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El más novedoso y lucrativo negocio que han descubierto algunos comerciantes de Valencia consiste en vender billetes.

 

Lo hacen como si se tratara de yuca, plátanos u otro producto de consumo masivo.

 

Por ello se explica que determinados vendedores ambulantes dispongan de dos precios diferentes para un mismo artículo si la negociación se realiza en efectivo o mediante punto de venta.

 

En las aceras de cualquier sector, los detallistas ahora obtienen grandes ganancias que jamás habían imaginado.

 

Las penurias que padecen los valencianos para conseguir billetes ha generado el surgimiento de una trama cuyos protagonistas dejaron de ser simples buhoneros.

 

“Vendo billetes”, señala  el perfil de las redes sociales de estos singulares especuladores.

 

“Por aquí todo lo escaso se consigue, se vende y bien caro”, afirma Doris Pulgar, quien tiene un puesto de quesos cerca de Plaza de Toros, al sur de Valencia y a la vez negocia con el dinero contante y sonante.

 

El papel moneda entró en la cacerola de los productos de consumo cotidiano.

 

La cambista Doris explica que el ciudadano que necesite un millón de bolívares en efectivo debe realizar una transferencia a su cuenta por otros tres millones.

 

Perreras son las máquinas de efectivo 

Sus proveedores del pitufeo de billetes son sus familiares que conducen perreras e improvisados transportes públicos.

 

También la abastecen trabajadores del aseo y de repartidores de gas doméstico quienes cobran un “bono” en efectivo para cumplir con el servicio.

 

En las adyacencias de la estación del Metro Monumental un kilo de yuca lo venden por 30 mil bolívares, pero si la transacción se realiza mediante un punto de venta el precio se sitúa sobre los 250.

 

El dinero en efectivo que obtienen lo vuelven a colocar en la centrífuga.

 

Además, en otras zonas de la ciudad se reproduce el mismo fenómeno.

 

Los billetes tienen una demanda similar al queso, la papa o cualquier otro alimento.

 

“La hiperinflación nos ha llevado a esto. Los habitantes de esta zona necesitan tanto de los billetes como de cualquier otro alimento”.

 

En este sentido, la comerciante dice que “viven del día a día, no hacen mercado para toda la quincena”.

 

“Por eso compran un tomate, una cebolla, un huevo, pan y se aguantan hasta el día siguiente”.

 

Admite que ella y otros vendedores de billetes tienen algo más que un Ángel de la Guarda para mantener a distancia a los delincuentes.

 

Los funcionarios nunca les han reprochado la centrífuga de los billetes, pasan de largo.

 

Policía de Carabobo ha pillado caletas 

Sin embargo, hace algunos días agentes de la Policía de Carabobo acudieron por segunda vez consecutiva a las instalaciones del terminal de pasajeros Big Low Center para atacar la venta de boletos  fifty-fifty.

 

Allí algunas empresas de transporte ofrecían pasajes con una condición. La mitad debía ser cancelada en efectivo y la otra mitad con tarjeta de debido.

 

Al final el pasajero cancelaba el triple por un mismo pasaje. Allí fueron detenidas cinco personas y se decomisaron 188 millones de bolívares en billetes de diversas denominaciones.

 

El  secretario de Seguridad Ciudadana de Carabobo, comisario José Gregorio Domínguez, informó que acudieron a ese terminal terrestre para combatir la usura financiera y el tráfico de dinero en efectivo.

 

(notitarde.com)

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