El exsecretario general  y excandidato presidencial de Copei Eduardo Fernández, integrante del comando de campaña de Henri Falcón, en entrevista exclusiva para LaIguana.TV, expresó que la única opción que tiene Nicolás Maduro para ser reelecto es que “la abstención le dé seis años más”.

 

Tal escenario le parece catastrófico porque, a su juicio, las medidas que debe tomar el próximo Gobierno requieren del apoyo del Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional y otros entes multilaterales, lo que no será posible si el presidente sigue siendo Maduro.

 

El dirigente histórico socialcristiano cuestionó al ala abstencionista de la oposición porque solo proponen quedarse de brazos cruzados a la espera de que un factor no electoral remueva al Gobierno. “El golpe o la intervención externa son hipótesis poco probables y menos deseables”, puntualizó.

 

La entrevista se realizó a pocos días de las elecciones presidenciales. De seguidas, una versión del diálogo entre Fernández (Caracas, 1940)  y el periodista Clodovaldo Hernández:

 

-Usted recorrió el país hace 30 años, como candidato presidencial, en los tiempos de “el Tigre”. Hoy lo recorre de nuevo, impulsando a Henri Falcón. A grandes rasgos, ¿qué diferencias y semejanzas observa entre aquel país y el actual?

 

-Muchas diferencias. Aquel era un país que venía progresando, en medio de muchas dificultades, de muchos problemas, pero había democracia política, progreso económico, progreso social. No sabíamos lo que era inflación. Criticábamos mucho la inflación que había, y esta era de un dígito, menos de diez puntos. Ahora tenemos una hiperinflación. No sabíamos lo que era desabastecimiento, uno iba al mercado y conseguía huevos, harina pan, todo lo que quisiera. La gente se quejaba de los precios. Recuerdo la campaña de Carlos Andrés Pérez porque él tenía una manera muy peculiar de pronunciar “los huevos” (imita el acento andino) para quejarse del alto precio… Pero, comparado con lo que es ahora… Desgraciadamente, el país se ha deteriorado inmensamente en los últimos 20 años, en los de este siglo XXI. Mariano Picón Salas afirmó que el siglo XX venezolano comenzó en 193X, porque los venezolanos tuvimos que esperar que se muriera el dictador Juan Vicente Gómez para que empezara el siglo XX. Pues, yo no sé cuándo irá a comenzar el siglo XXI venezolano porque desde que empezó venimos en un proceso de franco deterioro. Pero, en todo caso, la gente venezolana sigue siendo la misma: una gente con mucho optimismo, con muchas ganas de tener éxito, con buen humor, con una hospitalidad muy grande. Sigo encontrándome con mucha gente que me acompañaron cuando fui candidato. Pero me está pasando algo que me afecta mucho: de repente llega una muchacha muy bonita y muy jovencita, y me dice que quiere hacerse una foto conmigo. Me pregunto cómo será que una muchacha tan joven sabe quién soy yo y quiere sacarse una foto conmigo. Cuando estamos posando para el fotógrafo, me dice: “Es que mi abuelita es admiradora suya”… Bueno, ya me estoy acostumbrando. Cuando alguien joven viene a retratarse conmigo es porque su papá, su mamá o su abuelo estuvieron involucrados en aquel proceso.

 

La Constituyente es dictatorial

 

-Usted ha dicho que en aquellos años “había democracia”, y los líderes opositores en general hablan constantemente del Gobierno actual como una dictadura, y del presidente Nicolás Maduro como un dictador. ¿Está de acuerdo con esa visión?

 

-A mí me costó trabajo llegar a la conclusión de que estamos en un régimen autoritario, dictatorial, hasta que inventaron esa cosa que llaman la Asamblea Nacional Constituyente. Porque ¿qué diferencia a una democracia de una dictadura? Que en las democracias hay autonomía e independencia en las ramas del Poder Público. Hay un Poder Judicial autónomo e independiente, hay una Asamblea Nacional que legisla y controla al Ejecutivo, y hay un Ejecutivo que funciona. En Venezuela, sobre todo a partir del momento en que se establece una cosa que dice que tiene poder supraconstitucional, que concentra todos los poderes, ha desaparecido el concepto básico para que haya una democracia, que es la independencia y la autonomía de las ramas del Poder Público. Otro dato es la autonomía e independencia del Banco Central de Venezuela. En una democracia debería serlo, pero aquí recibe órdenes del Gobierno y eso explica la inflación porque el Gobierno le ordena al BCV que produzca dinero y ese dinero artificial es la gasolina del incendio de la inflación.

 

-Bajo el modelo que propone el candidato Henri Falcón, la dolarización, ¿no se perdería aún más esa autonomía que necesita el Estado venezolano?

 

-Lo que pasa es que hay que parar la inflación, y la única manera de hacerlo es tomar medidas que impidan que el Gobierno, y cuando digo Gobierno digo también el Banco Central de Venezuela, sigan produciendo billetes que no sirven para nada porque a uno le dicen que aumentaron el salario, y uno dice: “¡ay, qué cosa tan buena!”, pero al día siguiente los precios suben diez veces más que el salario. Dicen que el salario sube por las escaleras, mientras el costo de la vida lo hacen por el ascensor.

 

Ni golpe ni intervención externa

 

-El grupo de partidos que formaba la Mesa de la Unidad Democrática y ahora integran el Frente Unido Venezuela Libre rechazan las elecciones y cuestionan a Falcón y a los otros candidatos opositores porque consideran que es una farsa. ¿Cuál es la respuesta a ese planteamiento de una persona con su trayectoria?

 

-Este debate no es nuevo. Se planteó también en 1952, cuando había una dictadura feroz. Tanto que habían asesinado al secretario general de Acción Democrática, el doctor Leonardo Ruiz Pineda. Habían derrocado y expulsado del país al presidente Rómulo Gallegos, a Rómulo Betancourt, a los principales líderes. Sin embargo, dos líderes democráticos dijeron que “a pesar de que no estaban dadas las condiciones, nosotros convocamos al pueblo a votar”. Esos dos líderes fueron Jóvito Villalba y Rafael Caldera. Jóvito Villalba ganó esas elecciones, el Gobierno tuvo que burlar el resultado, pero se puso en evidencia que el Gobierno no tenía respaldo, que había ganado la oposición. Bueno, ahora es evidente que estamos en una elección que no es equitativa. Henri Falcón no está compitiendo contra un candidato llamado Nicolás Maduro, sino contra todo el aparato del Estado, contra toda la hegemonía mediática que tiene el Gobierno, contra PDVSA, en alguna medida contra la Fuerza Armada. Es una situación verdaderamente complicada. Pero la alternativa es quedarse de brazos cruzados y yo creo que Henri Falcón hizo lo correcto: convocar al pueblo. La participación electoral es movilizadora, mientras la abstención desmoviliza, todo el mundo se queda en su casa ¿esperando qué… será esperando un golpe militar? Esa es una hipótesis que yo considero poco probable, pero además poco deseable. Lo ideal es sacar al Gobierno mediante los votos, que es la forma más democrática, más constitucional, más civilizada. ¿O será esperar que haya una acción internacional? La considero menos probable y menos deseable todavía porque lo ideal es que los venezolanos resolvamos nuestros problemas con nuestros votos.

 

Negociar con el FMI

 

-En la hipótesis del triunfo de Falcón, ¿qué ocurriría en el plano económico? Hemos visto el anuncio del presidente de Argentina, Mauricio Macri, de firmar un convenio con el Fondo Monetario Internacional. ¿Iría Venezuela por ese mismo camino? ¿Qué pasaría con las misiones y la política social que se ha venido desarrollando?

 

-La política social de este Gobierno ha producido hambre, miseria, desempleo, desolación. Henri Falcón tiene un programa de gobierno. Uno de sus méritos es que lo primero que hizo en su campaña fue presentar el programa.  Allí está la propuesta de la dolarización y la propuesta de mejorar el ingreso salarial, llevándolo desde los dos dólares en los que está actualmente a 75 dólares y, de allí en adelante, seguiría creciendo, ya no en bolívares devaluados, que es una moneda que no sirve para nada, sino en dólares, que es una moneda fuerte. En la política social también está la idea de hacer subsidios directos a los consumidores a través de una tarjeta, pero, sobre todo, mejorar la economía. Si logramos frenar la inflación, esa va a ser la mejor noticia de política social. La gente, sobre todo los más pobres, sale a ver cómo hace mercado para llevarle de comer algo a los hijos, a la familia, y es una desesperación. Primero conseguir las cosas, y luego el dinero para comprarlas. Si se corta de raíz la inflación, eso empieza a mejorar la calidad de vida. Si, además, por la vía de la dolarización, elevas el salario mínimo, el bienestar colectivo será estupendo.

 

-Hay que tomar en cuenta que los precios también estarán dolarizados…

 

– Ya están, ya están. La mayoría de las cosas se compran en dólares porque todo lo estamos importando. Desgraciadamente, las políticas equivocadas de este Gobierno han desbaratado el aparato productivo nacional. Nosotros producíamos arroz, hasta lo exportábamos. Ahora estamos importándolo todo: carne, leche… si se consigue… Casi todo lo que consumimos lo compramos en dólares… Lo que no está dolarizado es el ingreso.

 

-Veamos ahora la hipótesis de que el presidente Maduro sea reelecto. ¿Qué va a pasar en el escenario internacional, con el desconocimiento del resultado por algunos países importantes, y luego en el surgimiento de una nueva oposición? ¿Cómo se ven ustedes en ese escenario?

 

-La hipótesis de la reelección del presidente Maduro tiene una sola posibilidad: que la abstención le dé seis años más. Maduro no puede ganar. Todas las encuestas indican que tiene un rechazo de 70 o 75%. De modo que Maduro lo que tiene es 20 o 25%. Ahora, si la abstención lograra su objetivo de que la gente no fuera a votar, y los que vamos a votar, además, estamos fracturados en varias opciones, Maduro tendría una posibilidad de mantenerse en Miraflores, no porque tenga muchos votos, sino porque los que están contra él no votaron. Entonces se abrirá para Venezuela un período terrible porque las medidas que se deben tomar para corregir la situación económica no las puede tomar Maduro. No puede porque necesitan confianza de la comunidad de las naciones, que es una confianza política, pero también de la comunidad internacional financiera. Me refiero al Banco Mundial, al Fondo Monetario Internacional, al Banco Interamericano de Desarrollo, a la Corporación Andina de Fomento, que son instituciones financieras que tendrían que colaborar con el nuevo Gobierno. Si Maduro es el nuevo Gobierno, no hay confianza y no hay inversión, por lo que seguirá agravándose la situación del país. Así que aprovecho esta conversación para invitar a todos los electores a que piensen bien. Henri Falcón representa la única opción de cambio pacífico y democrático en el corto plazo, beneficioso para el país. Yo voy a votar por él y mi entorno familiar, afortunadamente, también tiene claro que lo mejor es tratar de salir de la crisis de la manera más pacífica, más democrática y más civilizada.

 

Cambiarle el agua a la pecera

 

-Sea cual sea el resultado, ¿surgirá de ese proceso una nueva dirigencia política, diferente a lo que ha sido hasta ahora la MUD?

 

-Creo que hemos tenido una dirigencia política muy meritoria, gente muy trabajadora, que ha puesto mucho empeño. Pero tenemos veinte años con este Gobierno y veinte años con una oposición que, aunque ha tenido muy buena voluntad para tratar de cambiar las cosas, no lo ha logrado. Hay que renovar, hay que refrescar, cambiarle el agua a la pecera. Que surjan nuevas figuras y nuevas propuestas que le permitan a Venezuela salir de esta crisis tan prolongada.

 

-Usted es un líder histórico de la democracia representativa venezolana. Cuando el presidente constitucional Carlos Andrés Pérez fue objeto de una insurrección militar, usted salió a defenderlo. Esa posición es coherente con la que tiene actualmente en defensa del voto, pero en el medio de ambas hay un hecho que no resulta tan coherente: usted estuvo en Miraflores el 12 de abril de 2002 respaldando al Gobierno de Pedro Carmona Estanga. ¿Cómo explica esa discordancia?

 

-No sé si eso de histórico es un elogio o una manera de decir que tengo muchos años. Ahora mi postura es perfectamente coherente. A mí, el ministro del Interior de Hugo Chávez, el genera No-sé-qué, que después salió de embajador en Portugal, Lucas algo… Lucas Rincón, él me dijo, y le dijo a todos los venezolanos, que el presidente había presentado su renuncia…“la cual aceptó” (lo remeda). Entonces, me llamaron de Miraflores y me dijeron “aquí hay un vacío de poder” y no me dijeron “histórico”, pero me dijeron que tal vez mi experiencia podría ayudar. Fui a Miraflores y me encontré con que aquello, desgraciadamente, era un desastre absoluto. Muchos empresarios, muchos obispos… de todo, menos políticos. Y cuando intenté hablar con el doctor Carmona, que era y sigue siendo amigo mío, me encontré con un decreto que yo no conocía. Sé que Henry Ramos Allup ha dicho que ese decreto lo conocía todo el mundo una semana antes, pero yo lo conocí allí. Cuando lo leí, le dije: “Pedro, yo no puedo acompañar esto”. Yo soy congruente. Me estrené en política a los 17 años, luchando contra una dictadura militar. Era estudiante de Educación Media y salí a la calle a pedir elecciones. Toda la vida he luchado para que los problemas se resuelvan con votos y no con balas. La tradición histórica de Venezuela es que todos los cambios se han producido por la violencia, desde la independencia en adelante. Nosotros tenemos un vecino, llamado Brasil, en donde nunca disparan un tiro. La independencia de Brasil no costó un muerto: negociaron y se logró. En cambio, la nuestra costó la cuarta parte de la población, y desde entonces nos quedó la afición por la violencia. Cada vez que hay un cambio es por violencia: la Guerra Federal, las guerrillas del siglo XIX, el intento de guerrillas en tiempos democráticos… Entonces, yo el 4 de febrero fui a la televisión a decir: “señores, a mí no me gusta este Gobierno de Carlos Andrés Pérez, pero hay que cambiarlos con votos, no con balas”. Este Gobierno de Maduro no me gusta ni un poquito, y cuando veo el sufrimiento que estamos pasando todos los venezolanos, digo “¡Dios mío, hasta cuándo!”, pero no quisiera que lo cambiaran con balas, sino con votos.

 

(Clodovaldo Hernández)

 

eduardo1505182.jpg