A modo de un golpe de Estado en contra de las instituciones europeas del fútbol, un puñado de clubes de élite decidió conformar una nueva competición, la Superliga, cuyo propósito, más allá de declaraciones y estatutos, es el lucro de unos pocos propietarios, que cuentan con el respaldo financiero del banco estadounidense GP Morgan. 
 
Así las cosas, en su programa Desde Donde Sea, el comunicador, filósofo y analista político venezolano Miguel Ángel Pérez Pirela develó los detalles tras el millonario negocio, en el que deportistas y espectadores se transforman en medios para la consecución de un objetivo eminentemente mercantil, al tiempo que atentan contra principios asumidos como inherentes a la práctica deportiva, como la solidaridad, la competencia justa y el rendimiento.  
 
La Superliga: integrantes y modo de operación
 
Para describir la naciente organización, el comunicador refirió que estará conformada por 15 equipos fundadores, tres de España (Real Madrid, Barcelona y Atlético de Madrid), seis de Gran Bretaña (Manchester City, Manchester United, Tottenham, Liverpool, Arsenal y Chelsea), tres de Italia (Juventus, Inter y Milan) y se espera que se unan dos equipos alemanes (Borrusia Dormunt y Bayern Munich) y uno francés (París Saint Germain).
 
La aspiración es que con la posible llegada de los alemanes y franceses, estén representadas las cinco grandes ligas de Europa, pero, de momento, no es el caso, puesto que los germanos no han manifestado opinión y el conjunto parisino aún no ha dado su visto bueno, a causa de un conflicto de intereses relacionado con la transmisión del Mundial de Qatar, previsto para 2022, apuntó Pérez Pirela. 
 
Este torneo tendrá un total de 20 participantes, 15 fijos –clasificados solamente por ser fundadores y no en función de su rendimiento– y otros cinco que clasificarían sobre la base de su rendimiento la temporada previa, si bien la Federación Internacional de Fútbol Asociación (FIFA, por sus siglas), ha advertido, entre otras cosas, que el formato comprometerá la supervivencia de las ligas nacionales y hasta de la justa mundial, en dada la brecha entre los ingresos de quienes hagan parte de ella, frente a la mayoría que no lo están. 
 
La organización estará presidida por Florentino Pérez, a la sazón, presidente del Real Madrid, mientras que ejercerán las vicepresidencias Avram Glazer, propietario del Manchester United y Andrea Agnelli, cabeza del club italiano Juventus, dueño de la compañía automovilística Fiat y uno de los hombres más adinerados de Italia. 
 
«Vamos a ayudar al fútbol a ocupar el lugar que le corresponde en el mundo. El fútbol es el único deporte global en el mundo, con más de 4.000 millones de seguidores y nuestra responsabilidad como grandes clubes, es responder a los deseos de los aficionados», dijo Pérez claramente orgulloso de la propuesta.
 
De otra parte, relató el analista, según el documento fundacional, la creación de la Superliga obedece a «la inestabilidad del actual modelo económico del fútbol a causa de la pandemia», lo que significa, a su juicio, que estos empresarios están empleando la pandemia como excusa para justificar su afán de enriquecimiento. 
 
Sin ocultar demasiado el fin mercantil, el presidente madridista señaló que «durante años, los clubes fundadores han tenido como objetivo mejorar la calidad y la intensidad de las competiciones europeas existentes y, en particular, crear un torneo en el que los mejores clubes y los mejores jugadores puedan competir entre ellos de manera frecuente», aunque ello implique excluir al resto de los clubes y jugadores, acotó el también director de LaIguana.TV. 
 
En términos sucintos, precisó, la polémica gira en torno a lo que es considerado como un proyecto cínico, basado en un modelo cínico, que responde a los intereses de unos pocos clubes –empresas privadas–, en un momento en que la sociedad demanda, más que nunca, solidaridad. 
 
Esta ausencia de solidaridad, añadió, no se debe solamente a la exclusión de clubes y jugadores, sino de hinchas, espectadores y aficionados, porque todo el modelo será fundamentado en el pago para ver los partidos. 
 
Los esquemas de competición y modelo de negocios de la Superliga
 
De acuerdo con la información divulgada por la Superliga, todos los partidos se jugarán entre semana, porque se parte del principio que todos los clubes que la conforman seguirán compitiendo en sus respectivas ligas nacionales, «preservando así el calendario tradicional que está en el centro de la vida de los clubes europeos», que juegan los fines de semana, puntualizó Miguel Ángel Pérez Pirela.
 
Además, indicaron que la temporada comenzará en agosto, con la participación de los clubes en dos grupos de 10 que jugarán partidos de ida y vuelta. Los tres primeros de cada grupo se clasificarán automáticamente para los cuartos de final. Los equipos que terminen en cuarta y quinta posición, jugarán un ‘play-off’ a doble partido. 
 
Posteriormente, se jugarán ‘play-offs’ de doble partido a partir de cuatro para llegar a la final, que se disputará a partido único, a finales de mayo en una sede neutral. 
 
Asimismo, las autoridades de la recién creada competencia anunciaron que «an pronto como sea posible y tras el inicio de la competición masculina, se pondrá en marcha la correspondiente liga femenina».
 
Respecto de su modelo de negocios, comentó el analista, sus impulsores reconocen que aspiran a que «este nuevo torneo anual proporcione un crecimiento económico significativamente mayor, lo que permitirá apoyar al fútbol europeo a través de un compromiso a largo plazo de que las aportaciones a la solidaridad crezcan en línea con los ingresos de la nueva liga europea», lo que, dicho de otro modo, significa que el interés primario de los dueños de los equipos es aumentar sus ganancias y solamente después evaluarán si aportan algunas dádivas a los equipos fuera del grupo autoerigido como élite futbolística en Europa.
 
De esta manera, como es un hecho que será muy complicado acceder a esta selecta competición, inevitablemente se reducirá la importancia de las ligas domésticas y por ese mismo motivo, señaló, no será fácil que las ligas nacionales acepten tan desventajosas condiciones, toda vez que esto implicaría prácticamente la desaparición de las aspiraciones europeas de los equipos de ligas más modestas, si bien se da por hecho que debería mantenerse una segunda competición continental como la actual Liga de Europa, redondeó el filósofo venezolano.
 
Defensores, detractores y Pilatos: las opiniones públicas en torno a la Superliga
 
En este punto del programa, Pérez Pirela citó algunas de las reacciones, luego de que se hiciera oficial la creación de la Superliga.
 
En primera instancia, mencionó la reacción del ‘Barça’, uno de los clubes fundadores, que justificó su incorporación en esa instancia elitista, alegando que con esto se pretendía «aumentar el valor y las ayudas, en beneficio de la pirámide del fútbol en su conjunto», en tanto, para ellos, «el futuro pasa por la necesidad de ofrecer partidos de más calidad, como para obtener recursos financieros adicionales para el mundo del fútbol».
 
Por su parte, la FIFA, que ha sido acusada largamente de amasar grandes cantidades de dinero en razón del fútbol y cuyos directivos han estado salpicados en innúmeros escándalos de corrupción, alzó su voz indignada, señalando que solo podía «expresar su desaprobación a una liga separatista europea, cerrada y fuera de las estructuras futbolísticas internacionales».
 
«En nuestra opinión y de acuerdo con nuestros estatutos, cualquier competición de fútbol, ya sea nacional, regional o mundial siempre debe reflejar los principios básicos de solidaridad, inclusión, integridad y redistribución financiera equitativa», agregó. 
 
Asimismo, el nuevo torneo tampoco fue acogido con beneplácito entre los clubes franceses y alemanes –incluyendo el París Saint Germain y el Bayer Munich–, que se  manifestaron abiertamente hostiles «a la creación de una competición cerrada, que dejaría fuera del nivel más alto de Europa a centenares de clubes».
 
Por otra parte, Luis Figo, exjugador del Real Madrid de origen portugués dijo: «esta supuesta Superliga es cualquier cosa menos súper. Este movimiento codicioso e insensible significaría un desastre para nuestro fútbol base, para el fútbol femenino y para la comunidad futbolística en general, solo para servir a los propietarios interesados, que dejaron de preocuparse por sus aficionados hace mucho tiempo y una total indiferencia por el mérito deportivo. Esto es trágico». 
 
La Federación Italiana de Fútbol definió este proyecto como «cínico e inmoral» y lo acusó de no respetar el mérito deportivo, al tiempo que la Federación Alemana de Fútbol se posicionó claramente en contra de la iniciativa y los equipos alemanes que podrían querer sumarse, guardan silencio. 
 
En contraste, la Comisión Europea, ala ejecutiva del grupo de los 27, «evitó pronunciarse sobre posibles problemas de competencia y sugirió que los asuntos de gobernanza se resuelven en cortes de arbitraje y tribunales nacionales», sintetizó el comunicador. 
 
También, a contrapelo de lo habitual, voces del poder político tradicional, como Boris Johnson (Reino Unido) y Emmanuel Macron (Francia) y funcionarios de la Unión Europea, cuestionaron el naciente torneo a título individual. 
 
El ‘premier’ británico dijo que la Superliga sería «muy dañina para el fútbol» porque «golpearía el corazón del deporte doméstico y preocuparía a los aficionados de todo el país». En su intervención, refirió Pérez Pirela, no escatimó señalamientos contra las instituciones implicadas y anunció que su gobierno apoyaría «a las autoridades del fútbol a tomar medidas contra la naciente liga».
 
Para cerrar este punto, indicó que para Macron, la Superliga representa «una amenaza contra el principio de solidaridad y mérito deportivo». Según dijo el mandatario galo a L’quipe, una publicación especializada gala, respalda la posición de los clubes franceses de rehusar su participación» y otro funcionario de su gobierno sostuvo que debía defenderse «un modelo europeo de deportes basado en valores como la diversidad y la inclusión» y advirtió que «no hay margen para reservarlo a pocos clubes ricos y poderosos».
 
El largo brazo de la banca estadounidense alcanza a las ligas europeas de fútbol
 
El banco estadounidense JP Morgan, el primero de ese país,  confirmó que será el ente encargado de aportar el dinero que soportará inicialmente la Superliga, otorgando una subvención de 4.210 millones de dólares, de los cuales los clubes fundadores recibirán un primer pago de 3.500 millones de euros que deberán destinar exclusivamente a planes de creación, infraestructura y compensar el impacto de la pandemia.
 
Oficialmente, comentó Pérez Pirela, la entidad financiera aseguró que se han avanzado compromisos de solidaridad con los clubes excluidos, en una cifra mayor que la que genera el sistema actual en Europa.
 
A su juicio, este cínico anuncio devela al menos dos verdades: de una parte, que el volumen de las ganancias esperadas puede proyectarse como descomunal y de otra, que prácticamente se les pagará a los equipos excluidos para justificar su ausencia en esa esfera elitista.
 
GP Morgan anunció criterios metodológicos de sustentabilidad y un marco de gastos controlados inspirado en la NBA, mientras que según la declaración de intenciones del grupo fundador, los pagos de solidaridad superarán que los actualmente generados por el sistema europeo de competición y se espera que superen los 10.000 millones de euros a lo largo del período de compromiso de los clubes.
 
El GP Morgan Chase surgió a partir de la fusión de más de 1.200 instituciones, cuyo inicio se remonta a The Manhattan Company, creada en 1799 y autorizada por el estado de Nueva York para suministrar agua potable a la ciudad, refirió el analista. Aún hoy, sus inversionistas están radicados en esa urbe y la empresa es considerada líder en inversiones bancarias, servicios financieros y gestión de activos. 
 
Asimismo, continuó, sus acciones son propiedad de grandes instituciones, de planes de pensiones, de fondos mutuos e inversores individuales. Unos  100 millones de personas en los Estados Unidos posee acciones del banco, principalmente veteranos, policías, bomberos o jubilados, así como aquellos que ahorran para una casa, la escuela o la jubilación.
 
Además se ha labrado una tradición de patrocinador de actividades deportivas en distintas disciplinas, como la MLB (béisbol de Grandes Ligas), la NBA (baloncesto) o la NFL (fútbol americano), aunque también está presente en otras competencias menos seguidas por las masas como el Abierto de los Estados Unidos (tenis) o competiciones de rugby, automovilismo o carreras de caballos.
 
Antes del reconocimiento oficial, Pérez Pirela mencionó que el pasado enero, el diario británico The Times publicó un documento de 18 páginas correspondiente al entonces proyecto de la Superliga europea, en el que se precisaba, entre otros preocupantes datos, que los 15 equipos fundadores habrían recibido ofertas de hasta 350 millones de euros para unirse a la competición.  
 
Siempre siguiendo a esta fuente, apuntó que el fondo inicial que proveerá GP Morgan «se basaría en los ingresos proyectados que recibiría por derechos de transmisión y patrocinio», que el mismo grupo financiero califica de «enormes», en comparación con otros clubes de Europa. 
 
El proyecto de la Superliga ya sonaba desde septiembre de 1998, aunque solo en el pasado reciente representantes de GP Morgan se reunieron con Juan Onieva, presidente económico del Real Madrid y Andrea Locatelli, en representación de Media’s Partner’s, grupo empresarial a cargo de proyecto, destacó para concluir
 
La Superliga y los sombríos pronósticos de analistas deportivos para el fútbol 
 
En la última sección del programa, Pérez Pirela presentó a la audiencia una compilación de críticas y oscuros pronósticos formulados por analistas deportivos del portal Marca, acaso el más influyente en temas deportivos dentro del mundo hispanohablante. 
 
Esos expertos destacan que en la base de la Superliga está el maridaje entre la vieja vinculación emocional del viejo aficionado, el que lo sigue por pasión y, por otro lado, el concepto del deporte como espectáculo globalizado y en el que el público no es más que espectador.
 
De esta manera, aseguran que solo hay dos posturas claras: quienes siguen las banderas de sus líderes, vayan estas a donde vayan y la de quienes afirman que el fútbol ha muerto y que desde ahora solo se podrá visitar o ver su mausoleo.
 
Empero, recuerdan que esta clase de jugadas mercantiles no son novedosas en el deporte. En las décadas de 1960 y 1970, el tenis escapó de la tutela de sus organismos tradicionales y alertan que, en no poca medida, la idea de la Superliga es idéntica a la que se implantara hace algunos años en el baloncesto y al fin del amateurismo en la élite, hecho que en algunos deportes ocurrió hace incluso más de cinco décadas. 
 
«Sí es el fin de un mundo. El dinero y el espectáculo pasan a ser entonces el centro de la actividad futbolística», sentencian al respecto.
 
Con todo, advierten que «lo más llamativo es que el fútbol seguirá contando con la vinculación emocional de sus aficionados, pero, en la práctica, los convierte en clientes, en espectadores y en abonados».
 
Así, explicó Pérez Pirela, se usa el vínculo emocional como pivote para las transas millonarias, porque se confía en que nadie volverá la espalda a la apuesta, sino que ocurrirá exactamente lo opuesto: «mi club lo dice y voy detrás, aunque ellos saben que la decisión supone entre otras cosas, horarios vinculados a Asia y a Estados Unidos y partidos oficiales –no giras– estarán al frente del negocio». 
 
Con esto, los aupadores del nuevo torneo «suponen que podrán ganar mucho dinero y eso parte del principio que su público es inagotable, eterno, rico, poco crítico, en la medida en que se ha señalado y que la televisión lo aguanta todo».
 
De otra parte, los especialistas no pasaron por alto la sorpresa que causó que en medio de una pandemia, «se hable de una orgía de millones como la que se ve en el presente». Aseguran que «ahora lo que sobra es capital acumulado y si financia GP Morgan, hay mucho dinero para comenzar».
 
De su parte, el filósofo matizó que estos señalamientos también podían hacerse perfectamente extensibles a la UEFA, a la Champion League y a la FIFA, a pesar de su reciente esfuerzo por denunciar el negocio que proponen los banqueros y los dueños de los equipos. 
 
Los expertos de Marca vaticinan que, a pesar de los choques iniciales «Si ambos mundos consiguen un acuerdo para repartir los hipotéticos ingresos de los beneficios, se bendecirá todo. O al menos se aceptará», que no es otra cosa que aceptar que negociarán las condiciones entre ellos y los hoy ofendidos y reticentes echarán mañana marcha atrás, si consiguen en la Superliga una oportunidad de lucrarse. 
 
Mientras esto sucede, las ligas nacionales tienen las de perder, porque, además de lo antes dicho, las televisoras pueden fácilmente migrar hacia la recién constituida justa, al estimar que genera beneficios más jugosos.
 
De parte de los jugadores, el problema es acuciante, porque quienes estén en el selecto club de los 15, devengarán salarios mayores que sus pares, aunque su desempeño no sea mejor, asunto que, pronostican, se hará más visible con el paso del tiempo. 
 
En todo caso, insisten en que la Superliga ya está aquí. Con el presidente del Real Madrid a la cabeza de la Superliga y con GP Morgan, la alternativa cuenta con suficiente dinero y poder para imponerse. 
 
Para concluir, Pérez Pirela comentó brevemente unos datos aparecidos en la columna «Un grave golpe al fútbol», aparecida también en Marca, que sirven como colofón a todas las ideas expuestas en torno a la Superliga. 
 
Por un lado, se alerta que modificar de forma brusca e importante los formatos actuales, hace intuir una desestabilización del sistema sobre el que se asentaba un deporte en continuo desarrollo. 
 
Del mismo modo, se asevera que «el impacto sobre los campeonatos nacionales y sobre los países sin equipos en la nueva Superliga, puede ser demoledor» y «aunque los clubes separatistas insisten en que su propósito es mantenerse también en los torneos domésticos, es también difícil pensar que esto no afecte a esos campeonatos, con un incuantificable perjuicio para los clubes y aficiones de la inmensa mayoría de equipos».
 
Ante esto, se advierte que «el estallido de esta guerra puede provocar una catarata de sanciones y penalizaciones ya avanzadas por la UEFA, que repercutirán negativamente en todos los sentidos, no solo en el fútbol como industria sino como contenedor de emociones», citó el comunicador criollo, para dar por concluida la edición.

 

(LaIguana.TV)