En la más reciente edición de Desde Donde Sea filosófico, Miguel Ángel Pérez Pirela explicó  los fundamentos del pensamiento de René Descartes, a quien puede considerarse como uno de los iniciadores de la Filosofía Moderna en el siglo XVII. 
 
Considerado como el filósofo de la duda, recuperará algunas de las preguntas surgidas durante el Renacimiento, Pérez Pirela precisó que a contrapelo de sus predecesores, tratará de escapar de las respuestas que se soportan, en última instancia, en la existencia de Dios, razón por la cual se le valora como uno de los fundadores de la epistemología de las ciencia moderna. 
 
Según detalló, Cartesio, como también se le conoce, defenderá la Matemática como fundamento del quehacer científico, tras haber sido influenciado por los trabajos de Copérnico, Galileo y Kepler, muy particularmente en lo tocante al método científico, que usará como bisagra para contrastar con el modo de hacer de la Filosofía, en su juicio, estancado durante siglos.
 
Las premisas de la propuesta cartesiana
 
Este filósofo moderno es descrito como «el filósofo de la primera persona», del «yo soy», del «yo dudo», del «yo pienso», noción que acabará inmortalizada en la frase: ‘Cogito ergo sum’ –pienso, luego soy–, afirmación de la existencia que deriva del ejercicio del pensamiento, con lo que la racionalidad del «yo», del ‘cogito’ se instituye en la premisa de toda construcción filosófica. 
 
Empero, en el recorrido cartesiano, la búsqueda de la certeza se realiza a través de la duda del sujeto y por ello, la pregunta inicial se centrará en preguntarse si al menos una parte de lo que el sujeto conoce es falso, cómo puede construir un sistema de pensamiento y explicar el mundo, si los sentidos le engañan. 
 
En un sentido más profundo, comentó el filósofo venezolano, la relatividad de lo que se percibe a través de los sentidos, implicará que Descartes pone en tela de juicio el empirismo asociado a la tradición aristotélica como mecanismo de producción de conocimiento. 
 
Si se considera, además, que el problema de Descartes es el problema de la Modernidad, es decir, un problema epistemológico, le atravesarán las preguntas relativas a la posibilidad de conocer y en los fundamentos de ese conocimiento, toda vez que la percepción a través de lo sentidos se muestra engañosa. 
 
Son estas preguntas, apuntó el también director de LaIguana.TV, las que soportan «la duda metódica», un proceso de producción de conocimiento que consiste en tratar de arribar a una certeza, pero a partir de la duda holística. 
 
La primera duda es, por tanto, una duda sensible: los sentidos engañan. Asegurará que si en el pasado los sentidos han engañado al sujeto, no se puede confiar en ellos y otro tanto dirá sobre los sueños. 
 
Ante esto, buscará refugio en las Matemáticas, de las que inicialmente dudará, usando para ello la imagen del «genio maligno», al que presenta como una suerte de demiurgo que puede conducir al error, al afirmar que algo es verdadero sin que lo sea, como suele ocurrir con las los enunciados matemáticos, que aún habiendo sido formalmente formulados con rigor, pueden entrañar un error estructural. 
 
De otra parte, para Descartes, en la duda hay algo que resiste, que se queda y es que no se abandona la idea de que el que duda, tiene conciencia de estarlo haciendo. Así, el genio maligno causante de la duda, hace que el sujeto piense y ese pensamiento se convierte en la prueba misma de su existencia. Aquí nace el ‘cogito ergo sum’. 
 
Pérez Pirela aclaró que esto no significa que el sujeto existe porque se otorga a sí mismo la existencia, sino que cuando el sujeto piensa, se da cuenta, a través del pensamiento, que está existiendo. De esta manera, puede asegurarse que el pensamiento no es causa de la existencia, sino un acto que la ilumina, puesto que hace dudar de todo menos del hecho que se está dudando. 
 
Sobre la base de esta reflexión surge otra figura cartesiana de vital importancia: la concepción del ser humano como «una cosa que piensa», ‘res en cogita’. 
 
En continuación con la presentación de argumentos, el profesor venezolano explicó que de esta aserción se desprende una pregunta ulterior: ¿Qué pasa si en la mente del sujeto se anida una idea que no ha surgido de sí mismo? 
 
Ante esto, Descartes dirá: «todo ello demuestra que, además de mí, existe otro ser que puso esa idea en mí». La conclusión es importante en dos sentidos, apuntó, en tanto, por un lado se abandona el solipsismo del sujeto confrontado consigo mismo y por otro, como necesidad, aparece la idea de alteridad.  
 
Más específicamente, la alteridad a la que alude Cartesio es la divina, cuya existencia justifica señalando que si dentro de él existen las ideas de infinitud, perfección o  eternidad aunque le son ajenas, necesariamente ha de existir algo más allá de sí mismo y de su pensamiento, que podría ser llamado Dios y su existencia. 
 
Pero, por otra parte, al someter a cuestionamiento la honradez de Dios y atribuirle la cualidad de «genio maligno» causante del error, combinará en un mismo argumento elementos metafísicos y epistemológicos para mostrar que Dios, en tanto perfección, no puede engañarle, pues de cometer este acto, dejaría de ser perfecto, un imposible. 
 
Es este el artilugio al que apela Descartes para recuperar la Matemáticas y la percepción a través de los sentidos, por lo que entonces la Ciencia se fundamentaría en la Matemática y en el conocimiento sensible, matizado por la idea de que no siempre los sentidos engañan, un elemento fundacional de la llamada Ciencia Moderna, que hizo de los experimentos un punto de apoyo vital.
 
Para cerrar con las premisas del pensamiento cartesiano, Miguel Ángel Pérez Pirela refirió el concepto de error, cuya causa no es la in-capacidad del sujeto para conocer, sino la precipitación de su voluntad frente a los límites que impone la inteligencia. 
 
Las reglas de la duda metódica
 
Convencido de que para salir de su estancamiento, la Filosofía debía cambiar de método y optar por uno más riguroso, más próximo a la Matemática, aunque asentado en la duda. Así define cuatro reglas que soportan la producción de conocimientos: 
 
1) Regla de la evidencia: «no aceptar nada como verdadero, al menos que se esté plenamente convencido de que lo es. Evitar así entonces el error, evitar la precipitación del juicio, hasta encontrar la evidencia», que se instituye como criterio de la verdad. 
 
2) Regla del análisis: «dividir los problemas en tantas partes como sea posible. Dividir lo complejo y lo simple para, de este modo, poder llegar a las ideas claras y distintas».
 
3) Regla de la síntesis: «ir trasladando la evidencia de lo simple a lo complejo. Comenzar siempre con lo más sencillo, para llegar después al grado de complejidad más grande». 
 
4) Regla de la enumeración: «Repetir y revisar todos los pasos que se han dado, hasta tener plena certeza». 
 
Las seis meditaciones metafísicas de René Descartes
 
Escritas con un fuerte componente literario, en las Meditaciones Metafísicas, Descartes intentará demostrar la existencia de Dios y ofrecer un camino para el conocimiento instituido en certezas, con base en las premisas presentadas previamente. 
 
De este modo, en la primera meditación se propone dudar de todo e invita a desmontar la Filosofía desde sus fundamentos para alcanzar una verdad indudable, que permita construir la Filosofía, la Epistemología y la Ciencia que su tiempo histórico demandaba, despojada de falsedades y de aspectos eminentemente teóricos, como lo hicieran los Escolásticos en el Medioevo.
 
En su relato, describe que se encierra en una habitación para dudar de todo, reservándose la confianza solamente para su pensamiento destinado a la duda y es en este punto donde inscriben las dudas acerca de la falibilidad de los sentidos y de las Matemáticas, pero mientras que la primera se asienta en la percepción, la segunda se basa en la existencia de «un genio maligno» responsable del engaño. 
 
De seguidas, en la segunda meditación, Cartesio habla de una verdad indudable, según la cual «el genio maligno» puede engañar sobre todo, excepto sobre la duda del sujeto, porque a este le acompaña la certeza de saber que duda y si duda, quiere decir que piensa, y si piensa, ergo, existe. 
 
Desde una posición solipsista, dirá que solamente sabe que existe el sujeto y su duda, pues no puede asegurar que exista algo más allá de sí mismo. 
 
Empero, esa afirmación de la existencia a través de la duda, se constituye en el primer principio de la Filosofía racional Moderna que quiere fundar y es donde se inscriben la ‘res cogita’, la «cosa que piensa» más allá de su cuerpo y el dualismo cartesiano alma-cuerpo. 
 
En la tercera meditación, sostiene que existen tres tipos de ideas: innatas (con las que nacemos), adverticias (que provienen de fuera del sujeto) y fácticas (las que inventa el sujeto por sí mismo) y a partir de ellas desarrolla dos argumentos para demostrar la existencia de Dios. 
 
«Encuentro en mí la idea de un Dios perfecto y de un Dios infinito», alegó, de lo que se desprende que existe la idea de un Dios perfecto e infinito, características que al ser ajenas a su subjetividad, fueron introducidas por un agente exterior, Dios. 
 
En segundo término, afirmará: «yo no puedo existir sin que Dios exista», porque es finito y no se puede haber causado a sí mismo. Por tanto, algo o alguien tuvo que causarle. De esta manera, Dios se constituye en causa de su ser. 
 
En la cuarta meditación, Descartes dice: «si Dios es bueno, ¿cómo puede existir el error?». Si existe el error, no existe Dios porque él es perfecto, pero, como efectivamente lo es, el error nace cuando la voluntad se adelanta a la inteligencia y no respeta los límites que esta le impone. 
 
En la quinta meditación –conocida como argumento ontológico, porque ofrece una tercera prueba de la existencia de Dios–, sostiene: «no puedo pensar un triángulo, sin pensar en la idea de tres lados. Asimismo, la idea de Dios implica necesariamente su existencia». Por tanto, no se puede pensar la existencia de Dios sin que él exista, porque si no existiera, sería imperfecto y no sería Dios. De manera tal que Dios es necesariamente perfecto y en tanto que perfecto, existe. 
 
Pérez Pirela acotó que es en esta meditación que Descartes sale de la duda holística planteada en la primera meditación y recupera la Matemática, pues con ella se anula la existencia del genio maligno engañador y se recupera la confianza en el conocimiento, en tanto Dios se vuelve una garantía epistemológica para él. 
 
En la sexta y última meditación, recupera el mundo sensible, lo primero que había puesto bajo sospecha, en tanto es esta posibilidad la que permite hacer ciencia, un asunto de vital importancia dentro del contexto histórico en el que desarrolló sus ideas, signado por el impacto de la llamada Revolución Científica que encabezaron Copérnico, Galileo y Kepler, dijo para cerrar el tema. 
 
Críticas al racionalismo de Descartes
 
Para concluir, el filósofo venezolano destacó que el racionalismo de René Descartes puede ser cuestionado, en tanto requirió dos meditaciones para demostrar la existencia de Dios, aunque eso no signifique que se apoyó en Dios como fundamento del proceso cognoscitivo, como lo hiciera la Escolástico en el Medioevo.
 
En su lugar, destacó que su aporte consistió en desarrollar una metodología de la duda que deja a Dios de lado y se centra en el individuo como agente epistemológico, rasgo en el que se cimentará la Filosofía Moderna que hubo de sucederle. 
 
Más específicamente, precisó que sinténticamente, Descartes describe tres fenómenos: la ‘res cogita’ o «cosa pensante», la ‘res infinita’ o «cosa infinita» –Dios– y la ‘res extensa’, con la que da cuenta de la realidad extramental que existe fuera del sujeto. 
 
Por otra parte, si bien es innegable que aportó elementos novedosos para la construcción de una Filosofía Moderna centrada en el sujeto y su capacidad de pensar, de razonar y, en consecuencia, de existir, también plantea un individuo racional, fundado en sí mismo, postulado que ha sido criticado por la Filosofía Decolonial, que ve en esta idea el origen de un individuo entendido como razón pura, de la que se valdría para aplastar a todo aquello que le es ajeno. 
 
Así, bajo esta perspectiva crítica, se asume que el pensamiento y la existencia humana son más complejos que la mera racionalidad, tal y como se desprende de las cosmovisiones de pueblos originarios en América Latina –pero no solo–, a partir de las cuales es posible constatar que más que seres pensantes, somos seres sentipensantes, es decir, seres cuyo pensamiento no parte del dogma del yo de la racionalidad moderna, sino que también se alimenta de sus sentires.
 
Por este motivo, la Filosofía Decolonial sostiene que esas ideas superan el racionalismo cartesiano, al considerar como elementos insoslayables el lugar –simbólico y físico– desde el que el sujeto piensa y se piensa a sí mismo, así como de lo que siente cuando piensa y se piensa a sí mismo, dijo para finalizar.

 

(LaIguana.TV)