La pandemia de la COVID-19 en Brasil se cobró la vida de más de 1.000 niños y adolescentes en Brasil desde marzo de 2020, según datos revelados por la Sociedad Brasileña de Pediatría (SBP) y el Ministerio de Salud del país sudamericano revelados la víspera.

En un inicio, hace un año se promocionaron algunas impresiones iniciales sobre el patógeno, luego demostradas como erróneas o inexactas, entre ellas, «que la enfermedad solo afectaba a ancianos y a enfermos crónicos, y niños y adolescentes serían inmunes», dice la SPB.

No obstante, a medida que los más jóvenes se exponían al virus, «también empezaban a infectarse y a desarrollar formas más graves y mortales» de la dolencia y aunque ambas entidades insistió en que la Covid-19 grave es poco frecuente en infantes y jóvenes, la cifra de más de 1.000 fallecidos «resulta preocupante» y «refuerza la necesidad de atención».

Sin embargo, el número sigue considerándose bajo en relación con la población general y en comparación con otras causas de fallecimiento: «antes de los cinco años, la mayor causa desencadenante es la malformación o los problemas relacionados con el nacimiento».

«Después de esa edad, el homicidio, los accidentes, como los de tráfico y domésticos, y el cáncer lideran el ranking», afirmó el médico Paulo Telles, pediatra y neonatólogo del SBP.

De igual forma, los pediatras comparan esos números con los datos más recientes disponibles como el caso de que 9.800 homicidios se cometieron contra chicos y adolescentes de hasta 19 años en 2018, según la Fundación Abrinq o el hecho que hubo también 3.300 accidentes en general en las que tuvo involucrado ese grupo, según la ONG Niño Seguro.

De acuerdo con la SPB, aunque «son raros», pueden producirse casos graves y defunciones en niños por la Covid-19, y la mayoría están relacionados con el Síndrome Inflamatorio Multisistémico Pediátrico (SIM-P), el cual puede manifestarse en las cuatro semanas siguientes a la contaminación inicial por el virus y se caracteriza por fiebre persistente e inflamación de múltiples órganos, como el corazón, intestinos y, en menor medida, los pulmones. El mal también provoca dolor abdominal, insuficiencia cardíaca y convulsiones.

(teleSUR)