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«Mi nombre de pila es Julián Eduardo, pero la gente me conoce como Stayfree. 2007 para mí fue un año de cambios bruscos en mi vida”. Hasta ahora he vivido 10 años con VIH en Venezuela y hoy le digo al mundo “¡Yo quiero vivir!”.

 

Stayfree como es conocido en el mundo artístico relató cómo ha sido vivir infectado con el virus VIH y cómo poco a poco él mismo ha ido acabando con su vida producto de su adicción a las drogas. Una historia que nos recuerda un poco la vida del excéntrico rockstar, Freddie Mercury.

 

A continuación parte de su relato:

 

2007 para mí fue un año de cambios bruscos en mi vida. Me sentía muy feliz porque había regresado de nuevo a las pantallas venezolanas, conducía un programa de televisión que hablaba de sexualidad de una forma entretenida y educativa. Me jactaba de decir en los editoriales del show que el sexo suponía responsabilidad, lamentablemente me hacía eco de las personas que denigraban a los que se contagiaban de enfermedades venéreas, debido a que según mi parecer no habían sido honestos con el cuidado de su salud lo mismo que con su propia vida.

 

Contaba con 30 años de edad, con un haber de viajes al extranjero y una prominente carrera de consumidor de cocaína. Estas experiencias hacían de cortinas para no ver un temor latente en mi: «¿Me habré contagiado de algo esta vez?».

 

Muchas veces utilicé los implementos básicos de protección como condones y lubricantes, pero el frenesí de aquellos momentos y la desinhibición de las drogas han hecho que hasta el momento no tenga ni idea de quién me contagió de VIH.

 

Cómo descubrí que me habían infectado

En una de esas fiestas, encontré a un amigo este me invitó a una sesión de la droga conocida mundialmente como “crack”, pero conocida en Venezuela como “piedra”. Puede que esto sea una fantasía mía, pero mi amigo o la lata que utilizamos para consumir esta sustancia, albergaba el neumococo de la neumonía. También mi cuerpo ya agotado de varias sesiones seguidas de cocaína pudo dar paso a aquella infección.

 

Al día siguiente amanecí con fiebre, esta duró una semana. Iba a trabajar al canal de televisión con fiebre, la semana siguiente comenzó una insistente tos seca. Al hacerse insoportable –y mientras sentía que mis pulmones explotarían o que los mismos saldrían por mi boca en un tosido, me dispuse a ir a un centro médico.

 

Descubrí que estaba enfermo de neumonía, en consecuencia, que era portador del virus del VIH. Mi mundo y mi vida se desplomaron sobre mí, mientras yo casi moría de neumonía aplastado en los escombros de mis temores y reproches.

 

Ingresé de emergencia al Hospital Universitario de Caracas. Al morir un paciente en el piso 2 en el pabellón de hombres sidosos, hubo una plaza, es decir una cama para mí, además de que uno de los enfermeros de emergencias me reconoció en una silla de ruedas, mientras tosía me dijo: «¡Tú eres Stayfree, ¿verdad?», y yo le dije: «Sí», él me volvió a preguntar: «¿Y qué te pasa?», y les respondí: «Acabo de enterarme de que tengo sida y que también tengo neumonía».

 

Pasaron unos minutos y un doctor me ingresó a la sala a la francesa diseñada por Carlos Raúl Villanueva. Quince días pasé hospitalizado, mientras veía cómo morían muchos enfermos, visitas curiosas y preguntas sobre si yo era el muchacho de la televisión. Fueron días de un dolor punzante en el pulmón izquierdo, y pláticas con jóvenes enfermeras sobre mi meteórica carrera en televisión, muchos consejos para mantenerme vivo cuando saliera del hospital recibía de estas estudiantes de enfermería.

 

Al salir de alta muy confundido y con muchas ganas de suicidarme, recibí directrices de los médicos para empezar mi control en el hospital, mi duda era «¿cuándo recibiré mi tratamientos de antirretrovirales?». Los doctores no veían que fuese necesario usarlos puesto que todavía mis Cd4 y Cd8 estaban con mucha fuerza. En algún momento pensé que el hospital era una clase de purgatorio, pero el infierno de la vida en la calle, me lo busqué yo mismo. Volví a consumir cocaína el mismo día de haber salido de alta, mi depresión era incurable. Fui al canal donde trabajaba y renuncié, porque no tenía cara para hablar de sexo, ni el poder de invitar a las personas a que tuvieran prudencia en su vida sexual, porque yo no lo había hecho.

 

Me gasté toda la plata en drogas, mientras no escuchaba a mis familiares y amigos –que me advertían del peligro de una vida desenfrenada bajo mi condición de VIH+.

 

En el momento de escribir este texto, he enflaquecido muchísimo, me siento débil. Llevo dos años sin haberme hecho mi carga viral -no le veo sentido en ir a una consulta al médico-. Solo quiero que sepan que ¡Yo me merezco y quiero vivir!

 

(noticias24.com)

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