La ONG Save The Children emitió un comunicado que ha impactado a la comunidad internacional: en el norte de Mozambique están siendo decapitados menores de edad por la insurgencia yihadista que azota la región desde 2017. El grupo terrorista conocido como Al Shabab está persiguiendo a miles de personas y en esta cometida está asesinando a otras tantas.

«Intentamos escapar al bosque, pero se llevaron a mi hijo mayor y lo decapitaron. No pudimos hacer nada porque también nos matarían a nosotros», relató a Save The Children una madre de cuatro niños sobre el día en que insurgentes atacaron su pueblo en la provincia de Cabo Delgado, quemaron casas de vecinos y mataron a su hijo de 12 años.

Según datos de la Oficina de la ONU para la Coordinación de Asuntos Humanitarios, cerca de 670.000 personas se han visto forzadas a abandonar sus casas en el medio rural de la provincia de Cabo Delgado para ir a Pemba, capital provincial donde la autoridad estatal sí tiene presencia. La situación ha sobrepasado a las autoridades.

Los relatos sobre los menores de edad decapitados son numerosos y la mayoría de ellos suelen tener entre 11 y 12 años. Estos «castigos» se perpetran para amedrentar a las familias oriundas de la zona.

En los últimos tres años, el conflicto se ha recrudecido de tal manera que han asesinado a 2.600 personas, de las cuales 1.300 eran civiles. Aunque al principio las principales víctimas eran fuerzas del orden, con el paso de los meses los civiles han sido el blanco de los terroristas.

Al Shabab, una organización yihadista de marcado carácter local, ha sido designada como grupo terrorista internacional por Estados Unidos. A pesar de que comparte nombre con el grupo terrorista yihadista que actúa en Somalia y Kenia, no tiene ninguna relación con estos, sino que sus conexiones llevan directamente al grupo Estado Islámico.

En respuesta al aumento de la fuerza de estos grupos armados, Estados Unidos anunció que enviaría soldados a Mozambique para entrenar a su Ejército en la lucha contra yihadistas durante los próximos dos meses.

La violencia va en aumento ante la falta de presencia del Estado

La región de Cabo Delgado está a más de 1.000 kilómetros de Maputo, capital de Mozambique. Durante décadas la zona ha estado abandonada por las autoridades a pesar de su riqueza en gas licuado y en piedras preciosas, que generalmente han sido extraídas por grandes compañías multinacionales.

La inoperancia del Ejército mozambiqueño ha hecho que, desde agosto, este grupo yihadista se haya hecho con el control de la ciudad costeña de Mocimboa da Praia y de numerosas aldeas de la región.

Los orígenes de este grupo armado están en 2015, cuando varias personas comenzaron a entrenar a jóvenes en armas asegurando que los imanes de la región no habían dado una interpretación correcta del Corán y que por esa causa la pobreza se había cebado con la región.

Las familias que huyen de la violencia caminan durante días y noches por senderos a través de la jungla, encontrándose con los restos de quienes murieron en el peligroso viaje o que fueron asesinados por los insurgentes y no gozan prácticamente de ningún tipo de ayuda de su gobierno.

Cabo Delgado es una zona perfecta para la creación de este tipo de organizaciones ya que ha sufrido las consecuencias de la extracción de recursos naturales por parte de compañías francesas, italianas y estadounidenses sin que la población local haya podido recibir prácticamente ningún beneficio a cambio y, además, la influencia de Maputo prácticamente no llega.

El yihadismo es un problema que está afectando cada vez más a varios países de África. La falta de control estatal sobre inmensos territorios facilita que estos grupos actúen sin prácticamente oposición en muchas zonas alejadas de las capitales de estos países y del poder gubernamental.

(Agencias)