La guerra asimétrica desplegada por el aparato del Estado colombiano bajo la anuencia del presidente Iván Duque, y la violencia desproporcionada contra los movimientos sociales en contra de la escalada neoliberal del mandatario solo ha dejado en evidencia el papel de entes multilaterales como la Organización de Estados Americanos (OEA) y las corporaciones mediáticas hegemónicas al servicio de la derecha en la región.
 
Según los investigadores colombianos John Freddy Gómez Celi y Camila Andrea Galindo, el pueblo colombiano ha observado cómo sus mesas se convierten en festín del polvo y el olvido ante la reducción de las raciones de alimentos, donde el 68% de los colombianos ha pasado de tres comidas diarias a dos. Este país exhibe los mayores índices de desaparición forzada y de genocidio como práctica socioeconómica de dominación y subyugación, incluso mayores que la de países que estuvieron sumidos en dictaduras militares en los años 80.
 
Actualmente, el Centro Democrático, el partido de Duque y su mentor político Álvaro Uribe Vélez tienen el control del congreso, la contraloría, procuraduría, defensoría del pueblo, banco de la república y fiscalía, lo que deja a la población a merced del silencio o la muerte, y de una maquinaria mediática que busca silenciar la viralización del clamor popular a través de las redes sociales digitales.
 
El pueblo colombiano adolece de décadas de un modelo neoliberal que arrasa con cualquier aspiración a un estado de bienestar digno para sus connacionales, que reclama de manera sistemática la implementación plena de los acuerdos de paz; educación gratuita, de calidad, universal y humanista en todos sus niveles; así como reformas que garanticen la plena satisfacción de los derechos del pueblo colombiano, incluyendo la democracia ante un gobierno profundamente violento.
 
Los ataques del Estado colombiano, no son contra la insurgencia, ni contra la izquierda, ni mucho menos con lo que la oligarquía colombiana llama “castro chavismo,” para pretender insultar a quien demande políticas equitativas; la guerra en Colombia realmente es contra el pueblo. Tras el fracaso del intento de diálogo entre los estudiantes y el gobierno por los ataques contra la protesta pacífica, siguen en aumento los asesinatos, abuso sexual, golpes, detenciones arbitrarias, tortura, falta de garantías constitucionales y uso desproporcionado de la fuerza; hechos que se condenan dentro y fuera de Colombia, pero el gobierno de Iván Duque sigue haciendo caso omiso.
 
(LaIguana.TV)