Jesem Orellana, epidemiólogo de Fiocruz en Amazonas (Brasil) aseguró a la cadena teleSUR el pasado 16 de enero, que las autoridades sanitarias de ese país, al trasladar pacientes de COVID-19 desde Manaos, entonces epicentro de la pandemia, hacia otras ciudades y regiones, estaban conscientes de que la situación de colapso vivida en esa ciudad amazónica podría extenderse por todo el país e, incluso, por la región.

«No se sabe cuál es la cepa, cuál es la variante del virus que esos pacientes tienen y que pueden llevar a esas ciudades y transformar ese drama en un drama no solamente de Manaos, no solamente de Brasil, sino de la región», dijo entonces Orellana.

De su lado, Nacho Lemus, corresponsal de la multiestatal en Brasil, recordó que pese a estas advertencias y a la catástrofe sanitaria que se padece en esa nación, el Gobierno de Jair Bolsonaro insiste en «la campaña contra el confinamiento».

Según datos del portal Worldometers, Brasil es el segundo país con mayor cantidad de infectados en todo el mundo, computando 12,3 millones desde el inicio de la pandemia. Asimismo, durante el último mes, el país ha roto sus récords de nuevos casos y de decesos diarios.

Los expertos han advertido que la negativa de Brasilia a decretar confinamientos, así como el retraso en la ejecución del plan de vacunación, han convertido a esa nación suramericana en una especie de «bomba» epidemiológica, toda vez que la multiplicación de los contagios podría dar lugar a la aparición de nuevas variantes del SARS-CoV-2, responsable de la COVID-19.

De hecho, científicos determinaron que la variante P1, conocida como «variante amazónica» o «variante de Manaos» es hasta 2,2 veces más transmisible que la que circuló originalmente y fue responsable de la mayoría de las infecciones hasta finales de 2020.

(LaIguana.TV)