Nunca como hoy tuvimos tanto acceso a la información, pero tan escaso acceso al pensamiento. Tenemos a mano toda la información para hacer algo distinto, pero no le damos la importancia adecuada a lo que sabemos. Una de las demostraciones de ello es cuán pronto nos olvidamos de grandes escándalos que han sacudido al mundo y que revelan la corrupción de todas las estructuras de poder. 

El programa Desde Donde Sea del jueves 13 de mayo fue una especie de alto en el camino de los trepidantes acontecimientos noticiosos de los últimos días, para mirar en retrospectiva en dirección hacia anteriores eventos que han quedado en suspenso y nadie parece interesarse en remover.  

“Tenemos que pensar en la mauvaise foi, la mala fe de la que hablaba Jean-Paúl Sartre. En muchos casos nos hacemos los locos con algo que ya conocemos. De tanto saber las cosas, se nos olvidan. Este es un programa recordatorio sobre lo que fundamenta muchas de las crisis en el plano internacional, un empeño en desempolvar acontecimientos que nos ayuden a entender la actualidad porque son muestras del accionar de grandes potencias bélicas”, dijo el conductor del espacio, Miguel Ángel Pérez Pirela. 

Concretamente, el Equipo de Investigación del programa indagó sobre lo que ha pasado con los escándalos de WikiLeaks, Guantánamo, los Papeles de Panamá y la empresa Critpo AG, de la CIA. 

WikiLeaks y Guantánamo

Hace diez años, WikiLeaks publicó un tramo de 779 archivos secretos de la prisión militar de la bahía de Guantánamo, del gobierno de Estados Unidos. Pero nadie habla últimamente de Guantánamo. Esto reveló la red mundial de detenciones ilegales asociadas con la fraudulenta guerra contra el terrorismo iniciada por George W. Bush luego de la caída de las Torres Gemelas. EEUU tuvo que reconocer que esos archivos revelados mostraban que las autoridades estadounidenses estaban encarcelando a cientos de personas de Asia Central, Oriente Medio, África del Norte y otros lugares del mundo, a pesar de que sabían que no eran culpables de ningún delito de terrorismo e, incluso, de ningún otro tipo de delito. 

Estos prisioneros fueron víctimas de una nueva frontera sin ley, en la que las personas eran detenidas y a menudo vendidas a la CIA por las autoridades locales, para ser recluidas en prisiones de sitio negro y transportadas al otro lado del mundo donde permanecieron indefinidamente en instalaciones de Guantánamo, un lugar que en 2011 ya se había convertido en sinónimo de tortura estatal. 

Son estos los últimos, entre cuatro comunicados importantes, por los que EEUU ha acusado al fundador de Wikileaks, Julián Assange, en virtud de la Ley de Espionaje, siendo la primera vez que se aplicó una legislación draconiana contra un editor. 

Según los fiscales estadounidenses que buscan la extradición de Assange desde Reino Unido, su “crimen” fue exponer el régimen de detención ilegal de su gobierno, y por ello debería ser castigado con hasta 40 años de prisión en una prisión de supermax, cuyas condiciones se parecerían a las de Guantánamo. 

La publicación de estos crímenes de Guantánamo siguió otras sobre acciones de guerra en Irak y Afganistán del Ejército de EEUU que expusieron miles de asesinatos ilegales, violaciones de derechos humanos y unos 250 mil cables diplomáticos de EEUU que revelan golpes de Estado, operaciones ilegales de vigilancia y otros muchos abusos. Todo esto sigue en total impunidad, mientras Assange se enfrenta a una condena que en la práctica será de por vida. 

Los archivos fueron proporcionados a WikiLeaks por Chelsea Manning, valiente denunciante del Ejército de EEUU. Pagó siendo encarcelada por casi siete años en condiciones de tortura bajo la Administración Obama, según la ONU. 

La denunciante fue liberada y detenida nuevamente en la Administración Trump, en un intento fracasado de obligarla a dar un falso testimonio contra Assange. 

El gobierno de Obama fue tan hostil a la publicación de los materiales de Guantánamo como lo había sido ante las anteriores publicaciones de WikiLeaks. Obama, el afrodescendiente y premio Nóbel de la Paz, emitió un comunicado publicado por The New York Times, declarando que los documentos habían sido “obtenidos ilegalmente y permanecían clasificados”. El gobierno tomó la medida de informar a los abogados de los detenidos de Guantánamo que tenían prohibido teclear en cualquiera de los archivos, incluso después de haberlos publicado en Internet. 

“Como parte de su campaña electoral en 2008, Obama se había comprometido a cerrar Guantánamo. ¿Fue cerrada? No. Llegó Trump y ahora tenemos en la Casa Blanca a quien fuera el vicepresidente de Obama, Joe Biden, y la cárcel sigue ahí, como un centro de tortura en una zona despojada a Cuba por EEUU, sin que nadie diga nada. EEUU bombardea por doquier en nombre de los derechos humanos y ahí está Guantánamo, como una estatua, como una oda a los atentados contra los derechos humanos. Lo peor es que detrás de todo esto está un premio Nobel que no cumplió su promesa”, expresó Pérez Pirela. 

Tres años después de aquella promesa, Guantánamo no solo seguía en uso, sino que Obama había intensificado la guerra ilegal de EEUU contra Afganistán y continuaba abriendo nuevos frentes en el Medio Oriente y en el norte de África, incluyendo Siria y Libia. 

WikiLeaks demostró que todo Guantánamo tiene una estructura fundamentalmente defectuosa y que solo unas pocas docenas de prisioneros están genuinamente acusados de implicaciones terroristas. Algo que poca gente sabe y es vertebral en esta reflexión: el resto son hombres y niños inocentes que han sido apresados por error o que son soldados de infantería talibanes ajenos al terrorismo.  

“En Guantánamo podría estar cualquiera de nosotros porque no hay que ser ni siquiera sospechoso de terrorista para ser llevado allí. Puede ser un testigo cercano o lejano de un acto que EEUU califique de terrorista para que lo encierren en Guantánamo. Esto no se dice normalmente”, remarcó. 

Los archivos presentaron la anatomía de un crimen colosal perpetrado por el gobierno de EEUU contra 779 prisioneros que en su mayoría no son ni han sido nunca los terroristas que el gobierno quisiera que creyéramos que son. 

Los documentos incluían entrevistas, evaluaciones e informes de inteligencia sobre los prisioneros, elaborados por la Fuerza de Tarea del Pentágono entre 2002 y 2009. 

Los gobiernos del siglo XXI han tomado la excusa del terrorismo para hacer y deshacer a nivel planetario. A partir de la caída de las Torres Gemelas surge la voluntad manifiesta de EEUU de profundizar aún más su rol de policía, de gendarme universal. Allí se anota Israel y Colombia, donde se tilda a los protestantes de terroristas. Es una construcción semántica en la que el terrorismo da luz verde al gobierno de EEUU y otras potencias, como Gran Bretaña, Francia, para hacer y deshacer. 

La propia libertad de prensa, que EEUU jura defender, ha sido pisoteada en Guantánamo. Un ejemplo de esto es el camarógrafo de Al Jazira, Sami Al -Haj, arrestado en Pakistán y retenido en Guantánamo durante seis años. Según los archivos se pretendía obligarlo a proporcionar información sobre el programa de capacitación de la red de noticias de Al Jazira, el equipo de telecomunicaciones y las operaciones de recopilación de noticias en Chechenia, Kosovo y Afganistán. Por esto lo tuvieron seis años preso en uno de los lugares más infernales de la Tierra. 

“Muchos prisioneros fueron arrestados mediante venta a EEUU por dinero en efectivo y retenidos para convertirlos en informantes. Esto es tráfico humano, delito de lesa humanidad. ¿Se habla de esto en los medios? –se preguntó el presentador-. Para justificar los encarcelamientos, los funcionarios cultivaron supuestas fuentes internas que proporcionaron información sobre cientos de otros reclusos. Entre las víctimas había ciudadanos de países aliados de EEUU, entre ellos británicos. Casi cien presos quedaron padeciendo graves trastornos psiquiátricos como resultado del brutal tratamiento recibido”. 

En su momento, las publicaciones de WikiLeaks galvanizaron la hostilidad popular hacia las guerras neocoloniales en el Medio Oriente y Asia Central y los ataques que se cometieron contra los derechos democráticos. Expusieron la criminalidad no solo de Bush, sino también la de Obama y Biden (como su vicepresidente) y una gran cantidad de aliados de EEUU, entre ellos Gran Bretaña y países como Australia, que suele pasar silenciosamente debajo de la mesa. 

“¿Qué hicieron y siguen haciendo los medios? La respuesta no es alentadora. Buscaron ahogar el impacto centrándose en las declaraciones infundadas de los prisioneros, que figuran en los archivos, que contaron historias sobre el alcance global y las ambiciones de Al Qaeda, algunos de ellos, evidentemente, bajo coacción. En 2011, The New York Times, antes asociado a WikiLeaks, se había vuelto decisivamente contra la organización editorial, uniéndose a la campaña en su contra encabezada por las agencias de inteligencia, y contra su entonces editor en jefe, Assange”. 

Reflexionó Pérez Pirela que diez años después, los archivos no han perdido absolutamente nada de su relevancia, mientras continúan las guerras lideradas por EEUU en todo el mundo y Guantánamo sigue con las puertas abiertas para entrar, no para salir. El brutal ataque a los derechos democráticos se expande cuando cada vez más gobiernos responden al descontento social con argumentos autoritarios.  

“Así es, de hecho, se reveló que en este mismo momento hay una grandísima presión del gobierno de Israel a nivel planetario contra periodistas para tratar de callar lo que están pasando en Gaza –advirtió-. Si queremos entender muchos de los desmanes de EEUU, Israel, Gran Bretaña y Colombia, tenemos que analizar el caso WikiLeaks, que ha sido tapado y silenciado, como muchos otros casos”. 

Panamá Papers

Otro caso de gran explosividad, pero con patas cortas, que fue inmediatamente acallado por la mediática internacional, es el de los Papeles de Panamá. 

En 2016 se difundió una enorme trama de evasión fiscal internacional en la que estaban implicadas las élites de numerosos países.  

En su momento llevó a encarcelamientos masivos y una revisión de los sistemas fiscales y legales del mundo, tras ser publicados en principio en 109 medios de comunicación a escala global. 

Unas de las revelaciones centrales es que la CIA financia unilateralmente sus operaciones secretas a través de negocios de tráfico de drogas, como forma de eludir la supervisión de los órganos electos. “Esto llevó al desmantelamiento de gran parte de ese organismo, o al menos eso fue lo que se nos contó. Pero quedó en evidencia que la CIA se autofinancia traficando drogas, mientras una de las metodologías fundamentales de EEUU para desestabilizar países es calificarlos como narcoestados, algo que parece nuevo, pero que vienen haciendo desde Panamá en tiempos de Noriega. ¿Qué doble moral, qué cara de tablismo, como decimos acá en Venezuela! 

Cripto AG

Divulgaciones más recientes, de 2020, destaparon el mayor escándalo de espionaje de la CIA, agencia que ha leído las comunicaciones cifradas de aliados y adversarios durante décadas, según nada más y nada menos que The Washington Post.  

La CIA ha llevado a cabo este espionaje a través de Crypto AG, una compañía suiza que construyó máquinas para encriptar comunicaciones durante la Segunda Guerra Mundial, y que ahora presta servicios a la CIA, pero no solamente a ella. Entre sus clientes se cuentan más de 120 países, incluidos Irán, India, Pakistán, el Vaticano y algunas naciones de América Latina. Lo que no sabía ninguno de ellos es que la compañía ha sido siempre propiedad de la CIA y lo fue antes del Servicio Federal de Inteligencia de la antigua Alemania Occidental. Ambas manipularon los dispositivos para espiar las comunicaciones de sus clientes.  

Este gran secreto de la Guerra Fría fue divulgado el año pasado, en medio del confinamiento estricto derivado de la pandemia. La propia CIA lo consideraba su jugada maestra pues los gobiernos extranjeros estaban pagando un buen dinero por el privilegio de que sus comunicaciones más secretas fueran leídas por al menos dos, pero posiblemente por hasta cinco o seis países extranjeros. 

“El servicio de inteligencia alemán abandonó la operación a principio de los 90 por considerar que entrañaba demasiados riesgos. Pero la CIA continuó hasta 2018, apenas ayer, año en el que la agenda vendió sus acciones de Crypto AG porque ya no era tan importante”, apuntó el presentador. 

Escándalos efímeros

Resaltó que en cada uno de los momentos en que estas informaciones se conocieron, hicieron mucho ruido, pero el resultado fue el mismo: no pasó nada. O, en todo caso, las consecuencias no fueron de la magnitud que se evidenciaban en las revelaciones de WikiLeaks, Panamá Papers o Crypto AG. 

“Esto funciona así porque los medios informan durante un tiempo finito, a menos que estén pagados para hacer cobertura permanente sobre algo o alguien, como pasa con Venezuela, donde, para poner un ejemplo reciente, denunciado por la vicepresidenta Delcy Rodríguez, se contrató a empresas para que construyeran, a través de millones de tuits, matrices de opinión negativas. De aquí la importancia de la grandísima vocación de LaIguana.TV y Desde Donde Sea, donde, avanzando a contrapelo y tomando en ocasiones riesgos importantes, desempolvamos verdades que han sido ocultadas y acalladas. En ese andamiaje, en esa arquitectura mediática, hay temas que sirven de cortina de humo para acallar los otros. Ahí tenemos actualmente el caso de los ataques de Israel a Palestina y muchos se sorprenden de lo que está pasando. La realidad es que son acciones que tienen décadas ocurriendo”, dijo.

Pérez Pirela reiteró la denuncia de que Israel está presionando y amenazando a periodistas en todas partes del mundo para que no informen sobre el genocidio en la Franja de Gaza. “Y los medios también callan la masacre que se está cometiendo en Colombia”. 

La jefa de Investigación del programa, Nailé Manjarrés intervino con un mensaje para señalar que: “son verdades que cuando ya no se pueden ocultar, pretenden minimizarlas, restarles relevancia o exhortar a no vivir en el pasado”. 

“Por eso traemos estas investigaciones a esta clase virtual de geopolítica –respaldó el moderador-. O somos democráticos o no lo somos, porque la democracia, como el terrorismo, se ha convertido en un instrumento de chantaje. Hay una especie de bombardeo mediático cotidiano de unos temas y, al mismo tiempo, una amnesia conveniente de hechos comprobables y esas dos realidades conviven. Se habla mucho de lo que no interesa y poco de lo que realmente debería interesarnos”. 

La hipocresía global 

La falta de seguimiento a los escándalos les permite a las grandes figuras mundiales practicar la más absoluta hipocresía, tal como queda demostrado en un artículo del investigador francés Romain Migus, en el que compara los dichos y los hechos de varios personajes: 

“El presidente francés, Emmanuel Macron, ordenó a Nicolás Maduro no reprimir a la oposición, pero se olvidó de las 3.300 detenciones, de los 2.000 heridos y de los 8 muertos vinculados a la represión de los chalecos amarillos.  

El presidente del gobierno español, Pedro Sánchez, da ocho días a Nicolás Maduro para convocar elecciones, pero olvidó que está en su puesto solo por una mención de censura y no por elecciones libres.  

El presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, acusa a Nicolás Maduro de no ser legítimo por haber sido electo con tan solo 30,45% de los electores inscritos, pero olvidó que solamente 27,20% de los electores estadounidenses votaron por él.  

El presidente colombiano, Iván Duque, vocifera contra la “narco-dictadura venezolana”, pero olvidó que 65% de la cocaína en el mundo está siendo fabricada en Colombia, bajo los auspicios complacientes de las autoridades de este país.  

El presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, está preocupado por los derechos humanos en Venezuela, pero olvidó su declaración donde califica como organizaciones terroristas a los movimientos sociales que se oponen a su política. 

El presidente argentino, Mauricio Macri, culpa a Nicolás Maduro de corrupto, pero olvidó que solo su nombre, y no el de su homólogo venezolano, aparece en la lista escandalosa de los Panamá papers. 

Portugal deplora la crisis venezolana que empujó, según la ONU, al 7,2% de los venezolanos a migrar, pero olvidó que 21% de los portugueses tuvo que abandonar a su país para vivir en el extranjero, según las mismas fuentes.  

En Reino Unido, los dirigentes denuncian amenazas a la libertad de expresión en Venezuela, pero olvidaron que contribuyen a mantener recluido al periodista Julián Assange en reclusión, sin ningún motivo jurídico.  

Bélgica se preocupa de la situación económica en Venezuela, pero olvidó que, en Bruselas, la empresa Euroclear retiene 1 mil 250 millones de dólares pertenecientes al Estado venezolano, afectando seriamente la disponibilidad financiera del país”. 

¿Qué pasa cuando se sabe la verdad? 

Pérez Pirela propuso explorar lo que pasa cuando sale relucir la verdad, preguntándose ¿quién paga las consecuencias? 

Para hacerlo, leyó parte del trabajo del autor belga Vladimir Caller, quien asegura que a Julián Assange se le está aplicando la estrategia de asesinarlo lentamente. 

“Hubo mucha alegría y entusiasmo cuando, el 4 de enero de 2021, la jueza británica Vanessa Baraitser anunció la decisión del tribunal de Londres de no extraditar a Julián Assange a Estados Unidos. En un acto de compasión, la jueza dijo que temía por la salud física y mental del acusado en caso de extradición, mencionando incluso los riesgos de suicidio (…) Pero La decisión de la jueza británica Vanessa Baraister es una maniobra especialmente hábil y diabólica, muy favorable a los intereses reales de la Casa Blanca  su decisión consiste en ‘rechazar´, temporalmente, la extradición del fundador de WikiLeaks para, en caso de ser necesario, organizarla mejor a su debido tiempo, evitando el coste político de una medida francamente impopular. El objetivo principal de los opositores de Assange; el objetivo era y sigue siendo silenciarlo para siempre, vivo o muerto”. 

El articulista comparó el caso con el de Antonio Gramsci. “En 1928, Michele Isgro, fiscal del tribunal especial fascista de Roma, concluyó la lectura de la sentencia que condenaba al líder comunista Antonio Gramsci a 20 años de prisión por ‘incitación a la rebelión’, con la frase ‘Debemos impedir que este cerebro funcione’”. 

A juicio de Pérez Pirela, “se trata de una frase escalofriante, pero hay que reconocer que es sincera porque lo que se trata de hacer a escala planetaria actualmente es silenciar nuestros cerebros, amputarlos”.  

“Es lo que caracteriza el accionar de las potencias hegemónicas, los grandes medios, las redes sociales, la represión dura o blanda. Más Netflix; más hormonas que neuronas; idiotizarnos, banalizarnos y estupidizarnos. Quien dice la verdad es asesinado, acallado, vejado, insultado, injuriado. La vocación del fascismo es que los cerebros dejen de funcionar. Debemos resistir a la estupidez colectiva. La reescritura de la historia hace parte de este impedir que el cerebro funcione”, enfatizó. 

Siguiendo con el artículo de Caller, este autor opina que la decisión de la magistrada Baraitser tiene un objetivo idéntico al del juez de Gramsci. “Solo se diferencia de la del fiscal italiano en la forma, ya que aquella mostraba menos perversidad y más franqueza que esta de la distinguida dama británica”. 

Alega Caller que fue una mera ilusión creer o esperar que Joe Biden fuera más humanitario, más complaciente que su predecesor Donald Trump. “Es exactamente lo contrario. No se trata, por supuesto, de exculpar a este último, xenófobo y reaccionario hasta la médula. Pero el favorito, y de lejos, del Estado Profundo (Deep State) era y sigue siendo Biden, no Trump. Y es este Estado Profundo, la conjunción de Wall Street, el Pentágono y el aparato mediático, el que quiere el pellejo de Assange, el que quiere su silencio definitivo, sin indulto alguno”. 

De hecho, a la hora de calificar el “delito” del fundador de Wikileaks, fue Biden, en 2010, quien utilizó todo su poder político como vicepresidente de Estados Unidos para descartar cualquier asociación entre la labor informativa de Assange y la libertad de expresión o los delitos políticos. Fue él quien los calificó de espionaje e incluso de “terrorismo informático”, asegura el investigador. 

Partiendo de datos aportados por Fidel Narváez, cónsul de Ecuador en EEUU entre 2010 y 2018, cuando Assange estuvo asilado, hay que decir que “Assange es la víctima por antonomasia de nuestros tiempos, de tortura, de perjuicio psicológico, de atentado contra su pensamiento”. 

Respecto al caso se acumula un verdadero memorial de agravios: La acusación en su contra es por un delito político, no sujeto a extradición. Publicar información clasificada y verdadera no es un crimen. Nunca hubo una divulgación imprudente de nombres. Nadie ha sufrido consecuencia alguna por las publicaciones, que son verdaderas y de relevancia histórica. WikiLeaks no publicó primero los cables diplomáticos sin redactar, pero solo Julián Assange es perseguido. Assange no ayudó a Chelsea Manning a acceder a información de seguridad nacional. No tendría un juicio justo en la Corte de Espionaje de EEUU, donde será sometido a condiciones inhumanas y corre un alto riesgo de suicidio. Él y sus abogados fueron espiados ilegalmente por EEUU, lo cual imposibilita cualquier juicio justo. Ecuador entregó ilegalmente materiales confidenciales de Assange a EEUU, incluyendo documentación de su defensa legal.

“Es fascismo puro por donde se le vea. Persiguen su mente, sus ideas, su pensamiento, su voz”, concluyó Pérez Pirela. 

Mucha información, poco pensamiento

Haciendo una especie de puente con el programa de los viernes, reservado al estudio de algún tema filosófico, Pérez Pirela afirmó que “puede decirse que tenemos a mano toda la información para hacer algo distinto, pero no le damos la importancia adecuada a lo que sabemos. Por eso acá nos empeñamos en hacer un trabajo a contrapelo de la hegemonía que existe a nivel planetario, esa que nos acalla en nombre de la libertad de expresión y pensamiento. En nombre de ella nos esclavizan y nos obligan al pensamiento único. Nos bombardean en nombre de las libertades y no nos permiten que nos expresemos como víctimas del bombardeo, del bloqueo, de las sanciones. Es el mundo hipócrita en el que vivimos, de doble rasero, nunca como hoy tuvimos tanto acceso a la información, pero tan escaso acceso al pensamiento. Porque información y pensamiento no es lo mismo. Acaso la información puede ser la premisa para ejercer la facultad de pensar, pero no necesariamente es así. Como tampoco por tener Twitter e Instagram y una avalancha de noticias, se está informado o capacitado para pensar”.  

Citando a investigadora australiana Caitlin Johnstone, resaltó que los hechos contundentes no son suficientes para hacer cambiar la opinión de alguien, pues tenemos todo un sistema de defensa cognitiva para proteger nuestras percepciones preexistentes, nuestra visión del mundo y lo que queremos preservar de él”.  

“Es una guerra epistemológica y por eso tratamos tanto el tema en los Viernes filosóficos. Estamos metidos en una guerra semiótica, semántica, de signos y de símbolos. Es especta-ocular ver bombas cayendo sobre la Franja de Gaza o ver a policías disparando cohetes contra su pueblo en ciudades colombianas, pero las verdaderas bombas en muchos casos no son visibles: la de una educación privatizada a la que no todos tienen acceso. Es la que cae cotidianamente sobre lo jóvenes colombianos o chilenos. Son bombas que caen a partir de los signos y símbolos que se vehiculan a través de los medios de comunicación y redes sociales y nos ponen a pensar en lo que acá llamamos ‘pajaritos preñados’ y no en lo esencial, lo necesario, lo importante, lo urgente”, subrayó. 

Volvió con Johnstone, quien dice: “El hecho de que la clase plutocrática y las agencias gubernamentales colaboren entre sí para manipular la forma en que el público piensa, actúa y vota es un hecho indiscutible, que ha sido investigado y documentado durante décadas, pero la gente no lo ve. No entienden lo violento y asqueroso de que la gente poderosa esté jugando activa y deliberadamente con nuestras mentes todo el tiempo”. 

Según esta investigadora, todo esto es tan extraño y depravado como cualquier teoría conspirativa sobre el control mental de los nanobots 5G, pero como la gente está acostumbrada a ello no es capaz de verlo. “Ante todo lo que sabemos, está bien ser un periodista duro o un experto analista de conspiraciones, pero como la gran revelación ya ha ocurrido, la verdadera diferencia la marcarán los artistas, la creatividad”. 

Como conclusión general, Pérez Pirela señaló que “debemos salirnos de la cárcel simbólica, del Guantánamo epistemológico en el que nos quieren encerrar a partir de un despotismo débil y de medios de comunicación que con rubias sonrientes y estúpidos musculosos nos quieren seguir hablando de lo que no es. Por nada de este mundo ni del otro permitamos que impidan que nuestro cerebro funcione. Pensar es un ejercicio cotidiano que se debe hacer igual que en lo físico, porque si dejamos de pensar, alguien pensará por nosotros. El pensamiento y su vestido, la palabra, no es que sea un poder muy grande, sino el más grande de todos los poderes”. 

Agregó que no se trata solo de pensamiento. “No somos solo seres de pensamiento, sino también de sentimiento. Como nuestros ancestros del altiplano boliviano, debemos ser seres sentipensantes, como decía Galeano. Un pensamiento sin sentimiento es frío, gélido, árido. Un sentimiento sin pensamiento, es torpe”. 

(LaIguana.TV)