Aprovechando que en la tradición cristiana se conmemora el Viernes Santo, el filósofo venezolano Miguel Ángel Pérez Pirela discutió en el viernes filosófico de Desde Donde Sea, la Suma Teológica, obra máxima de Santo Tomás de Aquino, el primero de los filósofos occidentales que intentó demostrar racionalmente la existencia de Dios.  
 
El tema, apuntó, es uno de los más importantes dentro de la historia de la Filosofía, en tanto el preguntarse acerca de la existencia de Dios, ha sido transversal a la historia misma del pensamiento. 
 
A modo de introducción, precisó que Tomás de Aquino, quien vivió en el siglo XIII, podría considerarse como uno de los filósofos más importantes dentro de la tradición cristiana y fue designado inclusive como Doctor de la Iglesia, dada la envergadura de su obra, en particular la Suma Teológica, que marcó toda la teorización de la fe en Occidente. 
 
Es tal su relevancia, comentó, que antes de él y de la tradición Escolástica, la Teología no se teorizaba, sino que se consideraba un conocimiento derivado de las revelaciones que se transmitía de generación en generación a través de la oralidad y, posteriormente, de los textos considerados sagrados. Así, la fe se entendía como un acto de revelación, tal y como reza en Juan 20,29: «dichosos los que creen sin haber visto». 
 
Es en este contexto que se inscribe Tomás de Aquino, quien con base en el pensamiento de Aristóteles, pero sin constreñirse a él, intentó responder a la pregunta:Su primera gran contribución radica en la pregunta: ¿puede la razón conocer realidades situadas más allá de la experiencia?
 
El pensamiento aristotélico puesto al servicio de la religión cristiana
 
Pérez Pirela explicó que Aristóteles fue «la más grande inspiración de Tomás de Aquino». El pensamiento al ser un pensamiento inductivo, que parte de la experiencia –lo particular– a lo universal, se aproxima mucho más a lo que contemporáneamente se conoce como Ciencia, a contrapelo del pensamiento platónico, tipo deductivo, en el que lo general es el punto de partida para explicar la experiencia. 
 
En su Suma Teológica, Santo Tomás se embarca en el ambicioso proyecto de intentar explicar el hecho divino a través de la razón y no solo a través de la fe, valiéndose del andamiaje potencia-acto desarrollado por Aristóteles en su Metafísica, para estudiar la relación existente entre la fe y la razón, que en su parecer no solamente no tiene contradicciones –es armónica–, sino que es complementaria y no hay necesidad de optar por alguna de las dos.
 
Bajo este punto de vista, la Teología se encargaría de estudiar aquello que está más allá de la razón, se llega a ella a través de la fe y su ámbito de acción es lo sobrenatural; en tanto que la Filosofía, encargada de estudiar la razón y la experiencia, se ocupa de lo natural. 
 
De otra parte, el filósofo venezolano recordó que para la Escolástica, los universales –entendidos estos como conceptos abstractos–, resultarán fundamentales, en tanto darán lugar a la pregunta fundamental del Medioevo: ¿estos conceptos abstractos existen por sí mismos o son solo los sujetos concretos y singulares los que los hacen existir? 
 
Si se respondiera con base en la tradición platónica, tendría que asegurarse que existen por sí mismos, apoyándose en que en el mundo de las ideas, las cosas existen, sin necesidad de que se encarnen en entidades concretas, pero si se responde desde Aristóteles, la respuesta sería negativa. 
 
La razón tras esto, precisó Pérez Pirela, es que la escuela realista, que sigue la herencia de Platón, asevera que los universales existen como realidades independientes. En cambio, Aristóteles y, por ende, Tomás de Aquino, pensarán que los universales no pueden existir como esencia, sino que han de materializarse en el mundo, razón por la cual accedemos a las ideas mediante la abstracción. 
 
De lo anterior se desprende que, esencia –la idea de la cosa– no es lo mismo que la existencia –la cosa en cuanto tal–, una noción que será central en el esfuerzo de Tomás de Aquino por demostrar racionalmente que Dios existe. 
 
Las cinco vías que demuestran la existencia de Dios
 
En la Suma Teológica, Tomás de Aquino partirá de la idea de movimiento –cualquier cambio en el ser o el objeto– de Aristóteles, que sostiene que todo lo que se mueve,  es movido por otra cosa. 
 
Así, en el universo existen los motores (lo que hace mover) y los móviles (lo que es movido) y siguiendo ese hilo de razonamiento, Aristóteles asegura que se debe llegar a un motor que mueva todo, sin ser movido. 
 
De su parte, a Tomás de Aquino no le importa el subseguir de movimientos, sino que va hacia atrás, en un intento por identificar ese movimiento originario, responsable del resto de los movimientos y con base en ello, afirmará que esa causa primera que mueve a todo el resto, es Dios.
 
Empero, relató el también director de LaIguana.TV, se topó con un problema: el primer movimiento que mueve a todo el resto, ¿se mueve o no se mueve? A lo que responderá que la causa primera del movimiento no se mueve, pero mueve a todo lo demás. 
 
Tomás de Aquino recupera este razonamiento aristotélico y lo conjuga al Dios cristiano, definiendo cinco vías para demostrar que, efectivamente, ese movimiento primero, no puede ser nada más que Dios. 
 
Las tres primeras vías parten de la experiencia, de datos observables. La primera, conocida también como la vía del movimiento, reza: «en el mundo hay cosas que cambian»; la segunda, expuesta como causa eficiente aristotélica, indica que «en el mundo hay cosas que son causas de otras cosas»; mientras que la tercera se señala que «hay seres contingentes», es decir, seres que existen pero que podrían no existir. 
 
Posteriormente, el filósofo cristiano añadirá a estos tres primeros razonamientos un principio teológico, que dará lugar en todos los casos a una inevitable conclusión: Dios existe. 
 
De esta manera, la primera vía se redefiniría en términos de: todo lo que cambia, todo lo que se mueve es movido por otro», pero es imposible que este proceso que mueve a los seres se prolongue ‘ad infinitum’ y por eso, debe haber en la vía primera un primer motor. A ese primer motor lo llama Dios. 
 
Análogamente, la segunda vía se expresará ahora en los siguientes términos: «nada es causa de sí mismo, todo necesita una causa anterior». Y de causa en causa, concluye que debe haber una causa primera, a la que todos llaman Dios. 
 
Finalmente, la tercera vía quedaría expresada así: «todos los seres pudieran no haber existido». Si todo fuera contingente, argüirá, esto no podría sostener la continuidad del universo y sostenido en este razonamiento, dirá: «si todos somos contingentes, debería existir un ser no-contingente, un ser absolutamente necesario y a ese ser absolutamente necesario, todos lo llaman Dios». 
 
En este punto, Miguel Ángel Pérez Pirela destacó que la cuarta y la quinta vía se alejan del esquema de razonamiento seguido en las tres primeras. 
 
Partiendo de la idea de que «hay seres más o menos perfectos», Tomás de Aquino argumentará que como eso es así, entonces debería existir un ser absolutamente perfecto –porque es la perfección absoluta lo que nos permite medir la perfección relativa de los demás seres–, que funja de estándar para evaluar la perfección del resto de los seres, no puede ser nadie distinto de Dios.
 
Finalmente, dirá que «el universo posee un orden y los seres son sujetos a este orden», puesto que aunque los seres que no conocen el orden en cuanto tal, actúan como que si lo conociesen. De allí concluye que debería existir un ser absolutamente inteligente que le pone orden a las cosas y hace que los seres tengan lo que Aristóteles llamaba causa final. 
 
A modo de ilustración, comentó que Tomás de Aquino intentó convertir el pensamiento de Aristóteles en un pensamiento cristiano, pero no es el único filósofo medieval que lo intentó, porque, por ejemplo Averroes trató de hacer lo mismo pero con el pensamiento del Islam. 
 
Empero, entre ambos media una importante diferencia al momento de abordar las contradicciones entre el pensamiento aristotélico y su fe: mientras Averroes optará por el pensamiento aristotélico, Tomás de Aquino se inclinará hacia la justificación teológica cristiana.
 
De otra parte, aclaró que existen diferencias entre el pensamiento de Aristóteles y el de Tomás de Aquino, puesto que ese «primer motor» descrito por el filósofo heleno, no creaba al mundo y, en cambio el primer motor del medieval es un motor creador del todo. 
 
Para cerrar este desarrollo, Pérez Pirela enunció sintéticamente las cinco vías desarrolladas por Tomás de Aquino para demostrar racionalmente que Dios existe
 
–Primera vía o vía del movimiento: se necesita de un primer motor que mueve sin ser movido y ese motor es Dios. 
 
–Segunda vía o vía de la causalidad: toda causa es causada por una causa anterior. Se necesita una primera causa que sea causa de todo lo que existe. Esa causa, para Tomás de Aquino, es Dios.
 
–Tercera vía o la vía de la contingencia: un ser es contingente cuando no es necesario. El hecho que todos los seres del universo sean contingentes, no da sentido de continuidad al universo y por ello se necesita un ser necesario que exista al mismo tiempo que existe el universo para sostenerlo. Ese ser, se llama Dios.
 
–Cuarta vía o vía de los grados de perfección: todos los objetos son más o menos perfectos. Es por ello que se necesita, pues, una perfección absoluta que sostenga la contingencia de todo el mundo. Esa perfección absoluta se llama Dios. 
 
–Quinta vía o vía del orden del universo: existe una causa final que ordena todo el universo. Todos los objetos y seres tienen un objetivo que cumplen perfectamente. La materia no se ordena a sí misma, por lo cual se necesita un ente que funja de ordenador universal, que es lo que se llama Dios.
 
La polémica de Tomás de Aquino con San Anselmo
 
Tomando como punto de partida la distinción entre la existencia tangible y la esencia, que no es más que la idea de esa existencia, Tomás de Aquino rebatirá directamente a San Anselmo, otro filósofo medieval cristiano y, con ello, a Platón: «el hecho que exista la esencia,  el concepto de un ser, no implica que ese concepto tenga que existir». 
 
La razón por la cual critica el argumento ontológico de San Anselmo, es porque para este, Dios existe porque existe el concepto de Dios y ello no requiere mayor demostración, pero Tomás de Aquino, en la Suma Teológica, no pretende dogmatizar la existencia de Dios sino mostrar racionalmente, a partir de la experiencia, que existe. 
 
Pérez Pirela mencionó que la novedad de Tomás de Aquino y de la Escolástica es que antes de ellos, no se teorizaba la Teología, sino que esto se asumía como un corpus derivado de las revelaciones. 
 
Sin embargo, esto no quiere decir que la tradición filosófica previa no tuviera ningún peso en sus razonamientos, pues es más bien lo opuesto. Así, de Platón se llega a San Agustín, a San Anselmo e incluso a Descartes; de Aristóteles se llega a Santo Tomás y luego, a los empiristas ingleses. 
 
Los argumentos de Tomás de Aquino a favor de la no-existencia de Dios
 
En su exposición, el también director de LaIguana.TV destacó que aunque es menos conocido este aspecto de su obra, en la Suma Teológica, Tomás de Aquino ofrece dos argumentos que demuestran, desde el punto de vista lógico, que Dios no existe. 
 
«Si de dos contrarios suponemos que uno sea infinito, este anula totalmente a su opuesto. Ahora bien, el nombre o término Dios significa, precisamente, un bien infinito. Si pues, hubiese Dios, no hubiera mal alguno, pero hallamos en el mundo el mal; luego, Dios no existe», es el primero de ellos.
 
En otras palabras, explicó, si Dios existe, entonces el mal no podría tener lugar, pero como existe, entonces Dios no existe. 
 
El otro argumento, reza textualmente: «que pueden realizar pocos principios, no lo hacen muchos, pues en el supuesto de que Dios no exista, pueden otros principios realizar cuanto vemos en el mundo, pues las cosas naturales se reducen a sus principios, que es la naturaleza, y las libres, al suyo, que es el entendimiento y la voluntad humana. Por consiguiente, no hay necesidad de recurrir a que haya Dios».
 
La idea central es que los fenómenos naturales pueden explicarse, prescindiendo de la existencia de Dios, a partir de razonamientos basados en sus propias características y otro tanto aplica para las cosas inherentes a la libertad del hombre, que se explican a partir del hombre mismo. 
 
Aunque bajo la mirada de la contemporaneidad pueda parecer contradictorio, efectivamente, este filósofo, que fue el primero en explicar la existencia de Dios a través de la razón, también desarrolló dos argumentos para explicar su no-existencia, pero ello obedece a la aplicación de lo que en la Escolástica se conoce con el nombre de «la cuestión Medieval». 
 
A este respecto, Pérez Pirela explicó que así como en la Modernidad Hegel desarrolló el proceso dialéctico –tesis, antítesis, síntesis–, de modo análogo, en el medioevo existía una metodología aplicada en las universidades y otros centros de saber para discutir sobre diferentes temas para llegar a una conclusión. 
 
En la cuestión medieval, se formulan objeciones a la postura del autor, en un segundo momento se ofrece una argumentación a favor de la postura del autor y luego, en el tercer momento se responde a las objeciones, con el propósito de arribar a una síntesis o conclusión. 
 

(LaIguana.TV)