«Si somos un lastre, que tomen otro barco», respondió el presidente argentino, Alberto Fernández, a las quejas realizadas por su par uruguayo, Luis Lacalle Pou. El referente conservador había demandado mayor apertura económica y dijo estar inconforme con el rumbo proteccionista que sostiene el bloque, que cumplió 30 años.
 
La cumbre virtual de líderes del Mercosur, el bloque de cuatro países de Sudamérica que cumplió 30 años este 26 de marzo de 2021, estuvo marcada por una evidente tensión interna entre sus integrantes, un distanciamiento de tinte ideológico referente a la discusión acerca de posibles reducciones arancelarias y de mayor integración internacional.
 
El Mercado Común del Sur fue constituido mediante el Tratado de Asunción en 1991 por Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay y se convirtió en el hito fundacional de la integración económica latinoamericana.
 
«Brasil, que fue la economía más proteccionista del siglo XX, que representa el 72% del PBI regional, ha decidido en los últimos años iniciar un proceso de integración en el sistema capitalista mundial del siglo XXI, saliendo de la posición aislacionista que lo caracterizó. Y allí donde va Brasil, va el conjunto del sistema, por eso es que está en crisis el Mercosur», dijo a Sputnik el analista internacional argentino Jorge Castro.
 
Argentina, con Alberto Fernández en la Presidencia, es el único país actualmente gobernado por una fuerza política de corriente progresista entre los miembros del bloque. Por ello, insiste en el fortalecimiento unificado, que evite la irrupción desmedida de importaciones que dañen la industria local, muy golpeada por la pandemia y las crisis recurrentes.
 
Brasil, octava economía del mundo y país con mayor peso dentro del bloque en las repercusiones de sus políticas, de la mano de su presidente, Jair Bolsonaro, ubicado en la extrema derecha del tablero ideológico, defiende las ideas de flexibilización y apertura según el eslogan de modernización y competitividad, que «se aleje definitivamente de todo modelo autárquico», explicó Castro.
 

Modelos e ideologías enfrentadas

En primer lugar, Brasil propone una reducción del arancel externo común (AEC), que es la tasa unificada que pagan los productos ajenos al Mercosur, que protege las industrias y la producción interna del bloque, que es en promedio de 12% pero llega a máximos de 35%. Al llegar al poder, Bolsonaro hablaba de cortarlas a la mitad, hoy se discute disminuirlas en un 20% en dos etapas.
 
Además, fomenta la creación de nuevos tratados de libre comercio con otros países y bloques, como EEUU, la Unión Europea, los gigantes asiáticos, Medio Oriente y África. En esta línea se adscriben los Gobiernos de Uruguay y Paraguay, presididos por los conservadores Luis Lacalle Pou y Mario Abdo Benítez.
 
«No hay vínculo más importante para Argentina que el que tiene con Brasil, más que el que pueda establecer con EEUU o China. Argentina no puede quedar ajena al proceso histórico irreversible que inició Brasil, que obliga a los países de la región a adecuarse a estas nuevas condiciones mundiales. Uruguay ha decidido, al igual que Paraguay, seguir el mismo camino», insistió Castro.
 
Estos dos países ya cuentan con regímenes especiales por los que importan más barato que los dos socios grandes del Mercosur, y pretenden resguardar algunas producciones propias. Junto al gigante del sur, presionan a Argentina para que abandone su postura.
 
En este sentido, el mandatario uruguayo destacó durante su intervención en la cumbre virtual que el Mercosur pesa en el concierto de naciones, pero no puede ser «un lastre» que actúe como un «corset» que no deja mover a los países. «Uruguay necesita avanzar», reclamó Lacalle Pou.
 
Si bien se anticipaba que la reunión iba a ser ceremonial, sin que estuviera en los planes debatir el futuro en juego del bloque, los reclamos cruzados entre sus líderes lanzaron chispas a pesar del distanciamiento propio de la pandemia.
 
Su homólogo del otro lado del Río de la Plata le respondió: «Si nos hemos convertido en una carga, lo lamento. Terminemos con esas ideas que ayudan tan poco a la unidad. No somos lastre de nadie, es un honor ser parte del Mercosur. Nuestros países impulsan un regionalismo solidario en materia política, económica, también social, porque sabemos que enfrentar las dificultades unidos nos hace más fuertes», sentenció Fernández.
 
¿Qué peso tiene el Mercosur?
 
«El Mercosur constituye la principal plataforma de producción de proteínas del siglo XXI. Esto es lo que le otorga relevancia internacional, su condición de productor global de agroalimentos, y el principal destino es China», destacó Castro.
 
Con casi 300 millones de habitantes y una superficie cercana a los 15 millones de kilómetros cuadrados (un 50% más grande que el continente europeo, similar al tamaño de Rusia), el Mercosur es conocido por su gran potencial en materia de recursos naturales y alimentos.
 
El bloque vende el 63% de la soja del mundo, y es el principal exportador mundial de carne vacuna y de pollo, de maíz, café y hierro, así como también es el octavo productor mundial de automotores. El PBI del bloque alcanzó en 2019 los 4,467 billones de dólares (medido por paridad de poder adquisitivo), lo que lo coloca en conjunto como la quinta economía más grande del mundo.
El último Boletín de Comercio Exterior del Mercosur, publicación de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), señala las dificultades que ha experimentado el bloque para avanzar hacia un proceso de integración más profundo.
 
En estos años, el débil desempeño económico de los países miembros derivó en que el comercio al interior del bloque continuó perdiendo gravitación, a lo que se le sumó en el 2020 el estallido de la pandemia.
 
Además de los líderes de Brasil, Argentina, Paraguay y Uruguay, participaron de la cumbre a manera de invitados los de Bolivia y Chile, Luis Arce y Sebastián Piñera. Bolivia se encuentra en proceso de adhesión al Mercosur y busca su ratificación definitiva, a la espera de la aprobación del parlamento brasileño, único de los países en todavía no aprobarlo.
 
Chile, Colombia, Ecuador, Perú, Guyana y Surinam figuran como naciones asociadas, mientras que Venezuela se encuentra momentáneamente suspendida en su integración desde diciembre de 2016, por su imposibilidad de cumplir con acuerdos comerciales, aunque no recae sobre esta nación ninguna sanción económica.
 
La polarización política juega un rol definitivo en la unidad del bloque. Los tiempos del auge de los gobiernos de tendencia socialista en Latinoamérica vividos durante los primeros años del siglo XXI terminó. Hoy, las tensiones afloran entre los países con partidos gobernantes de ideologías contrarias, sobre todo desde la llegada al poder de Bolsonaro en Brasil, que lleva solo la mitad de su mandato cumplido.
 
(Sputnik News)