Poco menos de una hora. Ese fue el tiempo necesario para que los representantes de la oposición extremista reaccionaran a la designación de las autoridades electorales, hecha por la Asamblea Nacional (AN) el pasado martes. A la narrativa ya vieja sobre “ilegítimos” rectores, escogidos por un “ilegítimo” Legislativo, cuya elección organizó un “ilegítimo” Consejo Nacional Electoral (CNE), no le faltó quienes descalificaran a los seis de los 15 seleccionados cuya actuación política antichavista es ampliamente conocida. “Colaboracionistas”, fue apenas uno de los epítetos que les regalaron.

La excepción en la oposición extremista fue el dirigente Henrique Capriles, quien defendió la designación de Enrique Márquez y de Roberto Picón, los dos rectores principales propuestos desde sectores opositores. Y no era para menos, si se toma en cuenta que Picón fue su coordinador técnico en el último comando de campaña que tuvo como candidato presidencial.

En la otra oposición todo fue alegría. “Designación esperanzadora”, dijeron los que hacen vida en la AN, los que convergen en organizaciones sociales y hasta diversas personalidades de ese sector. Y es que no fue poca cosa. Estos nuevos rectores, principales y suplentes, fueron postulados y votados por ellos.

Pero las cosas no son tan en blanco y negro como parecen. Instalados este miércoles en el CNE e integrados los órganos subordinados en los que se refleja también la correlación de fuerzas políticas existente, a estos rectores les espera una compleja ruta que no hará fácil la consecución de los acuerdos políticos necesarios para crear las condiciones de los próximos procesos electorales. Veamos por qué.

Las fuerzas presentes

Cuando a mediados de marzo pasado, el Comité de Postulaciones Electorales hizo pública la lista de los postulados preseleccionados, Enrique Márquez no estaba en ese inventario.

El ahora vicepresidente del CNE y presidente de la Comisión de Participación Política y Financiamiento (Copafi) apareció en el segundo listado, tras la extensión del período de postulaciones que los actores políticos en negociaciones  – las públicas y las secretas- decidieron en un intento por lograr un acuerdo.

Pese a la cacareada imparcialidad y apoliticismo que por años la oposición toda le exigió a las autoridades electorales, Márquez no es nada de eso. Conocido por su larga trayectoria como diputado de oposición, el ahora rector electoral fue, hasta hace un tiempo atrás, miembros de la dirección nacional de Un Nuevo Tiempo. Gracias a su verbo violento, a él se le recuerda como una de las voces más beligerantes para denunciar el supuesto “partidismo” del organismo electoral. Y no fueron pocas las veces en las que, como representante de UNT y de la MUD ante el CNE, participó como “fuerza de choque” para atacar mediáticamente a las entonces autoridades electorales.

Muy convenientemente, UNT se desligó de Márquez en abril pasado, cuando se hizo pública su postulación a rector. Entonces se aseguró en un comunicado que él no pertenecía al partido desde el año 2018. Pero apenas en marzo de este año, Márquez se refirió al aniversario de la organización a la que calificó como “mi partido”.

¿Es Márquez un gallo tapado de UNT? Lo cierto es que no se conoce que se haya incorporado a la militancia en otro partido, incluidos los que hacen vida en la AN y en la Comisión de Diálogo.

También lo es que, en el CNE, se asegura desde el martes que Márquez llega con la tarea de “cambiarlo todo”. Y es previsible que desde la Copafi presionará por restricciones absolutas a las actividades de gestión gubernamental en tiempos de campaña electoral.

La percepción sobre Roberto Picón es similar. Postulado por la organización opositora Foro Cívico, este informático fue auditor técnico de la MUD ante el CNE por bastante tiempo, además del informático electoral de Capriles. Aunque no se conoce con exactitud en qué terminó el procedimiento judicial por el que fue detenido en el año 2017, fueron informadas públicamente sus relaciones con los sectores más extremistas de la oposición que, en aquel momento ejecutaban una estrategia violenta para derrocar al presidente Nicolás Maduro.

¿Es Picón el gallo tapado de Capriles? Este rector es, ahora, miembro de la Junta Nacional Electoral, órgano que organiza las elecciones. Conocedor del sistema automatizado de votación, Picón podría aportar mejoras importantes al sistema o constituirse en un factor de conflicto para generar obstáculos.

Los intereses

Lo que empieza a jugarse en el CNE no es cualquier cosa. Los rectores y las rectoras postulados por la Sociedad Civil estarán siete años en sus funciones. Ellos son Tania D’Amelio, Alexis Corredor y Enrique Márquez. Para ajustarse a lo establecido en la Constitución de gestiones intercaladas, los rectores postulados por el Poder Ciudadano y por las universidades tendrán una gestión de tres años y medio, como es el caso del presidente Pedro Calzadilla y de Roberto Picón.

En por lo menos la mitad de su período, estas nuevas autoridades enfrentarán procesos importantes. El primero de ellos las elecciones regionales y locales de este año, cuya complejidad estará determinada por si se hacen juntas o separadas, una decisión relevante que deberán abordar en breve.

El que será el proceso más complejo y difícil corresponderá a la posibilidad de un Referendo Revocatorio Presidencial que podría activarse el año que viene, cuando el primer mandatario cumple la mitad de su período. Ciertamente, se trata de uno de los procesos más decisivos, por lo que acaparará la atención del mundo político nacional e internacional.

Y es que a falta de una ley de referendos, al CNE le corresponde reglamentar esta figura que ya en el año 2016 despertó las ambiciones de la oposición, cuya dirigencia intentó imponer reglas contrarias al ordenamiento jurídico vigente. Esta batalla podría alejarse del organismo electoral si la Asamblea Nacional decide legislar sobre la materia.

Es precisamente este proceso el que pondrá a prueba de fuego la voluntad democrática de estabilizar políticamente al país. La gestión del Referendo Revocatorio podría representar una de dos posibilidades: Implosionar al Poder Electoral o constituir una base sólida para una nueva dinámica política.

Fenecido el discurso del supuesto apoliticismo del CNE, éste y otros serán los retos para las nuevas autoridades electorales. Empieza, ahora, la política real.

(Taynem Hernández / LaIguana.TV)