Este miércoles el Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica (Celag) emitió un informe poselectoral donde se ofrecen detalles de lo que le esperaría a Perú en un futuro con Pedro Castillo como nuevo presidente, tras conocerse que lleva 71.764 votos de diferencia frente a su contrincante Keiko Fujimori, con el 99,75 % de actas procesadas.

Si bien, hasta los momentos, se espera el anuncio oficial de la Oficina Nacional de Procesos Electorales (ONPE) sobre los resultados, la institución dedicada al análisis de los fenómenos políticos, económicos y sociales de los países de América Latina y el Caribe indicó que Castillo triunfó en las regiones Puno (89%), Huancavelica (84%), Cusco (83%), Apurímac (81%) o Ayacucho (82%), frente a Fujimori.

A continuación, presentamos el informe:

1. Los candidatos
  • Este domingo 6 de junio, 25 millones de peruanos y peruanas fueron convocados a las urnas para decidir quién sería el futuro presidente del país durante los próximos cinco años. Finalmente y tras un largo y agónico conteo voto a voto el vencedor resultó el maestro rural Pedro Castillo, quien con el 99,75 % de actas procesadas, sacó 71.764 votos de diferencia.

  • Es así que el próximo 28 de julio asumirá el futuro presidente del Perú: el profesor y sindicalista cajamarquino Pedro Castillo, oriundo de una de las regiones más pobres del país y vinculado al mundo rural peruano que se presentó por el partido de izquierda Perú Libre, en alianza con Juntos por el Perú, de Verónika Mendoza. Castillo supo representar el voto de protesta, de anhelo de cambio y antiestablishment de gran parte del electorado peruano. A pesar de la fuerte campaña de desprestigio que sufrió durante los últimos dos meses, este voto se ha mantenido sólido en el país con más muertos porcentuales del mundo por COVID, que permanece asolado por la corrupción que ha llevado al exilio o a la cárcel a todos sus expresidentes. Castillo logró construir una alianza social entre agricultores, docentes, sindicatos, empresarios regionales y partidos de izquierda que le permitió capitalizar el voto rural, de las clases populares y de rechazo al statu quo.

  • De otro lado Keiko Fujimori, para quién la tercera no fue la vencida. Hija del dictador encarcelado Alberto Fujimori, Keiko encabezaba el partido Fuerza Popular y llegaba por tercera vez consecutiva a la segunda vuelta electoral, luego de sendas derrotas en 2011 y 2016. Fujimori había logrado unificar a todo el establishment peruano incluyendo a los principales referentes liberales (Vargas Llosa), empresarios y de la derecha nacional. Keiko se presentó como representante de la continuidad, la defensa del statu quo y el sostenimiento del orden económico y la Constitución de 1993. Durante la campaña sumó los apoyos de todos los candidatos presidenciales que en primera vuelta lograron colocar bancada (con excepción de JP, el Partido Morado y Acción Popular), de Mario Vargas Llosa, histórico adversario de los Fujimori e incluso de su hermano Kenji, con quién se mantenía distanciada hace años, luego de la interna fratricida que determinó la sucesión política de Alberto Fujimori.

  • Tres señales evidencian el triunfo de Castillo: la estimación de los votos que falta cargar lo favorece (aún restan mesas del extranjero, donde Keiko duplica al profesor, pero sobre todo faltan cargar actas de regiones del sur como Ayacucho, donde Castillo supera en 8 a 2 los votos de Fujimori). La caída de la bolsa de Lima, como una señal concluyente del capital financiero ante la inminente llegada de un gobierno popular. Y la denuncia de fraude de Keiko Fujimori: convencida de que los números no alcanzan, la candidata de Fuerza Popular da a entender que intentará apelar la transparencia de un proceso legitimado nacional e internacionalmente.

2. Los resultados

  • La jornada electoral transcurrió sin apenas incidentes graves (apenas 81 reportes en Lima) mientras que la participación alcanzó el 76.755 %, un dato relativamente alto considerando que en un Perú asolado por la pandemia la cifra se ubica apenas 3 puntos y medio por debajo de la de 2016. No obstante, es preciso señalar la correlación entre la polarización y la participación.

  • Si se analizan los resultados por regiones, la elección mostró la evidente desintegración que vive el Perú y la manera en que las diferencias regionales expresan contradicciones más profundas y arraigadas. En Puno (89 %), Huancavelica (85 %), Cusco (83 %), Apurímac (81 %) o Ayacucho (81 %) Castillo reventó las urnas. En Lima, Keiko alcanzó el 64 %, una diferencia menor a la estimada pero muy significativa en el escenario general y relevante para acortar ventajas, ya que en la capital se dirimía un tercio de los votos de todo el país.

  • Durante toda la jornada Keiko exhibió músculo organizativo (económico) logrando instalar dispositivos que trasladaban a votantes adultos mayores a los centros de votación, a la vez que desplegó además a miles de voluntarios, especialmente en los barrios más potentados del país. Asimismo, fue notorio el centralismo limeño de los medios de comunicación: de hecho, por primera vez en la historia, se permitió la transmisión simultánea del conteo de votos por televisión, donde una cámara seguía paso a paso el escrutinio de algunas mesas, entre las cuales las postas limeñas tuvieron una evidente sobrerrepresentación en pantalla.

  • El sistema de conteo de voto peruano mostró sus debilidades y fue incapaz de arrojar resultados en la jornada electoral. Con un boca de urna privado que le daba una ventaja inicial de 0,6 % a Keiko, el posterior conteo rápido de IPSOS acabó dando por ganador a Pedro Castillo mientras que el lento recuento de la ONPE (el organismo electoral peruano) mantuvo insistentemente la ventaja de Keiko Fujimori hasta bien entrada la mañana de este lunes, tras un conteo que privilegió las grandes ciudades y mantuvo el rezago de carga de las zonas rurales como Ayacucho y Cusco, donde Castillo alcanzaba una aplastante diferencia.

  • La elección demostró que hoy día existen dos Perú. De un lado, el interior del país (y en particular el sur y el centro) en el que el cajamarquino arrolló a la hija del dictador. En Puno o Cusco la ratio fue cercana a los 9 a 1, mientras que en Arequipa, Castillo dobló en votos a su contendiente. Frente al interior empobrecido, fue en Lima y Callao donde la tendencia se invirtió en favor de Keiko.

  • Ha sido también una elección atravesada por la cuestión de clase. En la Lima que votó mayoritariamente a Fujimori fueron los barrios ricos de Miraflores y Barranco los que lo hicieron con más contundencia por Keiko en un 8 a 1 frente a Castillo, mientras que en zonas más golpeadas como Villa el Salvador o San Juan del Lurigancho, la elección se equilibraba en un 6 a 4.

  • Ambos clivajes, unidos a la hiperfragmentación del Congreso apuntan a un Perú ingobernable condenado a la continuidad de la crisis institucional. Solamente la apertura de un proceso constituyente –prometido por Castillo–, podría desbloquear la actual situación de empate catastrófico.

3. El debate y la campaña

  • Si bien la totalidad de las encuestas fallaron en sus predicciones para la primera vuelta, vale detenerse en ciertas tendencias: todas marcaron que el nivel de indecisos permanecía alto, un elemento que fue definitorio en una elección que –como se preveía– se definió por un estrecho margen. Es en este sector donde se orientaron las estrategias finales de ambos contendientes: la “campaña del miedo” de Keiko Fujimori (que dibujaba a Castillo como representante del comunismo y la inexperiencia) y el notable fortalecimiento de las cualidades personales de Castillo, que lo presentaron como una persona íntegra, lejana a la “clase política”, un hombre tradicional, honesto y trabajador, cualidades claves en un país en el que la clase política es parte de la institucionalidad más denostada y el trabajo sigue siendo un valor central en el imaginario peruano.

  • Durante la campaña, Keiko consiguió remontar la diferencia original a favor del profesor y en la jornada electoral el clima era ya de empate técnico. Los simulacros y encuestas que giraron previos a la elección daban una leve ventaja a Fujimori pero finalmente refrendaron otra idea que persiste en el Perú: las encuestas fallan.

4. ¿Qué le espera a Perú a partir de ahora?

  • En términos de política económica comenzará el primer cimbronazo al proyecto neoliberal. Luego de décadas de crecimiento sin redistribución, Castillo prometió que avanzará con un nuevo régimen económico, caracterizado por el rol activo del Estado. El profesor postula una “economía popular con mercado”, a lo que añade la revisión de los contratos estatales y una nueva proporción del reparto de utilidades de las empresas, donde las transnacionales se apropien un 20 % y el Estado conserve un 80 % de las ganancias. Castillo también prometió la creación de un millón de empleos y la descentralización económica del país

  • En política exterior el cambio será igual o mayor. Luego de cerrar su campaña con un encuentro con “Pepe” Mujica y de recibir el apoyo de Evo Morales y del excandidato presidencial Andrés Arauz, la geopolítica latinoamericana (que había encontrado en el Grupo de Lima un puntal de reagrupamiento neoliberal) suma un nuevo actor progresista. A tono con las elecciones en Chile y el cambio de gobierno en Argentina y Bolivia, la nueva presidencia de Perú abre un nuevo ciclo para una potencial integración regional por izquierda, que permita rediscutir muchos de los proyectos que quedaron truncos en la anterior oleada popular y que podría redefinir acuerdos en materia estratégica.

  • Las calles y el movimiento social, muy activos durante el pasado año y en el último tramo de la campaña, tendrán un representante que pueda enarbolar algunas de sus demandas. En un escenario de empate hegemónico, Castillo tendrá en la apelación a la movilización una de sus principales cartas para hacer valer su programa. Del otro lado, la CONFIEP y el establishment peruano tendrán dos opciones: dialogar con el presidente electo y encontrar puntos de acuerdo o optar por una posición confrontativa que lleve a profundizar la crisis política, económica e institucional que vive el país.

  • La dispersión de la primera vuelta hará que el próximo presidente esté obligado a gobernar con un Congreso compuesto por 10 bancadas diferentes. Pedro Castillo tendrá un complejísimo escenario si es que quiere gobernar con el estado de situación actual. De no avanzar en una Asamblea Constituyente, Castillo deberá enfrentar una importante alianza de derecha que se encolumnó detrás de Keiko en la segunda vuelta y que puede utilizar en su favor las vicisitudes de un sistema que oscila entre el parlamentarismo y el presidencialismo. A todo esto, las mociones de vacancia y confianza continúan latentes como un posible y amenazante mecanismo por el que las minorías parlamentarias pueden deponer a un ejecutivo elegido por la gran mayoría de los peruanos.

  • En la elección de este domingo se cristalizaron las múltiples contradicciones que se juegan en el Perú: la cuestión de clase, la geográfica y su vertiente política, expresada en la forma de ruptura/continuidad y de Asamblea Constituyente. El fujimorismo, que nació como derecha popular, mutó durante 30 años hasta convertirse en la derecha del establishment al punto de unir en un abrazo a los hijos de Fujimori y los de Vargas Llosa En tierras de desigualdad, pobreza y bienestar económico para unos pocos, un docente a caballo llegó con su sombrero de ala ancha con la compleja tarea de poner punto final a 30 años de neoliberalismo en Perú. Veremos qué sucede.

(LaIguana.TV/Celag)