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No es un dato político menor, dado que el antichavismo más furibundo, de la mano de Mariano Rajoy y el Partido Popular (PP), obtuvo en Madrid uno de los ejes internacionales más efectivos para atacar a Venezuela.  Desde ese punto del globo terráqueo, Lilian Tintori hizo campaña a favor de Leopoldo López, Julio Borges del bloqueo económico y Antonio Ledezma de la intervención humanitaria, luego de que le fuera concedido el asilo político.

 

De esta forma, el antichavismo tejió una madeja de relaciones apoyadas principalmente en un presidente y un partido que ya no tienen ni influencia ni poder sobre las decisiones de España, que en los últimos días había ejercido presión en el seno de la Unión Europea (UE) para aplicar mayores sanciones contra Venezuela, basado en el desconocimiento de las recientes elecciones presidenciales ganadas por el presidente Nicolás Maduro.

 

En este contexto, dirigentes del antichavismo prófugos de la justicia se lamentan en las redes sociales por la partida de Rajoy debido a su «posición firme contra las violaciones a los derechos humanos de Maduro y la crisis humanitaria de Venezuela».

 

Paradójicamente, el antichavismo despide de su lucha contra una de las «dictaduras más corruptas del mundo» a uno de los políticos más corruptos de la historia española.

 

Cae Rajoy, ¿se fortalece el eje a favor del diálogo en Venezuela?

 

España, por otro lado, tiene ahora como presidente a un Pedro Sánchez del Partido Socialista Obrero Español con mucho más afinidad y cercanía política al ex mandatario José Luis Rodríguez Zapatero, favorable a un proceso de diálogo en Venezuela En ese sentido, el antichavismo queda descolocado por carecer de un esquema (bajo su mediación) de relaciones, aceitado con un nuevo gobierno que busca recuperar la inspiración del «modelo Zapatero», en referencia a quien Julio Borges particularmente se encargó de vilipendiar y atacar durante los últimos meses después del fracaso de los diálogos en República Dominicana.

 

Más allá de este piso político, regresivo en apariencia para el antichavismo, también impone un escenario en donde el gobierno de Sánchez será mucho más dependiente de una coalición respaldada fundamentalmente por Podemos, bastante ajeno a las posiciones más beligerantes contra Venezuela.

 

Lo que establece ciertas condiciones para que España pueda dar un vuelco a su forma de aproximarse a la gestión diplomática con Venezuela, pudiendo pasar, del eje de las sanciones, a las propuestas de diálogo entre todos los venezolanos.

 

Puede abrirse una ventana en el frente europeo

Desde esta tribuna tampoco vamos a desconocer el papel de gestor del poder financiero y empresarial de Pedro Sánchez, ni tampoco de sus posiciones antichavistas en el pasado reciente, en pos de intentar proyectar una realidad hecha a la medida de las expectativas positivas a favor del país. Sin embargo, es un hecho que la caída de Rajoy abre una ventana en uno de los países europeos con más intereses empresariales en Venezuela. Si ella se puede abrir o cerrar, lo sabremos con el tiempo.

 

Otros hechos también abonan este terreno, como la reciente guerra comercial que Donald Trump que inició contra la UE y el distanciamiento de ambos respecto al acuerdo nuclear iraní, producido en un contexto de crisis política de varios países de la zona euro como Italia.

 

Paradójicamente, este escenario devela que la política comercial de Trump daña la frágil estabilidad económica de la UE, principal fundamento de la crisis interna y las tendencias desintegradoras (Brexit, Italexit, Grexit, etc.), en un momento en el que Irán y Venezuela podrían ser garantes de suministro de energía que asegure este piso para los europeos.

 

También se contempla un escenario en el que, como se da con respecto al caso ruso (Skrypal, Ucrania, etc.), la tecnocracia europea pudiera terminar apostando por acompañar ciegamente a Trump hacia su propio suicidio político. El tiempo dirá cuánta fuerza posee esta posible sinergia entre Venezuela y Europa.

 

El frente internacional antichavista da muestras de agotamiento

Más allá de estas consideraciones e interpretaciones, la caída en desgracia del PP se da en un contexto de constantes bajas en la coalición de países más activos contra Venezuela. Unos meses antes, el turno había sido del fundador del Grupo de Lima, el gringo-peruano Pedro Pablo Kuczynski, y ahora lo es el de Mariano Rajoy.

 

Una tendencia que parece no detenerse aquí, si se tiene en cuenta la inminente sustitución de Enrique Peña Nieto como presidente de México a raíz de las próximas elecciones, también parte de este mismo elenco a favor de la gestión del bloqueo de Donald Trump contra Venezuela.

 

Incluso, la Administración Trump puede quedarse más sola aún en su imposición de medidas unilaterales contra Caracas si Manuel López Obrador termina por ganar en México y unirse a un frente común contra Estados Unidos en espacios institucionales de importancia como la Organización de Estados Americanos (OEA), que actualmente instrumentaliza factores de poderes blandos para criminalizar jurídicamente al Gobierno Bolivariano. En ese sentido, el único aditivo positivo para la Administración Trump puede ser la victoria del uribista Iván Duque en Colombia como forma de compensación.

 

Todo este panorama, más allá de su devenir en lo inmediato, otorga mayor tiempo político al presidente Nicolás Maduro para administrar el conflicto contra Venezuela y enfrentar a la Casa Blanca en la arena internacional.

 

Lo que no es poco en un contexto en el que los países con fragilidad institucional y política se ubican en su contra, y los de mayor solidez a su favor, como son los casos de China y Rusia, ya que posibilita un espacio para la iniciativa política de Venezuela que pudiera prosperar, tal como lo intenta hacer el Gobierno Bolivariano con la convocatoria a un Gran Acuerdo Nacional. Un escenario que pone al chavismo en condición de aparente ventaja frente a sus enemigos en lo inmediato.

 

(misionverdad.com)