 2020, es de 1,4 a 2,2 veces más contagiosa que las versiones del virus encontradas anteriormente en Brasil, y de 25% a 61% más capaz de reinfectar a las personas que habían sido infectadas por una cepa anterior, según los estudios. 

Las fuentes de los trabajos informativos indican que el escenario se hace más complicado porque Brasil es un país en vías de desarrollo con déficits en infraestructura, con problemas en acceso a la salud en algunas regiones y problemas habitacionales.  

El factor Bolsonaro

“Bolsonaro, con su irresponsabilidad y su acatamiento ciego de las órdenes de EEUU, ha hecho del pueblo brasileño una víctima como pocas y ahora también al resto de la humanidad”, insistió Pérez Pirela.  

La falta de preparación y prevención del Gobierno federal ha llevado a que a finales de enero Bolsonaro fuera acusado de liderar una «estrategia institucional de propagación del virus» por la Facultad de Salud Pública de la Universidad de São Paulo y la ONG Conectas Derechos Humanos. 

Tras examinar 3.049 normas federales creadas en 2020, concluyeron que el presidente no está interesado en imponer restricciones para contener la pandemia en pos del dinamismo económico. 

Volvió a citar al analista Esteban Actis, quien aclaró que no cree en las teorías conspirativas de que dejaron vía libre para que el virus se expanda, pero identifica «una negligencia clara del Gobierno, una visión precientífica en relación a su visión del mundo y la gestión de la pandemia”. 

“El factor inmaterial es la clara falta de un liderazgo del Gobierno federal para justamente ponerse al frente e intentar mitigar los efectos de una pandemia -aseguró Actis-. Bolsonaro, al igual que el expresidente de Estados Unidos Donald Trump y otros líderes mundiales, hicieron un trade off entre economía y salud, donde claramente apostaron a fortalecer la economía sin poner restricciones a la movilidad y de otro tipo, sin restringir la oferta, con el objetivo de que la economía no se resienta», explicó Actis. 

“La verdad es que este es un tema científico, médico, que debe ser abordado de manera objetiva. Los presidentes como Trump o Bolsonaro terminan siendo problema de la humanidad toda. En este momento, Brasil es una bomba de tiempo bacteriológica”, expresó Pérez Pirela. 

Los gestos de desprecio del presidente Bolsonaro hacia la salud pública y de pronunciamientos groseros se suceden día a día. Ello denota la falta de una política sanitaria, frente a una pandemia que está alcanzando indicadores inéditos, puesto que hoy es el día número 43 en el que la media de muertes supera los mil», expresó Darío Pignotti dialogó con GPS Internacional 

Pignotti añadió que todo indica que Brasil es el país donde se está viviendo la peor tragedia sanitaria relacionada a la Covid-19. Con respecto al impacto económico, expresó que las consecuencias resultan graves, puesto que las cifras de desempleo y la caída del PBI en un 4,1%, son las más graves en los últimos 26 años. “Este es un golpe económico y social que profundiza la brecha de desigualdad entre ricos y pobres, por lo que el porvenir de los sectores más humildes es cada vez más incierto», apuntó. 

“Es decir, que se descuidó la pandemia en aras de la economía, pero ahora se ve que la economía tampoco marcha. Toda esta irresponsabilidad condujo a que surgiera esta cepa tan peligrosa para la humanidad.”, expresó el moderador. 

¿Las vacunas servirán ante la variante?  

Reseñó que la nueva cepa de coronavirus surgida en Manaos hace pensar a los expertos que el país corre el riesgo de convertirse en un caldo de cultivo para cepas más potentes del virus. La Organización Mundial de la Salud advierte que representa un peligro para toda Latinoamérica, y que las vacunas por sí solas pueden no ser suficientes para sortearlo.  

“Surge una pregunta fundamental: ¿las vacunas existentes funcionarían con esta nueva cepa? La respuesta no está clara todavía. Aquí radica el peligro fundamental, apoteósico que se nos presenta”, explicó Pérez Pirela. 

Mientras la región aún está lejos de lograr la tan ansiada inmunidad colectiva con la vacunación, Brasil se está encaminando a ser la quimera de nuevas y más poderosas variantes del SARS-CoV-2.  

A comienzos de marzo, ya supera los 11,2 millones de personas contagiadas con Covid-19, el cuarto de millón de fallecimientos y se convirtió en el país con más muertes diarias. Pese a que ciudades brasileñas como São Paulo y la capital, Brasilia, han impuesto restricciones más estrictas para frenar la propagación del virus, muchos brasileños han optado por seguir el ejemplo de Bolsonaro y desafiar las normativas. 

“El ejemplo de un Gobierno determina el devenir de las acciones de los ciudadanos. Y Bolsonaro ha dado un ejemplo muy negativo”, acotó el presentador de Desde Donde Sea. 

Desde que comenzó la pandemia, en febrero de 2020, en Brasil, Bolsonaro generó una estrategia institucional minimizando la enfermedad y acusando a los gobernadores de destruir negocios locales, según refleja una reciente investigación. 

Quiero subrayar que la situación brasileña es muy grave y estamos muy preocupados. Brasil debe tomar medidas agresivas de salud pública mientras despliega las vacunas en todo su territorio”, dijo este viernes el director general de la Organización Mundial de la Salud, Tedros Adhanon Gebreyesus. 

Los expertos sanitarios aseguran que, si se mantiene el aumento de contagios en el tiempo, el gigante sudamericano dará mayores posibilidades a que surjan nuevas variantes que reduzcan la efectividad de las vacunas anti-Covid 19. El problema no solo representa una amenaza para el país, sino también para las naciones vecinas e incluso para las que ya han inmunizado a sus poblaciones. 

“Acá, en Venezuela, donde hemos mantenido unas cifras muy bajas, estamos muy, pero muy preocupados”, enfatizó el director de LaIguana.TV

«Está claro el negacionismo de Bolsonaro y todo su Gobierno desde un principio de la pandemia, pero lo raro es que nunca cambió más allá de que la pandemia fue mostrando toda su gravedad -reflexionó Actis-. El resultado es que, lejos de consolidar su proyecto de comienzos de siglo de posicionarse como país emergente y líder regional, ante los ojos del mundo, Brasil es un Estado fallido sanitariamente, un país que puede ser una amenaza a la humanidad». 

Michael Ryan, director del Programa de Emergencia de la OMS, añadió otra consideración preocupante. “Con la proporción de los casos actuales en Brasil podemos decir que son reinfecciones probablemente debidas a la disminución de la inmunidad en el tiempo o que esta variante no responde a la inmunidad natural, lo que nos advierte que tenemos que ser muy cuidadosos con las vacunas y asegurarnos de que funcionen también contra esta mutación”, dijo.  

El colapso en Brasil y la crisis sanitaria en América Latina se produce mientras algunos países ricos del hemisferio norte celebran la caída de las tasas de infección por sus campañas de vacunación masiva. Al 9 de marzo, Israel ya había vacunado a 100 personas cada 100; Emiratos Árabes a 64 cada 100; Reino Unido a 35 cada 100; Estados Unidos a casi 30 cada 100; mientras que Brasil no llegaba a las 6 personas de cada 100. Pese a que en la región la excepción es Chile, que logró vacunar a 27 personas cada 100, la brecha de inmunidad y regreso a la normalidad se acentúa entre las naciones ricas que pudieron adquirir vacunas y las pobres, que aún esperan las entregas del mecanismo Covax. 

“El mecanismo Covax no se ha podido aplicar en Venezuela por culpa del pseudogobierno paralelo desinflado que mantiene secuestrado nuestro oro en Inglaterra”, recordó Pérez Pirela. 

Ante una pregunta del público sobre si ya había recibido la vacuna, respondió que no, pues no se ubica entre los grupos con prioridad (personal de salud, adultos mayores, docentes, policías y militares). “Esperaré a que llegue mi turno. En lo personal, la vacuna más importante es quedarme en casa, usar mascarilla, lavarme las manos, mantener el distanciamiento social”. 

Bolsonaro se niega a cooperar

Los materiales utilizados para la presentación del tema subrayan que mientras los hospitales de Brasil colapsan a medida que la variante del coronavirus altamente contagiosa se extiende por el país, su presidente insiste en tratamientos no probados y el único intento de crear un plan nacional para contener la Covid-19 se ha quedado corto. 

Durante la última semana, gobernadores brasileños trataron de hacer algo que Bolsonaro rechaza obstinadamente: armar una propuesta para que los estados ayuden a frenar el brote más letal del virus hasta la fecha en el país. Se esperaba que el esfuerzo incluyera un toque de queda, la prohibición de eventos multitudinarios y límites a las horas en las que pueden funcionar los servicios no esenciales. 

El gobernador del estado de Piauí, Wellington Dias, dijo a AP que, a menos que se alivie la presión sobre los hospitales, cada vez más pacientes tendrán que pasar la enfermedad sin una cama en un hospital ni la esperanza de recibir tratamiento en una unidad de cuidados intensivos. 

“Hemos llegado al límite en todo Brasil; raras son las excepciones”, afirmó Dias, que dirige el foro de gobernadores. “La posibilidad de morir sin ayuda es real”. 

En la región más rica de Brasil, Sao Paulo, al menos 30 pacientes murieron este mes esperando una cama en la unidad de cuidados intensivos, según un conteo publicado el miércoles por la web de noticias G1 

 En Santa Catarina, en el sur del país, 419 personas esperan ser trasladadas a una cama en una unidad de cuidados intensivos. En el vecino Río Grande do Sul, las UCI están al 106% de su capacidad. 

Alexandre Zavascki, médico en la capital del estado, Porto Alegre, describió la llegada constante de pacientes con problemas para respirar. “Tengo muchos compañeros que, a veces, paran a llorar. Esta no es la medicina que estamos acostumbrados a practicar. Esta es una medicina adaptada para un escenario de guerra. Observamos que una buena parte de la población se niega a ver lo que está ocurriendo, se resiste a los hechos. Esas personas pueden ser las próximas en pisar un hospital y querrán camas. Pero no habrá ninguna”. 

A pesar de las objeciones del presidente, el Supremo Tribunal Federal de Brasil confirmó la jurisdicción de las ciudades y los estados para imponer restricciones a la actividad. Aun así, Bolsonaro ha condenado constantemente sus movimientos, alegando que la economía necesita seguir activa y que el aislamiento causaría depresión. 

El último repunte está impulsado por la variante P1, que según el entonces ministro de Salud el mes pasado, es tres veces más transmisible que la original. Se hizo dominante primero en la ciudad amazónica de Manaos, y en enero obligó a trasladar por aire a cientos de pacientes a otras regiones. 

El fracaso de Brasil a la hora de contener el virus desde entonces se ve cada vez más como una preocupación no solo por sus vecinos latinoamericanos, sino también como una advertencia para el mundo. 

El Consejo Nacional de Ministros Estatales de Salud pidió la semana pasada el establecimiento de un toque de queda en todo el país y de cuarentenas en las regiones donde la capacidad hospitalaria está cerca de su máximo. El 10 de marzo se presentó el documento, de una página. Supone un apoyo general a la restricción de la actividad, pero carece de medidas específicas. Seis gobernadores, todavía temerosos de enfrentarse a Jair Bolsonaro, se negaron a firmarlo, y este, una vez más, se negó a tomar estas medidas. 

“No lo decretaré”, señaló el político en un acto el lunes. “Y pueden estar seguros de una cosa: mi ejército no saldrá a la calle para obligar a la gente a quedarse en casa”. 

Bolsonaro es un arma de destrucción sanitaria masiva. Cuán caro está costando a Brasil y a la humanidad toda que Lula no fuese electo presidente, lo que se logró mediante una oscura maniobra judicial y política”, exclamó Pérez Pirela. 

Fármacos sin garantía

Mientras la enfermedad se hace más fuerte y arrasa con miles de brasileños cada día, el gobierno de Bolsonaro gastó millones en distribuir pastillas contra la malaria y dos fármacos para combatir los parásitos. Sigue buscando soluciones milagrosas que por el momento no han servido para nada más que para alimentar las falsas esperanzas. Cualquier idea parece ser digna de consideración, excepto las de los expertos en salud pública. 

El gobierno de Bolsonaro gastó millones en producir y distribuir pastillas contra la malaria, que en estudios rigurosos no mostraron ningún beneficio. Sin embargo, el presidente respaldó este medicamento. También apoyó el tratamiento con dos fármacos para combatir los parásitos, ninguno de los cuales ha demostrado ser efectivo. El miércoles volvió a elogiar su capacidad para evitar hospitalizaciones durante un acto en el palacio presidencial. 

Bolsonaro envió también un comité a Israel esta semana para evaluar un espray nasal no probado que ha calificado de “producto milagroso”. Margareth Dalcolmo, una destacada neumóloga del instituto estatal Fiocruz, y cuya hermana está ingresada en una UCI, calificó el viaje como “realmente patético”. 

En la actualidad, la lista de espera para ocupar una cama en una UCI en la región es de 213 personas. 

Irónica, sarcástica y groseramente, Bolsonaro dice que su gestión de la pandemia es «un ejemplo para el mundo» el día que Brasil rompe un nuevo récord de muertes por covid-19. 

En un acto oficial en el Palacio de Planalto, Brasilia, el mandatario afirmó: «Fuimos y somos incansables desde el primer momento en la lucha contra la pandemia. Desde el inicio, con el rescate de los brasileños que estaban en Wuhan, en China, fuimos un ejemplo para el mundo». 

En esa misma línea, el líder ultraderechista que ha minimizado desde un primer momento el impacto de la crisis sanitaria global, agregó: «No desamparamos al pueblo brasileño. No se tiene noticia en el mundo de un proyecto social de tamaña envergadura». 

Habla de un balance muy positivo de su gestión y dijo que Brasil lanzó el mayor programa social del mundo y que ya vacunaron 10 millones de personas, 1,32% de la población. 

La debacle tiene un correlativo político: Lleva cuatro ministros de Salud. 

En medio de un nuevo repunte de casos de Covid-19, Bolsonaro anunció el lunes 15 que nombraría al cardiólogo Marcelo Queiroga como nuevo ministro de Salud, el cuarto desde el inicio de la crisis sanitaria en el país.  

Queiroga sustituye al general Eduardo Pazuello, quien estaba al frente del despacho desde mayo del 2020. Tanto el primer titular de la cartera, Luiz Henrique Mandetta, como su sucesor, el oncólogo Nelson Teich, apoyaban el confinamiento como una medida para reducir los casos y el uso de tratamientos probados científicamente. Pazuello, que es militar de carrera, siguió en cambio las desaforadas instrucciones de Bolsonaro. 

Lula ha trabajado a la sombra

Mientras tanto, en una entrevista exclusiva con el portal Sputnik, el diputado y exministro de Salud brasileño Alexandre Padilha, brazo derecho de Luiz Inácio Lula Da Silva a la hora de informarse sobre la pandemia, explicó que el expresidente empezó a maniobrar para facilitar la llegada de las vacunas rusas ya a mediados del año pasado, cuando firmó un manifiesto organizado por el premio Nobel Muhammad Yunus que defendía la vacuna como un bien de la humanidad que debería ser de fácil acceso a los países pobres. 

«Cuando Lula firmó ese manifiesto internacional, el director del RDIF (Fondo Ruso de Inversión Directa), Kirill Dmítriev, a petición del presidente Vladímir Putin buscó al presidente Lula; quería presentarle el esfuerzo que estaba haciendo Rusia por expandir el uso de la vacuna», explica Padilha. 

El diputado señaló que Lula aceptó de inmediato y que esa reunión por videoconferencia tuvo un peso muy grande. Padilha participó en ese encuentro junto con otros dos exministros de Salud de los gobiernos del Partido de los Trabajadores. 

En esos momentos (noviembre del año pasado) Brasil contaba apenas con las vacunas de Sinovac que había conseguido el Gobierno de Sao Paulo y con la previsión, más lejana, de recibir vacunas de AstraZeneca del Gobierno federal. 

Aumentaba cada vez más la presión para que el Gobierno llegara a acuerdos con más laboratorios, pero Bolsonaro se mantuvo paralizado. Algunos estados, como el de Paraná (sur), iniciaron conversaciones para testar y recibir la vacuna Sputnik V, pero no prosperaron. 

«De alguna manera, la vacuna Sputnik V rompe cierto monopolio de las grandes farmacéuticas privadas y puede ser una alternativa importante para Latinoamérica; viendo eso, Lula enseguida reforzó su disposición para ayudar», recuerda el exministro. 

En la videoconferencia, Lula sugirió que ya que había dificultades con el Gobierno de Bolsonaro y con el de Paraná se podía optar por estrechar los lazos con el consorcio de gobernadores de los estados del noreste (en su mayoría en manos del PT), que empezaban a organizarse en busca de más vacunas. 

Padilha asegura que la reunión en la que participó Lula sirvió para que los gobernadores del noreste, con el gobernador de Bahía, Rui Costa, a la cabeza, pudieran hacer una negociación directa con el RDIF. El resultado fue el acceso a 39 millones de vacunas. 

Los gobernadores del noreste por los que intercedió Lula consiguieron negociar directamente con Rusia, mientras que el acuerdo anunciado por el Gobierno de Bolsonaro la semana pasada se da a través de un intermediario (el laboratorio brasileño Uniao Química), que es quien importará 10 millones de dosis, casi cuatro veces menos que las que consiguieron los gobernadores alineados con Lula. 

Lula no solo intercedió en favor de la vacuna Sputnik V. A finales de enero, cuando China retrasó el envío de insumos a Brasil para producir vacunas, el expresidente también se movilizó, y junto con la exmandataria Dilma Rousseff, envió una carta al presidente chino Xi Jinping elogiando la gestión que el país asiático estaba haciendo de la pandemia y criticando el negacionismo de Bolsonaro. 

A través del consorcio Covax Facility, Brasil podría haber firmado un contrato reservándose dosis para el 30% de la población brasileña, pero firmó apenas el 10% porque Trump estaba peleado con la OMS, recuerdo Padilha. “Bolsonaro se pasó todo el tiempo construyendo obstáculos y estigmas hacia los países que no lamen las botas de Trump; hubo prejuicios no sólo con Rusia y con China, también con la propia Organización Mundial de la Salud», enfatizó el exministro. 

En los minutos finales de programa, en diálogo con la audiencia, Pérez Pirela convocó de nuevo a todos a tomar las previsiones necesarias para evitar los contagios, en especial ahora que ha surgido esta nueva variante en el país vecino. 

(LaIguana.TV)